maría negroni / poeta
“Los principios que pone en funcionamiento la literatura son femeninos”
Esther Peñas 10/02/2019
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Con una brújula dotada de una eficacia permanente, María Negroni (Rosario, Argentina, 1951) habita la poesía, el ensayo, y la narración en una deliciosa unión hipostática. Si hace unos meses publicó Objeto Satie (Bestia Cuadrilátera), una personalísima aproximación al excéntrico compositor francés, en febrero recala en nuestro país para presentar Archivo Dickinson (Vaso Roto), un poemario en el que recrea el intenso universo de la poeta norteamericana, y hacer una lectura en el Instituto Cervantes.
Experta en Pizarnik (su obra El testigo lúcido sigue siendo uno de los títulos canónicos sobre Alejandra), Negroni defiende que toda literatura es femenina, considera el puritanismo como una violencia soterrada, y se muestra desolada por la situación política —no sólo en su país sino en el resto del mundo—, si bien salvaguarda cierta esperanza. Acaso por las palabras de Beckett que presiden su escritorio: “Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”.
Emily Dickinson es una poeta compleja, por momentos hermética, con una sintaxis que se quiebra, tan áspera como gozosa. ¿Qué la hace imprescindible?
Emily Dickinson es una poeta fundamental, a mi modo de ver, por varios motivos: por su agudísima conciencia del lenguaje, por su apuesta a la poesía como forma del conocimiento y, pero tal vez todo sea lo mismo, por hacer de la poesía una larga conversación con Dios.
De las mil palabras que integran el Lexicon de Dickinson, escogiste —si mi memoria no me falla—setenta y ocho de ellas. ¿Qué patrón seguiste para escogerlas?
No hubo, en realidad, ningún patrón. Solo elegí arbitrariamente aquellas palabras que más resonaban conmigo. En un cuaderno-diccionario que incluí en mi libro Buenos Aires Tour, ya había hecho algo similar. En aquel caso, no eran palabras tomadas de otro sino de mi propio archivo personal. Recuerdo que las definí –es un modo de decir– y así armé una suerte de bitácora de mis obsesiones más tenaces. En este caso, intenté hacer lo mismo con las palabras de Dickinson.
¿Cómo mantenerse fiel al lugar donde se arde sin repetirse?
El lugar donde se arde es la vida misma. Y la vida misma nunca se repite tal cual. A lo sumo, todo vuelve a encontrarse más arriba o más abajo, como en una espiral, para que aprendamos algo. Por otro lado, la repetición no importa. Lo único que importa es la fidelidad a lo que no sabemos.
“La finitud cabalga como puede”. La presencia de Dios en Dickinson es importante, hay un diálogo constante entre ambos. Una vez destronado –en la cultura posmoderna– lo sagrado, Dios, como epicentro, ¿el hombre siente, como dijo Steiner, nostalgia de absoluto?
Claro, los seres humanos siempre han buscado consuelo frente a la gran pregunta de la muerte. Lo han buscado durante siglos en las religiones pero también en las grandes utopías políticas del siglo XX, en los paraísos terrestres. El sentimiento de lo sagrado siempre estará allí porque proviene de la conciencia de nuestra presencia minúscula en un universo inconmensurable.
Dickinson y Pizarnik son dos poetas tutelares tuyas, como un largo elenco de poetas norteamericanas. Una vez te escuché decir que toda la literatura es femenina. ¿Por qué lo piensas?
Sí, lo he dicho y lo reitero. Cuando la cultura divide en paradigmas binarios qué corresponde a lo masculino y a lo femenino, atribuye a lo masculino la razón, la luz, el orden, y a lo femenino el deseo, la noche, el cuerpo. La escritura surge de esto último. Por eso, independientemente de quien la ejerza, sea hombre o mujer, los principios que está poniendo en funcionamiento son femeninos. Esto será así, al menos, mientras no cambien esos paradigmas culturales.
Cómo se consigue hablar en nombre ajeno, llegar a la noche del otro, y hacer posible que “nadie escriba en mi casa su propio texto”?
“Nadie escribe en mi casa su propio texto” debe entenderse literalmente. Nadie, es decir, ni siquiera yo. El que escribe es el lenguaje, en la noche del otro que también soy yo.
“A bendecir la vida, no a escribirla”, cierra el poemario. Martín Gaite decía que no se trata de “vivir para contarlo” sino de “vivir, y después contarlo”. Dickinson no tuvo una vida apasionante, luego ¿no es necesario vivir para escribir? ¿O sí? ¿Lo que se lee, uno lo vive?
Esta es una pregunta dificilísima. He pensado largamente sobre la relación entre arte y vida pero aún no tengo una respuesta. Podría aventurar que no hay nada para contar porque lo único interesante es la confrontación con el vacío que nos habita. Pero también agregaría que la escritura y la vida tienen una relación conflictiva. Wilde decía que todo hombre mata lo que ama y muchas veces he tenido la sensación de que la escritura sepulta cosas, nos separa del flujo aterrador y maravilloso de la vida misma. De ahí ese deseo de bendecir la vida, como una forma de acatarla, tolerarla, sentirla en todo su esplendor un poco amenazante.
Elegía Joseph Cornell, Objeto Satiey Archivo Dickinson forman –me parece– un tríptico de artistas que se “exiliaron en la carne de la propia astucia”. Aparte del exilio, de habitar los márgenes, ¿qué tienen en común?
Así es. Las afinidades entre los tres son notables: comparten la propensión al aislamiento y cierta atonía sexual (los tres son solteros), el apego al coleccionismo (el herbario de Dickinson, los objets trouvés de Cornell, los paraguas y los trajes de terciopelo azul de Satie), la pasión por la miniatura, el desdén por cualquier tipo de inserción canónica. Se diría que sólo les interesa esa forma sutil del juego que es el arte, que a las trascendencias monumentales prefieren las epifanías mínimas.
“Animales erróneos”, “alguien dispuesto a más errar”, “el arte es una suma de errores ejemplares”, “Y hazlo con prudencia, con dejadez ninguna, acostumbrándote al error”… ¿Cuánto debe el hallazgo poético al error?
En un sentido estricto, me parece, no hay más que errores. El problema es mejorar la calidad del error. Siempre tuve sobre mi escritorio esa frase de Beckett que va en la misma dirección: “No importa. Intenta de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”.
“La violencia es una ternura olvidada”. ¿El puritanismo es una violencia de consecuencias incalculables?
Sí, el puritanismo es una violencia soterrada y, como dices, es difícil medir sus consecuencias. En parte, porque su poder persuasivo, al estar basado en reivindicaciones justas, es muy fuerte. El problema es que el puritanismo es también una forma rígida de mirar las cosas, de ahí que sus principios éticos puedan transformarse en una suerte de autoritarismo disfrazado. No sé, todo esto es muy paradójico y daría para una conversación más larga. Por un lado, las luchas de las mujeres anglosajonas han abierto las puertas a la aceptación de las opciones (sexuales, por ejemplo) y, por el otro, han eliminado también cualquier expresión de seducción y de juego entre los sexos, mediante la codificación (imposible, claro) del deseo.
En España, lo políticamente correcto ha sojuzgado –o al menos lo intenta–al humor, terreno que no te es ajeno en la escritura, y al arte en general (hace poco, como ejemplo, un grupo de iglesias evangélicas solicitó al Museo Thyssen que retirara la obra de Balthus por pederasta). ¿Ha de haber límites para un artista?
George Steiner escribió alguna vez que la belleza surge de la ruptura de la regla. Tiene razón. La “regla” es una categoría temporal, social, política, y se modifica todo el tiempo, de ahí que el arte tenga que renovar constantemente sus procedimientos para sostener el efecto estético. Lo políticamente correcto es uno de los grandes malentendidos de nuestra época. Aplicado al arte es fatal. La única lealtad que debería tener un artista sería a su verdad más escondida y esa verdad suele ser poco presentable.
“Un templo es un país inconsolable”. ¿Así podíamos calificar el cataclismo sociopolítico enel que se ha sumido Argentina, de inconsolable?
La situación política en Argentina es desastrosa como lo es, lamento decirlo, en casi todos los países del mundo. Vivimos un momento de derrota profunda, de escepticismo frente a los grandes proyectos del siglo XX, de confusión frente a un mundo que nos satura de falsa comunicación y consumo. Aún no sabemos explicar qué pasó con los ideales del 68, y mientras tanto la derecha aprovecha para hacer sus negocios y para exacerbar el odio racial y la intolerancia de todo tipo. Pero yo no diría que esa situación es inconsolable. No todavía.
España es un país que conoces bien. ¿Qué escritores siguen avivando tu asombro?
La literatura española es tan rica que resulta difícil elegir autores pero si me apuras, te diría que me quedo con tres: José Ángel Valente, Menchu Gutiérrez y Antonio Gamoneda.
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* María Negroni presentará Archivo Dickinson en la librería Enclave de Libros (Relatores, 16), el próximo sábado, 16 de febrero, a las 19 horas, y ofrecerá una lectura de poemas el lunes 18 en el Instituto Cervantes de Madrid (Alcalá, 49), a esa misma hora.
Con una brújula dotada de una eficacia permanente, María Negroni (Rosario, Argentina, 1951) habita la poesía, el ensayo, y la narración en una deliciosa unión hipostática. Si hace unos meses publicó Objeto Satie (Bestia Cuadrilátera), una personalísima aproximación al excéntrico compositor francés, en...
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