Al enemigo, ni agua
PP, Ciudadanos y Vox reúnen a decenas de miles de seguidores en Colón por “la unidad de España” y contra el presidente del Gobierno´
Elena de Sus 11/02/2019
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Manifestantes en la plaza de Colón, Madrid, el 10 de febrero de 2019.
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En la plaza de Colón de Madrid se reunió un nutrido grupo de personas (ya sabéis, 45.000 según la delegación del Gobierno, 200.000 según los convocantes) que aseguraba representar la voluntad del pueblo, una voluntad que trasciende los partidos políticos. Mostraban, orgullosos, los símbolos de la nación, aquellos que nos unen a todos más allá de las ideologías. Habían acudido las familias en bloque, que para eso era domingo. Niños pequeños ondeaban banderines sobre los hombros de sus papás y las señoras llevaban carritos con bebés. Jubilados con bastón se daban un paseo por los exteriores de la plaza. Pese a que reinaba un ambiente cívico y más bien festivo, un grupo de jóvenes radicales de ideología fascista hizo notar su presencia y prendió bengalas. Esta concentración humana tenía un motivo claro: “¡Queremos votar!”, gritaban al unísono.
Los convocantes eran el Partido Popular y Ciudadanos, a los que se sumaría Vox. También estaban presentes UPyD, Unión del Pueblo Navarro y Foro Asturias. El grupo ultra Hogar Social Madrid y Falange. Se trataba de una escenificación de la unidad de la derecha, o más bien de aquella derecha que se identifica con el nacionalismo español. La cosa se titulaba Por la unidad de España: ¡Elecciones ya! y la idea es que, al intentar dialogar con los independentistas catalanes de la Generalitat, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (traidor, felón, ilegítimo, etc.) está arriesgando automáticamente la unidad territorial, el Estado de derecho, la igualdad entre los ciudadanos y la soberanía popular. Es clave para la supervivencia de la nación que Sánchez dimita y convoque elecciones. La nación lo es todo.
Un viento suave favorecía el lucimiento de las banderas, que eran muchas, bajo la gran mamá en lo alto del mástil. En el escenario montado para la ocasión, al igual que dos pantallas gigantes, un animador pedía que se llamase guapa a la rojigualda. “¡Guapa!” gritaba la gente levantando sus banderines. Algunos hombres de origen asiático paseaban vendiendo merchandising de España. También vendía banderas, como es lógico y natural, el quiosco.
Ayer en Colón se reivindicaban cuatro ideas: la bandera y el himno, la unidad nacional, la Constitución y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
El lenguaje escogido fue épico y por lo tanto bélico. “Lamentablemente España está en riesgo”, advertía el animador desde el escenario, antes de preguntar “¿dónde están los voluntarios para defenderla?” Se habló del procés como un “asalto” a la unidad de la nación y de la “traición perpetrada” por el presidente Sánchez, una “puñalada por la espalda” para hacer “concesiones” (al enemigo, ni agua). “¡Di-mi-sión!” gritaban los convocados. La idea de que esto era un llamamiento al combate, una expresión de la voluntad de imponer la fuerza, se afianzaba cada vez que el speaker insistía en ensalzar a la Guardia Civil, la Policía Nacional, la policía municipal y el ejército, “los que nos defienden”.
El manifiesto, consensuado por los partidos y leído por los periodistas Albert Castillón (comentarista en Antena 3), María Claver (OK Diario, tertuliana en La Sexta) y Carlos Cuesta (subdirector de OK Diario) contiene inexactitudes. Por ejemplo, no es cierto que Sánchez haya aceptado los 21 puntos propuestos por Torra como base para la negociación. En fin, no creo que esto les quite el sueño a quienes afirman representar “el hartazgo de la inmensa mayoría de los españoles” (ver: “principio de unanimidad”).
Autobuses llenos de patriotas preocupados llegaron de diversos puntos del país. “Veo mucha gente de Las Rozas, de Alcalá de Henares… veo gente de Ávila, de Marbella, ¡hasta de Cáceres!”, decía el animador, quien recordaba que era importante compartir imágenes de la concentración en redes sociales.
De camino, en el metro, un señor me había contado que venía desde Salamanca únicamente para la manifa. “Siempre he ido a todas… a las que convocaba este que es peluquero, el que le mataron al hermano en Zaragoza… el que ahora es senador de Vox, por Andalucía”, me explica. Se refiere a Francisco José Alcaraz, expresidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, quien en 2006 afirmó, por ejemplo, que “Zapatero es el embajador de ETA. Habla y siente como los terroristas”.
Pese a que la inmensa mayoría de los manifestantes compartían estilismo (abrigos acolchados, camisas blancas debajo del jersey, pantalones beige, viseras, gafas de espejo, melenas rubias), es posible que la homogeneidad fuera más aparente que real: las banderas de plástico de la Unión Europea, que al parecer repartió Ciudadanos, convivieron en paz y armonía con un par de aguiluchos sueltos. También había por ahí alguna rojigualda con el texto “Viva la unidad de España” escrito con la tipografía que utilizó la Falange en los años 30.
Había pocas pancartas y la mayoría eran una especie de memes en papel con ataques personales a Pedro Sánchez, a Quim Torra o a Carles Puigdemont. Por ejemplo, en una de ellas aparecía la imagen del presidente del Gobierno acompañada del texto “mentiroso = embustero” y tres emoticonos de la mierda con ojos. “Al del Falcon, deja de tocar los cojones y convoca elecciones” decía la cartulina que sostenía un joven disfrazado de toro. En la parte más cercana al escenario, entre banderas de la Unión Europea, ondeaba una tela grande y solitaria con un mensaje político ajeno al motivo de la convocatoria, quizás el único: “Custodia compartida ya. Derogación ley integral violencia de género”.
Todo esto sucedía al ritmo de una banda sonora ecléctica que incluyó, además del himno nacional y la de Manolo Escobar, funk ochentero, una versión de Miguel Ríos, Lady Gaga y hasta Serrat. “¡Poned música española!”, exclamó, medio en broma medio en serio, un joven de jersey verde oscuro y media melena cuando empezaba a sonar Staying alive, de los Bee Gees. La juventud baila al ritmo de Bajo el mismo sol, el éxito de Álvaro Soler. Incluso suena el gran himno feminista Lo malo de las extriunfitas Aitana y Ana Guerra. En este contexto, el “pa’ mala yo” de Ana War adquiere un nuevo significado. La cosa se despide con ritmos latinoamericanos: Despacito y La Bicicleta.
Tras unos cuarenta minutos de concentración, el grupo empieza a disolverse. El presentador da las gracias a todos, da las gracias a la prensa y acto seguido lanza vivas a la Guardia Civil, la Policía Nacional y la policía municipal.
Los chicos de Hogar Social Madrid intentan desplegar una gran pancarta junto a la que fue su antigua sede okupada: “Frente a los políticos que dividen, la España que une”. Parece, sin embargo, que esta España unida, muy unida, no es tan grande como cabría suponer.
La concentración se extendía por las calles adyacentes a Colón, pero en la parte más exterior de la plaza se podía pasear sin demasiados agobios. Las cifras de asistencia quedan relativamente lejos, por ejemplo, de lo que supuso, sólo en Madrid, la manifestación del 8 de marzo de 2018, cuya asistencia la delegación de Gobierno situó en 170.000 personas, por no hablar de las movilizaciones por la Diada que se han sucedido en Barcelona en los últimos años. Está por ver cómo evolucionan las cosas, pero de momento parece que este ardor guerrero de domingo antes del vermú presenta todavía una imagen familiar. Son los de siempre. Que no es poco.
¡Hola! El proceso al Procès arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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