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El proceso independentista catalán ha dado origen a una muy abundante producción editorial. Hay libros de todo tipo. Mucha industria narrativa hagiográfica, celebrativa y en cierta manera acrítica, pensada como una especie de producción de relato para un público ya convencido, que necesita o bien mantener alto la moral o bien tener pruebas tangibles de una historia, considerada gloriosa, en la cual en un momento u otro se ha participado. También se ha fraguado una proliferación de libros concebidos a partir de la lógica del ataque frontal: especulares a los del primer grupo, también contienen experiencias más que análisis, a partir de unas miradas que omiten (como omiten las otras) el conjunto del contexto. También hubo unas cuantas contribuciones analíticas. Algunas se sitúan claramente en el marco académico y otras optan –bien manteniendo la idea del análisis y la reflexión rigurosa–, por dirigirse al público general, intentando proporcionar ideas a un debate público que ha parecido muchas veces enloquecido, demasiado influenciado por las dinámicas cainitas de las redes sociales. Entre estas contribuciones hay que reseñar los trabajos de Jordi Amat, de Lola García, de Pau Luque y, evidentemente, de Guillem Martínez.

Ahora acaba de salir un nuevo libro, En clau de procés. 11 conceptes polítics (Herder), coordinado por Miquel Seguró y Gemma Ubasart. Un libro coral que parece especialmente interesante como mínimo por dos razones. La primera se hace evidente sólo repasando el sumario del libro, y es la diversidad de las personas que han decidido implicarse en el proyecto. No sólo hay variedad de disciplinas, también distintas posiciones sobre la independencia, el eje izquierda derecha o las generaciones (un elemento que ha tenido y tiene bastante más importancia de lo que parece en la historia política de los últimos años, y especialmente en el proceso independentista).

Esta diversidad imprime un carácter peculiar a la obra y la transforma en una herramienta: es un libro que hace más pensar que reafirmarse en las convicciones previas, y que invita a mirar las cosas desde perspectivas que para cada uno pueden resultar inéditas, simplemente porque quien las codifica se encuentra en otra posición política, profesional, generacional. En este sentido, el libro parece un logro por el mero hecho de existir.

La producción editorial no escapa de la tendencia generalizada a la rapidez, pero echando cuentas, éste se debía empezar a gestar y concretar durante los meses más duros del conflicto. En este sentido, hay que felicitar la tarea difícil e incluso atrevida de los editores, en la medida en que han demostrado que se puede reunir a gente diversa para reflexionar. Y que se puede hacer, y aquí viene la segunda razón de peso para leer este libro, sobre la base de una apuesta de rigor y honestidad intelectual. En este sentido, es importante el cómo de este libro, es decir, la manera en que se ha concebido. La idea de escoger conceptos para hacer una definición (aunque sea tentativa) parece muy necesaria. El proceso ha matado muchas cosas, pero su primera víctima ha sido justamente el lenguaje. Se han sobreexplotado las palabras, se ha distorsionado el significado, se han utilizado como armas arrojadizas. La constatación de que nunca hay definiciones que sean del todo verdaderas no cambia la raíz del asunto.

Seguramente si los editores hubieran invitados a otros expertos a hacer las definiciones éstas serían diferentes. Pero el punto, y el valor del libro se encuentra en el intento de proporcionar al debate un anclaje en una metodología rigurosa. Después se podrá discrepar, pero con todo lo que pasó con el procés y las palabras es toda una hazaña intentar definir perímetros de significados compartidos, aunque sea por el espacio de un debate, o de una reflexión puntual.

Finalmente, hay que destacar que a cada concepto definido va asociada también una conversación con los distintos autores. Ese es el espacio en donde se manifiesta más la opinión de quien ha participado. Separar las dos cosas parece una buena idea, porque proporciona a quien lee elementos de contexto imprescindibles para entender por qué quien dibujó una definición lo hizo de una manera y no de otra.

Si se entra en la valoración, hay capítulos que parecen más convincentes y otros menos, pero todos son sumamente interesantes y vale la pena leerlos con atención.

El libro cuenta con una magnífica introducción de Daniel Innerarity, de la que vale la pena rescatar un fragmento. En tiempos de encendidos debates –en Cataluña, en España y en Europa– sobre el concepto de soberanía, suspendido entre la nostalgia de los que quieren volver a arcadias nacionales imposibles (y a menudo peligrosas), Innerarity advierte:  “No hay otra solución que pensar el demos como una realidad reflexiva, discutible, revisable y abierta”.

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Miquel Seguró; Gemma Ubasart (Ed.) En clau de procés. 11 conceptes polítics, Herder, Barcelona, 2018.