Tribuna
No diga Endesa, diga Enel
Los dueños italianos de la empresa eléctrica están realizando un expolio que pone en riesgo su futuro
Ángel L. del Castillo 24/04/2019
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No hace muchos años, buena parte del sector eléctrico español estaba en manos públicas. Hoy, sin embargo, la mayoría del mismo se encuentra en manos extranjeras, bien a través de fondos de inversión o bien a través de otras compañías.
Un caso singular lo constituye Endesa. Creada en 1944 como empresa pública, fue privatizándose en diferentes etapas y tuvo un proceso de expansión notable hasta situarse a finales del 2005 como la primera empresa eléctrica española a la que se miraba como un referente internacional: la decidida apuesta que realizó en el mercado latinoamericano la convirtió en punta de lanza de la inversión española y europea. En 2005 se inició un rocambolesco proceso, con una serie de Opas hostiles que culminaron en 2007 con la compra de Endesa por Acciona y Enel. En 2009 Enel compró las acciones de Acciona, lo que supuso que el control total de Endesa quedara en manos de la empresa italiana, de la que el Estado transalpino es su principal accionista, ya que posee el 25% de sus acciones a través de su Ministerio de Economía.
¿Que ha supuesto este cambio de accionariado? ¿Qué consecuencias puede tener de cara al futuro? Endesa fue una de las multinacionales españolas más importantes a nivel global y estratégica como interés de país; hoy, diez años después de la toma del accionariado por Enel, nadie la reconoce tal como era. En efecto, un zoom sobre alguno de sus datos actuales nos hace ver que:
-Sus inversiones se han reducido drásticamente. Mientras que en 2009 la inversión ascendió a 3.000 millones de euros, en 2018 ha pasado a 1.000 millones, que constituyen el mínimo exigido por el regulador.
-Geográficamente ha concentrado toda su actividad en la península Ibérica, ya que en 2014 Endesa transfirió a Enel toda su participación de sus filiales latinoamericanas, una decisión de enorme gravedad para los intereses españoles y para la internacionalización de nuestra economía.
-Se ha producido una notable reducción de la plantilla. Desde 2006 ha disminuido en un 30%.
-Por otro lado, se ha producido una creciente externalización de servicios así como la centralización en Italia de la gestión de aprovisionamiento con el consiguiente control de contrataciones con proveedores y de la adquisición de materiales.
-Al ser propiedad en un 70% de la empresa italiana Enel, la mayor parte de los impuestos los devenga en Italia, aprovechando la figura fiscal ligada a la doble imposición.
Claramente, una de las consecuencias más significativas de la estrategia de quienes gobiernan Endesa desde que está en manos de Enel es su decidido camino hacia una descapitalización gradual de la empresa, o en otros términos, parece que estamos ante un claro ejemplo de “expolio” por parte una compañía extranjera, participada en su accionariado por el Estado italiano, de una compañía estratégica española. Nos tememos que sí. La política corporativa de reparto masivo de dividendos, está llevando a Enel a disfrutar de una financiación que le permite incrementar tanto su capacidad inversora fuera del perímetro de Endesa como reducir su endeudamiento mientras Endesa se descapitaliza.
En definitiva, no podemos por menos que pensar que la estrategia de Endesa, mejor dicho de Enel, en el mercado español está condicionada por los objetivos e intereses tanto de influencia como de saneamiento de cuentas públicas de un Estado extranjero a través de una de sus empresas públicas más relevantes. De otra forma, no es fácil entender su política de remuneración a los accionistas, que le ha llevado a acordar un reparto hasta el 2021 de un 100% del beneficio neto atribuido.
Desde luego, esta política de repartir el 100% de los beneficios en dividendos contribuirá a lastrar la capacidad de inversión de Endesa y en consecuencia a no poder reestructurar su mix energético, muy escorado hacia los combustibles fósiles, frente a la necesaria transición energética. Pensemos que Endesa tiene con respecto al sector un mayor peso en fuentes tradicionales de generación, nuclear y carbón, por lo que una menor capacidad financiera puede marginar su posición hacia la transición en un nuevo modelo energético con mayor presencia de la generación renovable.
Mirando al futuro sería interesante pensar y articular una estrategia operativa que significara una recuperación de Endesa, coadyuvando a ser un agente fundamental en uno de los sectores estratégicos de nuestra economía como es el sector energético; servir de soporte para nuestras empresas auxiliares y también contribuir a la mejora de nuestras cuentas fiscales.
Por último, con independencia de otras soluciones más o menos radicales, cómo no recordar en estos momentos las célebres acciones de oro (golden share), que por cierto siguen existiendo en países de nuestro entorno como Alemania, Francia e Italia, que permitirían a nuestro Estado superar directamente a todos los accionistas de un empresa estratégica. ¿No podríamos plantearnos desandar parte del camino y volver a utilizar este instrumento?
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Ángel L. del Castillo es economista. Miembro del Foro de Economía Progresista y de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras)
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