Exiliados en Transición IV
Mucho tendré que contar
Los exiliados españoles recuerdan en sus cartas su lucha contra el fascismo. “El esquema de la Transición era que la gente que había sufrido la persecución, cárcel o exilio se muriera sin hablar”, dice el presidente de la ARMH
Ritama Muñoz-Rojas 19/06/2019
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A finales del año 2007, R. L. rememoraba unas palabras de Federica Montseny en la carta que dirigía a los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles, la asociación que desde 1984 ofrecía apoyo económico y moral a un grupo de españoles que permanecían en el exilio en sur de Francia.
“…. Recuerdo lo que decía mi amiga Federica Montseny, que si cada uno de los refugiados escribiera lo que hemos vivido podría alzarse un gran monumento. Yo no necesito ningún monumento, pero sí que dejo mi testimonio todas las ocasiones que se presentan”.
R. L. 15 de diciembre de 2007.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se presenta en su web con esta declaración de intenciones: “Que nadie nos robe la historia ni el dolor ni la memoria. Es la memoria de todos”. Y, a continuación, añade: “¿Por qué los padres de la Constitución dejaron a mi abuelo en una cuneta?”. Emilio Silva, presidente de esta asociación creada en el año 2000 y cuya actividad ha sido decisiva para el empuje dado a la reparación y reconocimiento de las víctimas del franquismo, responde así: “El esquema de la Transición era que la gente que había sufrido la persecución, cárcel o exilio se muriera sin hablar. Los nietos hemos sido un accidente. Se pretendía que la historia se estudiara en archivos cuando ya hubieran muerto los que hicieron la guerra. No interesaban sus testimonios”. Cuenta Silva que todavía en la actualidad, van a pueblos en los que se encuentran con personas que siguen con miedo a hablar, a contar su historia. “Durante la Transición, se escenificó una falsa reconciliación de las élites, pero no de las personas. Del exilio regresaron políticos, artistas, y personas que pudieron continuar su vida aquí; pero la mayoría de los militantes de base se quedaron en el exilio”.
Yehoux a 24 de abril de 1984
Estimada compatriota, aquí le envío el informe rellenado y al mismo tiempo le digo mi situación en la presente, pues yo entré en Francia en el año 1939 en un campo de concentración, habiendo hecho toda la guerra al lado de la República; las autoridades francesas me querían enviar a España por Franco, como de la quinta 1933, o bien España o Legión Extranjera, pues yo me incorporé aquí en el ejército francés por cinco años, pues caí prisionero por los alemanes y enviado a un campo de concentración en Ravensbrück el año 42; escondido pude entrar en Francia y fui incorporado en la FFI, la resistencia francesa hasta el 1945, que fui desmovilizado en Montauban.
Pues yo me encontraba en Málaga el 18 de julio del 1936, trabajando como dependiente de comercio, cuando el sublevamiento de Franco contra la República y me fui voluntario al batallón México; en uno de los 52 bombardeos por la aviación alemana perdí un hermano con la edad de siete años, y el mes de enero 1937, cuando la caída de Málaga por la fuerza franquista, yo y mi familia nos refugiamos en la zona republicana, abandonando toda la casa y demás; mi familia regresaron a Málaga una vez terminada la guerra, y se encontraron que el gobierno franquista les había requisado todo y se refugiaron en casa de mi abuelo.
Mi padre fue detenido y condenado a cinco años de cárcel y murió a los dos años en la Prisión de la Coruña, pues yo me quedé en Francia.
Pues yo hace dos años hice una petición al Gobierno, como Carabinero y que perdí todo en España, de una indemnización de los perjuicios causados por la Guerra de España al Cónsul de España en Borgoña; pues yo tengo 66 años y mi mayor deseo sería de regresar a mi Patria, pero yo no tengo ningún recurso material. Puesto que en España existe una Democracia, ¿por qué el Gobierno hasta la presente no se ha preocupado por aquellos que dimos todo por defender la República? [Vivo] gracias a mi padrino, Juan Marichal, y Nancy McDonald que hace años me vienen ayudando, y cobro un pequeño retiro, pues yo estoy reconocido como inválido al 80% hace seis años; yo desearía enviara una copia de esta carta a los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles y sin más, reciban ustedes un afectuoso saludo fraternal de este que lo es
A. M.
El Memorial Democràtic de Catalunya se creó en 2007 para satisfacer una demanda de la sociedad civil y de las asociaciones memorialistas que, desde los primeros años de ese siglo, están trabajando por la recuperación de la memoria histórica. Desde el pasado marzo su director es Jordi Font. “En muchos casos no se ha reconocido lo que significó la lucha de esas personas por la defensa de un gobierno legalmente constituido. Quedan muchas cosas pendientes de solucionar, como es el caso de los cuerpos que están en fosas comunes. También es algo muy importante y muy necesario la transmisión a las personas jóvenes de esta memoria, que tomen conciencia de toda esta labor”, declara Font, quien también fue el director del Museu Memorial de l´Exili (MUME), en la Junquera, desde 2008.
Marvejols, a 27 de junio del 1989
Estimado compañero
Rindiendo visita a un compañero de la guerra 1936 llamado Manuel Royo me hizo ver su carta que ustedes le envío y es bien acordarse de los compañeros que desgraciadamente tuvimos que quitar nuestro país hacernos una vida en un país extranjero. Yo pasé en Francia el día 9 de febrero del 1939 después de hacer y combatido los fascistas en la Cuesta de la Reina y Brunete, donde fui herido en la Casa Roja; después, participé a los combates de Santa María de la Alameda, Alto León, pasando después al frente de Teruel, tomando parte al paso del Segre a Vallfogona, donde fui herido una segunda vez. Pasé dos meses en un hospital cerca de la frontera francesa; volví al frente de Belchite y desgraciadamente hasta Francia donde hemos hecho nuestra vida. Yo, el tiempo de Madrid estuve a las órdenes de José María Galán Cuerpo de Carabineros, del cual soy fiero.
Hoy me dan un pequeño retiro de la Caja de Castellón, pero con mucho retraso. Al compañero Manuel Royo le han suprimido casi todo lo que le daban; esperando que ésta llegará a su poder le saluda atentamente
F. E.
Jordi Font añade: “El objetivo principal es hacer un trabajo de recuperación de la memoria, pero además, también ponerlo en valor para llevarlo al presente. Hay que insistir en que la democracia y las libertades no son algo ganado para siempre; son parte de un esfuerzo que hay llevar a cabo de manera cotidiana. Se trata de preservar nuestra memoria y también poner en valor los movimientos de lucha que hubo tanto en el franquismo como en la Transición a favor de las libertades, una lucha que, de alguna manera, explica el presente en el que vivimos”.
Marseille 30-12-1990
Queridos compatriotas
El destino no ha querido de conocernos personalmente, en ese Madrid que yo defendí, de esos días angustiosos que los liberales querían tomar. Mucho sufrí y padecí con mis fuerzas. Hoy enfermo, atrincherado en mi casa, no he olvidado nada de mi vida política y militar. Con un esmero pienso que mis compatriotas no me han olvidado para pasar el fin de año 90.
Mucho tendré que contarles del pasado y del presente, si el destino lo desea nos veremos el verano próximo y yo recorreré los puntos estratégicos que yo defendí. Un abrazo a todos, que todo vaya lo mejor posible para ustedes.
Mande cuanto desee.
Un abrazo de la familia C.
Enrique Gómez, presidente de la Asociación para la Recuperación del a Memoria Histórica de Aragón, también insiste en la importancia de la educación y en que durante la etapa escolar se enseñe la guerra civil, la represión y el exilio como parte del currículum educativo. “Hoy todavía no conocemos nuestra historia más reciente. Y es importante conocerla para que no se repitan episodios como la guerra civil, el exilio o la represión. Un pueblo que desconoce su historia es propenso a repetir este tipo de barbaries. Hay que recuperar a cada una de esas personas que lucharon por un gobierno legítimo y por causas muy nobles. Hay que conocer sus historias y sus nombres”, declara Gómez.
3 de febrero de 1988
Estimada Sra
[….]
También mi padre y yo fuimos refugiados españoles. Mi padre fue capitán en el ejército republicano y huyó con las tropas de España a Francia en el 1939. En el 1940 emigró a la República Dominicana después de que mi madre, que era judía alemana de Berlín, muriera en París el mismo año. Yo no estaba con ellos, pues en el año 1938 fui a la Unión Soviética con un grupo de niños españoles, y allí me quedé hasta el 1947, cuando pude reunirme con mi padre en Santo Domingo. Ahora vivo aquí en Austin, Texas, casada por segunda vez con un americano y entre los dos tenemos diez hijos, cinco hijas y dos hijos de mi primer marido, y dos hijos y una hija de mi marido con su primera esposa. Mi marido siempre ha apoyado a los republicanos españoles, aun desde los tiempos de la Guerra Civil, y fue por medio de él que yo me enteré de la organización de ayuda.
Le contaré algo de mi padre, pues es en su nombre que damos la ayuda. Se llamaba M. P., nacido en Bilbao en 1902, pero criado en Madrid. Desde pequeño estudió escultura en la Academia de San Fernando, de donde recibió un premio para tener una pensión en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, donde nací yo en 1933. En el año 1936 fuimos a España, donde él ingresó en el Ejército Republicano. Después de que se acomodara en Santo Domingo, se volvió a casar con otra refugiada, C. R. que era judía polaca y emigró con su familia después de haber vivido en París varios años. En Santo Domingo, mi padre fundó la Escuela Nacional de Bellas Artes y fue su director hasta el 1952, cuando emigramos a Nueva York porque él consiguió un puesto como profesor de escultura en la “New School for Social Research”, escuela fundada por emigrados europeos de la Segunda Guerra Mundial o más bien de la persecución de los fascistas. Mi padre falleció en el año 1983 aquí, en Austin. Lo extraño muchísimo porque fue muy corto el tiempo que pasamos juntos, pues cuando yo me casé en el año 1952, me mudé con mi esposo al estado de Louisiana y nos veíamos muy poco. Nosotros también vivimos en México (en Cuernavaca) por diez años y allí conocimos a muchos refugiados españoles.
Aún tengo familia en Madrid, dos primas, una hija de mi tía M. de R. otra hija de mi tío P. P., que también fue refugiado y regresó a Madrid y trabajó para la Casa de la Moneda, pues era grabador. Desde que salí de España en el 1938, he regresado solamente una vez con mi esposo actual en el año 1980, y me gustó muchísimo. Tengo deseos de volverlo a hacer pues, aparte de la familia, tengo amigos íntimos en Alicante.
Mucho nos gustaría tener más noticias de Ud., si se pudiera. Mientras tanto, mi esposo y yo le mandamos un fuerte abrazo.
A. P. R.
FELIZ AÑO NUEVO
R. L. insistía en otra carta escrita en 2007 sobre la importancia de que se sepa lo vivido por los exilados:
“….no pierdo los ánimos y continúo dejando mi testimonio cada vez que me lo piden pues es una obligación moral que tenemos para que no se olvide nuestra lucha, sobre todo en estos momentos en que el mundo está tan revuelto. ¡De ninguna manear podemos admitir que el franquismo o las extremas derechas vuelvan a gobernar!”.
R. L. Diciembre 2007.
Estos párrafos forman parte de la historia que R.L. ha ido contando en las cartas dirigidas a los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles a lo largo de los años, hasta su muerte, en 2011:
“… Al día siguiente abrieron la frontera para dejar pasar solamente a las mujeres y los niños. Mi padre dijo que partiéramos las tres. Él esperaría un día o dos pues se decía que no tardarían en abrirla para todos. Me acuerdo que dándome un beso me dijo: ‘Hija mía, cuida de Pilar y de tu madre y procura encontrar un lugar donde podáis dormir; tú tente cerca del pasaje y vigila atentamente que cuando pasemos todos podamos encontrarnos y ya no separarnos más’. Así lo hice. Una buena mujer nos dejó dormir en su garaje; de buena mañana ya estaba en la frontera vigilando, pero a mi padre no lo volví a ver más. Por cierto, que para entrar en Francia había que pasar por un cordón de soldados (senegaleses) los cuales cruzaban sus fusiles en el aire y ello hacía un túnel por donde teníamos que pasar uno a uno. Así que hubiera sido difícil o imposible ver a mi padre. Esta escena la llevo clavada en mi memoria como si fuera ayer.
[…]
Allí estuvimos quince días hasta que un buen día nos llevaron al campo de Argeles sur Mer. Llegamos allí en uno de esos días fríos y grises. Describir la impresión que me produjo al ver aquellas barracas en medio de la arena y las alambradas que rodeaban el campo, no encuentro palabras; es una sensación de tristeza y de indignación al mismo tiempo que a pesar de los años aún la siento cuando recuerdo estos instantes. Tenía entonces 21 años. Imaginaros pues lo que representaba para mí después de todo lo que habíamos pasado. Nos llevaron a la barraca y los hombres que nos acompañaban nos decían en voz baja: ‘Coraje compañeras; ¡pronto volveremos a nuestra tierra!’. Durante los años que han transcurrido, cuantas veces me acuerdo de estas palabras, los ojos se me llenan de lágrimas”.
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Autora >
Ritama Muñoz-Rojas
Periodista y licenciada en Derecho. Autora de 'Poco a poco os hablaré de todo. Historia del exilio en Nueva York de la familia De los Ríos Giner, Urruti'.
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