PACTÁNDOSE ENCIMA (I)
Orgullo y posjuicio
Sánchez no quiere ser presi antes de la sentencia. No quiere un gobierno en el que alguien opine contra la sentencia, aunque sea de perfil
Guillem Martínez 5/07/2019
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1- Hola. Esta sección se llama pactándose-encima como se podría haber llamado Manolo. Vamos, que a chorrocientos días de las elecciones, y a dos semanas de la primera sesión de investidura, no sólo no hay pacto, sino que no hay ganas.
2- No es la primera vez que ocurre. Recordemos que, en las dos anteriores legislaturas, pasó algo totalmente diferente, pero parecido en sus formas. Nadie tuvo prisa en investirse. Es decir, nadie tuvo prisa en verbalizarse. Verbalizarte es lo peor que te puede pasar cuando no tienes nada que decir.
3- ¿Significa eso que tenemos políticos budistas, fundamentados en el desapego, la única vía que evita el sufrimiento?
4- Pues más bien no. Estamos en una crisis de Régimen. Exactamente en su media parte. Gana, por cierto, el Régimen. Por goleada. Y con ayuda arbitral. En el futuro inmediato está la sentencia de la cosa del juicio al procés –prevista para la última semana de septiembre; no se pierdan el punto 13–, y por otra parte, se masca en el ambiente otra crisis de reajuste, que dicen los reajustadores. Tal vez en otoño, me dice uno que sabe. Hay que ir con los pies de plomo y no abrir mucho la boca de la cara, vamos. Por otra parte, la política esp –y esto no es nuevo–, se está catalanizando. Es decir, se vuelve inestable, cortoplacista, idealista, nacionalista –más aún, glups, quiere decir– y, debajo de todo ello, austera, neoliberal, incapaz. La distancia entre la política y lo real es tan grande que nadie dice lo que piensa. O nadie piensa lo que dice, que viene a ser lo mismo, pero en el Sur. Hay un sello que ilustra, por sí solo, la catalanización de la política esp: Isabel Díaz Ayuso, candidata a presi de la Comunidad Autónoma de Madrid. Un personaje que, anteriormente, fue la community manager de la cuenta en Twitter de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre. Es, por tanto, un paralelo de otros intelectuales que en otro tiempos hubieran sido protagonistas de una serie de dibujos animados, pero que ahora son la política, a tutiplén. Como el presi Torra, por citar a alguien del Govern Torra. Una crisis de Régimen es un ERE. Se van unos, zas, y entran otros. Si entran genios, capaces de verbalizar la época, es cuando se lía. Si entran ayusos y torras, se lía más aún.
Una crisis de Régimen es un ERE. Se van unos, zas, y entran otros
5- Esta etapa de ayusismo-torrismo es la época. Una época en la que nadie puede verbalizarse en la política, pues resultaría obsceno. O un chiste. O un chiste obsceno. Una época inestable, en la que los partidos se catalanizan-brexitizan, de manera que sólo quieren salvar su vida. La política es, por fin, salvar muchas vidas. Pero, snif, de cuadros de partidos.
6- Veamos, a la luz de los puntos 1-5 qué está pasando/qué no está pasando. Será un análisis de marcos en cada partido, empezando por mi favorito, C’s.
7- El mundo libre quiere una coalición, o algo parecido, PSOE-C’s. Es decir, la Gran Coalición. La crisis democrática europea, en fin, no ha finalizado. Pero el problema es que C’s no existe.
8- C’s, en esta orgía de no-pactos, es el partido de Dorian Gray. Es liberal, pero en su altillo posee un retrato con su monstruosidad reaccionaria real. Se trata de un partido nacido como ultranacionalista en el aznarato –lo que es un plus de ultranacionalismo–, que se presenta como liberal/Grey/un guaperas. Algo sólo posible en el DF Esp, el único biotopo europeo en el que una centuria de liberales te puede poner un embudo en la boca, darte aceite de ricino, y decirte “ya no ríes, eh, rojo”. Y el único en el que perrito Pecas va y lo tuitea. Guau. Se trata de un partido Cat, refundado a toda leche en Esp, con inquietantes descartes, en ocasiones, del PP. Llegar a la foto de la plaza de Colón fue una evolución hasta cierto punto natural. Lo no calculado es que la foto de Colón no es una foto, es un largometraje. Y lo que iba a ser una comedia romántica está siendo un drama. Valls, un hombre que en Esp va a su bola –la mejor definición de él es de Juliana; ahí va: tuvo un maletín nuclear; vamos, es un político de otra Liga–, culminó en BCN –con lentitud, con meditación, a sangre fría, a largo plazo; es decir, desde una cultura no esp– con una decisión tomada desde Colón/el trifachito en Andalucía: enviar C’s a tomar viento. Por el mismo precio, regalando la alcaldía a Colau, sin concesiones, dio su último favor a la República –francesa; Francia, y su Embajada en Madrid, ha sido la mosca cojonera del procés; proporcionada, sin aspavientos, sin frases para la galería; lo contrario que Borrell–. La foto-largometraje no ha sido el suicidio de C’s –su votante esp, que no el cat, la encontró fetén–. Pero sí que puede ser el suicidio de su líder, un hombre que mintió sobre el visto bueno de Macron a su asociación con la extrema-derecha. Una frontera infranqueable, hasta ahora, en Francia. Quizás gracias a personas como Valls, que adaptaron las regiones más llamativas –el racismo, por ejemplo– de la extrema-derecha a la socialdemocracia. Pero mentir es un fenómeno nacional. Es decir, que no es lo mismo mentir en Esp que en Europa. Hay reglas. Y Rivera se comportó como si en Europa alguien se pudiera creer que un perro, aunque liberal, puede tener cuenta de Twitter. En estas semanas de negociación de gobiernos autonómicos y del central, el objetivo de Rivera es, en el tramo autonómico, gobernar con las otras dos derechas nacionalistas. Con pactos que no huelan, no se noten, no traspasen –sobre todo, que no traspasen la frontera francesa; total, Macrón tampoco va a ser eterno–. En el tramo gobierno central, la cosa no verbalizada consiste en no apoyar al PSOE, y visualizar que gobierna, si llega a gobernar, gracias a ETA y al independentismo cat, dos cosas que no existen, por otra parte. Rivera se juega la vida –que recordemos, es el centro de la política esp en esta etapa post-Pecas– en esta intentona de apostar por marcos no verbalizables, sumamente derechistas y postdemocráticos. Por no reconocer abiertamente su asociación con Vox puede perder sus segundos puestos en gobiernos como el de Murcia y el de Madrid. En el de Madrid, en el caso de que existan tres dipus C’s liberales, sensibles de hacer un Valls/votar a las izquierdas para evitar que gobierne el yuyu, se puede empezar a labrar la tumba de Rivera, un líder cuestionado y, lo que es peor, desaparecido desde hace días.
9- El PP está en la misma tesitura que C’s. Pero más bestia. Le persigue la corrupción y el ayusismo-torrismo con mayor intensidad, al tener mayor pasado, y al haber tenido que desprenderse de sus cuadros a toda leche, no sea que los pillen con el carrito del helado. La falta de preparación de sus líderes post-Pecas es patente, y convierte en estadistas a los anteriores. José Luis Martínez-Almeida, el actual alcalde de Madrid, ha conseguido algo que no se veía desde Hiroshima: colapsar una ciudad en segundos. Casado presenta un cuadro de me-van-a-echar-echando-leches más evolucionado que el de Rivera, que igual aguanta el tipo. En el plano autonómico, sus opciones no difieren de las de C’s. En el plano gobierno central, sí, y mucho. Unas segundas elecciones no le favorecerían. Podría producirse el hecho psicológico, e insolucionable, de ser superado por C’s. Igual, en esta trama, el PP acaba haciendo de Gollum en el momento de la votación de la investidura de Sánchez, y soluciona el tema del anillo gracias a su propia locura/lógica interna.
Casado presenta un cuadro de me-van-a-echar-echando-leches más evolucionado que el de Rivera
10- Vox se juega la vida. Pero, en contrapartida, es poca. Se habla de que es el gran perdedor de esta situación post-electoral. Es el partido que, después de unas elecciones, más ha bajado en su intención de voto. Pero me permito invitarles a suponer que tiene un rol importante. Como ven, es básico en la formación de gobiernos autonómicos. Y en su pérdida para las otras dos derechas. Uno de ellos es el de Madrid, que está bailando, lo dicho, más de la cuenta. No es determinante en absoluto para elegir un presi de gobierno. Pero, en contrapartida, domina el marco en el que se mueven las otras dos derechas antes y después de lo de Colón. En una Esp catalanizada es una pieza clave para el Chicken Game. Esto es, para dibujar el marco –nacionalista– y para fijar quién se aleja de él y expulsarle a las tinieblas exteriores de la no-españolidad. Por lo que sea, e incomprensiblemente, no ser esp o cat es lo peor, y no lo mejor que te puede pasar por aquí abajo. Además, Vox no es un partido. Es decir, a) no lo es aún, empieza tan solo a tener cargos en autonomías –el reparto del botín es lo que confirma un partido en Esp; su capacidad de castigar o premiar con sueldos públicos; a eso se le llama disciplina de partido; o, incluso, programa–. Y b) no quiere serlo. No quiere ser Vox. Quiere ser la siguiente casilla. La unificación de la derecha, con criterios del siglo XXI. Nacionalistas y de movilización permanente. Como en USA. Y, snif, en Cat. Y, claro, liberales. Por un tubo. O dos. Un dato sobre Vox a tener en cuenta en su importancia en todo el entramado futuro: el rey, en sus primeras conversaciones con los representantes de partidos electos asistió, además de sumamente preparado, con corbata verde. V.E.R.D.E, la de Vox. La de la monarquía. Por aquí abajo, las derechas nunca se escaquearán de un encargo real, vamos. Otro dato a tener en cuenta, los voxettes tienen pasta por un tubo. No precisan este trabajo. Por lo que sus partidas de póker en una negociación son salvajes. Son jugar por jugar, que es lo peor que le puede pasar a quien juega contra ellos sólo para ganar. Su objetivo es verificar públicamente su existencia, demostrar que se pacta con ellos, que no son Valls, que quieren evidenciar esos pactos con cargos y programa. Un programa visualizable, estridente, que se note. Ser el marco. Por otra parte –si bien, ahora que lo pienso, esto no aporta nada–, si se encuentran en el pasillo con el perrito Pecas le darían una patada.
11- Podemos. Podemos abandonó la pasada legislatura con ciertas garantías de reiniciar la cosa con un gobierno de coalición. Pero cuando volvieron eran menos y más bajitos. Además, divididos. De Podemos disponemos de diputados de Unidas Podemos en el Congreso, y de Más Madrid en la Comunidad Autónoma madrileña. Está por ver cómo acaba esto. Si Más País –en el caso de que se llame así la cosa estatal del errejonismo–, apuesta por llenar las zonas geográficas vacías de Podemos o apuesta por el enfrentamiento en su territorio. Podemos, tras su última deriva, se tiene que refundar. ¿Se refundará en Podemos? ¿Más País le chuleará la cosa ecologista y feminista? ¿Irán juntos? ¿Participarán en una nueva entidad? ¿Crearán una cosa nueva, dos cosas nuevas o una o dos cosas viejas? ¿Qué relación llevará la nueva cosa o las nuevas cosas con el patriotismo, esa cosa que, como se observó en Cat, es la forma de cohesión social más efectiva donde no la hay ni se la espera, donde no hay cultura de derechos, sino que eso se suple con identidad? En el ínterin, Podemos precisa entrar en el gobierno socialista, pues es lo único que le queda, lo único que le puede diferenciar, iconográficamente, de IU/No-Podemos. Para ello, ha echado toda la carne al asador. Que es poca: aplazar, como todo el mundo, un referéndum en Cat. De no conseguir entrar en el gobierno, que parece, esta mañana a primera hora, que como que no, queda observar si Podemos es una pieza clave para unas nuevas elecciones, que al parecer no les favorecerían. Eso supondría, supongo, también un cambio en la dirección del partido. Y una aceleración de su futuro, sea el que sea. Salvo estas dos últimas posibilidades, ninguna de sus posibilidades recaen en Podemos, sino en el PSOE.
Podemos abandonó la pasada legislatura con ciertas garantías de reiniciar la cosa con un gobierno de coalición. Pero cuando volvieron eran menos y más bajitos
12- La responsabilidad del PSOE –inesperada, no prevista– es la refundación de la socialdemocracia tras la muerte del bienestar. Es un reto. Con precedentes. La socialdemocracia nació hace la tira sin bienestar. En su creación fundacional, por cierto, participó, en términos generales, como señalaba Lafontaine, poco o nada. Pero la responsabilidad por aquí abajo, en plena época post-Pecas, es seguir vivo. Es muy posible que esa sea su opción, no prevista hace un tiempo, cuando estaba moribundo. Estar vivo, en términos cortoplacistas, consiste a) en no participar de un gobierno de coalición. Eso supone volver a vivir en pareja cuando te acabas de divorciar. Un rollo. Además, por aquí abajo nunca ha habido gobiernos de coalición en el gobierno central. Sí en varias autonomías. En esos casos, no ha habido propiamente un Gobierno, sino un reparto de carteras entre partidos. Algo tranquilo cuando vas al turrón. Pero intranquilizante para el PSOE en un momento en el que puede volver la ideología tras lo de la sentencia o con una crisis 2.0. Y consiste también en b) no ser votado, en la investidura, por quien el marco patriótico señala como ETA o metaETA. Ni siquiera en modo Valls/by the face. Es decir, en respetar el marco derechista más de lo debido en un partido que, por su tamaño, debería emitir marcos, no tragárselos con patatas. A) y b), me temo, son lo mismo. Curiosamente, Sánchez aspira a lo mismo que Rivera en otros ámbitos. Ser votado sin que lo digan en voz alta. La carta escondida del PSOE no es una carta escondida. Es una encuesta que asegura que ampliaría su mayoría a lo bestia si se repiten elecciones. Algo azaroso, por otra parte, en un momento en el que hasta el electorado es cortoplacista, es decir, inestable. El martes 9 de julio, Sánchez se reúne con Casado e Iglesias. Rivera, en modo Torra/simbólico, pasa de ir. Ese día empezarán las negociaciones –para una abstención del PP, para que Podemos vote a cambio de algo o de nada–, el farol de Sánchez –ir a la brava, si me votan, vale, si no, también–. La pregunta es: ¿todo esto es realmente un farol que puede culminar con ir al Congreso en bolas y, después, tirar a elecciones?
¿todo esto es realmente un farol que puede culminar con ir al Congreso en bolas y, después, tirar a elecciones?
13- El farol puede ser auténtico, si atendemos a la tendencia de los partidos en este tramo –sobrevivir–, y a lo que le espera a Sánchez en septiembre, si en septiembre es gobierno. La sentencia. Gana fuerza una sentencia dura, inexportable, incomprensible, en la que juegue un papel la cosa rebelión, esos artículos en los que se habla de mandos, oficiales, armas, y cosas que, por tanto, no sucedieron. El hecho de que no haya sentencia, como parece ser, en julio, es un indicativo de que es una sentencia complicada. Es decir, no unánime, dura. Podría tratarse de una sentencia que pusiera a Esp en su sitio en Europa. Un sitio de país original, raro, con confusión de poderes, y con mitos inquietantes. Una monarquía extraña y, por lo tanto, frágil y poco admirada. La desastrosa negociación de Sánchez para lo de la Comisión Europea –un desastre para la socialdemocracia, que está contenta; un desprestigio europeo para Sánchez que ha ganado el puesto de estadista, a la par del de mal negociador–, se ha traducido en un indicio. Borrell será el hombre de la política internacional europea, ese caos. Al que aportará, sea como sea, un orden relativo y pequeño: el posicionamiento de los Estados ante la cosa Cat. El respeto, o al menos el silencio de Europa, ante una rareza en la que, tras su discurso del 3-O, se juega el prestigio hasta el rey. Eso sería algo importante cuando salga la sentencia, si es como se prevé –indicio: Marchena ha dicho, me dicen, a varios sujetos, que tiene las manos atadas por el delito de rebelión, tal y como queda explicado en el articulario; cuando dices que tienes las manos atadas, por lo común es que tienes en ellas, en realidad, una cuerda, y la libertad de usarla–. Igual sí. Sánchez no quiere ser presi antes de la sentencia. No quiere un gobierno en el que alguien opine contra la sentencia, aunque sea de perfil. Quiere ser presi en un gobierno que nazca después de la sentencia. Puede ser que no se atreva a nacer antes. Es el Chicken Game gestionado por la derecha. El regalo de Rajoy durará años. Bueno, lo empezaremos a ver, o no, el martes.
14- Ostras, me olvido de ERC. ERC está cambiando de marco. Ya ha cambiado. Lo exterioriza. Pero no podrá verbalizarlo hasta ganar las autonómicas. Hasta entonces, Chicken Game. No podría votar a Sánchez, diría, pero sí abstenerse. PNV, el modelo futuro de ERC, votará. Por Sánchez. Le da igual si Podemos está o no está. Parece que lo preferiría. Sólo le importa el autogobierno, en general, y el suyo, en particular. Euskadi es una de las dos comunidades autónomas que son Estados federales de facto. Ese relajo y sencillez de la política, emitida desde un Estado federado, da como envidia.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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