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Llegamos el 25 de enero de 2017 cargadas de ilusión y de amoniaco. Llegamos en cuanto nos dieron las llaves, horas después de que se marcharan las anteriores inquilinas, trabajadoras de una ETT a las que el espacio se les había quedado corto. Desembarcamos sin importarnos que fuese miércoles, cierre de la revista, ni que faltasen sillas y de todo. Aquellos 90 metros cuadrados nos parecían los más bonitos del mundo. El sol se colaba por los rincones y solo diez días antes habíamos celebrado nuestros dos primeros años de vida en el Teatro del Barrio, con los cantes de Carmen Linares y el calor de los primeros amigos. La semana previa, la revista había cumplido cien números. CTXT ya no era solo un milagro, y nosotras, por fin, teníamos una casa propia.
No soy capaz de recordar ni uno solo de los artículos que publicamos la noche de aquel día. Pero recompongo el puzle de lo que vivimos esas horas con facilidad. Nos dividimos en dos grupos. Uno fue a buscar los muebles que nos regalaba una suscriptora: un sofá cama azul, una mesa baja negra y hasta una impresora que aún seguimos usando. El resto nos quedamos quitando el polvo acumulado en la moqueta, arreglando los tableros que nos servirían de mesas, limpiando el pequeño baño y la pequeña cocina. Comimos tarde, la pizza que se había convertido en costumbre, en mala costumbre –ya no puedo con el tomate chino–, desde el inicio de El Saloncito, y se hizo de noche casi de pronto. Sin luz natural descubrimos que el interruptor que encendía las lámparas principales estaba roto. Como no eran horas para buscar un electricista, el director fue a comprar uno nuevo, y yo, desde ese momento gurú del bricolaje, lo instalé. La luz se hizo y todos me miraron como si les hubiese llevado a conocer el hielo.
La primavera llegó por aquellas ventanas con rejas de rombos en las que siempre nos acompañaron varios gorriones. Allí se aparearon. Allí comieron los restos que les dejábamos o que robaban de las terrazas de los bares cercanos. Allí se resguardaban de la lluvia. Pero, sobre todo, allí cantaban. Siempre. Tuvimos mucha suerte. Según SEO/BirdLife, en la última década hay 30 millones menos de gorriones en España. A nosotras, ellos nunca nos faltaron.
El verano y un crowdfunding casero nos regaló la pequeña obra que permitió tirar todas las paredes y vernos y mirarnos desde cualquier sitio. Ese año nació El Dobladillo, creció nuestro consejo editorial y vosotras empezasteis a acompañarnos hasta convertiros en miles.
A través de aquel pasillo verde desde el que se veía un trocito del Parque Berlín de Madrid vino el otoño y con él la gasolina que unos y otros echaron sobre Cataluña. Fueron días tan oscuros, en todo, que me empeño en olvidarlos. Llegó el frío.
En los dos años y medio largos que han pasado desde ese primer día en la redacción de Chamartín hemos sido casi de todo. Sede santa del núcleo irradiador, izquierda supremacista, clasistas echados al monte, feminazis y feministas liberales, extrema izquierda, progres flojos… Nosotras, ya ven, siempre hemos sentido que lo único que éramos es libres. Periodistas libres. Vosotras y vosotros nos los permitís cada día. Por eso, mientras 12 millones de votos progresistas se tiraban a la basura, mientras se apelaba a la estabilidad y la gobernabilidad para justificar unas nuevas elecciones, CTXT encabezaba su portada con una entrevista con el fundador del Bloco de Esquerda –“El pacto en Portugal fue posible porque hubo una gran presión popular sobre los partidos de izquierda”– o con el discurso de Corbyn en el congreso laborista –“Desalojaremos a los privilegiados y devolveremos el poder a la gente”. En estos días que vienen, se usará mucho la palabra España, pero se hablará poco de reforma laboral, educación, sanidad o vivienda. Sonarán también tambores interesados de recesión. Las geringonças, entiendanlo, no son los escenarios idóneos para la austeridad y los recortes. Es probable que el Gatopardo final esté en marcha. Y que sea el definitivo, porque vendrá disfrazado de regeneración y seguridad.
Hoy les escribo esta carta en un lugar que nunca soñamos tener, al pie de una bonita calle del barrio de Chamberí de Madrid, luminoso, grande y con unos techos altísimos. Les escribo mientras miro la vida a través de una gran puerta de cristal que apenas nos separa del mundo. Esta ha sido nuestra primera semana aquí, y, si les soy sincera, no pensé que iba a ser tan fácil. Casi desde el principio asumí que el traslado, seguramente necesario, era una pérdida. Y yo estoy harta de perder; gente y cosas. Nunca me han importado las posesiones materiales, pero las cosas son recuerdos y las gentes una parte de una vida. Por eso no olvidaré a las personas que han estado cerca en nuestro antiguo barrio, que sigue siendo el que yo habito. Y no olvidaremos a Antonio, nuestro anterior casero, un hombre estupendo, ni a José María, el portero de la finca, que nos seguirá guardando cartas y paquetes para sentir que no estamos tan lejos.
Nos miro a todas y todos y me siento feliz de formar parte de este grupo que es CTXT. Creo que sus gentes seríamos objeto de estudio de Darwin. Desde que empezamos, hemos vivido esta aventura como algo superior a nosotras, como un camino sin un rumbo definido por el que, a pesar de los obstáculos, solo podíamos avanzar. Por eso siempre hemos mirado hacia adelante, por eso intentamos reírnos aunque las cosas a veces se nos tuerzan. Y por eso la calle Juan de Austria de Madrid es ahora nuestra calle; y su número 30 nuestra casa. A capacidad de adaptación no nos gana nadie.
Por cierto, el jueves vi un par de gorriones en la Plaza de Olavide. No está todo perdido.
Gracias, amigas y amigos, por acompañarnos. ¡Y vengan pronto a vernos!
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Carta enviada a las suscriptoras y los suscriptores de CTXT el 5 de octubre.
Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...
Autor >
Vanesa Jiménez
Periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.
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