1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.335 Conseguido 91% Faltan 16.440€

DIARIO DE MOSCÚ (VI)

Por Freud y por Edipo

Sexta entrega del diario de un profesor de lengua y literatura española contratado para dar clases en Moscú, Idaho

Rubén Ángel Arias 23/10/2019

Rubén Ángel Arias

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

16 de agosto de 2018

Unos gritos me despiertan. Estoy en el avión y acabo de tener una pesadilla. Soy yo el que grita. El terror primero y la vergüenza después, este es el orden de los acontecimientos. 

Una de las azafatas sale de detrás de las cortinillas de la sección de primera clase y se dirige sonriente, apaciguadora hacia mí, pero enseguida sus ojos dan con mi desconcierto, hacen tope con él y retroceden. 

Miento y le digo que estoy bien, que no se preocupe, que es solo que se me ha dormido el brazo derecho –es verdad– y que esa ha sido la razón de la pesadilla. Me trae agua. Saco el blíster de las benzodiacepinas y me meto una en la boca, delante de ella. A ver si nos tranquilizamos todos un poco, pienso, bebo, trago y me echo a reír como un idiota. 

A los quince minutos empiezo a notar los efectos suavizantes, ralentizadores, que aprovecho para sacar el cuaderno de pastas marrones y apuntar lo que acaba de suceder antes de quedarme dormido con más cara de Ángel que de Rubén. El ángel bobo (idea que anoto rápidamente y que, vista desde la rendija anímica del clorazepato, se me antoja muy simpática, luego ya veremos). 

Cuando salgo del pánico el alivio es tal que no sé distinguirlo de la euforia, tanto es así que ahora mismo pagaría por ver a todo el pasaje borracho y dando saltos, descarriando el aparato o cambiando su rumbo. Pero miro hacia atrás y todos duermen. Hay muchos chinos en este avión. Chinos en chándal, chinos sin prisa. Parecen una delegación de algo, tal vez el equipo de un deporte en el que se necesitan muchísimos jugadores, una disciplina llena de futuro y de triunfos, como un baúl de trompetillas. Sin embargo, ahora duermen o se aburren y a mí me entran ganas de besarlos a todos en la frente, por desacelerados y benditos. Me gustan mucho estos chinos tan aplicados a la producción de descanso como lo estarían si estuvieran produciendo cualquier otra cosa, juguetes, por ejemplo. A veces la realidad se ordena para que construyamos de una vez y para siempre un malicioso estereotipo. Envidio su estereotipo, pues es un poco de huérfanos esto de andar por ahí sin estereotipo reconocido o, peor aún, sin saber del todo cuál nos ha tocado). Un estereotipo con el que acceder y relacionarnos con el estereotipo de los demás y entrar así en una populosa comunión de superficialidades.

Mientras, allá abajo, las innumerables olas, ordenadísimas y extensas. Me invento que veo una luz gris y parpadeante, tal vez de un barco o de una planta petrolífera. Esa luz, que no está ahí, es ahora mismo todo el mobiliario del mundo.

17 de agosto 

E., a quien advertí del zombi en que me convierten los viajes en avión, se presentó en el aeropuerto como si viniera en busca de un astronauta debilitado por meses de soledad y gravedad cero. Su puesta en escena –conmovedora, retorcida– consistió en esperarme junto a la cinta de equipajes con un chaleco amarillo y una silla de ruedas con el logotipo de la NASA en el respaldo. La silla era de Alaska Airlines, el logotipo –una pegatina– lo había comprado en una de esas gasolineras en las que no hay objeto que no lo incluya: parches, camisetas, gorras, imanes, esferas de reloj, llaveros y bolígrafos colaboran con la colonización espacial de la materia.

18 de agosto

En Moscú. Iba a escribir, “de nuevo, en Moscú”, pero el jetlag me impide percibir esa novedad de segunda. El jetlag es ahora puerto y país y paisaje. Vivir será, durante los próximos cuatro o cinco días, despedirse de este interior adensado por el desfase horario. He probado todos los trucos para aligerar el trámite, para que mi cuerpo no me afee la llegada. He preparado todo a conciencia: las comidas, la exposición a la luz, las horas de sueño. Todo ha fallado.

Me he despertado de golpe a las tres de la mañana. Se me había dormido el brazo derecho (no debería dormir de ese lado), pero en la pesadilla el hormigueo era otra cosa, ya no me acuerdo. Me he levantado a por agua, he cogido un vaso y lo he puesto del revés bajo el grifo. Y del revés he intentado llenarlo o algo en mí ha pensado que así lo llenaría. Sin embargo, el agua se ha derramado como suele. El vaso parecía una campana de cristal. Me he sentido idiota y perdido para siempre en el interior de un bucle inaccesible. Idiota e hipnotizado. Me ha costado reaccionar y no he recuperado del todo la confianza hasta sacar del blíster –o sagrario– 5mg de Orfidal y tomármelos como quien comulga y da las gracias. 

Me he vuelto a despertar ocho horas después. Quiero pensar que estos desarreglos son normales, parciales, transitorios, aunque en el fondo me aterran. En ellos hay algo de verdad, algo de frontera, algo del cuerpo que no ha sido aún tocado por el lenguaje o la vigilia, o que el lenguaje y la vigilia han devastado.

20 de agosto

“Nadie que toma medicamentos como Orfidal o Trankimazin deja de nombrarlos como quien nombra otro lujo más que puede permitirse” (Alberto Olmos). 

21 de agosto

Me resulta difícil entrever hasta dónde todo lo que pienso puede estar perforado por la experiencia de la ansiedad. Ese miedo intenso y sostenido que apaga algo en el habla o que la desconecta. El miedo, en su versión pánica, se comporta como un interruptor, concede solo dos posiciones: apagado o máximo. 

22 de agosto

Existe también la idea de que hay cosas que nos gusta temer, cosas cuyo miedo nos deja exhaustos y contemplativos. Quizá porque no participamos del todo en ellas o porque esta forma del temor no es sino una suerte de pantalla metafísica que funciona a la manera del abismo de los románticos: lo que nos pone a mil es nombrarlo. 

Lo terrible –y es terrible todo aquello que nos recuerda que no hemos dejado nunca de estar a la intemperie– es atractivo a condición de que contenga altas dosis de tragedia y espectáculo: los volcanes, las tormentas, el desierto, los ojos de Edipo, la noche. Lo terrible codificado y visto desde la grada.

29 de agosto

Las tardes en que salgo a caminar por los alrededores de Moscú, suelo encontrarme con granjeros y agricultores. Para ellos soy un emigrante mexicano sin gusto para la fotografía. Para mí, ellos son hombres que llevan los pantalones por dentro de las botas y caminan a zancadas. De alguna manera nos tenemos que resumir. 

Pueden sospechar de mí y lo hacen. Suelen preguntarme que qué hago, que qué veo, que qué se me ha perdido allí o que qué demonios me interesa de este o aquel montón de grava. Hay quienes, la mayoría, piensan que estoy desorientado, a estos sé que les caigo bien, que les parezco simpático o inofensivo. Algunos me hablan de los mejores momentos para ver el atardecer. Entiendo su sentido de la belleza y el modo en que piensan que me ayudan, pero es entonces cuando me asalta una torpeza enorme al intentar explicarles que no estoy buscando algo hermoso que atesorar, sino una imagen que me permita acercarme a este paisaje de un modo distinto a como lo haría un publicista, un hacedor de postales, un inversor o un geólogo. Por supuesto, están quienes me toman por chiflado. Lejos de mostrar resistencia alguna –ante la locura imputada– he hecho varias copias en color de aquellas fotos que he ido sacando y que, a mi parecer, avanzan en el buen sentido. Ahora las llevo encima cuando salgo a fotografiar y se las enseño a quien pregunta y espero atento su reacción. La foto de mi sombra sobre los árboles, esa parece que les gusta: your shadow looks like an alien, y se ríen. 

31 de agosto

Con el de hoy ya son tres los días seguidos que salgo a fotografiar y que vuelvo sin haber disparado una sola vez. Salir a fotografiar y no hacerlo: una prueba de la exigencia o una señal de agotamiento. La fotografía ligada a la novedad se lleva muy mal con las estancias largas. De ahí mi admiración por quienes fotografían de manera rutinaria y no se les cae la cámara de aburrimiento. 

1 de septiembre

Podría suceder que no volviera a hacer ni una sola fotografía más. ¿Dará eso algún valor a la última que hice? 

4 de septiembre

Las fotografías que Rimbaud hizo en Yemen. Las que hizo en Etiopía.

5 de septiembre

Es ya una tradición, el humo invade de nuevo el oeste de los Estados Unidos. Ya no hay país, sino Últimas Zonas. Con todo, la universidad no ha suspendido las clases, han preferido repartir mascarillas. Casi todos las llevamos puestas, lo cual no ha hecho sino acentuar la adorable y sobreactuada propensión a lo apocalíptico de mis estudiantes.

7 de septiembre

Estoy de buen humor. Anoto: mi cadáver no será mío y alguien tendrá que hacerse cargo de él. Alguien tendrá que verlo o sufrir las molestas consecuencias de su descomposición. 

Hablar del cadáver que seremos es el más genuino e imposible de los desdoblamientos, qué raro es asumirlo, y qué tramposo.

8 de septiembre

“Las cosas se fotografían para apartarlas de la mente”, le dijo Kafka a Gustav Janouch.

9 de septiembre 

Con E. Excursión al monte Rainier, que es un volcán de más de cuatro mil metros de altura. Para verlo, lo rodeamos, y es ese darle la vuelta lo que lo convierte en espectáculo, en bailarín. El bailarín cónico. Se nos llenan los ojos con él. Después, y durante las cuatro horas que ascendemos por el lado sur, es la montaña la que convierte su entorno en sorpresa y en paisaje. Esto no cambia hasta que con la altura el oxígeno empieza a escasear, solo hay nieve bajo nuestros pies, el paisaje no existe y el espectáculo somos nosotros. 

10 de septiembre

De camino al monte Rainier hicimos noche en Yakima (Washington), que es la ciudad en la que Raymond Carver pasó su infancia. Nos alojamos en un motel del centro que está frente a una tienda de juguetes. Es una tienda de juguetes viejísima y muy bien iluminada. Le pregunto a la recepcionista que desde cuándo lleva esa tienda ahí y me dice que desde los años cuarenta del siglo pasado. Eso es genial, respondo en un inglés que suena demasiado enfático. 

E. ha leído a Carver en polaco, yo lo he leído en español, pero no importa, o al menos ahora no importa. Los dos hemos imaginado casi maquinalmente la misma escena: un Carver niño, de pie ante el escaparate de la tienda, deseando algo parecido a la felicidad sin saber muy bien qué podía ser aquello. Ha sido buena idea coger el motel aquí, le digo a E., mejor aquí que frente al aserradero donde trabajó su padre. 

11 de septiembre

En algún momento es probable que sucumba a la tentación de las citas, pues son estas el camino más corto hacia una escritura de dirección única, sin desperdicios, sin sobrantes, sin carreteras mal asfaltadas, una escritura de riesgo cero. Y, sin embargo, escritura al fin.

14 de septiembre

En los diarios de Kafka las expresiones “por la tarde” y “por la noche”, aparecen, cada una, el triple de veces que la expresión “por la mañana”. De esto deduzco que era alguien al que le gustaba dormir hasta el mediodía. Hay que imaginarse a Kafka profundamente dormido con el sol bien alto, bien arriba. La escena es plácida y se repite muchas veces. Las largas mañanas del señor K. Le cuento a B. esta cosa de las mañanas de Kafka y me responde que no, que recuerde que Franz trabajaba por las mañanas, por la tarde echaba una siesta y luego escribía. Por las noches volvía su epicentro. 

17 de septiembre

La escritura como chasquido. 

18 de septiembre

Anoto cosas aquí para ver si son y qué son.

19 de septiembre

Bobin, en su Autorretrato con radiador: “La pregunta de Caperucita al Lobo: ‘¿Cómo emborronáis tantas páginas? ¿Para qué escribís?’. La respuesta del Lobo: ‘Para verte, niña, para verte mejor’”.

26 de septiembre

Ni escritor ni escribano ni copista: apuntador. 

2 de octubre 

Cumplo hoy cuarenta años y me siento incapaz de hacer balance. Sería bueno hacer balance, me dice la voz de confesor católico que hay en mí: haz balance, dice, porque es importante que lo hagas. Ponte en claro. Lo intento. Me lo tomo en serio y empujo fuerte hasta que sale todo, el balance, las flaquezas, el molimiento. Termino y, sin mirar, tiro muy rápido de la cadena, no vaya a ser que el olor, este olor místico a esfuerzo narrativo y recordatorio, a cálculo doliente y empedrado de torpezas se quede adherido a las paredes o al techo. Que los techos son muy difíciles de limpiar, sobre todo algunas noches, es algo sabido.            

3 de octubre

Escribir metafóricamente acerca de uno mismo es solo la forma menos fatigosa de rendirle cuentas a un mundo que llevaba ya mucho tiempo fuera de carril cuando nos auparon a él y en marcha subimos. 

4 de octubre

Voy a que me hagan una revisión de los oídos. Entra en el hospital una mujer muy mayor en silla de ruedas. Entra riéndose, y los médicos detrás. Los médicos también se ríen. Parece que se ha echado a rodar cuesta abajo por la ladera de la residencia que hay justo detrás. Las ruedas de la silla están manchadas de pasto. Sobre el suelo limpísimo de la sala de espera, se ven ahora dos líneas verdes, titubeantes y paralelas, como las de un sismógrafo de lo silvestre. Esa escritura que dice que aún hay cuestas por las que rodar y laderas por las que tirarse. Esa escritura no existe y esta escena me la he inventado. 

6 de octubre

Escribo esto y me voy sintiendo mejor, no es algo que tenga que decir, no tengo nada que decir, no hay nada que decir, nadie tiene nada que decir. Decimos, hablamos no más y nos vamos convirtiendo en los perfectos espectadores de nosotros mismos. Espectadores de esta forma de hacerse cháchara tan agradable, tan entretenida que somos. Escribimos para que algo pase en la escritura, por ver si algo pasa en la escritura, por si la escritura tiene algo que decir. Y la escritura hace su trabajo, que no es otro que el de obturar o aplazar o distraer la confesión. Eso que, con apariencia de estar haciendo balance, lo escamotea o nos libra de él.    

14 de octubre

Cuando me fui de Moscú a finales de mayo, estaban retirando la grava de las carreteras. La grava que sirvió durante las nevadas para evitar en buena medida más de un indeseable deslizamiento. Acumulaban la grava en montones que parecían túmulos o piras funerarias. Tenían el color de la ceniza. El arrastrar de las palas sobre el asfalto sonaba como una pelea de perros en movimiento.

El ruido es otro ahora. Se escuchan ya sobre el asfalto las ruedas claveteadas de los coches. Este ruido opaco como de piedras de moler anticipa la llegada del invierno.

Esta conexión ya estaba en Baudelaire. En “Canto de otoño”, el sonido de los leños al caer sobre el empedrado de los patios es sentido como el fúnebre indicio de la proximidad del invierno. “Escucho temblando cada leño que cae […] Ese ruido misterioso repercute como un adiós”.

5 de noviembre

Ante la pregunta de cómo escribe, B. me responde: “llenando cuadernos”. 

11 de noviembre

Me pregunto si en la pornografía, en la mirada pornográfica, no hay algo también del niño que destripa, para mirar por dentro, sus juguetes. 

12 de noviembre

No hay día en el que no celebre, siquiera por un minuto, el fastidio de mí mismo. De ser solo esto y no muchos otros. 

13 de noviembre

Un paisaje que te deslumbra primero y al que luego te habitúas y así dejas de mirarlo. Esto es todo lo que puedo decir de la costumbre: esa devastación de la sorpresa.

14 de noviembre

Fitzgerald envidiaba los cielos vastos e incendiados de Conrad. Envidiaba la intensidad de aquellas palabras. Envidiaba, sobre todo, el contexto en que poderlas convocar.

15 de noviembre

No tropezar nunca con nada. Que el lector quede prendido por algo que está ahí, se entienda o no. 

16 de noviembre

Esto no va a ninguna parte y hay que decirlo. Emerge entonces la tentación de esperar que el lector simpatice con semejante alarde de resignación o de autocomplacencia.

17 de noviembre

Escribir sin ser escritor, sin haber querido serlo, nunca, bajo ningún concepto. Esa perplejidad.

18 de noviembre

Está el gustarse en algunas frases que son lenguaje y nada más que lenguaje, porque lo eufónico no tiene por qué significar. 

19 de noviembre

Einstein: «Mi lápiz es más listo que yo». Feynman: «No, estos cuadernos no son un registro, son el trabajo mismo». 

20 de noviembre

Estoy leyendo El jardín del Edén, de Hemingway. Una novela que, durante las cien primeras páginas, no ha dejado de desconcertarme. El alter ego de Hemingway está enamorado y recién casado con una chica a la que le gusta jugar a cambiar los roles durante las escenas de sexo. Y el alter ego de Hemingway cede, una y otra vez, después de oponer pequeñas –casi tiernas– resistencias. 

A la chica le gusta cortarse el pelo a lo chico, y el corte de pelo o los cortes de pelo –van tres o cuatro en cien páginas– son fundamentales en la novela. Acuden a distintos peluqueros, la chica los elige, habla con ellos, ellos responden, dan su parecer, hacen sugerencias, los peluqueros, se sobreentiende, tienen voz. Una voz, sin embargo, con la que Hemingway no se atreve. Sabemos que hablan, pero nunca lo hacen en escena. 

21 de noviembre

En 1946, el semanario comunista Action abría una encuesta con la pregunta: “¿Debemos quemar a Kafka?”. Entre los escritores encuestados se encontraban Georges Bataille y de René Char. 

En su respuesta, Bataille justificaba la hostilidad que los comunistas podían sentir hacia el escritor checo. Entendía que su censura era la prueba de que habían entendido un rasgo crucial en la obra de Kafka y que, al menos en este punto, demostraban ser mejores lectores que aquellos que sin más lo defendían. Lo que, según Bataille, habían interpretado con acierto era el modelo de comportamiento que la obra de Kafka prefiguraba: el de alguien decidido a perpetuarse en una ingobernable e infantil soberanía; alguien con una incapacidad casi patológica para cualquier toma de decisión; alguien inútil a la hora de la verdad. La hora de la verdad: esa en la que toca matar al padre –o verlo morir– y ocupar su lugar.  

A la misma encuesta, René Char respondió, que si lo que los comunistas buscaban era una literatura optimista, por su parte no había ningún problema, pues estaba seguro de que una literatura así también encontraría su espacio y su público, “un poco a la manera de un ano artificial”.

Prefiero la respuesta de Char: airada, exquisita y tramposa pues Char no está pensando en Kafka, sino en lo que entiende que eran los presupuestos del realismo socialista. Prefiero su respuesta, pero todos los argumentos que puedo encontrar trabajan a favor de la respuesta de Bataille. El que creo que es más poderoso es el argumento del individualismo kafkiano. No es difícil imaginar la respuesta del escritor checo ante cualquier invitación o tentativa a formar parte de un proyecto colectivo. En la entrada del 6 de junio de 1914, escribe: "¿No quieres incorporarte a nuestro grupo?", me preguntó hace poco un conocido, cuando me encontró solo, a medianoche, en un café que ya estaba casi vacío. "No, no quiero", dije.

22 de noviembre

“Dos ideas —mejor dicho, dos obsesiones— rigen la obra de Franz Kafka. La subordinación es la primera de las dos; el infinito, la segunda” (Borges). 

23 de noviembre

En 1933, Trotsky, celebra la obra de Céline con todas las consecuencias porque, asegura, la intensidad de su pesimismo (el de Céline) es de tal magnitud –su desesperación tan grande– que esta podría servir de contragolpe o antídoto ante cualquier resignación. De donde se concluye que para Trotsky había un enemigo mucho más peligroso que la peor y más contraria ideología: la grisura y el desapasionamiento de la prosa.

24 de noviembre

Ese momento de La metamorfosis en que Gregor, convertido ya en bicho y ante toda su familia, no puede evitar, a la vista del café que se derrama, abrir y cerrar varias veces las mandíbulas como intentando morder el vacío.

25 de noviembre

“Tendemos al desastre como las plantas a la luz” (Nublia). Ahí una frase cima de la derrota. Y dios dijo “hágase la luz”, y la luz –esa luz– se hizo.

27 de noviembre

Es inútil, no sé leer sin lápiz. Lápiz que hinco en el papel como un arado. Leo así, con los cubiertos para la carne. Y si la cosa va bien, abro zanjas, fosfóricas de tanta fricción. Subrayo como quien prende cerillas.

28 de noviembre

Si todo puede corregirse, es porque otra cosa lo gobierna, porque algo, que está más allá de lo dicho –que siempre es imperfecto– rige su sentido. Eso que está más allá no tiene, sin embargo, otra forma de expresarse que a través de las imperfecciones de lo más o menos mal dicho.

29 de noviembre

Me han contado dos versiones sobre el fin de semana de las madres o “Mom’s Weekend”. El dato observable es que, durante esos dos días, desaparecen todos los preservativos de los establecimientos de Moscú. La versión oficial es que las cuidadosas y obsesivas madres los compran para sus hijos e hijas. La otra versión, más exuberante y difícil de creer, es la que, sin embargo, se impone con mayor facilidad en la imaginación de quien la escucha. Es la siguiente: jóvenes y no tan jóvenes madres granjeras, ejecutivas o empresarias vienen y se enamoran con fugacidad y con furia de los amigos de sus hijos e hijas. Ese amor consiste en tener sexo de una noche en los moteles de la zona. Moteles que, como los preservativos, también se agotan. En esta inverosímil y legendaria versión, las madres enseñan a los hijos de otras madres el arte de Ovidio. Aflora aquí algo que podríamos llamar “incesto en diferido” y que provoca –lo he observado– un pico de extrañeza y buen humor en quien la escucha. A mí me da me da ganas de aplaudir. O de brindar, por Freud y por Edipo.

26 de noviembre

Inundaciones. Ha llovido sin necesidad y con abundancia mítica. Ha llovido agua, pero es como si hubieran llovido lombrices. Están por todas partes, es imposible no pisarlas. Salen hinchadas de la tierra para no morir ahogadas, pero mueren igual. Parecen las tripas de otros animales. Estas son las entrañas del mundo, me digo. No sé cómo no hay profetas en las calles, los ojos en blanco y arrodillados, haciendo furiosas señales a este cielo gris e indiferente. 

26 de noviembre

Cuando miramos por la ventana para ver si llueve somos pájaros. 

Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Rubén Ángel Arias

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí