Priscillia Ludosky / Impulsora de los chalecos amarillos
“En Francia no hay justicia social ni climática”
Enric Bonet París , 23/12/2019
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Priscillia Ludosky, figura e impulsora de los chalecos amarillos. (Imagen cedida por la entrevistada)
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“Populistas”, “racistas”, “ultraderechistas”, “antisemitas”, “antiecologistas”... Tras su aparición explosiva, los chalecos amarillos fueron acusados de todos los males. Priscillia Ludosky se asemeja más bien a todo lo contrario. Mientras sacaba adelante una tienda digital de productos cosméticos biológicos, esta joven de 34 años impulsó a mediados del año pasado una petición en internet contra el aumento del precio del combustible. Esta reunió más de un millón de firmas. Y propició que el 17 de noviembre de 2018 las rotondas, carreteras y calles de Francia se llenaran de gente contra la vida cara y la injusticia social.
“No es normal que hayamos salido a la calle todos los sábados durante doce meses y no nos hayan escuchado”, asegura a CTXT Ludosky, de origen martiniqueño y que reside en la periferia sur de París. Los chalecos amarillos conmemoraron su primer aniversario con un sentimiento agridulce. Aunque lograron frenar la ofensiva neoliberal de Emmanuel Macron, consideran que sus reivindicaciones no han sido escuchadas. El número de manifestantes ha decaído de forma significativa. El movimiento busca la manera de estructurarse y perdurar en el tiempo más allá de las protestas en la calle. Durante una extensa entrevista telefónica, Ludosky analiza la situación actual y los futuros desafíos de los chalecos amarillos.
¿Cuáles son sus sentimientos un año después de la emergencia de los chalecos amarillos?
Los chalecos amarillos han permitido poner en contacto a muchas personas de orígenes y orientaciones políticas distintas
Por desgracia, aún debemos seguir manifestándonos, ya que nuestras reivindicaciones no han obtenido una respuesta política satisfactoria. No es normal que hayamos salido a la calle todos los sábados durante doce meses y no nos hayan escuchado. Ha habido una gran represión policial y a pesar de todo lo que hemos sufrido, nos vemos obligados a continuar protestando. Como punto positivo, me quedo con que los chalecos amarillos han permitido poner en contacto a muchas personas de orígenes y orientaciones políticas distintas y ahora estas trabajan en proyectos de reforma a largo plazo.
Según el Ministerio del Interior, solo 28.000 personas –4.700 en París– se manifestaron el 16 de noviembre para conmemorar el aniversario de los chalecos amarillos. ¿Cómo explica esta caída significativa en el número de manifestantes?
Hace un año que nos manifestamos. No es normal que se organicen manifestaciones todos los fines de semana durante doce meses. Ningún movimiento lo había hecho antes en Francia. Que sigamos en la calle ya es de por sí sorprendente. Además, la gente tiene sus obligaciones personales y familiares. Muchas personas también están hartas de no obtener respuestas y prefieren quedarse en casa.
¿Cómo valora las medidas adoptadas por el gobierno francés (una serie de rebajas de impuestos y medidas sociales valoradas en 17.000 millones de euros) en los últimos doce meses para calmar la indignación?
A finales de noviembre del año pasado transmitimos diez reivindicaciones al gobierno y prácticamente ninguna de ellas ha sido escuchada
Solo una de nuestras peticiones ha sido aceptada de manera parcial: la creación de una convención ciudadana, cuyos miembros son escogidos por sorteo. Pedimos que esta tratara sobre distintas cuestiones, pero el presidente solo quiso incluir el cambio climático. Pero el resto de nuestras reivindicaciones no han sido aceptadas ni mencionadas. A finales de noviembre del año pasado transmitimos diez reivindicaciones al gobierno y prácticamente ninguna de ellas ha sido escuchada. Solo aceptaron suspender el aumento de los impuestos sobre el combustible. Pero el resto de medidas anunciadas en diciembre y abril solo benefician a una franja reducida de la población y no se corresponden con lo que pedimos inicialmente.
Junto con Jérôme Rodrigues, un conocido miembro de los chalecos amarillos que perdió un ojo a finales de enero por el impacto de una pelota de caucho lanzada por la policía, y otros manifestantes, pedisteis a finales de octubre una reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron. ¿Por qué queréis reuniros con él?
Queríamos transmitirle oficialmente el manifiesto que reúne los resultados del “Verdadero debate”, una plataforma impulsada por los chalecos amarillos en respuesta al “Gran debate nacional” organizado por Macron. También queríamos denunciar la violencia policial. Pero no nos ha respondido. Lo que es una muestra de menosprecio y de falta de consideración respecto a la existencia del movimiento y sus reivindicaciones.
¿En qué consistió el “Verdadero debate” organizado por los chalecos amarillos?
El “Verdadero debate” es la respuesta de los chalecos amarillos al “Gran debate” organizado por Macron. El gobierno francés creó una plataforma en que las preguntas estaban orientadas y no se podían hacer propuestas libremente. Una iniciativa que costó 12 millones y aún no hemos percibido sus resultados. Para hacer frente a esta operación de comunicación, que el presidente aprovechó para desplazarse por toda Francia durante tres meses como si estuviera en campaña para las europeas, decidimos impulsar una plataforma de reivindicaciones con la misma empresa que aportó las recursos técnicos al ejecutivo para organizar el “Gran debate”. Esta sociedad nos contactó y nos ofreció las mismas herramientas. Pero nosotros las utilizamos sin hacer preguntas cerradas y permitiendo a la gente que elaborara libremente sus propuestas sobre diferentes temáticas.
La plataforma del “Verdadero debate” estuvo abierta durante 30 días en la pasada primavera, se transmitieron 25.000 propuestas y hubo un millón de votos
La plataforma del “Verdadero debate” estuvo abierta durante 30 días en la pasada primavera, se transmitieron 25.000 propuestas y hubo un millón de votos. De ahí, extrajimos 59 reivindicaciones sobre cuatro temáticas: restablecer la igualdad fiscal, una importante transformación del sistema político, la conservación de los servicios públicos que no paran de cerrar y medidas justas socialmente para combatir el cambio climático y preservar el medio ambiente. Para que todos los ciudadanos estuvieran informados de ello, enviamos los resultados de la plataforma con un comunicado a todos los medios y prácticamente ninguno habló de ello. Por este motivo, nos gustaría transmitir los resultados de la plataforma a Macron.
Además, quiere impulsar un lobby ciudadano...
Sí, lo presentamos el 15 de noviembre en París. Queremos que haya una antena en cada departamento y así poder apoyar las luchas locales. Vamos a seguir defendiendo las reivindicaciones del “Verdadero debate”, pero sobre todo queremos apoyar y que emerjan demandas regionales y locales. Queremos seguir luchado a través de estructuras, ideas y acciones más organizadas. Hemos apostado por la estructura de una asociación para disponer de un organismo reconocido. Es una iniciativa impulsada por chalecos amarillos, pero cualquier ciudadano puede formar parte de ella. Con nuestra lucha queremos involucrar a todo el mundo.
Queremos seguir luchado a través de estructuras, ideas y acciones más organizadas
Uno de los logros de los chalecos amarillos ha sido conseguir que las rotondas y otros lugares se convirtieron en espacios de encuentro, debate y solidaridad. ¿Ha nacido una nueva cultura política en Francia?
Hemos promovido la educación popular y sensibilizado a la sociedad sobre diversas cuestiones. Este movimiento ha servido para concienciar a personas que antes no se interesaban por la política ni las injusticias sociales. La sociedad promueve que la gente solo mire por sus intereses. Pero ahora esto está cambiando. Con los chalecos amarillos, hemos logrado que personas de distintas clases sociales y orientaciones ideológicas trabajen conjuntamente.
Pero este movimiento ha tenido una gran dificultad para movilizar a los habitantes de la banlieue –el extrarradio, con una gran presencia de población de origen extranjero–, donde usted misma vive. ¿Cómo lo explica?
Hace decenas de años que los habitantes de la banlieue denuncian buena parte de los problemas que llevaron los chalecos amarillos a manifestarse, como la precariedad, las desigualdades, la discriminación, la violencia policial... Pero nadie les ha hecho caso. Por este motivo, muchos de ellos perdieron la esperanza y ahora se preguntan de qué sirve manifestarse.
La justicia francesa anunció a principios de noviembre que dos agentes serán juzgados por supuestos abusos policiales contra chalecos amarillos. Es la primera vez que se lleva a policías al banquillo de los acusados tras la intensificación de la violencia policial contra manifestantes en los doce últimos meses en Francia. ¿Es un primer paso para afrontar este problema?
Denuncié un caso de violencia policial, pero mi denuncia fue desestimada, aunque había testigos de lo que sufrí
Sí, es un primer paso, pero sobre todo un pequeño paso. Esperamos que en este caso se haga justicia y que otras investigaciones policiales sigan avanzando. Denuncié un caso de violencia policial, pero mi denuncia fue desestimada, aunque había testigos de lo que sufrí. La Inspección General de la Policía Nacional (IGPN) [organismo policial encargado de supervisar la acción de las fuerzas de seguridad] no ha actuado para nada de forma imparcial. Ha preferido proteger a sus compañeros. Así pues, hace falta suprimirla y crear otro organismo independiente que se encargue de supervisar realmente la acción de las fuerzas de seguridad.
Un año después dos agentes serán juzgados, mientras que más de 3.000 manifestantes fueron condenados por la justicia, y 1.000 de ellos a penas de prisión. ¿Ha habido una doble vara de medir?
Sí, creo que ha habido una doble vara de medir. Una de las cuestiones más presentes entre los chalecos amarillos es la independencia de la justicia. Es decir, ¿los jueces son realmente independientes respecto al ejecutivo y al resto del aparato estatal? Muchos manifestantes fueron condenados, pero en cambio la mayoría de las investigaciones terminan resolviéndose a favor de los intereses de los agentes.
Hace un año las protestas de los chalecos amarillos surgieron tras el malestar suscitado por el aumento del precio y los impuestos sobre el combustible. Entonces, impulsó una petición en internet que obtuvo más de un millón de firmas contra el aumento del precio del combustible. ¿Qué revelaron los chalecos amarillos sobre la manera en que el gobierno francés intenta combatir el cambio climático?
Que apuestan sobre todo por medidas punitivas. El aumento de los impuestos sobre el combustible no fue aplicado para financiar la transición ecológica, sino el CICE, una bajada de 20.000 millones de euros a las grandes y medianas empresas. Dijeron que era una medida ecológica, pero hubo una falta evidente de transparencia. Solo pretendían utilizar para hacer frente a la urgencia climática una cuarta parte de los recursos obtenidos con este impuesto. Además, Emmanuel Macron y su gobierno no han demostrado una gran valentía a la hora de enfrentar el cambio climático. Autorizaron que se siga utilizando glifosato en los cultivos, no hacen nada para evitar el uso de la clordecona (un pesticida muy tóxico) en las Antillas francesas, se permite la perforación de pozos petroleros en la Guayana francesa…
Con los chalecos amarillos habéis denunciado que las clases populares pagan buena parte de las consecuencias del cambio climático, mientras que las grandes empresas y fortunas asumen una responsabilidad menor.
Los campesinos y los camioneros pagan la mitad en impuestos por cada litro de gasoil que consumen
Sí, las grandes fortunas se ven favorecidas. No pagan impuestos por el queroseno de los aviones, tampoco por el fuel del transporte marítimo. En cambio, los campesinos y los camioneros pagan la mitad en impuestos por cada litro de gasoil que consumen. Los ciudadanos modestos asumen buena parte de la responsabilidad, a pesar de que las grandes empresas son los actores más contaminantes. Emiten mucho más dióxido de carbono y también pueden beneficiarse del tráfico de permisos de CO2, que permiten a las empresas intercambiar sus derechos a contaminar. Por desgracia, no hay justicia social ni climática.
Ha participado en varias iniciativas para lograr una mayor convergencia entre chalecos amarillos y colectivos ecologistas, como Greenpeace o Extinction Rebellion. ¿Es posible esta convergencia?
En los chalecos amarillos, ya había mucha gente que estaba interesada en las cuestiones medioambientales, pero no lo sabíamos. Esto ha facilitado que hayamos podido organizar acciones con otros colectivos ecologistas. Fue sobre todo el gobierno de Macron quien quiso presentar a los chalecos amarillos como antiecologistas y la ecología como una causa de los ricos. Separar a las clases sociales diciendo que solo las clases medias y acomodadas pueden consumir productos biológicos es una estrategia para aislar las luchas. En realidad, la conservación del planeta afecta a todo el mundo. Simplemente, hay que dar los medios a todo el mundo para que pueda consumir mejor.
El gobierno de Macron quiso presentar a los chalecos amarillos como antiecologistas y la ecología como una causa de los ricos
¿Cómo se puede permitir a las clases trabajadoras de consumir mejor y así promover un ecologismo popular?
Hace falta adoptar medidas para que los productos biológicos sean más accesibles. En este sentido, creo que es necesario promover los comercios de proximidad y los circuitos cortos de producción. También dinamizar los centros urbanos de las pequeñas y medianas localidades, cuyos habitantes se ven empujados a ir a grandes centros comerciales, cuando en realidad podrían comprar directamente a productores locales. También hace falta potenciar el transporte público en todos los territorios. Es muy fácil pedir a la gente que no utilice el vehículo privado, pero, con la excepción de la región parisina, existen muchas localidades en el resto de Francia en las que no hay prácticamente ninguna alternativa de transporte público a viajar en coche.
En grandes localidades, como Burdeos, Niza o Grenoble, pero también en pequeñas y medianas, grupos de chalecos amarillos ya han anunciado su voluntad de presentarse a las elecciones municipales de marzo del año que viene. ¿Apoya la creación de estas “listas ciudadanas”?
Puede resultar una opción interesante en los pequeños municipios en los que hay un mayor margen de maniobra para cambiar las cosas. En cambio, en las grandes ciudades no hay esperanza de lograr un cambio político. Todos los dados están trucados.
¿Se plantea dar el salto a la política?
No, no es una opción que me interese. Al menos por ahora.
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