Gitanos
Conceptos básicos para navegar por la pobreza
Los romaníes españoles, históricamente perseguidos, necesitan memoria, verdad, reparación, justicia
Pastora Filigrana / Mónica Santos 14/01/2020
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Gitano, pobreza y exclusión no son sinónimos. Esto que parece una obviedad no lo es tanto cuando hacemos referencia a ciudadanos gitanos. Cada persona responde por sus actos de manera individual, jamás de manera colectiva.
La pobreza no tiene un origen divino. Se planifica desde arriba y se hereda. Salir de ella no depende tanto de uno mismo sino más bien de factores externos. Durante siglos nos han hecho creer que uno es pobre porque no se esfuerza lo suficiente, pero se les olvidó contar que para que unos tengan todo se necesita de muchos que no tengan nada. Excedentes o “daños colaterales” creo que nos llaman. Para entender nuestro presente, los gitanos debemos conocer cómo nuestro pasado lo han determinado. A menudo hablamos de justicia, memoria y reparación, pero esto no basta para entender lo ocurrido. En nuestro caso deberemos comenzar por lo más básico, por el ‘reconocimiento’, como todos ustedes saben el primer paso es ese. Sería algo parecido a esto:
Hola, me llamo Isabel, mi marido es Fernando y somos conocidos como los católicos. Somos unos cerdos esclavistas ya que hay trabajos tan inhumanos que ni pagándoles a los ciudadanos libres están dispuestos a hacer. Así que usamos a la población gitana, no solo, pero sí en su mayoría. A estos les encantan las minas y el mercurio, morir abrasados, remar y que les robemos sus bienes, hijos, vida… y poco más. Ya sé, nos pasamos un poco, pero os prometemos que no volverá a ocurrir. FIN.
El ‘reconocimiento’ devuelve la dignidad a las víctimas y a sus familiares. No es suficiente pero sería un primer paso. Como todos sabemos, los crímenes cuando son de Estado rara vez son reparados y por el contrario terminan culpando a las víctimas y convirtiendo el racismo en estructural y los prejuicios en armas letales. Así que, como comienzo, no estaría nada mal que de una vez por todas se reconozca que los gitanos fueron forzados como mano de obra gratuita, y sus bienes robados. Sus mujeres, para no morir por inanición, debieron recurrir a la astucia como medio de subsistencia sin dejar de reparar lo que eso conllevó, ya que en la época el lugar reservado para las mujeres era el hogar. El castigo nos recuerda demasiado a lo ocurrido en la guerra civil española. Nuestras mujeres fueron rapadas, paseadas desnudas por las calles, encerradas… Esa trinidad: reyes, nobles y clero. Cuánta impunidad.
Para llevar a cabo todo ese proceso de persecución fueron necesarias cientos de pragmáticas antigitanas y toneladas de odio contra los culpables de todo, por supuesto me estoy refiriendo a eso que llamamos los ‘otros’. Para llevar a cabo políticas contrarias a la dignidad humana se necesita de una masa predispuesta a odiar. Ya saben, la culpa de todos nuestros males siempre es de los ‘otros’, nunca es de los poderosos que jamás sienten satisfechas sus ansias de acumular. Como ven, hay cosas que cambian poco, podríamos estar hablando del ahora. El miedo, el odio y la deshumanización para crear una figura problemática no es nada nuevo. Lleva usándose milenios y por raro que parezca siempre les ha salido bien. Todavía hoy utilizan los mismos medios. (Hoy 16 personas acumulan la misma riqueza que la mitad de la población mundial más pobre –4.000 millones de habitantes–): ingeniería social mejorada. Llevamos siglos siendo sus conejillos de indias. Así que, cuanto antes nos unamos y nos pongamos de acuerdo, por lo menos en lo básico, mejor.
Por lo tanto me parecería importante como primer paso el reconocimiento para que pudiese darse verdad, justicia y reparación. Y memoria: nuestra memoria fue robada y reescrita por nuestros verdugos. Tenemos todo por hacer. Para entender nuestro presente debemos conocer nuestro pasado.
Los prejuicios antigitanos fueron grabados a fuego, tanto que hoy gozan de una salud extraordinaria. Todos odian a los gitanos aunque ninguno sepa muy bien por qué. Debemos reconocer que el trabajo de nuestros verdugos ocupa la categoría de excelencia. Seis siglos después, la población gitana europea sigue siendo la más perseguida y discriminada. Podéis mirar cualquier informe, da igual el año en que lo hagáis. Es llamativa la casi nula existencia de sentencias por delitos de odio. El genocidio contra la población gitana nunca acabó, todavía hoy se practica. El silencio es el gran aliado. El silencio como método.
Los silencios son asesinos en serie, la propaganda barata mata y las políticas criminales al servicio de élites financieras son las responsables. Dejen de mirar el dedo y contemplen de una vez la Luna. El odio no puede combatirse con más odio. Nuestro pasado determinó nuestro presente. Y vuestros silencios determinarán el suyo.
La dignidad humana no puede estar en venta. Si partimos del concepto de ‘dignidad humana’ como línea roja que no se ha de cruzar nos será mucho más fácil identificar cuándo se cruzan sin que entren en juego los prejuicios como método.
Seguimos siendo rentables para el Estado. La pobreza es un negocio muy rentable y no es descabellado pensar que haya muchos que necesitan que no desaparezca
Por lo tanto, la primera batalla que tendremos que enfrentar es cómo ponernos de acuerdo en este concepto básico. De esta forma no tendremos distintas clases de pobres. Entrar en el “y tú más” solo beneficia a los mismos de siempre. Mientras nos mantienen divididos, los mismos salen indemnes. Y si hay algo que se ha repetido durante la historia es la impunidad como método. Unámonos y cambiemos este hecho.
¿Quién establece cuánto vale una vida? ¿Nuestros criterios están basados en prejuicios preestablecidos? ¿Los profesionales de la información deciden qué vida tiene más valor? La palabra es un arma muy poderosa, más que un misil; los silencios cómplices equivalen a varias bombas atómicas.
Seguimos siendo rentables para el Estado. La pobreza es un negocio muy rentable y no es descabellado pensar que haya muchos que necesitan que no desaparezca.
En el modelo económico neoliberal los bienes básicos para sostener la vida han de comprarse en el mercado. Para comprar estos bienes se necesita obtener renta vendiendo la fuerza de trabajo, o sea trabajando. Pero el sistema no garantiza puestos de trabajo para todas las personas, así que hay muchas vidas que están condenadas a la exclusión, a la no-vida. Para justificar esta enorme violencia estructural es necesario cargar en los hombros de estas personas excluidas la responsabilidad de la situación. El antigitanismo sigue siendo necesario para justificar la pobreza a la que una gran parte de la población gitana sigue condenada hoy. “No es el orden económico neoliberal, no es el despojo sistemático, no es el desempleo estructural, son los gitanos que no quieren integrarse y son subdesarrollados y primitivos”.
¿Qué somos hoy? Sujetos de derecho, asistidos como incapaces muy lejos de la reparación. La impunidad es estructural, lo que perpetúa el impacto. Estamos lejos de restituir la dignidad de las víctimas y de garantizar que se siga generando daño.
Las grandes fortunas que se hicieron esclavizando seres humanos hoy perduran. Si se les devolviera a los que de manera forzada trabajaron y dejaron sus vidas en esas minas, plantaciones y galeotes, esa sería la ‘reparación’. La pobreza planificada se hereda y mata.
Dicho esto, es un buen momento para abrir un debate que en España, en particular, y en Europa, en general, tenemos pendiente, que aún no hemos asumido y mucho menos sabido enfrentar.
Gitano, pobreza y exclusión no son sinónimos. Esto que parece una obviedad no lo es tanto cuando hacemos referencia a ciudadanos gitanos. Cada persona responde por sus actos de manera individual, jamás de manera colectiva.
La pobreza no tiene un origen divino. Se planifica desde arriba y se hereda. Salir...
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Pastora Filigrana
Es abogada y activista por los derechos humanos.
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Mónica Santos
Es activista gitana.
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