Ángeles Nieto, 'Nines' / Activista contra la corrupción urbanística
“Los gobiernos en la sombra se apoderan de la ciudad y deciden quién cabe y quién sobra”
Yayo Herrero Madrid , 6/02/2020
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Bióloga de formación, Ángeles Nieto, Nines (Madrid, 1965), llega al ecologismo tratando de defender los bosques y arroyos en los que había pasado parte de su infancia. Pronto descubre que el urbanismo especulador es una de las mayores amenazas al medio ambiente y al bienestar de la gente. Estudia, aprende, se organiza y así se convierte en la referencia de la lucha contra la corrupción ligada a la especulación urbanística madrileña.
Tímida de carácter, pequeña de cuerpo y tremendamente valiente, se ha enfrentado con Florentino Pérez, con Esperanza Aguirre y con las tramas de urbanismo corrupto de esta ciudad. Ha vivido con dolor la política urbanística del gobierno de Carmena. Pero sigue. Muchas pensamos que es la Jane Jacobs madrileña. Nos reunimos para charlar en el local de Ecologistas en Acción de Madrid.
Una de las cosas que siempre me viene a la cabeza cada vez que pienso en ti es la asamblea de Ecologistas en Acción de Madrid en la que nos contaste la reunión que tuviste con Esperanza Aguirre.
Me fastidió lo simpática que era. La reunión era sobre el Plan de Ordenación de Recursos Naturales del Guadarrama. No hablamos nada sobre ello. Hablamos del asco que le daban los batracios, sobre reptiles, sobre algunos de sus alcaldes e incluso sobre lo monas que le parecían mis botas. Yo estaba alucinada. Cuando se marchó, una persona de su equipo, que luego fue secretario de Estado, me dijo: “No te creas, es mucho más lista de los que parece”. En el momento de la reunión ya había saltado lo de la Púnica y había enfrentamientos entre Granados e Ignacio González.
Me fascina la figura de Esperanza Aguirre. Era la primera mujer que había llegado a la presidencia de la Comunidad de Madrid, y dentro del PP. Era una mujer muy poderosa y le gustaba representar su papel. Creo que lo llegó a dominar todo. No se movía un pelo sin que ella lo controlase. Éticamente me parece despreciable, pero me fascina cómo fue capaz de tener esa legión de perritos falderos a su alrededor. Nadie se atrevía a toserle. En algún momento habrá que hacer un estudio sobre su figura.
Esperanza Aguirre destrozó absolutamente la Comunidad de Madrid. Anuló la capacidad de la administración
Destrozó absolutamente la Comunidad de Madrid. Desde su paso nada ha vuelto a ser normal. Anuló completamente la capacidad de la administración. Creo que la CAM es una comunidad fallida. No puedo entender como aún no ha colapsado. Se ha producido una especie de “selección natural regresiva”. Ha ido prosperando el más inepto, el más ladrón y el más sinvergüenza. Ahora continúa igual pero con menos inteligencia y menos desparpajo.
¿Cómo llega a ser activista ecologista una recién licenciada en biología?
Acababa de terminar la carrera. Mis padres tenían una casa en San Rafael. Había una zona de pinar de producción silvícola maderera en la continuación de Navafría y La Granja. Hacían cortas salvajes en zonas de pendientes y lo tiraban todo. Se metían en los arroyos. Se lo cargaban todo y me pareció horroroso. Eso y el motocross… Me planté en la delegación de Medio Ambiente de Segovia. Imagínate, ¿cómo haría aquello? Yo era timidísima, pero me presenté allí. El caso es que me prestaron atención. El ingeniero me dio todo tipo de explicaciones y llenaron toda la zona de carteles con avisos y prohibiciones. No sé cómo pude lograr influir en él.
Bueno, a quienes te conocemos no nos extraña que le pusieses firme...
Pero era muy jovencita. Y muy tímida. Me sentía insegura y sola y comencé a buscar alguna asociación ecologista. En aquel momento AEDENAT (una de las organizaciones que años más tarde impulsaría la creación de Ecologistas en Acción) estaba peleando contra la instalación de cañones de nieve en Guadarrama. Vi a Félix Sánchez en la tele y me quedé con su nombre. Visité otras asociaciones en las que me dieron buenas palabras pero no vi muchas ganas de mojarse en temas locales, así que fui a AEDENAT. Al principio fue horrible. Todos – casi todos eran hombres– eran listísimos y yo pensaba que iba a hacer el ridículo. Había muchas discusiones muy acaloradas y yo me sentía como una hormiguita. A la primera reunión fui con mi hermana, que salió espantada por las formas y no volvió nunca más. Al contar lo mío, uno de los compañeros, me dijo “¿qué pasa contigo, que no eres capaz de solucionar lo de la Sierra?”. Pero me empezaron a ayudar, fui aguantando, encontrando mi hueco y allí me quedé. Ellos me fueron aceptando, también respetando.
Allí te fogueaste en la interlocución con las administraciones públicas ¿no?
Sí. El compañero que se preguntaba si no iba a ser capaz de arreglar lo de la sierra me encasquetó representar a AEDENAT en el órgano consultivo del Parque de Peñalara. “Si yo no controlo”, le dije. Me contestó que lo único que necesitaba era “zorrería política” y yo no tenía nada de eso. Nunca había hablado en público. Fui capaz de vencer el miedo por puro amor a la sierra, a los bosques y a la naturaleza. Sentía dentro de mí que había que defenderla. Me lo preparaba todo muchísimo. No comía, ni dormía el día antes de las reuniones pero lo fui venciendo. En el 98 se consiguió un acuerdo con la Comunidad de Madrid por el que se desmanteló la estación de esquí de Valcotos y ese fue un logro muy importante. Había sido una lucha dura. En una de las juntas rectoras del Parque de Peñalara me habían dicho de muy malas formas que no se podía perder una estación de esquí. Recuerdo que salí llorando de aquella reunión. Nos ayudó mucho Juan Vielva, el director del parque, un funcionario honestísimo y coherente. Vielva fue, es, para mí un ejemplo de cómo cuando las personas que trabajan en la administración pública priorizan el interés general, es posible llegar a acuerdos y a trabajar lealmente, aunque haya discrepancias. Por desgracia, no es lo más habitual. En Madrid cada vez es más frecuente que los cargos políticos no tengan formación. El caso es que ganamos y eso fue con el PP, pero era otro PP, menos salvaje que el actual. Ahí se afianzó mi convicción de que, currándote los temas, los puedes ganar o al menos frenar.
¿Y cómo terminas metida en el fregado complicado del urbanismo?
Bueno, empezar con los temas de conservación del medio natural fue interesante. Era lo que más me tocaba por dentro. Trabajé también sobre incendios…
A finales de 1998 se conformaba Ecologistas en Acción y en 2000, Paco Segura dejó la coordinación de la Federación de Madrid y la retomé yo. Seguía llevando temas de conservación pero la burbuja inmobiliaria estaba en su esplendor y me di cuenta de que el urbanismo depredador que se estaba practicando en Madrid –en realidad en todo el Estado– era la principal causa de destrucción del medio ambiente y que además afectaba negativamente a los personas más vulnerables. La cosa es que yo no sabía de urbanismo y me puse a estudiar. Me di cuenta de que no era tan difícil. En realidad, muchos proyectos eran una chapuza técnica y administrativa. Como nadie lo trabajaba, en el Ayuntamiento y la Comunidad hacían lo que les daba la gana. Cuando sin mucho conocimiento presentamos alegaciones y paramos el planeamiento de Las Rozas, vi con claridad que metiendo horas de estudio y revisando a tope los proyectos era posible pararlos.
Poco después llegó Rodrigo Calvo a Ecologistas en Acción. Su familia era de Valdemorillo y yo estaba revisando su plan urbanístico. Vino a trabajar conmigo y se trajo a varios compañeros de la Escuela de Arquitectura. Así nació la comisión de ordenación de territorio de Ecologistas en Acción de Madrid. Aprendimos, organizamos formaciones y talleres. Al principio dejamos Madrid ciudad y nos centramos en los municipios de la CAM que tenían una mayor cantidad de suelo no transformado, pero poco a poco terminamos interviniendo en lo que sucedía en Madrid.
Y ahí tu vida se cruza con la de personajes como Florentino Pérez…
Uno de los primeros asuntos gordos con los que tuvimos que meternos en Madrid fue la ampliación del Bernabéu. En esa operación iban a meter un hotel y un centro comercial. Un chico de la comisión recopiló todos los artículos que salieron en la prensa y nos pusimos a estudiarlo a fondo. El proyecto suponía regalar parte del Paseo de la Castellana al club de fútbol. A cambio cedían al Ayuntamiento tres parcelas en Opañel que previamente les había dado el propio de ayuntamiento. En aquel momento gobernaba Gallardón y el reparto de prebendas era normal en Madrid. Todo el mundo nos decía que era difícil meterle mano al asunto pero tenía pinta de chorizada total y yo me resistía a pensar que algo tan sucio no tuviera puntos débiles. Presentamos alegaciones que no fueron tenidas en cuenta. Era todo tan indecente y tan gordo que había que recurrir, por dignidad. Lo hicimos y ganamos. Esta era la normalidad del Ayuntamiento de Madrid…
Hemos visto en los innumerables procesos judiciales abiertos (Púnica, Gürtel, Bárcenas, etc.) que el urbanismo y las grandes infraestructuras estaban en el corazón de la corrupción. Ecologistas en Acción y tú en concreto has jugado un papel fundamental en la denuncia de la corrupción como una forma estructural de gobierno…
En este país hay una ligazón entre la corrupción y la política urbanística. Creo que aún no se ha desligado. Hay que tener en cuenta que un inversor o promotor con una inversión de cero euros puede obtener una enorme ganancia. Solo con que alguien pinte en color naranja una parcela que en un plano está pintada de verde, ésta se revaloriza de una forma bestial. Pasa de rústica a urbanizable y el dueño de la parcela ve su patrimonio revalorizado sin haber invertido nada. Te forras sin ninguna inversión. La cuestión es, entonces, convencer a quien puede pintar lo verde de naranja. Le empiezan a perseguir y a ofrecer de todo. “Todas las personas tienen un precio”, dicen los promotores y en el otro lado, quien puede recalificar el suelo adquiere un enorme poder. Juntas poder con enriquecimiento y la corrupción está servida.
Hemos hablado mucho de corruptos y corruptores pero poco del sufrimiento humano que acompaña a los procesos de corrupción
Se produce un enorme cruce de favores y prebendas entre empresas y políticos y funcionarios. Es difícil de cortar porque se ha instalado en todos los niveles.
Me acuerdo que se decía que lo de Jesús Gil en Marbella era un caso puntual. Después fueron casos aislados los municipios en los que se hacía un seguimiento honesto de las recalificaciones y los expedientes. Cuando te encuentras con concejales o alcaldes honestos es como un regalo. Las tramas y corruptelas se conocen pero no se actúa. Es desde fuera de la institución, sobre todo desde la sociedad civil organizada desde donde ha habido que destapar lo que pasaba.
No es fácil denunciar y los costes personales que se pagan son enormes. ¿Cuál es tu experiencia en esto?
Hemos hablado mucho de corruptos y corruptores pero poco del sufrimiento humano que acompaña a los procesos de corrupción. Personas que se ven obligadas a firmar cosas que no quieren firmar, familias que no quieren vender acosadas, gente que denuncia y pierde el trabajo o la casa. Algunas resisten hasta el final, otras terminan cayendo porque les hacen la vida imposible. El dolor que hay detrás es enorme. De eso se habla poco. Sobre todo en los sitios pequeños, mucha de la gente que denuncia o habla acaba en la miseria y se tienen que ir del lugar en el que viven. Y cada vez es peor porque los corruptos son más poderosos. Ya no son solo algunos caciques locales, empresarios o promotores. Ahora son fondos de inversión, las SOCIMI. O la sociedad reacciona o esos gobiernos en la sombra se apoderan de la ciudad y deciden quién cabe y quién sobra.
El trabajo de personas como tú ha conseguido parar proyectos, destapar muchos casos y llevarlos a los tribunales.
Sí. Parece mentira lo que puede hacer gente con curro voluntario: abogados, activistas… Es estudiar y meterle horas. Eso sí, indigna el trato de favor que tienen los corruptos. La mayor parte de los indultos que ha habido en los últimos años han sido para políticos del PP y el PSOE involucrados en la corrupción urbanística. Me subo por las paredes cuando se plantea que indultar a los presos catalanes es imposible. Gente que pone el grito en el cielo porque hay que cumplir la leyes. ¡Menuda hipocresía! Con el daño que todos estos corruptos han hecho al país, a las familias. Ver a gente en la cárcel por organizar manifestaciones y que indulten a quienes venden el territorio y dejan a gente en la calle es una vergüenza. Cuando en el último debate de investidura escuchaba algunos discursos, me daban ganas de agarrarles por el cuello, obligarles a mirar dentro de las casas de la gente que sufre y decirles “mira lo que estás haciendo”.
¿Has sido amenazada?
No explícitamente pero sí de forma indirecta. Una vez un consejero llegó a decirme “tú no te metas en esto y yo no me meto contigo”. Han llegado anónimos o mensajes amenazantes al local de Ecologistas. La estrategia tiene más que ver con el intento de calumnia, con tratar de ensuciar tu nombre. Me han acusado de acosar, de participar en una especie de complot, de seguir los intereses de algún partido político o tener intereses ocultos.
¿Y has sentido miedo?
Aunque no te amenacen tienes miedo. Por ti y por los que quieres. Sentí miedo por mi hermana y mi sobrina. Tenía miedo de llegar a casa y encontrarme con mis perros envenenados. Me gusta pasear sola por el campo y, a veces, iba inquieta, pensando que alguien podría darme un susto. En época de Esperanza Aguirre aún vivía en Madrid ciudad. Cuando empezaron a saltar las primeras corruptelas tenía miedo al cruzar la calle. Nunca empezaba a cruzar la primera, esperaba a que hubiese más gente. Entonces los planos no estaban accesibles a través de internet, tenías que ir a consultarlos a las dependencias de la administración por las mañana. Todo el mundo sabía que estabas estudiando alguna operación…
En 2015, después de una campaña electoral que movilizó a toda la ciudad, el PP deja de gobernar la ciudad de Madrid y llega Ahora Madrid ¿Cómo lo viviste?
Fue una enorme ilusión. Pensábamos que el nuevo equipo de gobierno iba a tener otros planteamientos. Lo llevaban en su programa electoral. Pero en los temas urbanísticos, la línea fue de continuidad con lo que había hecho el PP. Teníamos en los tribunales las operaciones de Edificio España, Bernabéu y Mahou-Calderón y estaban pendientes todos los desarrollos de Campamento y Sureste. A primeros de agosto tuvimos una reunión con José Manuel Calvo, concejal de Desarrollo Urbano Sostenible y fue un jarro de agua fría. Nos dijo que no habían llegado al gobierno para fiscalizar lo que había hecho el PP. Le informamos de que teníamos constancia de que algunos funcionarios habían sido obligados a firmar cosas de dudosa legalidad pero nos contestó que revisar expedientes y proyectos suponía dudar de la honestidad de los empleados públicos. No tenía ningún interés en meterle mano a los pelotazos.
Tengo la sensación de que ahora no hay oposición en Madrid, ni en el Ayuntamiento ni en la Comunidad
Pero algunos de los proyectos se recondujeron…
Sí pero no por la voluntad del equipo de gobierno. En el caso del Edificio España fue el comprador el que forzó al Ayuntamiento a negociar con Ecologistas en Acción. Trinitario Casanova, de Baraka, es el que presiona para que se alcancen una serie de acuerdos. En el caso del Bernabéu y el Calderón, son las sentencias que anulan los proyectos las que animan a la concejalía a buscar otras salidas. Mahou y el Atlético contrataron a un arquitecto conciliador que negocia para que se apruebe un nuevo proyecto. Entre otras cosas se elimina la torre de 36 plantas. En el caso del Bernabéu, se abandona la construcción del hotel pero permanece el centro comercial. Aunque conseguimos que no fuese tan bestia, no deja de ser la concesión de otro trocito de ciudad a los intereses privados. Los vecinos siguen protestando. En otros temas el balance fue positivo: los protocolos de calidad del aire, Madrid Central, algunas cosas de movilidad… y sobre todo la gestión económica y el aumento del gasto social. Creo que la ciudadanía cumplimos nuestra parte del acuerdo pero en materia de urbanismo el equipo de gobierno falló estrepitosamente. El remate fue la destitución del concejal de Hacienda y el plegarse a Montoro, fue un golpe tremendo. Muchos ayuntamientos pequeños de la comunidad esperaban haberse apoyado en el de Madrid pero, aunque no da esa imagen, la alcaldesa era distante. Yo creo que algunas personas de Ahora Madrid creyeron que tener poder era reunirse con Florentino Pérez.
¿Y cómo viviste el trabajo como ecologista en ese período?
Fue muy duro. Primero la decepción ante la continuidad de la política urbanística. No queríamos dar mucha caña públicamente para que no lo usase la derechona política y mediática que estaba con los cuchillos afilados, pero a partir de los dos años ya decidimos hacer nuestro trabajo sin disimulos. Luego llegó el cambio de la Operación Chamartín. Al comienzo de la legislatura se había acordado un proyecto mucho más razonable. Luego, la alcaldesa cambió de opinión y se convirtió en la inexplicable defensora de un proyecto que huele bastante mal. No sé si alguna vez llegaremos a saber el porqué del cambio. Lo malo es que otra vez tenemos en el poder a la derecha. Después de las últimas elecciones me tiré sin salir de casa tres días, llorando sin parar. Por la decepción, por lo que pudo ser y no fue, por la oportunidad perdida y por la sensación de que si no hacemos nada diferente podemos volver a tener a la derecha en Madrid muchos años. Vaya sino más triste parece tener Madrid. Tengo la sensación de que ahora no hay oposición en Madrid, ni en el Ayuntamiento ni en la Comunidad. Si yo estoy así, que estoy acostumbrada a reponerme de muchos palos, imagínate cómo debe andar mucha gente.
Cambiando de tema, sé que una parte de tu activismo tuviste que compatibilizarlo con el cuidados de tres personas mayores. No sé cómo pudiste hacerlo...
Yo vivía con mi padre, mi madre y una tía enferma de cáncer. Mi padre comenzó con síntomas de demencia y la convivencia se hizo muy dura. Mis hermanos y hermanas estaban en sus casas y la verdad es que me encontraba muy sola. Fue una época tremenda. Tuvimos que ingresar a mi padre en una residencia y no nos dieron plaza en una pública. Él había sido autónomo y tenía una pensión mínima. Tuvimos que vender la casita de San Rafael para poder pagarla. A la dureza del trabajo le añadías la situación en casa. A veces me enfadaba, perdía la paciencia y luego me sentía culpable. Tuvimos que contratar a personas que nos ayudaran y así conocí el mundo de las mujeres migrantes, empleadas domésticas que necesitan papeles, reagrupar a su familia. Fue una época durísima en la que entendí lo de espaldas que vivimos a la vejez y a la enfermedad. En el trabajo, la vida seguía y era como si viviese en dos mundos paralelos. Luego murió mi tía y después mi madre. Ahora, varios años después de su muerte, a menudo pienso en mi madre y la echo de menos.
Siempre dices que te has cruzado con muchas mujeres que se han dejado la piel en los pueblos de Madrid
Desde el comienzo… Recuerdo una chica de Las Rozas que vivía frente a un encinar que querían destruir, incluidos sus arroyos. Era un encinar entre desarrollos urbanísticos. Muchas gente no le hubiera dado valor. Pero era el trozo de naturaleza en el que paseaba con su hijo y para ella era importante. Fui a verlo y me enganché con el tema. Son muchas las mujeres que se enfrentan y se comprometen con los asuntos locales. He conocido muchas en los pueblos de Madrid. En muchos casos, son mujeres solas que ni siquiera cuentan a sus familias en el lío que se han metido. Las acosan con estereotipos: locas, obsesas, amargadas… Nada que no sepamos. Pero sufren. En las propias organizaciones ecologistas no somos conscientes de ello. Se nos llena la boca de cuidados pero no hacemos el ejercicio de ver cómo se enfrentan y lo que se dejan en el camino. No nos damos cuenta de lo que es vivir eso en la vida cotidiana. Yo sentía su sufrimiento como una losa. Algunas de ellas me decían que solo podían hablar conmigo. Creo que no las apoyamos lo suficiente. Algunas personas murieron por el camino, como Concha, una de las personas más valientes que he conocido. Vivía en Pelayos de la Presa y murió en septiembre de 2018. Fue una pérdida muy importante. A mí su muerte me dejó un vacío muy grande.
Creo que van a venir años malos y que una parte de la resistencia va a consistir en crear aldeas galas en las que poder llevar vidas dignas
¿Qué balance haces y cómo ves el futuro?
Me siento orgullosa de lo mucho que hemos conseguido. Se han creado núcleos de resistencia en muchos municipios y en la ciudad de Madrid. Hay bastante gente organizada alrededor de lo urbanístico, con una buena formación y compromiso. A veces se dice que el 15M ha muerto pero una de las cosas más importantes es que mucha gente perdió el miedo a la calle, a interpelar al representante político, a denunciar al poder económico. Cuando en un lugar se crea un grupito de tres o cuatro personas constantes que contactan con los vecinos y con su ayuntamiento, se consiguen cosas. Después del chasco tan gordo de la legislatura pasada, me di cuenta que aunque llegue a la institución un proyecto que pueda ser ilusionante, hay que seguir organizados en la calle. Si algo he aprendido es que el cambio solo se da si hay gente en la calle. Es muy bueno tener a gente cercana y honesta en las instituciones pero sin sociedad civil detrás no hay nada que hacer.
Quiero poner toda mi fuerza en organizarnos y movilizarnos más. Creo en las organizaciones que buscan alternativas a este modelo de desarrollo que es una especie de agujero negro que traga personas y tierra. Creo que van a venir años malos y que una parte de la resistencia va a consistir en crear aldeas galas en las que poder llevar vidas dignas, en las que podamos buscar otras formas de ser feliz. Yo soy feliz en el campo y aspiro a sentirme satisfecha con mi propia existencia. Poner mi granito. A veces me da el bajón pero luego veo tanta gente estupenda alrededor que recobro las fuerzas y me vuelvo a levantar. No sé hacer otra cosa.
Bióloga de formación, Ángeles Nieto, Nines (Madrid, 1965), llega al ecologismo tratando de defender los bosques y arroyos en los que había pasado parte de su infancia. Pronto descubre que el urbanismo especulador es una de las mayores amenazas al medio ambiente y al bienestar de la gente. Estudia,...
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Yayo Herrero
Es activista y ecofeminista. Antropóloga, ingeniera técnica agrícola y diplomada en Educación Social.
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