Obituario
McCoy Tyner, un pianista rotundo
El legendario músico murió hace unos días, a los 81 años, y con él desaparece el último miembro del cuarteto liderado por Coltrane en los años sesenta
Ignacio Sánchez-Cuenca 9/03/2020
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El legendario pianista McCoy Tyner murió hace unos días, a los 81 años de edad. Era un gigante del jazz, una de esas figuras míticas cuyo talento y creatividad resultaban sencillamente asombrosos. Aunque se abusa del término, en este caso no hay exageración si decimos que fue un auténtico genio musical.
Estoy seguro de que pasa también con otros estilos musicales, pero en el jazz sucede de forma superlativa: me refiero a la sensación de pérdida que se produce cuando fallece un músico que nos ha acompañado durante años de disfrute. La escucha paciente y prolongada forja una familiaridad extraña, como si hubiera un canal de comunicación entre el creador y sus oyentes más entregados. No puedo calcular cuántas horas he estado próximo a la música de Tyner, habrán sido centenares de ellas, tantas en cualquier caso que su pérdida acaba teniendo un efecto parecido a la de un ser querido. Este efecto se agudiza en el caso de Tyner porque fue uno de esos artistas privilegiados cuyo estilo resulta reconocible de inmediato: su forma de tocar y de aproximarse a la música eran tan personales que es imposible no sentir que su obra se ha incorporado a la vida de sus seguidores y admiradores.
Tyner compartía con Coltrane un fuerte elemento visionario y espiritual. Por eso mismo su música no sonaba mecánica ni repetitiva
En mi caso, me costó un tiempo llegar a entrar en su sonido. No era fácil. Solo le vi en vivo en una ocasión, en el San Juan Evangelista, cuando yo era muy joven, y no pude apreciarlo plenamente. La música me resultó entonces una masa sonora pesada e indigerible. Un día, sin embargo, se produjo la revelación y desde entonces no pude prescindir de él y comencé a entender el papel capital que había desempeñado en la historia del jazz. Otro gran pianista, Don Pullen, presumió en una entrevista de ser uno de los pocos pianistas de jazz que no tocaba como Tyner. A su juicio, Tyner era el pianista más influyente del jazz desde los años sesenta. Su legado sigue siendo bien visible hoy. Con él, el piano llega a su máxima expresividad y complejidad en el jazz. Por supuesto que ha habido muchos y grandes innovadores después, pero en casi todos ellos es apreciable la huella de Tyner.
Tyner fue uno de los componentes esenciales del cuarteto irrepetible de John Coltrane. Para muchos, la música de aquel cuarteto supone una cumbre nunca superada en la historia del jazz. La compenetración y complementariedad entre Coltrane y Tyner era total. En aquella formación el pianista desarrolló su estilo, fuertemente percusivo, con una mano izquierda poderosa que configuraba aquel sonido grave y majestuoso tan característico, construido a partir de acordes envolventes que creaban una sensación de gravedad y trascendencia. Tyner fue un pianista, ante todo, rotundo. En la clasificación de los elementos, su estilo era terroso, telúrico. En muchos de sus solos cabía encontrar ecos de las raíces subterráneas, las que procedían del góspel y los espirituales: la mano izquierda convocaba a la derecha como en las formas más primitivas de llamada y respuesta.
Tyner fue uno de los componentes esenciales del cuarteto irrepetible de John Coltrane. Para muchos, la música de aquel cuarteto supone una cumbre nunca superada en la historia del jazz
Tyner compartía con Coltrane un fuerte elemento visionario y espiritual. Por eso mismo su música no sonaba mecánica ni repetitiva. Tyner no ponía nunca el piloto automático. Menos místico que Coltrane, su espiritualidad salió a relucir en los discos que grabó por su cuenta, fuera del cuarteto, entre 1968 y 1975 y que, en mi opinión, constituyen los mayores logros de su carrera. Fue una época difícil, en la que el jazz oscilaba entre el vanguardismo sin concesiones del free jazz y la apertura hacia el rock y la electrificación. Tyner, sin embargo, se mantuvo fiel a su estilo. Se contagió de los anhelos y tendencias de la época, especialmente caótica e impredecible, que llevó a tantos, Tyner incluido, a la búsqueda de la autenticidad y el equilibrio. Mis dos discos favoritos de ese periodo son Time for Tyner (1968) y Trident (1975). Ambos pueden encontrarse en Youtube. A quienes no sean fieles seguidores que se saben la obra de memoria y les apetezca saborear un poco de Tyner, les invito a oir un tema de cada uno de estos álbumes. De Time for Tyner, ‘African Village’, con Bobby Hutcherson al vibráfono, Herbie Lewis al contrabajo y Freddie Waits a la batería. Es una canción animosa, con fuerte poder de evocación, que apela a los orígenes africanos de la cultura negra estadounidense. Y de Trident, con Elvin Jones a la batería y Ron Carter al bajo, no se pierdan ‘The Land of the Lonely’: ahí tienen al Tyner más barroco, oscuro y arrebatado. Es una de las piezas más intensas que conozco.
Con la muerte de Tyner desaparece el último miembro del cuarteto liderado por Coltrane en los años sesenta. Aquel grupo marcó el rumbo del jazz durante décadas.
El legendario pianista McCoy Tyner murió hace unos días, a los 81 años de edad. Era un gigante del jazz, una de esas figuras míticas cuyo talento y creatividad resultaban sencillamente asombrosos. Aunque se abusa del término, en este caso no hay exageración si decimos que fue un auténtico genio musical.
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Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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