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1. Miseria mediática durante el confinamiento
Estos días de confinamiento, de tensión y preocupación compartida estamos enfrentando dilemas de especial relevancia social para el conjunto de la ciudadanía del Estado español. El estricto aislamiento parece ser por el momento la única forma de combatir los demoledores efectos de esta inquietante pandemia que asola el panorama internacional. Sin embargo, nada de ello, ni siquiera las medidas establecidas por el necesario estado de alarma, pueden justificar actos de violencia desproporcionada contra la población y mucho menos la apología de la violencia institucional racista. Hace tan solo una semana, nos veíamos obligados a reaccionar ante la propagación maliciosa de determinados bulos antigitanos que ponían en peligro a la población gitana de Haro, en La Rioja, así como ante los constantes ataques contra la población asiática en el grave contexto de esta crisis. No es fácil enfrentar el racismo cotidiano en la calle o en las redes sociales. Pero resulta infinitamente más desolador y, al mismo tiempo, mucho más peligroso, cuando hemos de enfrentar actitudes racistas en espacios de poder político.
Durante estos días, el periódico ABC en su sección sevillana, cuya preocupante tendencia hacia el sensacionalismo racista ha demostrado ampliamente en otras muchas ocasiones, ha estado utilizando su altavoz mediático para atraer la atención en cómo “incumplen la orden de confinamiento en las Tres Mil Viviendas”. Y muchos preguntarán, ¿qué tiene de racista que se informe sobre lo que está ocurriendo? Quizás debemos hacer un esfuerzo y responder a estas preguntas que nos son lanzadas constantemente en el ejercicio de nuestra defensa por la dignidad de la imagen de nuestro pueblo. Efectivamente no hay ningún mal en informar sobre lo que ocurre. No obstante, querido lector o lectora, has de saber que el ejercicio del periodismo no es una labor inocente. Hay una intencionalidad definida y personas concretas detrás de cada redacción de cualquier periódico. Has de saber también que determinadas facetas del racismo se fortalecen a través de nuestra conciencia colectiva y gracias a los mensajes, a veces no tan evidentes, que se nos proporcionan desde los medios de comunicación. El o la profesional del periodismo elige dónde poner la atención y la forma en la que comunicar la noticia; qué es noticia y por qué razón, no son cuestiones de segundo orden ni siquiera en el contexto que nos está tocando vivir durante estos días, todo lo contrario.
Determinadas facetas del racismo se fortalecen a través de nuestra conciencia colectiva y gracias a los mensajes, a veces no tan evidentes, que se nos proporcionan desde los medios de comunicación
Pongamos ejemplos concretos. La noticia en cuestión, lamentable texto firmado por Silvia Tubo, contribuye a afirmar maliciosamente una polarización moral extrema entre la supuesta Sevilla ejemplar y aquello que llama: “otra ciudad que rehúye a las cámaras y que cuesta fotografiar. Se trata de los puntos más conflictivos de la capital, donde el incumplimiento de las leyes está a la orden del día. Por ejemplo: las Tres Mil Viviendas”. De momento, el mensaje es evidente hasta para el más torpe: las miles de personas humildes y trabajadoras que viven en el Polígono Sur son sospechosas. Más abajo, la periodista da en la clave para cerrar el argumento implícito desde el que construye su artículo: “En el Polígono Sur, entre los vecinos de etnia gitana, está muy arraigado el culto evangélico y al parecer, salir a la calle a cantar está siendo su alternativa a los aplausos que se hacen desde los balcones en otros puntos de la ciudad”, no sin antes terminar con una nota de información objetiva: “este barrio, uno de los más pobres de España.” El incumplimiento puntual del confinamiento ha sido, por diversas razones y durante la última semana, una realidad más o menos constatable en muchos puntos del territorio. Sin embargo, esta periodista elige contribuir a la estigmatización de uno de los barrios más empobrecidos y olvidados del Estado español durante décadas y a la comunidad que es centro de esa diana de estigmatización: el pueblo gitano.
Varios días después, el mismo ABC publica una nueva noticia, firmada por la misma periodista cuyo titular es el que sigue: “El coronavirus comienza a diezmar las plantillas de los cuerpos policiales de Sevilla”. La foto elegida para ilustrar la noticia muestra otro elemento de análisis a tener en cuenta cuando tratamos de señalar el periodismo tendencioso. En la imagen –desconocemos qué relación puede guardar con el contenido de la noticia– aparecen tres vecinos del Polígono Sur rodeados por seis agentes de la Policía Nacional, durante un control. ¿Qué tipo de mensaje subliminal cree, querido lector o lectora, que se está enviando a la población con semejante despropósito? ¿Que los vecinos y vecinas del Polígono Sur no solo representan un peligro para la sociedad sevillana, sino también para la policía, que incluso puede que ellos sean responsables de la propagación del virus en el cuerpo?
2. Apología del odio antigitano
No obstante, lo más importante ha sucedido precisamente entre la publicación y difusión de una noticia y la otra. El 19 de marzo, un alarmante titular venía a confirmar las tesis expuestas en el ABC y a premiar ejemplarmente la labor periodística de su redacción: “El Comisionado del Polígono Sur pide que entre el ejército en las Tres Mil Viviendas”, con subtítulo dedicado a las palabras del jefe del comisionado, Jaime Bretón: “No podemos permitir que una minoría haga lo que le dé la gana”. Las declaraciones de Bretón al periódico exceden lo esperado: “Bretón ha explicado que hay cuatro iglesias evangelistas de Filadelfia así como innumerables escisiones formadas por clanes familiares ‘desestructurados’ y que no están acostumbrados al orden público, a la disciplina y a respetar la convivencia”. Difícilmente podríamos comenzar a examinar tan siquiera los tópicos, prejuicios e insultantes generalizaciones de vago rigor que el jefe del comisionado ha puesto sobre la mesa durante la entrevista.
Lo que nos corresponde como sociedad civil organizada, a pesar del contexto, es estar alerta y denunciar cualquier indicio de violencia física y simbólica contra los más desfavorecidos
Intentando descubrir cuál es la relación de Bretón con el Polígono Sur y cuál es la situación real del barrio, hablamos con Chino Moreno, pastor evangélico y vecino del municipio. Según Moreno: “En primer lugar dicen que hay gente de la iglesia que sale en grupos, etc. Solo ha sido un grupo aislado. Nuestra iglesia evangélica Filadelfia está cumpliendo con el estado de alarma, no estamos haciendo cultos ni dentro ni fuera de nuestros locales. Actualmente, en nuestra zona de Sevilla, no se está celebrando ningún culto. Han sido amonestados tanto por su pastor como por el responsable de la zona”. A la pregunta sobre las declaraciones de Bretón, responde: “Sobre el comisionado Jaime Bretón y su intención de mandar al ejército al Polígono Sur decirle que todos los vecinos estamos confinados en nuestros hogares. Para tristeza de muchos, algunas familias más desfavorecidas y vulnerables no tienen ni qué llevarse a la boca, ya que muchos de ellos viven de la chatarra y otros vivimos de la venta ambulante. Los chatarreros tienen prohibido salir a buscarse la vida, y a los vendedores ambulantes nos han quitado los mercadillos de toda Sevilla, incluidos los pueblos. Pero con todo esto y más, respetamos el estado de alarma, por nuestro bien y el bien de la ciudadanía… Por otra parte, lo de querer traer al ejército al Polígono Sur me parece una medida desproporcionada y fuera de lugar. Somos un barrio de gente humilde trabajadora, siempre con la excepción de algunos que viven a su manera. ¡No necesitamos al ejército en el Polígono Sur!”
3. Una cuestión de responsabilidad institucional
Por su parte, la concejala de Adelante Sevilla y activista Sandra Heredia ha dicho: “Las declaraciones del comisionado Jaime Bretón sobre el Polígono Sur son totalmente desafortunadas, es un ataque racista y antigitano hacia un barrio que sufre, como siempre, las peores consecuencias de cualquier crisis. Este señor debería preocuparse más por las necesidades de los vecinos y vecinas del barrio y dejar de difundir mensajes de odio”. Al margen de otras consideraciones, podemos observar este caso como un claro ejemplo de retroalimentación entre el racismo mediático y el racismo institucional. Los medios reaccionarios azuzan el odio, y los políticos autoritarios responden en consecuencia, dando alas al racismo y animando a la violencia. No obstante, nos encontramos ante un caso gravísimo en el que pueden vulnerarse los derechos humanos de los vecinos y vecinas de Polígono Sur. Así que, lo que nos corresponde como sociedad civil organizada, a pesar del contexto, es estar alerta y denunciar cualquier indicio de violencia física y simbólica contra los más desfavorecidos.
Son muchos los activistas y profesionales conocedores de la realidad vecinal del Polígono Sur que estudian la posibilidad de una demanda formal contundente y los que están exigiendo la dimisión de Jaime Bretón, como la abogada Séfora Vargas. La opinión de Chino Moreno es clara: “Fue obligado por el Partido Popular a tomar un cargo que ningún político quería ocupar: la figura del comisionado para el Polígono Sur. Como político responsable, este señor ostenta ese cargo para trabajar por la transformación social del Polígono Sur, no está para fomentar el odio y el antigitanismo. Pero viendo sus declaraciones, podemos observar que no conoce la realidad de nuestro barrio”. Nos toca enfrentar momentos de crisis y no debemos mirar hacia otro lado frente a declaraciones semejantes. El estado de alarma no puede convertirse en carta blanca a los racistas, ocupen el cargo que ocupen.
1. Miseria mediática durante el confinamiento
Estos días de confinamiento, de tensión y preocupación compartida estamos enfrentando dilemas de especial relevancia social para el conjunto de la ciudadanía del Estado español. El estricto aislamiento parece ser por el...
Autor >
Rromani Pativ
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