Diario Itinerante
El plan B de Bolsonaro
Hay una perversa lógica política en el discurso bolsonarista de que no se puede parar Brasil. Según el antropólogo Luiz Eduardo Soares, su objetivo es derrocar las instituciones y obtener un poder dictatorial
Andy Robinson 14/04/2020
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
El presidente brasileño Jair Bolsonaro parece haber perdido definitivamente los estribos en la crisis del coronavirus. Se desentiende de las políticas de cuarentena para frenar la enfermedad de su propio gobierno. Organiza una campaña bajo el lema “Brasil no puede parar”. Dice barbaridades como esta: “Algunos van a morir... lo siento, así es la vida (...) vamos a enfrentarlo como hombres”.
Pero hay “método en la locura” bolsonarista, explica Luiz Eduardo Soares, antropólogo de 66 años, exasesor sobre seguridad de Lula da Silva y autor del libro que inspiró las dos películas blockbuster Tropa de Élite (1 y 2, del director ya famoso por dirigir la teleserie Narcos de Netflix, Jose Padilha). Las dos películas de 2007 y 2010 denuncian –con la tensión narrativa de un thriller y la brillante actuación de Wagner Moura (Pablo Escobar en Narcos)– la violencia policial y paramilitar en las favelas de Río. Ni Padilha pudiera imaginarse entonces lo que Soares cuenta aquí.
“Bolsonaro no tiene escrúpulo ninguno; puede decir cualquier barbaridad; hace psicopatología política”, me explicó Soares en una conversación telefónica que sirvió para actualizar la larga entrevista que le hice en Río el mes pasado. El comportamiento del presidente de ultraderecha le ha merecido el desprecio de sus propios ministros, los dos líderes del Congreso y el rechazo hasta de parte de la cúpula de las fuerzas armadas, aliados habituales del ex capitán militar. Este semana, conforme la covid-19 empieza a extenderse por las favelas, se dan señales de que el establishment brasileño ha atado las manos del presidente ultraconservador y que, convertido en un títere, hasta puede optar por dimitir. “Bolsonaro sabe que corre el riesgo de convertirse en un presidente ‘pato cojo’, como dicen los estadounidenses, que no tenga poder ni para tomar un cafezinho”, dice Soares, cuyo nuevo libro Brasil y su doble analiza el auge del líder de la ultraderecha y sus orígenes en la desigualdad y racismo brasileños.
Pese a esto, Bolsonaro tiene un plan. Mejor dicho tiene un Plan A y un Plan B. “Sabe que, sin políticas federales de apoyo económico, la gente va a pasar hambre, de modo que quiere evitar asumir la responsabilidad”, dice Soares. “Es un acto de oportunismo canalla; transfiere la responsabilidad a otros para luego echarles la culpa de la tremenda crisis económica por la que vamos a pasar”.
En las favelas, todo el mundo sabe que la cuarentena y su impacto sobre la precaria economía popular puede resultar más letal que el virus
Tras cuatro años de recesión o estancamiento en Brasil, y una explosión de la pobreza (quienes ingresan menos de 5,5 dólares al día) hasta los 52 millones de personas, la cuarentena y el colapso de la actividad económica se traducirán rápidamente en hambre. Según un estudio citado en la revista Piauí, el 72% de los habitantes de las favelas dice que no pueden aguantar ni una semana si están privados de su renta habitual. Tras dos semanas de confinamiento, el 32% no puede comprar los alimentos de la cesta básica. El gobierno conservador ha anunciado un modesto aumento al programa de subsidios Bolsa Familia para los pobres pero la ayuda aun no llega a las favelas, donde el virus de los frequent flyers de Ipanema, Gavea y Leblon ya escala por el morro detrás.
La jugada del Plan A puede dar resultados. Aunque todos los expertos en los países ricos coinciden en que hay que salvar vidas y combatir la Covid-19 antes de pensar en el crecimiento del PIB, lo cierto es que en las favelas, todo el mundo sabe que la cuarentena y su impacto sobre la precaria economía popular puede resultar más letal que el virus. Sobre todo cuando el ministro de Economía es el gestor de fondos y el Chicago Boy Paulo Guedes que solo cree en subvenciones para los bancos. Es decir que hay una perversa lógica política en el discurso desquiciado bolsonarista de que no se puede parar Brasil aunque esto suponga más contagiados. Es lógico siempre que la locura presidencial vaya en tándem con el discurso de Guedes de que no hay dinero para respaldar a los pobres.
Si echar la culpa a sus propios ministros por hundir la economía no funciona, Bolsonaro recurrirá al plan B, sostiene Soares. Si es necesario, “puede provocar un estallido popular en las calles y saqueos. Esto facilitaría un estado de sitio y podría derrocar las instituciones que resisten el avance del proyecto dictatorial bolsonarista”.
Las redes bolsonaristas hierven en estos momentos repletas de acusaciones contra el gobernador de Sao Paulo y teorías de conspiración (el comunismo china fabricó el virus, dicen). Tras convocar una manifestación contra el Congreso, que seguramente aceleró el contagio, Bolsonaro ha dado su apoyo a manifestaciones –ya desfiles de coches– en diversas capitales del país para protestar contra el cierre de los comercios.
Los grandes empresarios que financiaron su campaña electoral se suman a la campaña “Brasil no puede cerrar”. Luciano Hang, dueño de la cadena de grandes almacenes Havan, ha calificado las medidas de “histéricas” y amenaza con despedir a sus 22.000 empleados. El pastor neopentecostal y milmillonario magnate mediático Edir Macedo, aliado estrecho de Bolsonaro, calificó como “obra de Satanás” a organizaciones como la OMS por “sembrar la histeria”.
Pero Bolsonaro se aísla cada vez más, incluso dentro del gobierno. El ministro de Sanidad Luiz Henrique Mandetta, valorado muy favorablemente en los sondeos, lo contradice públicamente y el ministro de Justicia, el súper juez Sergio Moro, –el político más popular de Brasil– respalda a Mandetta. Las caceroladas que se celebran en los balcones todos los días a las ocho ya van contra el presidente.
“Aislado, Bolsonaro se radicalizará para intentar mantener el apoyo de sus votantes más fieles, aquel 30%, muchos de ellos evangélicos y el núcleo más duro de ultra derecha en el entorno del mundo policial”.
Ya antes de la pandemia, Bolsonaro estaba construyendo el plan B, explicó Soares, durante una primera entrevista mantenida el mes pasado en el distrito de Leblon, en Río de Janeiro. “Con Bolsonaro, hay un revival del integrismo de los años treinta, un auténtico fascismo brasileño; intentaron asesinar a Getulio Vargas, luego desaparecieron; luego aparecieron otra vez durante el golpe de estado de 1964; y ahora reaparecen ligados a la familia de Bolsonaro”, dice Soares. “Este revival del integrismo empieza a agregar una juventud violenta y a la vez los grupos bolsonaristas empiezan a incorporar algunos liderazgos de las milicias, (unos 300.000 paramilitares armados muchos de ellos expolicías), donde Bolsonaro tiene mucho apoyo”, dice Soares. “Están politizando e ideologizando a las milicias, aprovechando esas organizaciones paralelas”.
“Hay dos planes con las milicias, una es convertirlas en una suerte de SA brasileña (los paramilitares nazis utilizados antes de la llegada de Hitler al poder en 1933) , brigadas patrióticas. Eso sería complicado pero no se puede descartar, porque Bolsonaro defendía una guerra civil en los años noventa”, dice Soares. “El otro es usar las milicias para corromper el sistema político aún más, como hace en Río (ver Tropa de Élite 2 con la fantástica actuación de Wagner Moura); ya existe un control de grupos paramilitares de la política municipal en Río”. Muchos de esos grupos paramilitares mandan desde hace mucho tiempo en el oeste de la ciudad y con Bolsonaro van extendiendo su régimen de extorsión. “Son exintegrantes de las fuerzas de seguridad del Estado” y van pasando desde la legalidad a la ilegalidad y al contrario. “Muchos milicianos ya están actuando directamente en el mundo político; matan a gente y cobran por dominar un área”.
Los hijos de Bolsonaro, curtidos en la política de las zonas de influencia de las milicias en el oeste de Río, han elogiado, apremiado y, en algunos casos, contratado a líderes milicianos y asesinos a sueldo como el expolicía Adriano Magalhaes do Nobrega. Cabecilla de la milicia Escritorio del crimen, de base en Rio das Pedras, en la zona oeste, cerca del barrio ostentoso de Barra de Tijuca, Magalhaes fue asesinado en febrero por policías militares en el estado de Bahía. Muchos creen que la ejecución sirvió para “quemar el archivo” de un sicario próximo a los Bolsonaro, –su hermana y madre trabajaban para Flavio Bolsonaro cuando este era concejal– que habría podido tirar de la manta en las investigaciones sobre las cloacas bolsonaristas.
Nobrega tal vez habría dado información sobre el sicario Ronnie Lessa, otro miliciano Escritorio del crimen, que vivía en el mismo condominio que Bolsonaro en Barra de Tijuca. Lessa fue detenido el año pasado, acusado de haber asesinado a la concejala de izquierdas Marielle Franco. Dos años después, aún no se ha esclarecido la autoría intelectual del crimen. “Hay vínculos históricos entre los milicianos y los Bolsonaro. Flavio quería legalizarlas en algún momento”, dice Soares. De ahí un plan B digno de Netflix o Tropa de Élite 3. “Bolsonaro tiene un plan que es mantener a su familia en el poder y si hay que atropellar instituciones lo hará. Puede movilizar a esos milicianos; es su gente; así tiene para dar un golpe si quiere”.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro parece haber perdido definitivamente los estribos en la crisis del coronavirus. Se desentiende de las políticas de cuarentena para frenar la enfermedad de su propio gobierno. Organiza una campaña bajo el lema “Brasil no puede parar”. Dice barbaridades como esta: “Algunos van...
Autor >
Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí