1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Liderazgo mundial

¿El Nuevo Pacto Verde o el Viejo Bulo Europeo?

La aceleración de la lucha global por el control del capitalismo (II)

Rubén Martínez Moreno / Isidro López 27/05/2020

<p>Manifestación de Fridays for future en Dresde (Alemania) el 15 de marzo de 2019.</p>

Manifestación de Fridays for future en Dresde (Alemania) el 15 de marzo de 2019.

Ralf Lotys

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

El capitalismo global ya no tiene para todos. La crisis actual ha acelerado las posiciones de China y Estados Unidos por el control del capitalismo, perfiladas antes de la pandemia. El principal conflicto abierto a escala planetaria es, en primera instancia, entre fuerzas capitalistas. ¿Cuánto puede durar esta situación de desorganización por arriba? ¿Qué nuevo Pacto Social o New Deal puede surgir realmente? ¿Por qué brechas se puede colar el conflicto abajo-arriba? En una primera entrega situamos la pugna entre China y EE.UU. por tomar posición, pero ¿y la europea? ¿Qué papel juega la Unión Europea?

Si ha de medirse con China o EE.UU. como primera potencia industrial o como polo financiero dominante, la UE no tiene hoy ninguna posibilidad. China es el mayor productor industrial y manufacturero del planeta, así como principal proveedor en sectores tecnológicos punteros. En lo que llevamos de crisis global del covid, este liderazgo de China en la producción no ha dejado de consolidarse. Un tercio de sus exportaciones son de ensamblaje, tomando una posición clave en las cadenas globales de valor. Sus mayores mercados de exportación son EE.UU. y Europa. En el mercado de valores, China sigue detrás de Estados Unidos. El dólar es la mayor fuente de liquidez global y la principal referencia para contratos financieros y comerciales. También persevera como primera potencia en los flujos de divisas y en designación de préstamos bancarios y emisiones de deudas. Un 65% de los activos de reserva de los bancos centrales del mundo están denominados en dólares. 

Frente al control chino de la producción y el dominio de las finanzas por el dólar, a Europa no le queda más que recurrir a su antigua función como “faro civilizatorio” global

Frente al control chino de la producción y el dominio de las finanzas por el dólar, a Europa no le queda más posibilidad para encontrar posiciones de ventaja comparativa que recurrir a su antigua función como “faro civilizatorio” global. Función solo sostenible desde una perspectiva eurocéntrica, por otro lado. La UE interpreta la coyuntura mundial como una oportunidad para modernizar su economía y reorientarse “hacia un futuro justo y sostenible”. Su apuesta es convertirse en el primer continente neutral para el clima en 2050 y, por el camino, en la potencia verde terráquea que sirve de luz moral al mundo. Este relato cuenta con algunos adeptos. En su libro El Green New Deal Global, Jeremy Rifkin hace un análisis elogioso de la trayectoria europea por ser puntera en “la Tercera Revolución Industrial de carbono cero”. Sin embargo, los datos muestran un escenario diferente. La propia Comisión Europea reconoce que desde 2015 padece un estancamiento en la reducción de gases de efecto invernadero. No es el principal escollo para su agenda. China es líder mundial en áreas como la creación e instalación de tecnología solar y eólica y entre 2015-2018 fue responsable del 30% de toda la inversión global en renovables. Solo en 2017, China dedicó 133.000 millones de dólares a energías renovables. 

Así las cosas, la UE ha lanzado un plan a largo plazo para ganar posiciones en sectores estratégicos del capitalismo verde. Pero para entender el European Green Deal, antes es preciso recordar qué es la UE. Su trayectoria y la última crisis, que solidificó las desigualdades territoriales y el papel del Banco Central Europeo (BCE), explican parte de la ecuación.

La UE: el proyecto más acabado del neoliberalismo 

La UE no es una unidad económica simétrica e integrada regionalmente. La formación de la unión monetaria provocó una mayor especialización económica de sus territorios y numerosas regiones pasaron a ser un desierto industrial. La división continental del trabajo concentró la industria en el “bloque alemán” (Alemania, Austria, Finlandia y algunos países de Europa central) y desindustrializó grandes áreas de Europa del sur. Las economías del norte se han especializado en la producción de bienes de alta calidad y alto valor añadido, incluyendo bienes de capital en Alemania. Las economías mediterráneas han tendido a especializarse en productos agrícolas o en servicios como el turismo y en producir bienes de consumo de calidad media a bajo coste. En el caso español, la especialización se ha centrado en la vía financiero-inmobiliaria. Las burbujas inmobiliarias han llegado a recomponer el sustrato de las clases medias antes por los precios de sus activos que por sus posiciones salariales. 

Desde los 2000, China, Rusia, Brasil e India han proporcionado nuevos mercados para el “bloque alemán”, despuntando como competidoras del sur europeo. A su vez, tras los procesos de transición democrática en Europa del este, con modelos de crecimiento basados en mano de obra barata y tasas impositivas reducidas, el sur europeo se ha enfrentado a nuevos competidores en sectores donde tenía ventajas en la producción a bajo coste. Estas dinámicas internas y externas a la geografía europea han ido asentando la división centro-periferia, delimitando dos velocidades en la eurozona. El proceso de división continental del trabajo ha facilitado ventajas comparativas en los sectores más rentables para Alemania, que ha abaratado costes con la reducción de salarios y el trabajo migrante. 

La anterior crisis incrementó estas desigualdades, reforzando la asimetría de poder entre países acreedores y deudores. Grecia, Irlanda, Portugal y España recibieron los mayores impactos. España mantiene una posición subalterna en la jerarquía continental como país deficitario y deudor. Las políticas monetaristas, el arbitraje del BCE o la imposición de una agenda anti-inflacionaria, son muestra y mecanismo de esa subalternidad. El euro, para los Estados del sur, funciona como un patrón oro. La moneda única ha reforzado al capital alemán en el mercado interno europeo, evitando que los capitales de la periferia puedan competir. Las instituciones para proveer fondos a las periferias, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Fondo Europeo de Inversiones, no han contrarrestado al gigante alemán.

La UE no solo mantiene sumiso al sur y reproduce asimetrías entre territorios mediadas por el BCE sino que desplaza las funciones de bienestar hacia abajo

Dicho en corto, la UE es el proyecto más acabado del neoliberalismo. No solo mantiene sumiso al sur y reproduce asimetrías entre territorios mediadas por el BCE –un gobierno económico que imprime su presupuesto según le convenga– sino que desplaza las funciones de bienestar hacia abajo. Los gobiernos locales del sur ya se vieron forzados a responder a la precariedad y al recorte en servicios de bienestar gestionados por otras esferas de gobierno. El nuevo ciclo de crisis volverá a sobreexponer a los ya ahogados sistemas de bienestar local. 

La UE es una arquitectura institucional cimentada en torno al monetarismo. La gran paradoja es que su signo de distinción frente al resto de grandes economías mundiales es presentarse como el proyecto más progresista. El European Green New Deal se integra en esa trayectoria europea, presentándose como la vanguardia mundial en la respuesta al cambio climático.

El European Green Deal 

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó en octubre de 2018 su informe especial sobre las repercusiones de un calentamiento global. El IPCC advertía que, si continúa aumentando al ritmo actual, es probable que el calentamiento global sume 1.5 °C o más entre 2030 y 2052. Cruzar ese umbral de aumento desencadenará bucles de retroalimentación descontrolados, con cambios duraderos o irreversibles como la pérdida de algunos ecosistemas. 

Tras las advertencias del IPCC y no pocas movilizaciones sociales en todo el mundo, han ido tomando fuerza propuestas a manos de líderes políticos, intelectuales y activistas para conducir una transición. A principios de 2019, Ocasio-Cortez presentaba una resolución para un Green New Deal americano, un plan federal de inversión que promete la creación de millones de empleos con salarios altos y “enormes inversiones en el desarrollo, fabricación, despliegue y distribución de energía, pero esta vez energía verde”.

El 28 de noviembre de 2019, el Parlamento Europeo declaró la emergencia climática. Los eurodiputados pidieron que todas las propuestas legislativas y presupuestarias de la UE se alinearan con el objetivo de limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C. En la actualidad, Frans Timmermans (vicepresidente ejecutivo del European Green Deal) y Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión) insisten en que las medidas de recuperación económica durante y después de la pandemia han de estar vinculadas a la reconversión verde. 

En el Diálogo Climático Petersberg del pasado mes de abril, Timmermans exponía que frente al cambio climático y la crisis del covid, Europa necesita resultados rápidos, invirtiendo en sectores económicos que puedan “transitar rápidamente a una situación sostenible y al mismo tiempo crear empleos y crecimiento”. Su propuesta son la construcción, el transporte y el sector energético. Apenas hace unos días, en su intervención en el Parlamento Europeo, Timmermans se mostraba más claro y rotundo: invertir en la rehabilitación de viviendas, coches eléctricos e infraestructuras verdes posibilitará un “green recovery” que articule crecimiento del empleo con transición verde. 

Para sintetizar algunos de los que consideramos temas clave del debate político, desglosamos algunos límites y contradicciones del European Green Deal. De entrada, el primer Green New Deal se parece poco al que se ha ido consolidando en la UE.

1) Lejos del Green New Deal originario. En 2008 se ponía en marcha el Green New Deal Group del Reino Unido, que tomaba el término acuñado un año antes por el periodista americano Thomas Friedman. Las propuestas de este grupo respondían a una “triple crisis”: crisis económica derivada de un régimen de crecimiento dominado por la valorización financiera, elevados precios de la energía respaldados por un pico en la producción de petróleo y la aceleración del cambio climático. Es revelador contrastar su enfoque con el plan europeo (también con el Green Deal de EE.UU.). En esencia, como señala Richard Seymour, la propuesta original exigía controles económicos, sobre todo control de capitales, así como restricciones de los mecanismos financieros, la división de los grandes bancos y la reducción del papel de los centros financieros. Puede parecer de otra época, pero este programa tiene poco más de una década. En realidad, el problema es incluso más profundo. Las grandes inversiones previstas para reverdecer antiguas industrias o para abrir nuevos mercados mantienen el dominio de la propiedad privada, garantizando así los beneficios capitalistas frente a las rentas de trabajo. Tampoco hay menciones a la nacionalización de las industrias beneficiadas o a la necesidad de regular los oligopolios en los sectores energéticos o tecnológicos, que podrían ser los grandes beneficiados de esas inversiones. Esto nos lleva directamente al segundo tema clave. 

2) Relanzar la solución público-privada y la deuda. Un estribillo de las crisis que ya conocemos es que los Estados intervienen para socializar las pérdidas y privatizar los beneficios. En ciclos anteriores, lo público-privado ya se presentaba como solución eficaz y sostenible. Lo cierto es que ha funcionado como privatización encubierta, produciendo sobrecostes, impactos medioambientales, dinámicas de desplazamiento de poblaciones originarias y ocultando el endeudamiento público. La Comisión Europea estima que alcanzar el objetivo de cero emisiones en 2050 requiere al menos 1 billón de euros de inversión pública y privada durante la próxima década. Pero según avanza el marco de aplicación concreta, la previsiones apuntan a un 75% de financiación pública y un 25% privada. Si bien se presenta como una nueva bolsa de inversión, gran parte de la financiación pública es una reorganización de los fondos existentes de la UE. Pero más importante: la financiación privada no es más que un traslado del riesgo a fondos públicos, garantizando a los inversores las ganancias. Siguiendo el método del Plan Juncker en 2015, la estrategia es reunir la mayor parte de la financiación a través del BEI. Dicho fácil: la UE asumirá deuda encubierta con fondos dirigidos a fines públicos, privados y público-privados. Una deuda que no pagarán los oligopolios energéticos, sino el total de los contribuyentes. 

3) ¿Liderazgo europeo en la economía verde global? En sus centrales fotovoltaicas, China concentra más de la mitad de la capacidad mundial. La estrategia de China no es sustitutiva, sino que suma consumo de energía renovable a la de origen fósil o nuclear. También ocurre en Alemania, el país europeo más adelantado en el desarrollo de energía renovable, pero que mantiene un gran consumo y dependencia de combustibles fósiles, especialmente de carbón. En cualquier caso, entre 2010 y 2012 Alemania y el conjunto de Europa perdieron su liderazgo en energías renovables. En parte, el European Green Deal es una respuesta a ese declive. Pero el problema de la UE frente al gigante asiático no son solo sus esquilmadas ventajas comparativas, sino la falta de soberanía industrial. La UE es dependiente de la producción china, que domina las cadenas de suministro. También en ámbitos donde la UE quiere invertir, como en el desarrollo de baterías para coches eléctricos. China domina los mercados de baterías de iones de litio y de almacenamiento de energía. Europa depende totalmente del suministro asiático en componentes básicos para su “reconversión verde”. La paradoja es que la UE solo se acerca a China en un tipo de inversiones: los programas dedicados al petróleo y al gas.

En ciclos anteriores, lo público-privado ya se presentaba como solución eficaz y sostenible. Lo cierto es que ha funcionado como privatización encubierta

4) Las finanzas americanas en las entrañas de la UE. Una agencia es capitalista cuando su dinero está dotado del poder de reproducirse de modo sistemático, con independencia de la naturaleza de las mercancías y actividades particulares que sean, incidentalmente, el medio para ello. Entidades como Blackrock tienen grabado a fuego ese mandato del beneficio capitalista. Esta compañía norteamericana de gestión de inversiones controla acciones en compañías de combustibles fósiles por valor de 87.300 millones de dólares. También está en las primeras posiciones como inversor en las ocho compañías petroleras más grandes del mundo y entre los principales financieros de la industria de armas. Pues bien, BlackRock va a asesorar a la UE sobre cómo integrar la sostenibilidad en la regulación bancaria, logrando una victoria en sus esfuerzos por pulir sus credenciales de protección climática. La Comisión Europea ha declarado que BlackRock estudiará cómo la UE podría usar factores ambientales, sociales y relacionados con la gobernanza en la supervisión prudencial y en el análisis de riesgos regulatorios de los bancos de la región. BlackRock también analizará cómo la UE podría impulsar el crecimiento de las finanzas verdes y el mercado de productos financieros sostenibles. Una reconversión verde comisariada por el gran dueño del IBEX. ¿Qué podría fallar?

5) La división internacional del trabajo en la transición verde. El cambio climático es un problema global que, al ser desplazado como asunto regional, puede incluso intensificarse. Durante el periodo 2000-2014, según un estudio del World Resources Institute, en EE.UU., Alemania y Gran Bretaña el crecimiento del PIB quedó desacoplado de las emisiones de CO2. Robert Pollin, acérrimo defensor del crecimiento verde, toma esos datos a modo de Nuevo Testamento. La cuestión clave es qué parte del crecimiento del PIB atribuido a estas economías es el resultado de procesos de trabajo realizados en países pobres. El PIB de los países ricos queda inflado mediante esta neocolonial captura del valor, pero las emisiones se contabilizan en las economías emergentes donde se produjeron las mercancías (así lo explican Somerville y Burton en “Decrecimiento: una defensa”). La “transición verde y justa” en Europa solo se sostiene usando índices que ocultan las interdependencias de la división internacional del trabajo. Para problemas sistémicos hacen falta soluciones sistémicas, el problema es que, al pasar por encima de esta complejidad, planes como el European Green Deal normalizan la subordinación del sur frente al norte global. En su crítica al Green New Deal americano, Jasper Barnes expone conclusiones parecidas: medir las emisiones dentro de las divisiones nacionales es igual que medir nuestro consumo de calorías contando solo el desayuno y el almuerzo.

Acelerar la respuestas emancipadoras

Visto lo visto, no resulta extraño que Ana Botín o Iberdrola se sientan comprometidas con la Green Recovery o que el BCE esté pensando en comprar bonos emitidos por instituciones con aprobación climática de la Comisión. Un programa público que responda a los verdaderos problemas sistémicos y genere bienestar no debería tener como principales beneficiarios a los oligopolios y a los adalides de las finanzas, ni mucho menos estar diseñado por esos mismos agentes financieros y empresariales. 

No parece fácil que la UE tome un camino anticapitalista, pero nada impide ampliar el frente y el debate ecosocialista. Un debate que supere las dominantes formulaciones sindicales, más ajustadas a los contextos de negociación colectiva del capitalismo industrial que a una economía global financiarizada y a un capitalismo anémico de beneficio. 

BlackRock va a asesorar a la UE sobre cómo integrar la sostenibilidad en la regulación bancaria, logrando una victoria en sus esfuerzos por pulir sus credenciales de protección climática

Más que el New Deal de los años 30, que se integra en la lista histórica de programas públicos que han otorgado poder capitalista a las mayores fortunas de la lista Forbes, o las referencias al Plan Marshall, como si la propia UE no fuera el resultado setenta años después del European Recovery Program, existen otros referentes que parecen enterrados en la historia europea. Entre otros, los fondos accionariales de asalariados, un mecanismo para que los sindicatos y otras asociaciones de la sociedad civil obtengan un control sustancial sobre el funcionamiento de las grandes empresas. Dotaban de derecho a los dividendos, derecho a voto para la elección del consejo de administración y derecho para decidir sobre las políticas de las compañías. Estas instituciones de democracia económica, diseñadas por Rudolf Meidner en los 70, no solo buscaban contrarrestar el poder concentrado del capital, sino que podían ser la base material para una organización social de la producción y el consumo. No hay posibilidad alguna de transformación, ni siquiera en un programa de transición a partir del European Green Deal, si no se discuten sus formas de control político y de financiación.

La UE tiene previsto intensificar la inversión en infraestructuras verdes, rehabilitación de edificios y viviendas y en industrias relacionadas con la movilidad baja en carbono. Tanto dinero público como se invierta, tanta socialización de los derechos de uso y usufructo debe aplicarse en las infraestructuras y bienes ligados a esos sectores, sea el energético, el inmobiliario o el transporte. Estas formas de propiedad colectiva no son la solución a todo el desaguisado sistémico, en absoluto, pero sí una táctica de ruptura contra el keynesianismo privatizador. Instituciones como los fondos accionariales de ciudadanía sobre los bienes y las infraestructuras podrían erosionar el poder concentrado por los oligopolios y el capital financiero, al tiempo que redistribuyen recursos y dotan de poder de organización para empujar una transformación deseable. 

En su versión actual, el European Green New Deal promueve un capitalismo verde, refuerza el poder de agentes financieros, bancos y grandes multinacionales y reproduce las desigualdades territoriales internas y globales. El Viejo Bulo europeo es una continua promesa de más democracia política, mientras la democracia económica y territorial son un anatema. La apertura de conflictos para acumular poder social es un paso ineludible para afrontar este nuevo ciclo histórico.

El capitalismo global ya no tiene para todos. La crisis actual ha acelerado las posiciones de China y Estados Unidos por el control del capitalismo, perfiladas antes de la pandemia. El principal conflicto abierto a escala planetaria es, en primera instancia, entre fuerzas capitalistas. ¿Cuánto puede durar esta...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Rubén Martínez Moreno

Autor >

Autor >

Isidro López

Sociólogo. Miembro del colectivo de investigación militante Observatorio Metropolitano. Exdiputado autónomico por Podemos en la X Legislatura de la Asamblea de Madrid.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí