Yemen experimenta la peor crisis humanitaria de su historia reciente. En estos términos se expresó el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, en la primera conferencia virtual que tuvo lugar el 2 de junio para recaudar fondos y ayuda humanitaria para este país. El motivo de celebrar esta reunión es que, más de cinco años después de que empezara la guerra, el conflicto sigue desarrollándose con consecuencias calamitosas. Desde el comienzo de la guerra, se estima que han muerto más de 250 mil personas.

Es inimaginable el sufrimiento de la población yemení. Aunque pueda carecer de sentido dar cifras, los datos de por sí son escalofriantes: 24 millones de personas, el 80% de la población, necesitan ayuda para sobrevivir, 110 mil personas han contraído cólera este año y hay aproximadamente cuatro millones de refugiados en el país, según Naciones Unidas. Los combates no cesan y el país afronta ahora otra amenaza, porque el coronavirus se ha extendido por todo su territorio.

En Yemen 24 millones de personas, el 80% de la población, necesitan ayuda para sobrevivir, 110 mil han contraído cólera este año y hay aproximadamente cuatro millones de refugiados en el país

Por si fuera poco, los países occidentales, tan ‘comprometidos’ con los derechos humanos en todo el mundo, han recortado dramáticamente los fondos destinados a la ayuda humanitaria en Yemen. Este es el motivo por el que se celebró la conferencia. Sin embargo, el país que encabezó la propuesta ha sido, como en los últimos tiempos, Arabia Saudí. Un hecho absolutamente inmoral, pues el reino saudí es responsable del 67% de las muertes de civiles –datos de la ONU–, de haber cometido una lista interminable de crímenes de guerra y de haber impuesto un bloqueo que intenta matar de hambre y de enfermedades a la población yemení. No conformándose con eso, los representantes de las Naciones Unidas alabaron el compromiso de los saudíes. Parece bastante claro que Arabia Saudí está comprando el silencio y blanqueando su imagen para que nos olvidemos de que es el principal responsable de la crisis que vive Yemen. 

Pero no solo es Arabia Saudita. El siguiente país que más ha contribuido a los fondos destinados a ayuda humanitaria es Emiratos Árabes Unidos. Posiblemente, no haya superado la crueldad de Arabia Saudí, pero es también responsable de una larga lista de crímenes. Entre los más aberrantes está el haber apoyado a organizaciones yihadistas con el propósito de acabar con el partido político Islah, al que asocia a los Hermanos Musulmanes, y el haber fomentado una división en el sur de Yemen que ha desencadenado una guerra civil interna con resultados también dramáticos e impredecibles. 

Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos son los dos países que encabezan la ayuda humanitaria a Yemen, y son nuestros aliados. Desde el año 2015, han destinado un 54% más de fondos que Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España juntos. 

La inmoralidad es doble en el caso de España. Nuestro país es una de las grandes potencias económicas que menos han hecho por Yemen. Durante los más de cinco años de guerra la cantidad humanitaria que ha prestado el gobierno es ridícula. Para hacernos una idea, Irlanda, país con una población casi diez veces menor, ha donado más de ocho veces la cantidad del gobierno español. Hay además una diferencia sustancial: Irlanda no ha conseguido más de 1.260 millones de euros mediante la venta de armamento con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, según los datos de ENAAT, la red europea contra el comercio de armas. Ni tampoco ha conseguido un contrato de miles de millones de euros que disfrutan tanto sus empresas públicas como las privadas. Irlanda, prácticamente, no vende armas a estos países.  

Si seguimos con las comparaciones, Alemania, país que dejó de venderle armas a Arabia Saudita hace un par de años, destina 200 veces más ayuda que España. 

La conferencia transcurrió sin sorpresas. Los representantes de las Naciones Unidas alabaron el compromiso de Arabia Saudí con el pueblo de Yemen. Ni una palabra se pudo escuchar sobre que los saudíes seguían matando a gente inocente con armas occidentales. Quizá se deba a que, como dice Noam Chomsky, las decisiones de las Naciones Unidas están bastantes vinculadas a las decisiones de las grandes potencias, principalmente a las de Estados Unidos. 

Que los gobiernos no estén actuando es vergonzoso, pero que no lo hagan después de vender armas por valor de miles de millones de armas a Arabia Saudí lo es mucho más

Después llegó el turno de las lamentaciones y las declaraciones solemnes que son ignoradas en los grandes medios de comunicación. Lowcock fue contundente: las promesas que los países hicieron en la conferencia no son suficientes para aliviar la trágica situación que vive Yemen. Las Naciones Unidas pedían 2.600 millones de dólares, pero la comunidad internacional se comprometió a destinar únicamente 1.300, sin importar la amenaza existencial que se cierne sobre un país que vive una crisis brutal y donde solo las agencias de la ONU atienden a más de 10 millones de personas cada mes. 

El ejecutivo de España, que se define de “izquierdas”, “feminista” y “comprometido con los derechos humanos” ha destinado la cantidad impresionante de cero euros. El gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos puede conseguir el triste récord de importarle menos los derechos humanos que al gobierno de Rajoy, al destinar una cantidad aún más ridícula que la del expresidente conservador.

La situación es muy grave. En lo que va de 2020 han muerto más de 9.000 personas, según los datos de ACLED (The Armed Conflict Location & Event Data Project), y el sistema sanitario está colapsado. Que los gobiernos no estén actuando es vergonzoso, pero que además no lo hagan después de vender armas por valor de decenas de miles de millones de armas a Arabia Saudí lo es mucho más. Esto se llama ser cómplice de las muertes de miles de inocentes. Los derechos humanos y las libertades de las personas se deben defender tanto aquí como en Yemen. 

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Isa Ferrero es autora de Negociar con asesinos. Guerra y Crisis en Yemen.