Cuando el pueblo habla
Repasando desde Minneapolis, con Sherrie Fernández Williams y David Hamilton, lo acontecido en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd
Palmar Álvarez-Blanco Minneapolis , 20/06/2020
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Minneapolis, la ciudad gemela de Saint Paul, lugar donde resido, ha sido el embrión de un alzamiento multirracial inédito por la confluencia de una diversidad de movimientos y comunidades bajo una misma consigna que evolucionó con rapidez. El “No puedo respirar” que pronunció Floyd antes de morir no tardó en tornarse colectivo, “No podemos respirar”, y en ver cómo se le sumaba el “Defund the Police” (Dejemos de financiar a la policía). En menos de dos semanas la protesta de la comunidad negra se ha vuelto un movimiento internacional con potencial para desestabilizar el sistema. Como explicaban Jack Evans y Romy Ellenbogen en un artículo en The New York Times, con esta consigna se exige invertir la ayuda económica que se destina al departamento de policía en programas comunitarios, en acceso a vivienda, en salud pública y en garantizar el acceso de las personas empobrecidas, precarizadas y oprimidas a una serie de derechos sociales.
La consigna Dejemos de financiar a la policía exige invertir el dinero destinado a a esta en programas comunitarios, en acceso a vivienda, en salud pública, etcétera
Cuando el historiador francés Georges Lefebvre escribió en los años 40 La Grande Peur de 1789, puso en circulación la posibilidad de escribir la historia desde abajo, iniciándose un movimiento que abrió el revisionismo histórico a partir de la recolección de microhistorias. En esta línea inscribió su trabajo el historiador norteamericano Howard Zinn, quien publicó en 1980 La otra historia de los Estados Unidos. Si menciono este libro es porque simboliza, de alguna forma, el problema de una desmemoria existente en los EE.UU. que, de muchas maneras, explica la pervivencia del racismo sistémico y estructural en el tiempo. El libro, que vendió un millón de ejemplares y que fue recomendado en The New York Times como lectura obligatoria en las escuelas, provocó intentos de censura y prohibición en diferentes estados del país. De acuerdo con los datos de Democracy Now, en 2010, coincidiendo con el fallecimiento de Zinn, se intentó un proyecto de ley para la legislatura estatal de Arkansas con el propósito de prohibir que las escuelas financiadas con fondos públicos enseñaran esta obra. Asimismo, el entonces gobernador de Indiana, Mitch Daniels, hoy electo presidente de la Universidad de Purdue, intentó aplicar una medida similar en su estado. Por último, en el año 2011, en Arizona este libro se retiró de algunas de las escuelas de Tucson como consecuencia del proyecto de ley 2281. Como explica Henry A. Giroux en su libro Neoliberalism’s War on Higher Education (2014), esta ley, declarada en 2012 anticonstitucional, tuvo por finalidad acabar con los programas de estudios mexicano-americanos en las escuelas del estado de Arizona. Estamos ante el mismo estado que aprobó la polémica Ley que permitía a la policía preguntar a las personas transeúntes por su estatus migratorio teniendo como único criterio su aspecto –lo que se conoce como “racial profiling”–. Estos son solo algunos ejemplos de borrado, censura y silenciamiento de acontecimientos históricos cuyo recuento puede servir para provocar la indignación y la reivindicación legítima en comunidades históricamente explotadas y dominadas en este país.
Todo el trabajo de Zinn incide en el hecho de que no es posible permanecer neutrales ante la opresión de las comunidades negras y de color cuando se entiende que el bienestar capitalista del que disfruta la mayoría blanca se asienta sobre una base de injusticia y discriminación racial. Teniendo en cuenta lo que nos enseña la historia contada desde abajo y por las personas que la protagonizan, pensé en traducir y hacer pública esta conversación. Las protagonistas son dos amigas afroamericanas residentes en las ciudades gemelas. Sherrie Fernández Williams es autora de una biografía ficcionalizada, Soft (2014), y trabaja en el departamento de Artes de Minnesota (The Minnesota State Arts Board) promocionando y facilitando el acceso de cualquier persona a becas para el desarrollo de la expresión cultural y artística. David Hamilton es el actual director del centro cultural Cedar, uno de los centros comunitarios más importantes de la ciudad de Minneapolis por su dedicación a promover la apreciación intercultural a través de la música. En un libro seminal en el campo de los estudios decoloniales se preguntaba la investigadora y académica Gayatri Chakravorty Spivak, ¿Puede hablar el subalterno? A esta pregunta, que tiene que ver con el reconocimiento de la persona discriminada como interlocutora válida, la investigadora añade esta otra: cuando este grupo habla ¿se le escucha? Hay un ejercicio de doble escucha que se produce cada vez que resuena conjuntamente lo sensible y lo inteligible; cuando ese encuentro tiene lugar resulta imposible permanecer impasibles porque, en ese momento de la escucha, entendemos que aquella quien habla en realidad somos cada una de nosotras. La urgencia de este tipo de escucha se deja sentir en uno de los últimos carteles aparecidos tras semanas de protestas en las ciudades gemelas; junto a la fotografía de Floyd, aparecen tres preguntas: ¿Nos oyes? ¿Nos sientes? ¿Nos ves? (Do you hear us? Do you feel us? Do you see us?)
Pensando en la estrecha relación que existe entre la esfera de lo privado y de lo público y en cómo una y otra quedan interpeladas en nuestra biografía personal y colectiva, me pregunto en qué se ha traducido en vuestra vida personal el racismo sistémico y estructural que caracteriza a este país.
Sherrie: Aunque ahora vivo en la ciudad de Saint Paul, la ciudad gemela de Minneapolis, mi niñez y mi adolescencia transcurrieron en Nueva York, una ciudad regida por la política del registro y la detención en las comunidades negras. Mi familia y yo hemos tenido nuestras propias experiencias con la violencia de agentes de policía en Nueva York. Por ejemplo, los hombres de mi familia fueron detenidos mientras paseaban por la calle. Ninguno de ellos estuvo involucrado en ninguna actividad criminal ni portaba armas. Mi primo fue asesinado a tiros por un oficial de policía a principios de los 90. Su delito fue demorarse en apagar un cigarrillo en una estación de metro. Estaba desarmado. Todavía recuerdo como si fuera hoy cómo un oficial de policía pateó el pie de mi padre en el metro solo para dejar clara su autoridad. Mi padre tiene una placa de metal en la rodilla y el tobillo derechos y siempre ha usado un bastón para caminar. Este problema le impidió retraer la pierna cuando el oficial pasó por su lado. Había mucho espacio así que el oficial pudo haber pasado por su lado sin problema pero sintió la necesidad de ser agresivo con mi padre. Con 15 años, sentir la humillación en la cara de tu padre es algo que no olvidas. Ninguno de los dos protestó o dijo nada porque sabíamos que solo nos conduciría a problemas. Son solo tres momentos de una biografía que pueden servir para entender por qué es imperativo reivindicar la justicia racial. Todo lo que estamos viviendo estas semanas nos habla de una crueldad estructural y sistémica que hay que eliminar.
Mi primo fue asesinado a tiros por un oficial de policía a principios de los 90. Su delito fue demorarse en apagar un cigarrillo en una estación de metro
David: Recientemente publiqué en Facebook una entrada sobre dos eventos diferentes de violencia policial dirigidos a mí cuando era adolescente y también en la universidad. En los dos casos la policía me apuntó con un arma y, en uno de los casos, amenazó con matarme. Para mí, fue importante la publicación en Facebook porque la mayoría de los negros que conozco hemos tenido estas experiencias y, a menudo, las normalizamos y no hablamos sobre ellas. Lo traumático es el hecho de que tú no estás haciendo nada mal, lo que te ocurre está ligado a tu raza. De alguna manera, mi privilegio de clase me ayuda pero no siempre ha sido así. Es interesante que, después de publicar mis experiencias en Facebook, algunas personas blancas que conozco se pusieran en contacto conmigo para decirme que no podían creer que me hubiera sucedido algo así; todas las personas negras asociadas a mi cuenta respondieron contando hechos similares.
A partir de todo lo que se ha publicado, tanto en medios de comunicación hegemónicos como por canales independientes y redes sociales, creo que la sociedad ha podido hacerse una idea de lo acontecido a partir del asesinato de George Floyd. Mi pregunta en este momento tiene que ver con cómo se han vivido estas protestas en la comunidad afroamericana. ¿Podéis hablar de esto?
David: La organización para la que trabajo está en el corazón de la comunidad somalí más grande del condado. Cuando comenzaron las manifestaciones y se dieron los primeros brotes de protesta todos los negocios en el vecindario, muchos de personas somalíes, se cerraron y la mayoría cubrió sus escaparates con tablones de madera donde pintaron la palabra ‘negros’. Las dos empresas asiáticas escribieron ‘propiedad de minorías’ y ‘BLM’ (Black Lives Matter) en sus tablones. Parte de esta respuesta posiblemente se debió a la suposición de que aquellos que destruían propiedades y provocaban incendios eran negros y estaban asociados con BLM. Esa fue la primera reacción hasta que, días después, fue evidente que algunos de los incendios probablemente habían sido provocados por instigadores de la derecha. Un joven blanco ha sido arrestado por incendiar la comisaría de policía a la que pertenecía el asesino de Floyd. Es necesario que se realicen más investigaciones porque es poco probable que sea la propia comunidad quien provoque incendios en los propios negocios del vecindario. Hasta la fecha, todos los que han sido arrestados en relación a los incendios son personas blancas.
Sherrie: No son solo jóvenes afroamericanos los que exigen justicia racial; hay personas de diferentes orígenes que se suman también a esa exigencia. A diferencia de lo que pueda proyectarse desde los medios de comunicación, las protestas se han vuelto pacíficas y la mayoría de los estadounidenses apoyan a los manifestantes. Sé que muchos han criticado a los alborotadores y saqueadores pero, a la luz de la injusticia estructural y sistémica, todo esto cobra un sentido pleno. Entenderlo no significa necesariamente justificarlo. Me gustaría compartir contigo algo que escribió en estos días mi amigo Michael Kleber-Diggs, escritor y abogado:
“Yo no saqueo, y no me alboroto. Pero entiendo ambos fenómenos. Cada vez que pienso en el saqueo, pienso en Víctor Hugo y Jean Valjean. Pienso en el pan y los 19 años y cómo la injusticia lleva a la desesperación. Nunca he estado tan hambriento como para tener que robar para comer, pero entiendo que las personas eventualmente hacen lo que deben para sobrevivir. Cuando pienso en disturbios, pienso en lo inaudito. Culpo al poder por no escuchar, por no conceder nada sin una demanda. Pienso en las sufragistas y la agitación del movimiento, pienso en Stonewall y Detroit y Watts y Ferguson y todas las herramientas que utilizan las personas que no son escuchadas. También pienso en nuestra Constitución. En sus orígenes: nuestra Constitución dispone cuatro cosas: (1) establece nuestro sistema de gobierno; (2) establece derechos para los hombres; (3) establece derechos para los blancos; y (4) establece derechos de propiedad (derechos para propietarios). En su fundación, la Constitución se refiere a los derechos de propiedad, no a los derechos humanos. Claro, hemos tratado de enmendarlo para considerar un poco a las mujeres y a las personas que no son blancas e incluso a los derechos humanos, pero la tendencia es hacerlo a través de la lente del poder, de la ganancia y de la propiedad. Entonces, cuando un cheque se falsifica o un billete parece falso llamamos a la policía –las ganancias de una empresa están en riesgo–. Y, cuando a plena luz del día se asesina a un hombre negro a causa de esa llamada, esperamos que las marchas sean tranquilas. Y si la marcha roza el poder o las ganancias o la propiedad y se utiliza el spray de pimienta y las balas de goma, muchos estadounidenses permanecerán impasibles hasta que comience el incendio. Hemos sido entrenados para dar valor, por encima de cualquier cosa, a cuestiones blancas, masculinas y a la propiedad. El movimiento para el cambio necesita muchos tipos de trabajadores: personas que marchan, personas que gritan, personas que presionan, personas que apoyan, personas que litigan, personas que recaudan dinero, personas que donan, personas que se organizan y personas que explican cosas, entre otras. A veces, creo que los movimientos también necesitan personas que queman cosas. Odio que sea cierto, pero siempre culpo al poder por requerir esa demanda. Culpo al poder por su incapacidad para escuchar las apelaciones de quienes exigen derechos humanos, por entender solo los derechos de propiedad”.
A diferencia de lo que pueda proyectarse desde los medios de comunicación, las protestas se han vuelto pacíficas y la mayoría de los estadounidenses apoyan a los manifestantes
Al igual que Michael, no apoyo los saqueos. Sé que la gran mayoría de los manifestantes tampoco los apoyan. Sabemos que en Minnesota, otros elementos se infiltraron en las protestas y aumentaron la violencia y los incendios. Algunos vinieron de fuera del estado. Algunos son del estado pero no viven en las comunidades afectadas. En su mayor parte, los saqueadores aprovecharon una oportunidad. Pero si hablamos de saqueos, hablemos de los 25 multimillonarios que ganaron 250.000 millones de dólares en los últimos dos meses durante el cierre pandémico. Mientras muchas personas estadounidenses perdieron empleos y negocios, los muy ricos solo se hicieron más ricos. Sabemos que los multimillonarios obtienen todo tipo de exenciones impositivas, no pagan su parte justa de impuestos y no proporcionan salarios equitativos a sus empleados. ¿Quiénes son los verdaderos saqueadores?
Me parece fundamental entender el reclamo de la consigna “Defund the Police” (Dejemos de financiar a la policía) en su contexto ¿Podríais explicarnos qué tiene de particular el cuerpo de policía en este país y cómo se vincula esta particularidad al racismo sistémico?
Sherrie: Creo que es importante comprender que la policía en Estados Unidos hunde sus raíces en una cultura radicalmente racista. Es necesario recordar que el origen de este cuerpo social aparece con los patrulleros de esclavos que capturaban a esclavos negros que intentaban escapar de las plantaciones. También está en las primeras milicias organizadas que se utilizaron para evitar los levantamientos indígenas cuando estos trataron de recuperar las tierras que les habían sido robadas. Desde su propia fundación, la policía estadounidense ha practicado la dominación de los pueblos negros e indígenas. Esto explica, que todavía hoy, en 2020, las personas negras e indígenas sean asesinadas por la policía en un porcentaje significativamente más alto que en el caso de las personas blancas. Una persona estadounidense negra tiene 2,5% más probabilidades de ser asesinada por la policía que una persona blanca.
Esto que dices me recuerda a algo que acabo de ver en Los Angeles Times. De acuerdo con un informe que acaban de publicar, el 80% de las personas asesinadas por la policía en Los Ángeles en los últimos 20 años han sido personas afroamericanas y latinas.
David: Actualmente, la policía se ocupa de muchas cosas de las que no debería y se habla de quitarles fondos para destinar más recursos a servicios preventivos y sociales en las comunidades. Nunca se debería haber llamado a la policía por el delito de 20 dólares que George Floyd supuestamente cometió. No se llama a la policía cuando alguien comete delitos relativos a la clase privilegiada ¿verdad?
Si tuviéramos que hacer una lectura más amplia del problema ¿qué otros factores es importante considerar a la hora de analizar el racismo sistémico?
Sherrie: Desde los orígenes de este país, las personas que están en el poder han creado leyes injustas que perjudican a las comunidades vulnerables, en particular a las comunidades negras y de color. Lo puedes comprobar en todos los sectores de la vida –educación, justicia penal, vivienda, etc–. La mayoría de nosotras compartimos una experiencia de injusticia social sin saber muy bien cómo hemos llegado a este punto; por otro lado, mantenerse informado/a es una inversión de tiempo que muchas personas no se pueden permitir ¿Qué tiempo le queda a una persona empobrecida y precarizada que debe trabajar para mantener a flote su hogar y criar a sus hijos?
Culpo al poder por su incapacidad para escuchar las apelaciones de quienes exigen derechos humanos, por entender solo los derechos de propiedad
Para algunas personas estamos entrando en nuestra tercera era de reconstrucción. La primera era ocurrió justo después de la esclavitud. Mientras que a los colonos se les daba tierra para cultivar, a los afroamericanos recién liberados no se les dio absolutamente nada tras cientos de años de trabajo gratuito. Nos prometieron 40 hectáreas de tierra, pero el gobierno rompió esa promesa para apaciguar a los propietarios de plantaciones del sur. Fue un gesto para la reconciliación con el sur y quienes perdieron la guerra civil y su derecho a poseer personas negras. Eso significó que las personas estadounidenses negras tuvieron que volver a trabajar para los dueños de esclavos como aparceros. Las personas negras alquilaron suministros y tierras a los propietarios de las plantaciones, pero nunca se les pagó lo suficiente como para pagar a los propietarios. Su deuda con los terratenientes era perpetua, luego, esencialmente, todavía estaban esclavizados.
La segunda era de reconstrucción comenzó después del movimiento de los derechos civiles que acabó con la etapa segregacionista vinculada a las leyes de Jim Crow. Este movimiento por los derechos civiles les dio a las personas negras acceso a espacios que eran exclusivamente blancos. Sin embargo, para muchas personas este movimiento no logró la promoción de la justicia para los negros. Cien años después de finiquitarse la etapa de la esclavitud, las personas negras seguían sin recibir las 40 hectáreas y la mula que prometieron. De hecho, tras el periodo de la esclavitud, las personas negras poseían solo el 0,5% de la riqueza en Estados Unidos y en 2020 vivimos exactamente en la misma situación.
Tras el movimiento por los derechos civiles, hubo una desinversión en las comunidades negras, lo que significó que las oportunidades fueron todavía más limitadas para las personas negras y de color pobres. Solo seis años después de la firma del proyecto de ley de Derechos Civiles, el presidente Nixon declaró la “guerra contra las drogas”. Más tarde, la cocaína y el crack fueron canalizados hacia las comunidades negras y de color con el conocimiento de la CIA. Se sabe que la CIA proporcionó aviones para transportar drogas desde América Central a Estados Unidos. Millones de dólares de ganancias de drogas se canalizaron hacia rebeliones latinoamericanas y los rebeldes fueron liderados por la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. Esto provocó la epidemia del crack, que fue un momento brutal y devastador para las comunidades negras. Una vez más, otro ejemplo de destrucción de personas negras autorizada por el gobierno.
La epidemia del crack fue devastadora para las comunidades negras. Una vez más, otro ejemplo de destrucción de personas negras autorizada por el gobierno
Todo esto, por supuesto, aumentó la riqueza de las personas blancas a través del encarcelamiento de la mayoría de los negros durante la guerra contra las drogas. Por eso la abogada, investigadora y activista norteamericana Michelle Alexander llama a este período la “nueva etapa de Jim Crow”. Las personas encarceladas son mano de obra gratuita. Además, las prisiones se privatizaron, lo que significó que las corporaciones propietarias de las prisiones obtenían grandes ganancias con el aumento de esta mano de obra. Cuantas más personas fueran encarceladas, más dinero ganaría el dueño. Mientras tanto, la desinversión era casi la norma en las comunidades negras. Yo tenía diez años en 1980. Fue en ese momento cuando hubo, notablemente, menos servicios en mi comunidad.
Tras la intensidad de las protestas se continúa trabajando desde la base comunitaria para que sea posible una reforma institucional interviniendo los departamentos de policía ¿Qué opinión te merece esto Sherrie?
Yo crecí en las viviendas públicas de Brooklyn y, cada proyecto de vivienda, tuvo alguna vez su propia estación de policía. Hubo un momento en que la ciudad experimentó con un modelo de policía comunitaria en el que los oficiales de policía interactuaban con los niños. En realidad, nos alegraba verlos. Jugaban al fútbol con nosotros, nos llevaban de excursión en verano. Antes de 1980, recuerdo haber ido a museos y otras atracciones de Nueva York con nuestro propio “oficial-amigo” (frendly), que era un hombre afroamericano que había crecido en el vecindario. Sin embargo, cuando las viviendas públicas se convirtieron en campos de batalla para la guerra contra las drogas, la policía cambió drásticamente. Las estaciones de policía de nuestro vecindario cerraron y la guerra entró de lleno en mi vecindario y en los vecindarios negros de todo el país. Algunas personas dirán que la esclavitud terminó hace mucho tiempo y no pueden entender por qué tanta gente negra permanece en un estado de crisis. No entienden a qué nos referimos cuando usamos términos como “supremacía blanca”. Hoy todavía algunas personas asocian este concepto con hombres y capuchas blancas y aunque esta imagen me resulta aterradora, esos hombres con capuchas blancas no tienen el mismo poder que solían tener. Hoy por hoy las personas que más me asustan son los legisladores de ambos partidos políticos que han librado una guerra contra los negros. Esta guerra comenzó hace 400 años y todavía no ha terminado.
Pensando en lo que acabas de decir, ¿qué otras condiciones estructurales crees que deben darse para que el cambio exigido sea de hecho una realidad y desaparezca la discriminación racial?
Sherrie: Creo que el espíritu humano es resiliente pero solo hasta cierto punto; es difícil resistir si no se dan las condiciones adecuadas para que cualquiera pueda tener una vida justa y digna. Si se invirtiera en las comunidades negras, este mundo las vería prosperar; sin embargo, hay demasiados intereses en contra de asignar dólares de los contribuyentes para lo que algunos llaman “programas de derecho”. En realidad, la mayoría de nuestros programas sociales están diseñados para perpetuar la pobreza y no para ayudar a las personas a superar la pobreza; muchas personas estadounidenses no son conscientes del hecho de que es el propio país quien ha causado las condiciones en las que se encuentra la comunidad afroamericana en la actualidad. La reforma policial es absolutamente necesaria y tengo la esperanza de que se avecinan cambios; sin embargo, el sistema de vigilancia no es el único sistema que se necesita intervenir para que las personas estadounidenses negras sean sujetos de pleno derecho y depositarios de justicia.
Una persona estadounidense negra tiene 2,5% más probabilidades de ser asesinada por la policía que una persona blanca
Es necesario, más que nunca, que nos vinculemos para promover leyes justas e inversiones financieras en comunidades pobres. Yo sé que el cambio sistémico se puede lograr y que es responsabilidad de todas las personas. La conciencia es el primer paso, el segundo es votar y presionar a las personas funcionarias electas para que defiendan lo que es justo para cualquier persona, mejorando las condiciones de vida de las personas negras, las indígenas, las personas de color y la de las blancas empobrecidas. Poner fin a los mecanismos que reproducen empobrecimiento ayudará a la salud de todo el país.
A pesar de todo lo que me habéis relatado y de que, como leemos en el libro de Michelle Alexander, las situaciones de control correccional y libertad condicional para personas afroamericanas no ha hecho más que aumentar, ¿creéis posible el cambio sistémico y estructural?
Sherrie: Hay muchas razones para sentirse esperanzadas. Sabemos que Chauvin y los otros oficiales involucrados en el asesinato de Floyd fueron arrestados. Esto que puede parecerles lógico a muchas personas fuera de Estados Unidos nos sorprende a la gente de este país. Con el sistema actual es increíblemente difícil responsabilizar a agentes de policía por acciones criminales y esto se debe en gran parte a la presión de los sindicatos policiales y a su poder de intervención. Existe una cultura policial que funciona como un “muro azul de silencio” que debe cambiar, pero, como sabes, los cambios culturales y políticos son extremadamente difíciles de realizar dentro de la estructura actual. El Ayuntamiento de Minneapolis está trabajando para reformar el cuerpo de policía con la esperanza de crear un sistema diferente que vele por la seguridad pública. Por último, se baraja que el Ayuntamiento dedique una importante cuota de su presupuesto a la educación y programas que puedan enriquecer la vida de los residentes de las comunidades negras de la ciudad. Son pasos importantes en un corto periodo de tiempo pero la reforma estructural queda pendiente.
David: Yo pienso que el apoyo recibido, evidente por la asistencia masiva a las protestas todos los días durante más de una semana, particularmente por parte de la comunidad blanca, es un indicador muy positivo de la gran aceptación del problema de la violencia policial. Incluso el reciente apoyo a la frase “Black Lives Matter” no tiene precedentes. La gente está lista para actuar de manera evidente por los muchos cambios que ya han ocurrido. Hay algo sobre el asesinato / vídeo de George Floyd que provocó una reacción diferente a los asesinatos pasados. Este apoyo nos ha permitido, a mí y a otras muchas personas, hablar finalmente sobre temas de racismo en la esfera pública y en el trabajo de una manera en la que sentimos que nos escuchan. Por fin se habla de la reforma de la justicia penal y del racismo sistémico y, por fin, puedo hacer que mi organización tome medidas para lidiar con todo esto.
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Nota:
La expresión El pueblo habla hace referencia al proyecto The People Speak: American Voices, Some Famous, Some Little Known, un documental que recoge la lectura de una serie de textos escritos desde la Resistencia.
Lecturas y vídeos recomendados:
- Sherrie Fernández Williams. Soft (2014).
- Howard Zinn. A People's History of the United States (1980) Traducida al castellano por Toni Strubell bajo el título: La otra historia de los Estados Unidos (2011).
- Henry A. Giroux. La guerra del neoliberalismo contra la educación superior (2014). Traducción de Agustina Luengo.
- Michelle Alexander. The New Jim Crow: Mass Incarceration in the age of Colorblindness (2010).
- Victor E. Kappeler (Eastern Kentucky University). A Brief History of Slavery and the Origins of Policing.
- Meru El Muad'Dib. Slave Patrols: Law and Violence in Virginia in the Carolinas (2020).
- El libro de Michelle Alexander, The New Jim Crow (2020), resulta clave para pensar el sistema de Justicia Criminal, cómo éste se dirigió a las comunidades de color y cómo las corporaciones se beneficiaron financieramente del encarcelamiento de personas negras y de color. Para quienes prefieran escuchar a la autora hablar sobre su investigación pueden visitar este enlace.
- El riguroso documental en 4 partes Slavery And The Making Of America (2004), originado por PBS, explica la relación entre esclavitud y la creación de los Estados Unidos: https://www.youtube.com/watch?v=aAkepKdMiz0.
- Este vídeo hecho por Tulsa Public Schools explica la masacre de Tulsa.
- Para quienes quieran comprender los efectos a largo plazo de la discriminación de las comunidades afroamericanas en relación la vivienda se recomienda este enlace.
- El documental de libre acceso, Jim Crow of the North, creado por Twin Cities PBS y que se encuentra en el archivo TPP Originals, explica por qué Minnesota muestra las peores tasas de disparidad racial del país.
Minneapolis, la ciudad gemela de Saint Paul, lugar donde resido, ha sido el embrión de un alzamiento multirracial inédito por la confluencia de una diversidad de movimientos y comunidades bajo una misma consigna que evolucionó con rapidez. El “No puedo respirar” que pronunció Floyd antes de morir no tardó en...
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Palmar Álvarez-Blanco
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