Memoria: en primera persona
Cuando las españolas empezaban a viajar solas
El archivo de Ritama Troyano, depositado en la Biblioteca Nacional, contiene la crónica de 80 años fascinantes. Un tiempo de alegría, cultura y ansia de libertad, que acercó a España a Europa y que acabó en exilio, muerte y dictadura
Ritama Muñoz-Rojas 12/07/2020
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En junio de 1950, Bernardo Giner de los Ríos, que había sido ministro de Transporte y Comunicaciones de la República hasta el final de la Guerra Civil, escribía estas líneas desde su exilio en México:
“Queridísima Ritama
…Me cuentan, por encima, de todas las vicisitudes que tuviste que pasar cuando, con una decisión y valentía que solo sois capaces de tener las mujeres, te ocupaste de rescatar todas las cosas nuestras (que tantísimo te hemos agradecido) y todas las cosas de nuestro inolvidable Fernando [de los Ríos]. Quiero reiterarte las gracias y decirte que yo no olvido nunca ese gesto magnífico como el que tuviste conmigo yendo en aquellos últimos días míos en Madrid con Manola a verme al Ministerio. En unas memorias que estoy escribiendo desde hace once años, queda reseñada esta actitud tuya, aunque, como he tenido que hacer con muchos personajes que salen a relucir, ¡figuráis tú y Manola con otros nombres bien distintos!”.
Durante los últimos momentos de la guerra, mi abuela, Ritama no dudó en introducirse en las casas de sus familiares y amigos que habían huido de Madrid para rescatar lo que pudo
Durante los últimos momentos de la guerra, y poniendo en peligro su propia vida, mi abuela, Ritama Troyano de los Ríos (1905-2004), no dudó en introducirse en las casas que sus familiares habían tenido que abandonar para salir huyendo de Madrid. Con un carro, fue rescatando todo lo que pudo o lo que iba quedando de los saqueos, que ya habían comenzado, por ejemplo, en el domicilio particular de Fernando de los Ríos. Recorrió las viviendas de parientes o amigos cercanos, como la de la familia García Lorca. Muebles, libros, cuadros, vajillas, discos, cartas, fotos y todo tipo de objetos y enseres familiares quedaron a salvo y, con el tiempo, pudieron llegar a manos de sus legítimos dueños, cuyas vidas transcurrían a miles de kilómetros, en el exilio.
Este episodio ayuda a entender la importancia, el valor y la trascendencia que, desde muy joven, Ritama, o Tama para los más cercanos, supo ver en muchas de las cosas que pasaban por sus manos, sus ojos, por su vida. Y fue consciente de que era una responsabilidad guardarlas y conservarlas, aunque no precisamente para engordar el baúl de los recuerdos familiares; ella siempre iba más allá. Había sido testigo o participado directamente en muchos de los acontecimientos del primer tercio del siglo XX, y había conocido a sus protagonistas. Muchos de ellos frecuentaban la casa de su familia. Ritama Troyano era sobrina de Fernando de los Ríos, político socialista que fue ministro de Justicia y de Instrucción Pública en los gobiernos de la II República; nieta de Manuel Troyano, uno de los periodistas más respetados en la época de la Restauración, conocido por sus artículos en El Imparcial; sobrina lejana de Francisco Giner de los Ríos y también de Ríos Rosas y de Andrés Mellado. Federico García Lorca, Manuel Azaña, José Ortega y Gasset, Manuel de Falla o Francisco Giner de los Ríos, por citar algunos nombres, eran visitas frecuentes en el domicilio familiar.
Pocos años antes de morir, Ritama Troyano entregó a su nieta mayor una bolsa repleta de cartas, papeles, fotos, folletos, postales. Y me dijo: “Tienes que hacer algo con esto. Piénsalo bien, porque tiene mucho valor”. Aquella bolsa es ahora un archivo depositado en la Biblioteca Nacional de España, el primer archivo personal de una mujer depositado en esta institución.
“Un archivo como el de Ritama Troyano es una joya para los investigadores porque recoge una información de difícil rastreo en otro tipo de archivo”, señala Jorge de Hoyos, profesor de historia Contemporánea de la UNED. “Este archivo privado recoge abundante correspondencia, abundante información acerca de una familia relevante en la España de la Edad de Plata, y además con un largo recorrido. Es un archivo rico porque es de una familia ilustrada, cosmopolita, y nos permite ver distintos elementos de carácter cultural, político, ideológico y también sentimental”.
Por su parte, Manuel Aznar, catedrático de Literatura de la Universidad Autónoma de Barcelona, expone: “Archivos como este aportan una documentación que en muchos casos no se encuentra en otro lado. Son personas con sensibilidad cultural que aunque no hayan tenido un protagonismo destacado nos dejan materiales para reconstruir esa historia cultural española que no están en otro sitio”.
Más allá de la cantidad de elementos que lo integran y del valor que puedan tener, lo bonito es lo que cuenta este legado. Casi un siglo de historias familiares y de historia en el que cambió el mundo. El relato comienza en un baile celebrado en Manila, en febrero de 1873, ”en obsequio del Gran Duque Alejo de todas las Rusias”, al que asiste como invitado José de los Ríos Pinzón, por entonces gobernador en Filipinas. Y termina en un apartamento de Manhattan en el que hoy, que es 28 de abril de 1953, está a punto de fallecer Fernanda Urruti, viuda, desde 1883, de aquel gobernador de Filipinas, nacida en Ronda en 1858 y que, en 1939, a los 85 años, no dudó en cruzar el Atlántico para acompañar a su hijo Fernando en el exilio.
Más allá de la cantidad de elementos que lo integran y de su valor, lo bonito es lo que cuenta este legado. Casi un siglo de historias familiares, y de historia, en el que cambió el mundo
Entre medias ha estallado la Revolución Rusa (fue al hijo de aquel gobernador que asistió al baile con la familia imperial rusa al que Lenin le lanzó la famosa cita: “Libertad, ¿para qué?”), la primera Guerra Mundial, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial. En España, se ha pasado de la monarquía a la República y de la República a la dictadura, tras el golpe de Estado que ensangrentó a un país entero durante décadas.
En aquellos años, Federico García Lorca escribió algunos de los mejores versos que van a quedar en lengua española, mientras una generación de jóvenes, hombres y mujeres que ya hablan idiomas, se mueve por Europa para ampliar conocimientos. La educación va camino de ser universal y de calidad. La Institución Libre de Enseñanza está llena de mujeres que viajan solas por el extranjero, fuman, toman el sol en la playa y asisten a actividades culturales o políticas; sin grandes estridencias, han llegado a la universidad y van ocupando puestos de responsabilidad en muchos campos de la sociedad. Y entonces llegan los militares, la guerra, el exilio, la muerte, la oscuridad.
De todas esas cosas, y también de cómo se fueron cocinando, nos habla este archivo en el que se ve nacer a un país con el que muchos soñaron, y que a punto estuvo de llegar a ser una nación moderna, avanzada y europea, como le hubiera gustado a Francisco Giner de los Ríos, quien, en agosto de 1914, en plena Gran Guerra europea, escribía a la madre de Ritama Troyano la carta de la que se extrae este último párrafo:
“…que Rafael se reúna cuanto antes con vosotros para reponerse de estos crueles días y que los chicos ganen alegría y robustez para el invierno. Ellos son el porvenir. Miremos hacia adelante por encima de estas horribles sombras de barbarie de los pueblos que se llaman cultos”.
Bastante antes de escribir estas líneas, Francisco Giner se había rodeado de un grupo de jóvenes a los que había escogido para enviarlos a Europa a que vieran, estudiaran y volvieran con lo mejor de lo que allí se hacía. Aquella generación de jóvenes, la del 14, será la encargada de impulsar el proyecto institucionista para renovar España a través de la educación, la ciencia y la cultura; fue también la que empujó la llegada de la Segunda República. Sus reflexiones, experiencias, logros y penurias, cuando todavía eran jóvenes descubriendo Europa para transformar España, tienen voz en este archivo.
Así se expresaba en 1907 un todavía joven Fernando de los Ríos que recorría varios países de Europa:
Desde Bruselas:
“...Mi impresión general es que lo soñado va aún más deprisa de lo que yo pensaba; en vez de desilusión al ver Europa, lo que me ocurre es que se me abren nuevos horizontes. El sábado por la mañana saldré de aquí y por la tarde estaré en Londres.”.
“ …He visto cuestiones sociales y pedagógicas que no existen en París. Guardaré recuerdo hondo de la visita a esta donde he hecho muchas y muy buenas amistades […] Estoy muy contento porque salgo de aquí con el pensamiento de cosas que están ahora cambiando el mundo”.
Desde París:
“… Tengo ya la autorización para visitar escuelas. En España no se sabe lo que es la Institución [Libre de Enseñanza]; en París no hay nada que se pueda, ni con mucho, igualársele”.
Desde Londres:
“…Todas las puertas están abiertas para el que quiere trabajar. Yo me presento en muchos sitios sin introducción alguna y salgo cautivado por el modo en que se ofrecen a dar cuantos datos pueda uno apetecer…”.
En 1909, Fernando de los Ríos está en Alemania. Esta vez escribe a su hermano José para desahogarse por la dureza de algunos momentos.
En agosto:
“...Esto es desagradabilísimo para el viaje, y lo que en Jena hube de dar consumieron mi pensión miserable. …”.
En septiembre:
“Al igual que en Greifswald me hallo absolutamente solo en la pensión y esto no me hace mucha gracia porque es ya excesiva la soledad. Cuéstame la pensión 4 marcos diarios; es caro pero no hay otra…”.
En la primera década del siglo XX por Europa circulan jóvenes españoles, en comunicación entre ellos y tomando nota sobre qué hay que hacer para que un país avance
Estamos en la primera década del siglo XX. Por Europa circulan jóvenes españoles, permanentemente en comunicación entre ellos y tomando nota sobre qué hay que hacer para que un país avance. Muy pocos años después, estos nombres que aparecen en las postales de este archivo figuran asumiendo responsabilidades importantes en el Gobierno o en instituciones culturales o civiles de peso. Y luego, solamente un poco más tarde, les vamos a encontrar en la cárcel o en el exilio, si no muertos.
En 1907, Alberto Jiménez Fraud (que va a ser el director de la Residencia de Estudiantes) escribe desde París a Fernando de los Ríos:
“… Quisiera que me confirmaras haber recibido los libros del Museo Pedagógico. Más el Loisy. ¿Has hecho esta traducción? No sabes lo que siento que por culpa mía no la hayamos hecho juntos y retrasar en la entrega. Pasado mañana, lunes, salgo para Londres. Escríbeme pues a esta dirección (...) Es la de un boarding home que me ha recomendado mucho un muchacho de Málaga que ha vivido allí un año. Además es económica y no hay españoles ni americanos. Una vez allí, y con más tranquilidad, te escribiré bien largo…”.
Esta vez, 1909, Jiménez Fraud escribe desde Roma a Fernando de los Ríos, en Alemania:
“… Esta postal es solo de negocios. Me dicen desde Málaga que te pida un artículo de 20 a 25 cuartillas para el 2º número de la revista Gibralfaro, una revista cuyo primer número debes haber recibido. El artículo tendrías que enviarlo inmediatamente a Joaquín Álvarez Pastor… Se te abonarán 40 ptas. Dime a qué precio sostendrías una correspondencia mensual teniendo en cuenta que la revista es pobre…”.
Ahora son Bernardo Giner y Cipriano Rivas Cherif, que comparten estancia en la Universidad de Bolonia, los que escriben. Estamos en 1912:
“.. Hoy solo quiero deciros que estoy muy contento y que esto es un encanto. El Colegio, hermosísimo. La población, llena de caras interesantes e importantísimas para mis cosas. Estoy en plenos arreglos de mis estudios para lo que ya presenté mis papeles y sin tiempo. Dejo un sitio para Rivas…”.
Hemos llegado a 1920. Pablo de Azcárate se dirige desde Canterbury a Fernando de los Ríos, “Diputado en Cortes”, como pone en la postal. Aquellos primeros erasmus españoles ya han llegado a las instituciones más altas del Estado.
“Pasado mañana nos instalaremos en Londres…”.
Ritama asiste a los actos culturales de la Residencia de Estudiantes, exposiciones, conferencias y conciertos. Y va guardando los programas, incluso las reseñas de la prensa
Llega la dictadura de Primo de Rivera. Federico García Lorca convive en la Residencia de Estudiantes con Buñuel, Dalí, Alberti y ha escrito el Romancero Gitano. Ortega y Gasset, que ha ido publicando en El Sol bajo la forma de Folletones dos obras importantes –La España invertebrada y La rebelión de las masas–, ha fundado la Revista de Occidente. Hay revueltas en la Universidad en contra de la dictadura. Muchos catedráticos renuncian a su plaza, entre ellos Fernando de los Ríos y Ortega, quien decide continuar el curso dando diez conferencias bajo el título ¿Qué es Filosofía? en el cine Rex de Madrid. El público desborda la sala y los cursos continúan en el teatro Infanta Isabel. En El Sol se van recogiendo las crónicas de cada una de estas conferencias, que Ritama recorta y guarda junto a los Folletones y otras publicaciones ahora míticas o históricas.
Y también va recogiendo de la sección Versos Inéditos de El Sol poemas inéditos de jóvenes escritores, que se iban estrenando: Gerardo Diego, Ernestina de Champourcin, Feliciano Roldán, Francisco Vigil, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cernuda…
Ritama también asiste a los actos culturales de la Residencia de Estudiantes, exposiciones, conferencias y conciertos. Y va guardando los programas, incluso las reseñas de esos actos que se publican en la prensa. Por ejemplo, el de la mítica conferencia sobre el descubrimiento de la tumba de Tut-Ankh-Amen, en la Residencia de Estudiantes, 1924; es de las pocas personas (si no la única) que va a conservar el catálogo de la I Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, en cuyo programa ya están Benjamín Palencia, Francisco Bores o Alberto; o el valioso programa del concierto del Quinteto de Madrid, ilustrado por Salvador Dalí, entre cuyos músicos están Joaquín Turina y Conrado del Campo (1925).
Excursiones y viajes: Lorca y La Gioconda
Ritama sale de excursión a la sierra de Guadarrama, en Madrid, con su grupo de amigos y amigas del Instituto Escuela, o a esquiar, lo que en esos años suponía subir la montaña con los pesados esquís de entonces al hombro, para luego bajar deslizándose sobre las tablas; el grupo de amigos sale de escapada a Toledo, a Granada, a El Escorial, a Almería. Aunque no lo sepan, están inventado el turismo interior. Les gusta pasear y disfrutar de pueblos, de la artesanía y de lo que ahora llamamos patrimonio cultural. Hacen deporte. Practican los valores que trata de inculcar un movimiento educativo casi revolucionario para la época, pero que con el tiempo se ha logrado imponer: la coeducación, el deporte, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, el diálogo, la tolerancia, el respeto y el fomento de la cultura, del patrimonio, del arte; el valor de la amistad y la mentalidad cosmopolita. Sobre eso se apoyaba el nuevo país que se está construyendo.
Mujeres viajeras
Mil novecientos veintinueve es un año mágico para Ritama Troyano. Ha conseguido que en casa le dejen viajar a Inglaterra, donde va a pasar un año en la Lucton School, dando clase de español a jóvenes ingleses. Sale de Madrid en tren acompañada de su tío Fernando de los Ríos y de Federico García Lora, poeta ya consagrado y muy unido a la familia. Los tres hacen escala de un día en París. Ritama le contó a su nieta varias anécdotas de aquel viaje. La visita al Louvre. Federico le dijo a Ritama: “Vamos a pasar por delante de la Gioconda sin mirarla. ¡Es una burguesa! ¡No la mires!”. Y los dos pasaron por delante del cuadro más famoso del mundo mirando para otro lado y muertos de risa, ante el estupor del tío de Ritama.
Fernando de los Ríos y Federico García Lorca siguieron viaje rumbo a Nueva York, donde se queda Federico una temporada y creará Poeta en Nueva York. Es en estos años cuando el archivo muestra una de sus partes más bonitas y especiales. La primera generación de mujeres españolas viajando solas por Europa. Emociona contemplar, en las postales que se mandan, en las fotografías que se hicieron y que conserva el archivo, la alegría, el entusiasmo, las ganas de vivir y de disfrutar de esta generación de mujeres modernas y avanzadas que estaban rompiendo moldes.
“Sin duda una de las grandes aportaciones de este archivo es poder adentrarnos en ese ambiente de mujeres que forman parte de la élite y también son adelantadas a su tiempo, hay una gran carga de modernidad en sus planteamientos, que les permite un acceso a la cultura y al ambiente cosmopolita internacional”, expone el profesor Jorge de Hoyos, quien ha sido coordinador académico de la conmemoración del 80 aniversario del exilio republicano. “Son las más avanzadas dentro de un colectivo que en esos momentos tenía muchos elementos sobre los que avanzar. Es muy interesante conocer esa atmósfera, que se refleja no solo en las cartas, sino también en las fotografías y en los demás materiales”.
Ritama, que está en Inglaterra, recibe las postales de sus amigas desperdigadas por Europa. Como esta que le envían Alma Tapia y Elena Cruz, compañeras de clase del Instituto Escuela, desde París. Es el año 1929.
“Querida Ritama: ya te habrás enterado de que nos hemos casado con dos vagabundos y nos hemos venido a vivir a París, donde el ambiente bohemio nos ha cogido con sus exóticos tentáculos. Esto está siendo muy comentado por la prensa parisina. Hasta nunca, estamos perdidas. Mándanos algo de comer”.
También recibe postales de amigas que llegan desde Londres, Roma o Suiza. El grupo de amigas del Instituto Escuela se junta en Inglaterra. De este encuentro han quedado unas maravillosas fotos del día pasado en Cambridge y Oxford. Siempre riéndose. Seguirá recibiendo cartas y postales a lo largo de los años de amigas que residen en Europa, a veces escritas en inglés. También de amigos.
“Está salido tu uncle de la prisión? Hemos olvidado casi todo el español”. La que bromea es Ángeles Gasset, desde Oxford, el 31 de marzo de 1931, haciendo alusión al encarcelamiento de Fernando de los Ríos junto a Manuel Azaña y a Alcalá Zamora, tras la firma del pacto de San Sebastián. En dos semanas, España será republicana.
El encarcelamiento de Fernando de los Ríos motiva una de tantas cartas del archivo ante las que es imposible no emocionarse; en este caso, la que escribe una madre [Fernanda Urruti] a su hijo en prisión:
“¡Hijo de mi alma! Un fuerte abrazo por entrada de año y Dios quiera que este 31 sea de paz y sosiego. Bien está lo hecho y, desde luego que, creyendo tú un deber tu presentación, éste hay que cumplirlo. Ahora, te digo hijo de mi alma, que mires mucho, mucho, cuál es tu deber y que no olvides en ningún momento que no sólo eres ciudadano, sino que tienes a tu hija, a tu mujer y a tu madre. No equivoques, hijo mío, tu camino; éste puede ser hermoso porque Dios te ha dado condiciones que tú has sabido cultivar, y que te colocan y obligan a no dejar de aprovecharlas. Por sentimientos, por temperamento, por todo te corresponde representar el orden, el equilibrio y la justicia. Deja a otros de distintos temperamentos el empujón y la violencia. Que Dios te ilumine, hijo de mi alma, como se lo pido sin cesar, teniendo fe completa en que sea en lo poco que viva, sea desde la otra vida, me oirá y tú no te harás sordo. ¡Cuánto tengo que contenerme en no ir a verte! Pero no quiero complicar. Desde aquí te envío mil besos y abrazos con el cariño inmenso que te tiene tu Madre”.
El proyecto institucionista ha dado sus frutos: la Segunda República. La generación del 98 lo había ideado y preparado (Giner de los Ríos y sus colaboradores); la generación del 14 lo puso en marcha y lo ejecutó (Fernando de los Ríos, Ortega y Gasset, Besteiro, Castillejo…), y el resultado fue la generación del 27, la de la República, la de Ritama. Las Misiones Pedagógicas, La Barraca expanden el arte y la cultura entre personas y pueblos a los que nunca había llegado. Bodas de Sangre y Yerma, de Lorca, revolucionan el teatro. Se inaugura la facultad de Letras, una de las mejores instituciones de la historia de España, que en 1933 organiza el ya legendario Crucero por el Mediterráneo.
Sobresalen los poetas de la Generación del 27. En 1919, Falla y Picasso colaboran en el Sombrero de tres picos; en 1922, Lorca y Falla convocan el Concurso de Cante Jondo en 1922; en 1933, se celebra la primera Feria del Libro. Estamos en la culminación de la Edad de Plata, mientras el gobierno de Azaña trata de enderezar la reforma agraria, controlar a los militares y el problema religioso. Ritama Troyano va guardando fotografías, folletos, programas, recortes de prensa, discursos o entrevistas sobre todo ello. A lo lejos, o no tan lejos, comienza a sonar el ruido de sables de militares rabiosos contra la democracia. Pero no hay hueco para ellos en este archivo.
A lo lejos, o no tan lejos, comienza a sonar el ruido de sables de militares rabiosos contra la democracia. Pero no hay hueco para ellos en este archivo
El 10 de agosto de 1936, Ritama, que veranea en San Sebastián, recibe una carta de su abuela Fernanda Urruti, en Madrid.
“…Aquí estamos como si nada pasara a unos cuantos kilómetros, es decir, en Madrid. Cines, casinos, paseos, todo dicen está animado, y de comestibles tampoco podemos quejarnos aunque menos abundantes. Todas las obras en marcha, y sólo por las noches, éstas en que mandaron apagar las luces, es cuando han sonado disparos. Nosotros, todos buenos y todos preocupados con los ausentes…”
Siguen llegando cartas. Ahora desde Francia. El 30 de agosto de 1938, Ritama recibe la de su prima Laura, hija de Fernando de los Ríos, en Vernet:
“Qué pena tan enorme no haberte visto, no haber podido estar contigo, hablar, ver a tus niñines ¿Cuándo será ese día? Ahora, con la pena enorme de irme, de dejar a Abuela otra vez [….]. Tama, escríbeme mucho; yo lo haré más frecuentemente. El día 7 embarco en el Normandie y si vieras, Tamilla, con qué poquísimas ganas!! Cuánto habría que hablar de todo!! A Carlos, muchas cosas de cariño; a mis niñines, miles de besos de esta tita tan de lejos; para ti, todo el cariño inmenso de Lauri”.
El 6 de marzo de 1939, recibe ésta de su abuela Fernanda Urruti, que está en Perpiñán; tiene 85 años y escribe en clave para sortear la censura:
“Mis niñas de mi alma:
Me voy, hijas mías, con el propósito de volver cuando mejoren de salud los pequeñines. Esto les sienta mal y no podría estar tranquila quedándome. Va tío José, pero a los tres quiero acompañar, y espero que Dios querrá pueda volverme pronto para no separarme de vosotros […].
Os quiero tantísimo. Hay que pensar que antes de nacer vosotras, ya estaba esta servidora en la casa, y que creo que una madre no os querrá más que lo que yo os quiero. […]
Y nada más. ¿Qué podría expresar lo que siento? Nada y menos yo. A mis niños, todos, mil besos. Dios ayuda al que en él confía, y yo estoy por completo confiada a Él. Así que espero oirá mis afanes y quién sabe si muy pronto os abrazaré. Minuto por minuto os tendré presente. Ya procuraré cuando pueda deciros las señas. Sois mis cariños más grandes, y en estos momentos no sé qué deciros. Hasta pronto si Dios quiere”.
A partir de entonces van a pasar años, décadas de cartas llegando desde Nueva York. También telegramas anunciando bodas, nacimientos y muertes. Las casi 700 cartas que contiene este archivo enviadas desde el exilio consiguieron mantener unida a una familia a pesar del océano que había por medio.
Hemos llegado al final, es 28 de abril de 1953. Laura de los Ríos, prima de Ritama, escribe pocos días después a su familia en Madrid desde aquel apartamento de Manhattan del que se habló al principio.
“Queridísimos e inolvidables todos,
Estoy queriendo escribiros y no me sale, no sé cómo decir todo lo que esta nueva pérdida significa para mí y lo que han sido las últimas semanas de nuestra Abue queridísima. Ha significado siempre tantísimo en nuestras vidas, en nuestra niñez, para nuestros padres y en todo nuestro pasado que es además de perderla a ella, perder todo lo que a ella iba tan unido y arrancar raíces que lleva uno muy hondas. Una vez más, esta desesperación de la distancia, de no estar juntos todos como estamos en verdad y alrededor de ella…
Pero no quiero, queridísimas Nanda y Tama, entristeceros más; hemos estado pensando en vosotras constantemente y las primeras flores, unas lilas preciosas que Paco le trajo, se las coloqué pensando en vosotras. Creo que se ha hecho todo como a ella le hubiese gustado.
Todo se me vuelve estos días a la memoria: Jorge Juan con ella y tía Concha, La Losa, Oteruelo, Diego de León, mi viaje a verla al sur de Francia, mi boda con las dos abuelas, mi padre, Papá Federico, raíces también que se nos van quedando en esta tierra extraña.
…Y vosotros, todos, ¡qué lejos estando tan cerca! Aunque sólo fuera por este cariño tan grande que la Abuela ha sabido inculcar en todos y esta intimidad que se ahonda con las penas y la distancia, tendríamos para estar bendiciendo siempre su memoria y su ejemplo. Con el alma os abraza a todos vuestra, Lauri”.
Aquí acaba la historia de un archivo que tenemos gracias a mujeres que no pasaron a la historia, pero cuya labor, silenciosa, generosa y anónima, ha empujado muchas cosas. Estoy segura de que debe de haber archivos valiosos en muchas casas. Aunque sus propietarios no sepan que tienen delante un archivo y que además tiene valor.
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P.D.: Puede que estemos viviendo ahora el sueño de aquella buena gente que quiso que España fuera un país mejor, moderno y avanzado. Que no nos lo robe nadie.
En junio de 1950, Bernardo Giner de los Ríos, que había sido ministro de Transporte y Comunicaciones de la República hasta el final de la Guerra Civil, escribía estas líneas desde su exilio en México:
“Queridísima Ritama
…Me cuentan, por encima, de todas las vicisitudes que tuviste que pasar...
Autor >
Ritama Muñoz-Rojas
Periodista y licenciada en Derecho. Autora de 'Poco a poco os hablaré de todo. Historia del exilio en Nueva York de la familia De los Ríos Giner, Urruti'.
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