LA TIERRA DE LOS 10.000 SPOILERS (V)
‘Derry girls’. Entre el IRA y la Superpop
¿Se puede hacer humor sobre uno de los conflictos armados más duraderos del siglo XX? Se puede, y además, se debe cuando se hace con mirada femenina
Mar Calpena 29/08/2020
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A principios de los noventa, el clima de enfrentamiento entre católicos y protestantes que se vivía en Londonderry parecía haberse rebajado algo desde el inicio de las troubles entre católicos y protestantes de los años setenta, si bien los atentados y los muertos continuarían aún largo tiempo (de hecho, hace poco más de un año la periodista Lyra McKee murió tiroteada durante unos disturbios). El despliegue militar convivía con, por ejemplo, conciertos de Take that. Un curioso entorno en el que ser adolescente –aunque quizás no tanto si pensamos que en España el Sunday, bloody Sunday de U2 era el hit de las discotecas de tarde–. El entorno, en fin, en el que se crió la dramaturga Lisa McGee, la creadora de Derry girls que ha sido el mayor éxito de audiencia de la historia de la televisión norirlandesa –se estima que cada uno de sus capítulos tenía, agárrense, un 64% de cuota de pantalla–. ¿Qué tiene pues esta sitcom sobre un grupo de amigas de 15 años para haber conquistado a tanta gente, tocando un tema tan espinoso? Pues son muchos los elementos que confluyen, pero en primer lugar, un reparto simplemente glorioso. Derry Girls no tendría la mitad de gracia en manos de actrices menos capaces de ponerse en la piel de niñatas en plena pubertad con una verosimilitud increíble. Si se quieren llevar una buena sorpresa, googleen ustedes sus edades, porque ni su gestualidad ni su físico delatan que algunas tienen bastante más que los 15 años que se les atribuyen en la serie. McGee conoce bien los materiales que trabaja, y su mirada sobre la adolescente que ella misma fue es afectuosa, aunque no sentimental, y no duda en utilizar lo vivido por ella misma entonces –ha confesado que le mandó una carta a Chelsea Clinton para invitarla a visitarla– a fin de mirar hacia atrás sin ira, que no IRA.
Sus personajes, además, están muy bien dibujados. La protagonista –aunque se trata de una obra coral– es Erin (Saoirse-Monica Jackson), una intensita estudiante católica, que vive en una casa de clase trabajadora atestada por sus padres, su tía, su irascible abuelo y su prima Orla (Louisa Harland), de su misma edad y, por decirlo suavemente, no precisamente la más lista del barrio. Erin, trasunto de la propia McGee, escribe un diario, es idealista, pero a ratos resulta pava y egoísta, a pesar de que ella misma no se lo imagina. En sus peripecias la acompañan Michelle (Jamie Lee O’Donnell), la clásica amiga echá p’alante, que bebe y dice cosas tan escandalosas como que “los protestantes están más buenos”; el primo de ésta, James (Dylan McGuire), que tiene la desgracia de ser no solo el chico, sino también el único británico del grupo –en una subversión genial del clásico cliché sexista de la pitufina– y mi favorita, la siempre ansiosa y aplicada Clare (Nicola Coughlan). Junto a ellas, un montón de personajes secundarios inolvidables. Sobre todo mujeres, porque aunque no se nos dice explícitamente en ningún momento, este Ulster agitado lo mantiene económica y socialmente el esfuerzo de mujeres fuertes, aunque McGee tiene bastante que decir sobre la religión y, en particular, sobre las monjas autoritarias. Estas alcanzan su cima en esa antagonista más terrorífica que Terminator, la hermana Michael (interpretada por Siobhan McSweeney), de la que los fans de la serie han pedido ya en Twitter que se le dedique un spin off. De momento, Derry Girls cuenta con dos temporadas, y su creadora ya ha dicho que no irá más allá de los Acuerdos de Pascua, porque no le interesa la vida adulta de las protagonistas. Disfrutemos, pues, mientras llega el final de las dos temporadas ya rodadas y de la tercera temporada prometida, porque sus escasos veinticinco minutos por capítulo dan para una densidad de risas inusitadamente alta.
Otro aspecto importante de la serie es que ésta camina muy bien sobre la finísima línea entre costumbrismo y romantización de un pasado trágico, y es capaz, en los momentos más insospechados, de recordarnos que el conflicto se llevó por delante la vida de casi 3.600 personas. Recoge lo difícil del tema y consigue llevarlo hacia la realidad cotidiana, quizás porque bebe de esa tradición tan irlandesa de narrar las cosas más terribles con humor –véase, por ejemplo, Las cenizas de Ángela– y un secuestro se convierte en una historia con mil derivadas o un encuentro para fomentar el entendimiento entre chavales protestantes y católicos no consigue ‘exactamente’ los resultados esperados. Porque si en otro artículo decíamos, hablando sobre The Americans, que la historia estaba al servicio de la historia, en Derry Girls se nos recuerda algo parecido, aunque no exactamente igual: que incluso viviendo en las situaciones históricas más inusuales hay algo que decir en favor de ese concepto tan denostado como es la “normalidad”. La pandi de las Derry Girls busca justamente eso, ser normales en la época quizás más anormal de la vida de una persona. Si hubieran nacido en España, estas chicas leerían la Superpop, mirarían Sensación de vivir y en esa época se les advertiría sobre las niñas de Alcásser. Ellas han nacido en Derry, pero su vergüenza ajena, sus ganas de encajar y sus líos absolutamente evitables son universales. Y merecen ser tratadas con el inusual cariño y lucidez que les dedica Lisa McKee.
A principios de los noventa, el clima de enfrentamiento entre católicos y protestantes que se vivía en Londonderry parecía haberse rebajado algo desde el inicio de las troubles entre católicos y protestantes de los años setenta, si bien los atentados y los muertos continuarían aún largo tiempo (de hecho,...
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Mar Calpena
Mar Calpena (Barcelona, 1973) es periodista, pero ha sido también traductora, escritora fantasma, editora de tebeos, quiromasajista y profesora de coctelería, lo cual se explica por la dispersión de sus intereses y por la precariedad del mercado laboral. CTXT.es y CTXT.cat son su campamento base, aunque es posible encontrarla en radios, teles y prensa hablando de gastronomía y/o política, aunque raramente al mismo tiempo.
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