En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Cuando parece que el incendio Trump comienza, por fin, a estar controlado –que no apagado, para eso aún pasarán años, y todavía tendrá que quemar algo más de tierra antes de que ceda el poder– imagino a Melania Trump, de civil Melanija Knauss, supervisando a un ejercito de oompa loompas mientras empaquetan sus tacones en baúles de Louis Vuitton con la delicadeza de un restaurador de jarrones Ming. Me pregunto qué le debe estar diciendo Melania a Melanija, esa de la que apenas sabemos nada excepto que llegó del Este para ser modeluqui en Nueva York, y acabó durmiendo en el dormitorio más poderoso el mundo.
La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí
La cultura pop la querría libre ahora: un divorcio que la resarciera de todas las humillaciones a las que la ha sometido su marido, la princesa-madre prisionera en una jaula de oro, que por fin puede volar libre y vivir su propia vida. “Free Melania”, dicen quienes quieren creer que Melania es una víctima más del sistema, atrapada por sus malas elecciones sentimentales y, quizás, por no haber tenido más opciones vitales que las que tirar de su físico para conseguir salir de un pueblecito de Europa Central. Otra narrativa popular en torno a Melania Trump, incompatible con esta pero igualmente ridícula, es que Melania es una mujer empoderada y admirable, que ha vencido al sistema haciéndole trampas desde dentro. Es la escuela que llama “icono feminista” a cualquier ex de un torero o antigua amiga de un rey porque se ha enriquecido gracias al único mérito de haberse arrimado a alguien con poder. Que quizás ha pagado un precio, pero que eh, se lo ha ganado. Pues no, amigas. Explotación es que otras vivan peor para que tú vivas mejor, y hoy las mujeres en Estados Unidos viven peor gracias a Melania Trump.
Que Melania no haya sido feliz como esposa-florero o que sea una de las voces que ha aconsejado a Trump que admita que ha perdido no la redimen en su papel de cómplice
Les pido perdón si mi juicio les suena duro. He conocido miniMelanias que, divorciadas, renegaban de quienes fueron y de haber empoderado a quien era el compañero de sus vidas. Quizás con ella pase lo mismo algún día, pero de momento su trayectoria pasada no apunta en esa dirección. La sororidad, se supone, nos tiene que rescatar a todas del patriarcado, pero cuidado con pasarnos de empatía con las Melanias del universo porque entonces terminamos en el síndrome de Estocolmo y le acabamos riendo las gracias a Hitler. Es una técnica clásica del machismo hacernos creer que las mujeres somos nuestras propias enemigas, o ahondar en las divisiones entre nosotras o en el feminismo, para “demostrar” que somos irracionales, envidiosas y volubles. O exigirnos pruebas de pureza moral, como si no pudiéramos nunca en la vida contradecirnos, ser incoherentes o vernos obligadas a tomar decisiones de moral dudosa. Pero seamos algo más exigentes con nuestros análisis: no es lo mismo ponerle ojitos de perro pachón al conductor del autobús que está a punto de arrancar para que te abra la puerta y poder llegar así a tiempo a tu curro precario que acostarte cada noche con alguien cuyo modelo de relación con las mujeres es, en sus propias palabras, agarrarlas por el coño. Llegar en patera de un país en guerra que tirar de las influencias de un marido podrido de pasta para que te den la nacionalidad sin hacer más preguntas. O ser alguien que dice hacer campaña antibullying y luego ponerte una chaqueta con la inscripción “I really don’t care” para ir a ver a los niños que tu marido ha separado de sus padres. Prefiero reservar mis lágrimas para sus conciudadanas.
Que Melania no haya sido feliz como esposa-florero, que se haya visto eclipsada como mujer en la vida de Trump por detrás de su hija Ivanka (en este caso, nacida del privilegio y criada en el mariaantonietismo) o que sea la casi ex primera dama, al parecer, una de las pocas voces que ha aconsejado al mandatario naranjito que admita que ha perdido las elecciones porque está haciendo el ridículo no la redimen en su papel de cómplice y legitimadora. Melania no es una víctima, y, desde luego, no ha sido siquiera una colaboradora necesaria, así que su mal resulta banal y vulgar como pocos: otra hubiera ocupado su papel, de no existir, y hubiera contribuido en su lugar a reforzar la idea de que el mayor mérito al que puede aspirar una mujer es ser deseable. No hay que llorar por ella, porque entendió mejor que tú y que yo que lo personal es lo político y ahora le toca comer, como decía con tono irónico cierto vecino de mis padres, miembro en desgracia de una familia de oligarcas centroamericanos, las amargas ostras del exilio. Free Melania? Free from Melania!
Ojalá no existiera un sistema de opresión tan bien articulado como para que aquella niña Melanija creyera que la única forma de progresar en la vida era desmentir a Audre Lorde y su frase de que “las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”. Lo ingenuo puede haber sido pensar que Melanija quiso desmontarla, cuando Melania no ha hecho sino reforzar sus paredes.
La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí
Cuando parece que el incendio Trump comienza, por fin, a estar controlado –que no apagado, para eso aún pasarán años, y todavía tendrá que quemar algo más de tierra antes de que ceda el poder– imagino a Melania Trump, de civil Melanija Knauss, supervisando a un ejercito de oompa loompas mientras...
Autora >
Mar Calpena
Mar Calpena (Barcelona, 1973) es periodista, pero ha sido también traductora, escritora fantasma, editora de tebeos, quiromasajista y profesora de coctelería, lo cual se explica por la dispersión de sus intereses y por la precariedad del mercado laboral. CTXT.es y CTXT.cat son su campamento base, aunque es posible encontrarla en radios, teles y prensa hablando de gastronomía y/o política, aunque raramente al mismo tiempo.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí