1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

autorías colectivas

Évole en la Isla Mínima

A propósito de ‘Por el río abajo’ (1966) de Alfonso Grosso y Armando López Salinas

David Manjón 4/12/2020

<p>Alfonso Grosso y Armando López Salinas.</p>

Alfonso Grosso y Armando López Salinas.

Ediciones Albia

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

La recuperación a cargo del editor Andreu Jaume del manuscrito inédito de Juan Marsé Viaje al sur (Andalucía, perdido amor), de 1962, en el archivo del Instituto de Historia Social de Ámsterdam y su reciente publicación por Lumen, con las fotografías originales de Albert Ripoll Guspi, quien acompañó a Marsé en este viaje por Sevilla, Cádiz y Málaga, vuelven oportuno detenerse en otro libro de viaje por la Baja Andalucía de aquellos mismos años. No por ya publicado en España (Albia Literaria, 1977), Por el río abajo de Alfonso Grosso y Armando López Salinas es un título menos extraviado de lo que lo estaba el de Marsé. Si éste fue un encargo de José Martínez, el editor de la antifranquista Ruedo Ibérico, con sede en París, la primera versión de Por el río abajo, escrita en agosto de 1960, fue prohibida en España y no sería publicada hasta 1966 (año de publicación, por cierto, de Últimas tardes con Teresa) por la también parisina Librairie du Globe en su colección Ebro.

Como señala la profesora Lucía Montejo Gurruchaga, Por el río abajo había de ser publicado en la colección Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral. Sin embargo, el correspondiente censor del Ministerio de Información y Turismo denegó el permiso de edición del manuscrito con los siguientes argumentos, en un primer informe que sería recurrido por Carlos Barral: “La obra describe, sobre un fondo de resentimiento social, una Andalucía de pesadilla, donde ‘enjambres de moscas se comen los cuerpos desnudos de los niños’, donde para cobrar subsidio es necesario tener padrino, donde los latifundistas (cita abundantes nombres) y sus capataces se regalan a costa del sudor y hambre de los braceros. No falta alusión al Ejército, al trato de las Colonias Penitenciarias, al Régimen, etc. De léxico repetidamente soez. no autorizable”. Los censores, por cierto, en un informe posterior en el que insistían con similar prosa rancia en la “desconsideración latente” de este texto hacia la autoridad, elevaron sus reproches a la poesía y a los –para ellos– nítidos límites de su verdad: “De ahí la parcialidad, la recóndita intención de los autores Grosso y López Salinas, que abren su relato con unas estrofas de Miguel Hernández. Estrofas, en falsía, por otra parte, ya que España no es solamente de gañanes, pobres y braceros, como el verso afirma. Estimamos, en consecuencia, que esta obra no debe autorizarse”. Se referían, por supuesto, al extracto de Viento del pueblo (1937) con el que Grosso y López Salinas dan comienzo a su libro de viaje andaluz: “Jornaleros: España, loma a loma / es de gañanes, pobres y braceros. / ¡No permitáis que el rico se la coma, / jornaleros!”.

Tanto Por el río abajo como el Viaje al sur de Marsé, en su ambición documental tan frecuente en los autores de los sesenta, contribuyen a una tendencia a la que también pertenecen Caminando por las Hurdes (1960) del propio Armando López Salinas y Antonio Ferres (además autor del prólogo a la segunda edición de Por el río abajo); Campos de Níjar (1959) y La Chanca (1962) de Juan Goytisolo; Hacia Morella (1961) de Alfonso Grosso con José Agustín Goytisolo; A poniente desde el Estrecho (de 1962, aunque perdido y sin publicar hasta 1990) también de Grosso, esta vez junto a Manuel Barrios; Tierra de olivos (1964) de Ferres en solitario; Donde las Hurdes se llaman Cabrera (1964) de Ramón Carnicer; De Roncesvalles a Compostela (1965) y Caminos de La Mancha (1966) de José Antonio Vizcaíno; Viaje al país gallego (1967) de López Salinas, en esta ocasión en coautoría con el periodista y crítico Javier Alfaya; Viaje al rincón de Ademuz (1968) de Francisco Candel; Tierra mal bautizada (1969) de Jesús Torbado; Viaje por la Sierra de Ayllón (1970) de Jorge Ferrer-Vidal; o Las Hurdes. Clamor de piedras (1972) de Juan Antonio Pérez Mateos.

Las autorías colectivas constituyen un rasgo propio más que sumar a la “común perspectiva política, cultural e incluso moral” de la generación del medio siglo

De esta nómina, además de la evidente ausencia de autoras, llama la atención la frecuente colaboración entre parejas de escritores para trabajar una obra común, algo que en el actual sistema editorial no es tan frecuente, salvo contadas excepciones –pienso ahora en algunos poemarios, en el artefacto anónimo El año que tampoco hicimos la Revolución (Caballo de Troya, 2005), firmado por el Colectivo Todoazen; el ensayo La ceremonia del porno (Anagrama, 2007) de Andrés Barba y Javier Montes; el relato Exhumación (Alpha Decay, 2010) de Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez; o en las novelas El invitado amargo (Anagrama, 2014) de Vicente Molina Foix y Luis Cremades o Nino en la noche (Literatura Random House, 2020), escrita a cuatro manos por Simon y Capucine Johannin, un joven matrimonio. El divertimento de la escritura colectiva, que en el pasado asoció a Charles Dickens con Wilkie Collins, a Joseph Conrad con Ford Madox Ford, a W. H. Auden con Cristopher Isherwood, a Kerouac y Burroughs, a Deleuze y Guattari, a Borges y Bioy, a Bolaño y A. G. Porta, parece haber quedado relegado a las antologías o a las biografías de deportistas o expolíticos redactadas por periodistas. Quizá estas autorías colectivas constituyen un rasgo propio más que sumar a esa “común perspectiva política, cultural e incluso moral” de la generación del medio siglo a la que se refería hace poco el crítico Ignacio Echevarría en un artículo en el que animaba a emprender una biografía colectiva sobre aquellos “niños de la guerra”, algunos de los cuales (Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Eduardo Zúñiga, Antonio Ferres, Juan Marsé) han fallecido en poco más de un año. En cualquier caso, aquellas colaboraciones a menudo enriquecieron los textos y dieron lugar a anécdotas como la de Alfonso Grosso junto al escritor y flamencólogo gaditano Manuel Barrios: tras trabajar juntos en A poniente desde el Estrecho, Barrios le contagió a Grosso su pasión por el circo y acordaron, para la feria de 1965, escribir un libro sobre el Berlín Circus de Cristóforo Cristo (de nombre memorable y padre del famoso domador de leones Ángel Cristo, entonces presentador del espectáculo). Ya integrados entre el elenco de artistas del circo, Barrios bromeó con Grosso sobre el gran final que constituiría para su libro acabar metidos en la jaula de los leones. Grosso no lo dudó y ambos escritores terminaron entrevistando al “valeroso domador Giancarlo” ante cuatro leonas de ojos amarillos y un león llamado Emili.

A esa autoría plural, y volviendo a Por el río abajo, hay que añadir el recurso autobiográfico –conformando así una autoficción colectiva, si se quiere– según el cual Alfonso y Armando son personajes de su propia obra, narrada en tercera persona por una sola voz: “Mientras Alfonso vuelve su mirada hacia las higueras chumbas que bordean el camino, su compañero recuerda la primera vez que andorreó por las calles de Sevilla”; “Unos niños corretean, desnudos, frente a la explanada polvorienta de las chozas. Los compañeros de viaje, que escriben abstraídos, levantan la cabeza, un tanto sorprendidos, cuando oyen la voz”. Esta eficaz decisión narrativa, que en el lector consciente puede causar extrañeza, no era la más obvia: baste confrontarla con el plural de modestia de la voz en off de Paco Rabal en Tierra sin pan (Las Hurdes) de Luis Buñuel, otra buena muestra de documentalismo imaginativo y escandaloso.

Se distingue, además, el lenguaje de los personajes del que utiliza el narrador, con metáforas (“racimo de niños”, “enjambre de niños”) y la intervención de sentidos diferentes al de la vista para reproducir un paisaje (“El pregón del vendedor parece despertar, de golpe, todos los ruidos de la calle. Huele a río, a pesca del día, a verdura podrida y a fruta de verano”; “Se ve la desembocadura del Guadalquivir y, en frente, la Punta de Malandar del Coto Oñana con sus pinos juanramonianos. El aire tiene un sabor distinto, huele a brea y marisco, a mar y vino de un año.”) que coincide de forma evidente con el reproducido por el cineasta Alberto Rodríguez y el guionista Rafael Cobos en La isla mínima (2014) pero que también rima, por ejemplo, con espacios levantados por la escritora Elvira Navarro. En cuanto al lenguaje de los personajes, como en la mejor narrativa, no todos comparten un mismo uso ni acento durante el viaje de Grosso y López Salinas. Sin embargo, una cuestión de distancia –de respeto– aleja estos retratos, por ejemplo, de los degradados, animalizados y ridiculizados del más célebre Viaje a la Alcarria (1948) de Camilo José Cela, a quien, para vanagloria de su propio léxico, a menudo no cuesta imaginar intercambiando chistes de gangosos con Bertín y Arévalo en una cena de Mi casa es la tuya.

Aunque propia del Diccionario secreto de Cela es la referencia al “bullarengue” de uno de los personajes de Por el río abajo, marinero de la Comandancia del Puerto de Sevilla, describiendo su encuentro con una chica americana de la base militar de Rota: “–¿Te la llevaste por el muelle? / –¡Digo! ¿Por dónde si nó? Allí anduve buscándola el bullarengue. En Sevilla no hay quien encuentre un sitio pá los apaños”. “El bullarengue”, un modesto vínculo entre este libro de viaje, la canción ‘Menea el bullarengue’ de Siniestro Total y el poema de Bretón de los Herreros mediante el que la novelista Cristina Morales logra colarla en Terroristas modernos (Candaya, 2017).

A los vecinos y vecinas de Sevilla, Puebla del Río, la Isla Mayor, la Isla Menor, la Marisma, Lebrija o Sanlúcar de Barrameda, muchos de los cuales apenas han podido conocer otros lugares (“–¿No salió usted nunca de la Isla –inquiere Armando a la ventera. / –Sí, señó, que he salío. Una vez fui a Sevilla con éste; fuimos al cine y a ve la Giralda que es cosa de moros y dicen que tiene mucho mérito. Las que no han salío nunca son las dos mocitas que tengo, no conocen más que esto, Queipo y el Puntá.”), les extraña la road movie de estos dos camaradas escritores (“–Venimos por gusto. / –Yo por gusto iría pa otra tierra, aquí no hay na que ve. No hay más que almarjales.”), Grosso y López Salinas, quienes así conocieron en primer término la silenciada realidad laboral de los españoles de segunda de un régimen cuartelero que, con los años y aseado por los intelectuales orgánicos a su servicio, se jactaría de emplear a todo el país.

El desempleo (“Pues toavía no hay ná que hacé”; “cuando no hay jorná a uno le entra la tristeza”); las dificultades para acceder a una prestación pública (“No cobro subsidio. Me han rechazao la petición. Hace falta un padrino para eso. Yo tengo una tarjeta de don Diego, ustés le conocerán de seguro. Es abogao y tiene muchas tierras, vive en Sevilla y es un señó muy cumplío. Pero dicen que no estoy afiliao, que no estoy en el Censo y por eso no puedo cobrá subsidio aunque trabaje. Pero tengo que estar en afiliao porque yo pertenecía al Retiro Obrero hace muchos años y pagaba mis dineros. ¿No me va a valé de na el haber pagao? Voy a ir a las monjas de Sevilla pa que me lo arreglen. Ellas arreglan los papeles, recogen a los viejos y cobran por ellos. En el norte, me ha dicho la gente, cuando se tiene edad se cobra y no se trabaja. En Sevilla no pasa eso, se lo digo yo, señó.”); el hambre (“Tiene el acento del segador el tono desgarrado de los habitantes de las tierras donde se hambrea, de las tierras donde se mide, se calcula y se pesa, lo que está permitido comer cada día de los trescientos sesenta y cinco del año.”); la competencia por el empleo (“Asín son las cosas. Pa ti bueno, pa nosotros malo. Cuanta más gente venga más barato hay que trabajá”); la vigencia de la lucha de clases (“Los valencianos y los andaluces ricos se han unío y han formao sociedá. Y cuando los ricos se unen, ya se sabe lo que pasa, los pobres pagan el pato.”) y de la conciencia de clase (“–¿Qué es de tu vida, viejo? / –Por la mañana a la obra, por la noche a casa.”); la desacralización del trabajo, que no siempre dignifica (“El trabajo pa quien lo inventó”) pero que, en ocasiones, concebido como oficio, orienta (“Un pescadó sólo es fuerte pa la mar, mientras sale a la mar pué viví; pero cuando es viejo y la abandona, está perdío. Eso es lo que me pasa a mí.”); el trabajo infantil (“Cuando llega el tiempo todos trabajamos. Desde los diez ya se trabaja.”; “Mire, en la escarda pagan a ocho veinticinco por hora cuando el trabajadó tiene más de dieciocho años. Yo tengo un hermanillo de catorce años, se vino este año porque allá en casa no había de qué. Le pagaron a seis sesenta la hora, venía esriñonao.”); la escasez de servicios médicos para las zonas rurales (“–Cuando se ponen ustedes enfermos ¿qué hacen? / –Vamos a Lebrija en una caballería.”) o el chabolismo (“Ahora, en estas chabolas, viven jornaleros andaluces o extremeños. / –Miren, en invierno, cuando vienen las lluvias, tenemos hasta un palmo de agua dentro de casa. / –Habrá muchas enfermedades entonces. / –No, ya casi no hay paludismo. La primera gente fue la que la pringó. Dolores de reúma, sí. Las piernas las tiene uno comías entre las sanguijuelas y los alacranes. Pero lo peó son las die o doce horas que uno tiene que estar dentro del agua mientras trabaja. Luego, el agua, cuando ya está aboná la planta, le quema a uno las manos y los pies.”).

La pareja de escritores o, mejor dicho, sus personajes homónimos, no se limitan a elaborar un informe de lo que no funciona, sino que bromean en las tabernas e intervienen en las conversaciones

Condiciones de vida y problemáticas, algunas, intempestivas (“hablan de sus cosas, de los problemas de siempre: del salario y de los trabajos que no se tienen, de la mujer y de los hijos, o de la madre y la novia”), como las de los espacios de descanso de los segadores temporeros (“La habitación es un dormitorio grande, como compañía de cuartel, donde se apiñan hasta dos docenas de literas de dos catres. Hay el mismo olor que en el cuartel: un olor de otra quinta, de los segadores de hace un año.”) que leídas en 2020 traen a la memoria el maltrato, abandono y fallecimiento de Eleazar Blandón este verano en Lorca.

La pareja de escritores o, mejor dicho, sus personajes homónimos, no se limitan a elaborar un informe de lo que no funciona, al costumbrismo y tipismo de la miseria, sino que bromean en las tabernas e intervienen en las conversaciones de las cuadrillas. Especialmente Armando, armándola: “Poco es ese dinero, pidan más”; “la gente no ha nacido para ser rica o pobre. Si los hombres no son iguales ante las cosas, ante todas, es por culpa de que las cosas no son de todos, de que la tierra y las fábricas no están en manos de quienes la trabajan”.

Cuando el rol de la cultura, ese invento del gobierno, a menudo es una balsa de aceite, llama especialmente la atención el coraje de unos autores que, para escándalo del censor citado al comienzo de este artículo, utilizaron los nombres propios de las llamadas fuerzas vivas locales para así señalar el irresoluto problema de la propiedad de la tierra: “–Gonzalo, el hijo del general Queipo, tiene muchas fincas por esta parte. Gonzalo es Teniente Coroné de Aviación. / –La ciudad de Sevilla le regaló un cortijo por los servicios prestados cuando la guerra. / –Se lo regaló al padre, al general. (...) –Yo no tengo amor a la tierra. ¿Cómo voy a tenerle amor si no tengo ni un cacho de ella?”; “–¿Y cuándo tiene usted trabajo en Puebla? / –Cuando lo dé el boticario, dentro de unos días. El boticario de Puebla es el amo de to esto que ven a ese lao de la carretera. El arró, el maíz, las vacas, las cabras... Todo lo que veis ustedes es de él. Tiene mucho el boticario. Yo trabajo pa él y su familia desde que me salieron los dientes. Y ya se me han caído de viejo. No tengo una hora menos de los setenta años.”; “Aquí hay fincas muy buenas. La del Riboso de COTEMSA. La sociedá es del Señor Bohórquez, de Guardiola Fantoni y de un cuñao de los Domecq”. Del mismo modo, Grosso y López Salinas se cruzaron en su viaje por Andalucía con propiedades regaladas al dictador, a la manera del Pazo de Meirás, hace poco declarado propiedad del Estado: “En los arrozales de la derecha hay un gran cartel. PARCELA DEL CAUDILLO. / –¿Es de Franco? –pregunta Armando. / –Se la regaló don Pedro. Se la regaló hace siete años cuando vino a inaugurá el pueblo. Ya no es de Franco, dicen. Se la regaló, dicen, a uno de Coria. Cuando vino el Caudillo el arró de su parcela era el más crecío de toa la Isla, fue la resiembra más temprana. Metieron muchos hombres a ese trabajo”.

La victoria franquista impregna el viaje de manera fantasmal, solo explicitada al toparse los viajeros con algún símbolo fascista

Además de por las propiedades expoliadas, la victoria franquista impregna el viaje de manera fantasmal, solo explicitada al toparse los viajeros con algún símbolo fascista (“En una de las paredes, encima de la cama de Alfonso, hay clavada una cruz de hojalata. En la cruz cinco círculos. Uno en cada brazo, el quinto en el centro. En cada círculo el retrato en esmalte de un Jefe de Estado. En torno a la efigie de los mismos y según la persona de quien se trata: Viva Franco. Viva el Jalifa. Viva Salazar. Viva Mussolini. Viva Hitler.”) o con el trabajo esclavo de los presos republicanos: “Los veintidós kilómetros del [muro] que va de los Palacios al Aeropuerto de San Pablo lo hicieron a pico y pala los presos políticos. Dos mil hombres con turnos de día y turnos de noche de la Colonia Penitenciaria Militarizada –contesta Alfonso–. Recuerdo haberlos visto trabajar cubiertos sólo con un taparrabos y custodiados por la Guardia Civil. Son cosas que no se olvidan. Era cuando iba a veranear a Málaga, tendría poco más de diez años. Al pasar el tren por los Merinales mis hermanos y yo nos asomábamos a la ventanilla del tren para mirarles. Una vez, un hombre que iba en el departamento dijo: Miren cómo trabajan los rojillos. Así aprenderán otra vez a no insultar a los señores”.

Si hoy determinadas entregas de Salvados de Jordi Évole o Gonzo son recibidas –en ocasiones, quizá, de manera exagerada– como un oasis de realidad en medio del panorama televisivo e informativo clasemediero, es justo afirmar que los paisajes y testimonios de expolio y de miseria aún latentes a comienzos de los sesenta y que quedaban al margen del discurso desarrollista del régimen (como iba a ocurrir tantas veces después, cabe decir, ya en democracia, con las clases que quedaron fuera de las fotos oficiales de los festejos de los noventa), sí eran la principal preocupación de unos escritores que a menudo tuvieron que publicar fuera del país, o no publicar, sus memorias del subdesarrollo español.

Alfonso Grosso, que visitó Suecia invitado por Ingmar Bergman y en Cuba conoció a Alejo Carpentier, en su última etapa narrativa, tras las cimas de Inés just coming (1968), Guarnición de silla (1970) o Florido mayo (1973), se aproximó a los ingredientes del bestseller: según una maravillosa nota de prensa que recoge la hemeroteca de El País (miércoles, 11 de enero de 1984), el escritor José Manuel Caballero Bonald le abofeteó en público en una presentación tras reprocharle Grosso que estuviera en contra de exigir a las editoriales la numeración de los ejemplares para conocer realmente sus ventas. En declaraciones a El País, Caballero Bonald aseguró que “la actitud insultante de Grosso me exasperó tanto que le golpeé. Él no pudo pegarme porque nos separaron”. Con todo, si en lo editorial la memoria tiene que ver con las reediciones, la obra de Alfonso Grosso bien merecería una mayor atención de la recibida hasta el momento (“fue un novelista muy injustamente preterido hoy”, en palabras de su propio compañero Caballero Bonald). En este sentido, una buena muestra de trabajo de recuperación editorial fue la reedición, a cargo del profesor David Becerra Mayor, de la novela La mina (Akal, 2013) de Armando López Salinas. Algunos pudimos asistir a su presentación, durante la fiesta del PCE de 2013, con la presencia, entre otros, del propio López Salinas, David Becerra, Constantino Bértolo, o las escritoras y escritores Belén Gopegui, Felipe Alcaraz, Fanny Rubio, Matías Escalera e Isaac Rosa, quien recordó en su intervención que, por la recuperación de textos como estos, a quien había que felicitar era a sus nuevas lectoras y lectores.

-----------------------------

David Manjón (Salamanca, 1991) es investigador en la Universidad Complutense de Madrid. A los diecinueve años fue residente en la décima promoción de la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores, en Córdoba. Su último trabajo es el guion del cortometraje Gastos incluidos.

La recuperación a cargo del editor Andreu Jaume del manuscrito inédito de Juan Marsé Viaje al sur (Andalucía, perdido amor), de 1962, en el archivo del Instituto de Historia Social de Ámsterdam y su reciente publicación por Lumen, con las fotografías originales de Albert Ripoll Guspi, quien...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí