Nacieron bajo el tórrido sol del desierto del Sáhara en unos precarios campos de refugiados, improvisados con casetas de barro, son los niños de la diáspora saharaui acogidos por familias españolas y, ahora, son la voz más firme de la reivindicación de la autodeterminación del Sáhara en España.

Era la década de los 80 y gracias a la colaboración entre el Frente Polisario y el PCE se puso en marcha el proyecto “Vacaciones en Paz”. Comienzan a llegar a España los primeros niños saharauis para ser apartados de la guerra y de las crueles condiciones del desierto.

Teslem Sidi, de 26 años, llegó a Alicante junto a su hermano mellizo cuando apenas tenían 9 años. La familia alicantina decidió realizar una acogida formal y los dos han crecido en España. Llegaron en 2003 y todavía no tienen nacionalidad.

Sidi carga con el peso de tener a su familia biológica en los campamentos del Sáhara y un hermano en el Frente Polisario, ahora envueltos en un enfrentamiento bélico con Marruecos tras declarar la guerra.

“Muchos españoles tienen un hijo en la guerra porque para muchas personas es su hijo y su familia del Sáhara” explica mientras mantiene la bandera de su país natal en el hombro.

A mediados de noviembre el Frente Polisario, el principal movimiento de liberación del Sahara Occidental, acusó a Rabat de romper un alto al fuego firmado en 1991, tras una guerra que comenzó en 1975 cuando España cedió 266.000 kilómetros cuadrados del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania.

Una vía pacífica

Abdullah Arabi, representante del pueblo saharaui en España solicita que “la vía pacífica y la legalidad internacional se instauren en el Sáhara Occidental” y le sorprende “la inacción de la comunidad internacional, la complicidad en aras de garantizar unos intereses económicos”.

Alrededor de 15.000 saharauis residen en España y desde hace algunas semanas se concentran en diversas ciudades españolas para apoyar a sus familias que están luchando por un “Sáhara Libre”.

“Tengo un hermano que está en el frente y espero que todo esto se solucione y vuelva pronto a casa”, comenta Isalmu Elbar, que llegó a Sevilla para pasar el verano cuando tenía 15 años y ahora trabaja de Técnico de Emergencias Sanitarias.

Su prima Mamía Brahim también fue acogida por una familia en la capital andaluza en el año 2000, con un pañuelo verde militar enrollado en el pelo, símbolo de apoyo a los militares saharauis, pide a la ONU que “cumpla su palabra y haga un referéndum” y asegura que “el pueblo saharaui no va a parar hasta que nos den una solución correcta”.

Zeinabu Mamuni también creció junto a la Giralda y cuenta que tiene dos sentimientos encontrados: “la alegría de que después de tantos años hay un movimiento, algo por lo que luchar, por lo que creer de nuevo” y el pesar de que “es una guerra y una guerra nunca es buena”.

“Necesitamos a España”

“Al Yidar” es como conocen los saharauis al muro que levantó Marruecos y que divide en dos el Sáhara Occidental y que mide más de 2.700 kilómetros.

“Ese muro es muy peligroso porque tiene 9 millones de minas antipersona y lamentablemente durante estos años he atendido a niños pequeños que les ha explotado una mina (…) es un muro en contra de la libertad, el amor y la paz”, explica cabizbajo Hassan Bachir, médico que trabaja en los campamentos saharauis y que también vino a España por primera vez con el programa de Vacaciones en Paz.

“Yo creo que ha quedado muy claro el mensaje que queremos mandarle al mundo, hemos tenido mucha paciencia durante muchos años” asegura la saharaui Nadhira Mohammed que hace 17 años llegó a las Islas Canarias.

“Le digo al pueblo español, a la gente de la calle, que el pueblo saharaui les necesita más que nunca y necesita su apoyo más que nunca” sentencia.