Abdulah Arabi / Delegado del Frente Polisario para España
“Seguimos apostando por el referéndum. Solo la legalidad y la vía pacífica traerán la solución”
Gorka Castillo 21/12/2020
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Abdulah Arabi, delegado del Frente Polisario para España, durante la entrevista.
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Los saharauis se consideran los hijos de la nube porque han aprendido a defender un territorio inhóspito y ajeno en la hamada argelina como si fuera su propia casa, la que abandonaron hace 45 años cuando España se replegó del Sáhara Occidental, entraron los marroquíes y declararon la guerra. En aquel codiciado laberinto nació Abdulah Arabi (El Aaiún, 1966), hoy delegado del Frente Polisario en España, un cargo diplomático de enorme carga simbólica para la República Árabe Saharaui (RASD), solo equiparable a la delegación permanente que tienen en Naciones Unidas. Entonces, el Sáhara Occidental aparecía en los mapas de la España postfranquista coloreado como una provincia más. Pero todo ha cambiado.
El armisticio firmado con Rabat en 1991 saltó por los aires el pasado 13 de noviembre tras un enfrentamiento en El Guerguerat, un punto de tránsito hacia Mauritania. “Marruecos rompió el alto el fuego con su política de hechos consumados y nosotros no vamos a claudicar”, advierte Arabi. Lo peor es que el referéndum de autodeterminación, largamente reclamado por los saharauis y eternamente bloqueado por los marroquíes, aparece hoy más lejos que nunca. La torpe intromisión en el conflicto de Donald Trump a favor de Rabat solo ha añadido gasolina al fuego y deja en una situación muy delicada a la Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO). “Está en juego todo el sistema de legalidad internacional que sustenta la fundación de las Naciones Unidas”, añade el representante del Frente Polisario en España. La tensión crece en el desierto. “Mohamed VI está siendo peor gobernante incluso que su padre”, sentencia.
¿Qué supone para el Frente Polisario el reconocimiento por parte de EE.UU. de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental?
Es una decisión errónea que no concuerda con el derecho internacional y rompe con la política histórica de EE.UU. respecto al conflicto del Sáhara Occidental. Hay que recordar que dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos es el país encargado de elaborar los borradores de las resoluciones sobre el Sáhara, por lo que es una contradicción en sí misma. Aun siendo una decisión que entra dentro de las posibilidades de un presidente saliente, deja un problema enorme a la nueva Administración que esperamos que corrija porque cuestiona el ordenamiento jurídico de las Naciones Unidas, agrava la tensión en el norte de África, complica una salida pacífica y pone en riesgo los intereses económicos de la Unión Europea, fundamentalmente los de España y Francia.
¿Le sorprende el reconocimiento del Estado de Israel realizado por una monarquía árabe como la de Marruecos, tal y cómo lo ha exigido el presidente saliente de EE.UU.?
No, porque las relaciones entre ambos países ya existen desde hace tiempo. Ahora solo lo han hecho público porque ha llegado el final del mandato de Trump, lo que para Marruecos supone la última oportunidad para imponer su statu quo en la región. Por suerte, la decisión del presidente saliente de EE.UU., por muy grande que sea su país, no puede modificar la naturaleza jurídica de una cuestión que está presente en las resoluciones de Naciones Unidas desde 1960, 15 años antes de la ocupación ilegal de nuestro territorio. Creo también que va a suponer muchos quebraderos de cabeza para el propio Marruecos a nivel interno. Una parte importante de su población no va a entender este reconocimiento, pero el rey Mohamed VI ha conseguido el impacto mediático internacional que buscaba. Lamentablemente, eso es lo único que gana.
¿Qué países mantienen su apoyo a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en la actual tesitura?
Formamos parte de la Unión Africana (UA), donde somos un Estado de pleno derecho, exactamente igual que Marruecos. Por eso, es responsabilidad de la UA buscar una rápida solución a la agresión que se ha perpetrado en el Sáhara Occidental. Para ello, contamos con el apoyo de los países influyentes del continente: Sudáfrica, Argelia, Nigeria o Angola defienden nuestra posición en Naciones Unidas. Y no olvidamos aquellos estados de América Latina con los que ya tenemos relaciones diplomáticas como Uruguay, Panamá, Nicaragua, Cuba o Venezuela, ni tampoco aquellos otros países donde hemos abierto delegaciones diplomáticas, incluida la Unión Europea. También Canadá y Australia. Nosotros nos quedamos con que la UA, la ONU y la UE han pronunciado su desacuerdo con la decisión de Trump de reconocer la soberanía de Marruecos sobre un territorio ocupado de manera ilegal haciendo uso de la fuerza.
¿Han medido las consecuencias de un conflicto armado con Marruecos?
Todos los gobiernos españoles, incluido el actual, han apostado por garantizar los intereses económicos en detrimento de las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui
No solo lo hemos medido, sino que hemos dado pruebas sobradas de que el referéndum es nuestra apuesta. Llevamos 29 años de sacrificios, aguantando vaivenes, provocaciones y la inacción de la comunidad internacional, pero lo mantenemos porque estamos convencidos de que solo la legalidad y la vía pacífica traerán la solución. Esa determinación del Frente Polisario y del pueblo saharaui a favor de la paz es el camino por el que queremos continuar nuestra lucha hasta lograr la libertad y la independencia.
Pero ahora la realidad es otra. El 13 de noviembre rompieron el alto el fuego vigente desde 1991.
Marruecos rompió el alto el fuego al agredir a civiles saharauis que se manifestaban contra la brecha ilegal que abrieron en 2001 con la construcción del muro para defenderse militarmente de las incursiones de nuestro ejército. Y quiero recordar que asfaltaron esa zona en 2016, justo cuando la justicia de la UE dictó sentencia sobre la diferenciación entre nuestros dos territorios y, por lo tanto, dejaba fuera de sus acuerdos con Rabat los recursos naturales del Sáhara Occidental. Fue entonces cuando abrieron esa brecha y a través de ella han sorteado esas decisiones judiciales para seguir saqueando nuestro territorio.
Algunos analistas dicen que el Frente Polisario se ha convertido en uno de los frentes de disputa regional entre Marruecos y Argelia. ¿Qué opina?
Ese análisis es equivocado porque subestima a una parte e intenta enfocar este conflicto como una cuestión entre Argelia y Marruecos. La trayectoria argelina en política internacional siempre se ha caracterizado por una defensa de los movimientos de liberación. Y nosotros somos un movimiento de liberación. Nunca hemos ocultado su apoyo. Ellos entienden que es una cuestión de derecho internacional pero no lo utilizan en sus relaciones con Marruecos. Sus problemas datan de mucho tiempo antes de la cuestión del Sáhara Occidental. Son dos potencias llamadas a liderar el proceso de integración en el norte de África. Evidentemente, Marruecos no quiere permitir que ese proceso se produzca salvo si le reconocen su soberanía sobre nuestro territorio. Es una pugna, como la que ha habido en Europa y en otras zonas de integración económica. A veces se percibe una falta de consideración hacia Argelia, especialmente en ciertos analistas españoles, cuando gran parte del gas que consumimos aquí llega de Argelia y nunca lo ha utilizado para condicionar el posicionamiento político del gobierno español respecto al Sáhara Occidental. Por cierto, todo lo contrario de lo que hace Marruecos.
Ustedes han criticado el papel que ha desempeñado España en el conflicto del Sáhara Occidental durante todos los gobiernos de las últimas décadas, desde Felipe González hasta Mariano Rajoy. ¿Ha cambiado algo con el ejecutivo de Pedro Sánchez?
Cualquier saharaui que vivió en la época colonial debería tener derecho a recuperar la nacionalidad española con todo derecho
Todo sigue igual. Cuando hablamos de los gobiernos de España siempre nos referimos a su responsabilidad como potencia administradora, que es el papel que tiene asignado en Naciones Unidas. Entendemos que no es sencillo manejar las relaciones bilaterales con Marruecos y que un buen entendimiento es necesario entre dos países vecinos, pero también que ese marco es el ideal para exigir a Rabat el cumplimiento de las resoluciones internacionales, algo que no ha hecho durante los últimos 45 años. Todos los gobiernos que ha habido en España, incluido el actual, han apostado por garantizar los intereses económicos en detrimento de las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui. Siguen la estrategia de Marruecos, que chantajea con la inmigración, la cooperación en materia de seguridad, Ceuta y Melilla o las aguas jurisdiccionales de Canarias. Cuando Rabat presiona en esa dirección solo queda hacer dos cosas: o se le frena o va a más. Siempre lo hemos advertido y lo estamos viendo ahora.
El pasado mes de junio, el Tribunal Supremo dictaminó que los saharauis no pueden ser considerados españoles a efectos de nacionalidad. ¿Qué supone para ustedes esta decisión?
Es decepcionante. Es parte de la estrategia porque reunimos las condiciones para ser considerados españoles. Cualquier saharaui que vivió en la época colonial debería tener derecho a recuperar esa nacionalidad con todo derecho. Pero entendemos que la sentencia entra dentro del marco español de buscar mecanismos que les permita eludir su responsabilidad con nuestro pueblo y con el Sáhara Occidental. Lo vemos en las distintas declaraciones oficiales donde se evita reconocerlo porque España se desligó de la cuestión saharaui en 1976. Pero la soberanía no se cede de esa manera. Para nosotros, España sigue teniendo un papel crucial. Ha llegado el momento de que recobre su protagonismo histórico en el norte de África.
Marruecos también ha alertado de la presencia de células yihadistas procedentes del Sahel en una zona próxima a su territorio. ¿Cómo lo interpretan?
El Sáhara Occidental está ubicado en una zona cercana a los países del Sahel, una región de vital importancia para la seguridad internacional. Por eso es que, cuando hablamos de preservar la paz, no conviene tener este territorio en tensión. Hay que evitarlo. Y para lograrlo no se debe vulnerar la legalidad internacional. Nosotros hemos aceptado muchas cosas para que la guerra no vuelva al Sáhara. Como Frente Polisario hemos pasado de reclamar exclusivamente la independencia a aceptar el resultado de un referéndum de autodeterminación sobre la independencia, porque es inevitable, pero también sobre la integración en Marruecos. Algunos analistas deberían saber que el pueblo saharaui está decidido a apostar por la paz, pero también estamos dispuestos a perecer en la defensa de nuestra libertad si tratan de imponernos algo contrario al derecho internacional.
Algunos sectores del Hirak argelino han cuestionado el apoyo a un Sáhara independiente y otro actor en la región como Mauritania se ha desentendido por completo de los acontecimientos ocurridos en El Guerguerat. ¿Qué impacto tiene esto en la lucha del Frente Polisario?
El apoyo que tenemos en Argelia es amplísimo. Para ellos se trata de una cuestión de principios en su política exterior, claramente definida, y todos los presidentes han mantenido esa postura. A nivel de la sociedad civil existe una asociación de apoyo al pueblo saharaui y los partidos políticos mantienen un consenso claro a favor de un Sáhara libre e independiente. ¿Hay algunas voces discordantes? Sí, pero eso es bueno para la democracia, aunque no creo que sea el sentir mayoritario del pueblo argelino. Sin embargo, no nos consta ese cuestionamiento sobre el que usted me pregunta. No sé de dónde ha podido salir esa información pero, repito, no todos podemos tener la misma opinión. Y sobre nuestros vecinos de Mauritania diré que tenemos relaciones diplomáticas y es uno de los países que sufre la guerra porque tiene fronteras con el Sáhara Occidental donde está la fuerza ocupante. En su parlamento se ha constituido un intergrupo de apoyo al pueblo saharaui. Evidentemente, no se puede olvidar los intereses de Francia en la región, algo que influye en los posicionamientos de los distintos países involucrados. Mauritania tiene que saber que la existencia de una guerra afecta a toda la zona por lo que debería apostar por la legalidad internacional. Son plenamente conscientes de que Marruecos es una fuerza ocupante y ha compartido con él acuerdos ilegales para repartirse el Sáhara Occidental.
Para acallar al movimiento de protesta del Rif, Mohamed VI ha ofrecido un escaño en el Parlamento a su líder encarcelado y también parece abierto a negociar una amplia autonomía para el Sáhara Occidental. ¿Cómo valoran estos gestos del régimen alauí?
Cuando Mohamed VI llegó al trono hace 21 años, en su condición de príncipe heredero, con formación en importantes universidades europeas, albergamos ciertas esperanzas de que pudiera traer aires de modernidad en su país, o al menos democratizarlo en beneficio de su propio pueblo. El tiempo nos ha demostrado que no es así. Mohamed VI está siendo peor gobernante incluso que su padre porque utiliza idénticos mecanismos de represión pero buscando la complicidad de ciertos países que nosotros pensábamos que eran férreos defensores de la democracia y los derechos humanos.
¿A qué países se refiere?
En particular, a Francia. Es un aliado fiel de Marruecos a pesar de las atrocidades que ha cometido en la parte ocupada. El pueblo marroquí ni siquiera pudo tener una primavera árabe por la represión que sufrió. Si quisiera tener credibilidad en su propuesta al movimiento del Rif debería empezar liberando a los presos políticos que tiene en sus cárceles y abrir su territorio a observadores internacionales y a los medios de comunicación. ¿Qué autonomía ofrecen al pueblo saharaui con semejante falta de democracia? Ni siquiera lo permite su constitución. No aceptaremos hechos consumados en el proceso de descolonización porque tenemos voz propia. Por lo tanto, todo lo que se ha intentado vender de democratización en Marruecos es simple propaganda.
Pero empieza a escucharse en foros europeos que el referéndum jamás se celebrará. ¿Cabe otra opción?
¿Por qué algunos dicen que el referéndum es irrealizable? Porque Marruecos no quiere. Ese es el problema. Si alguien ocupa un territorio que no es suyo, tal y como lo recoge la ONU, y la comunidad internacional se sitúa a su lado, significa que se está revirtiendo el orden. En la cuestión del Sáhara está en juego todo el sistema de legalidad internacional que sustenta la fundación de las Naciones Unidas y nosotros no vamos a claudicar.
Son ya cuatro generaciones de Saharauis exiliados en el desierto, ¿no es demasiado frustrante para los jóvenes pensar en el futuro que les aguarda en estas circunstancias?
Son cuatro generaciones para una espera de 29 años, para una guerra de 45 años, para un exilio y un refugio. Todo esto también lo hemos puesto encima de la mesa. Tenemos jóvenes viviendo de la ayuda internacional en un campo de refugiados al lado de una zona caliente como el Sahel y expuestos a organizaciones terroristas. Y tenemos otra parte de nuestro pueblo viviendo una ocupación que viola los derechos humanos en ausencia total de observación y protección. Claro que nos preocupa. Mucho. Los padres y los abuelos de estos jóvenes dieron la vida por cambiar todo esto. La guerra es algo muy serio pero nos han llevado a una desesperación que no nos deja otra alternativa. Hay jóvenes que han dejado su trabajo y sus estudios para incorporarse a las regiones militares y combatir porque piensan que “es ahora o nunca”. Que un pueblo pacífico como el saharaui vea un hilo de esperanza en el retorno a la guerra expresa el estado de ansiedad y desconfianza en el que nos encontramos. No entendemos que una monarquía feudal como Marruecos pueda imponer argumentos para modificar la legalidad internacional mediante el chantaje.
Los saharauis se consideran los hijos de la nube porque han aprendido a defender un territorio inhóspito y ajeno en la hamada argelina como si fuera su propia casa, la que abandonaron hace 45 años cuando España se replegó del Sáhara Occidental, entraron los marroquíes y declararon la guerra. En...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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