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Uno: una vez más, el discurso de la Corona, con motivo de las fiestas navideñas, ha sobrevolado la realidad nacional, ayudado por los tópicos y las mentiras, para no decir nada que no se supiera o que no se esperara, según la vieja costumbre de la tradición monárquica, que la derecha se ha apresurado a jalear. Dos: y, una vez más, la izquierda ha dado pruebas, sean cuales sean sus motivos, de su sentido del deber, al servicio del país, facilitando la aprobación de los Presupuestos y la tramitación de la Ley Celaá en las Cortes, a pesar de sus muchas diferencias y distanciamientos con los textos propuestos. Y tres: una vez más, la derecha ha enseñado la oreja, en defensa de los exclusivos intereses privados, como hace siempre, aprovechando cualquier ocasión, aunque sea por los pelos.
Uno: tópico, según el Diccionario de la Real Academia Española, en su undécima edición de 1869, significa, en su acepción retórica, “lugar común”, en su aplicación médica, “medicamento externo” y, en su uso corriente, “lo que pertenece a determinado lugar”. Son tres explicaciones que cuadran perfectamente con el contenido del discurso del rey del día de Nochebuena. Dos: el Diccionario Nacional de la Lengua Española de D. Ramón Joaquín Domínguez, en su decimoséptima edición de 1890, más explícito, define la palabra tópico como “concerniente a determinado lugar. Epíteto de los medicamentos locales que se aplican al exterior, como las cataplasmas, etc. En la retórica, tratado sobre los lugares comunes, de donde se sacan los argumentos”. Como se puede ver, también este diccionario da motivos para aplicar el adjetivo tópico, a las palabras de su majestad, por la Navidad, de este año. Y tres: finalmente, el Diccionario de la Real Academia, en su edición de 1992, más exacto, explica el significado de la palabra tópico, como adjetivo, procedente del griego topoi, y quiere decir “perteneciente a determinado lugar, y perteneciente (sic) o relativo a la expresión trivial o muy empleada. En farmacia, medicamento externo. En retórica, expresión vulgar o trivial y lugar común, que la retórica antigua convirtió en fórmulas o clichés fijos y admitidos en esquemas formales o conceptuales de que se sirvieron los escritores con frecuencia. Se usa en plural”. También reconocemos aquí, las palabras de Felipe VI, que, con más detalles, ejemplifican la definición académica
Porque, no todo va tan de rositas, en el comportamiento social de la comunidad, como la óptica real parece suponer, en un exceso de bondad. Al menos tres hechos demuestran lo contrario. Uno: los muertos de las residencias privadas han sido víctimas de la falta de atención adecuada, con higiene insuficiente y descuidos en el tratamiento, de acuerdo con la finalidad de las residencias privadas, creadas no para atender a las gentes de la tercera edad, sino para ganar dinero, con las subvenciones públicas. Dos: el frecuente enfrentamiento entre salud y economía, cuando el único problema real, en esta dramática situación es el de la salud, quedando la economía en segundo término, en ningún caso comparable con los estragos de la salud, en los que se juega la vida humana y no los beneficios económicos, por muy respetables que sean y que, por supuesto, se deben arreglar, pero, ni circunstancialmente, anteponer o primar. Y tres: la utilización de la lucha política, como hace el PP, en semejante tragedia colectiva, que es más importante que las rivalidades de partido, que deberían olvidarse totalmente en nuestras circunstancias actuales, que no estamos para escaramuzas electorales, ni nos jugamos escaños en las Cortes, sino tristes cadáveres y pobres enfermos. Da asco.
Uno: una vez más, el discurso de la Corona, con motivo de las fiestas navideñas, ha sobrevolado la realidad nacional, ayudado por los tópicos y las mentiras, para no decir nada que no se supiera o que no se esperara, según la vieja costumbre de la tradición monárquica, que la derecha se ha apresurado a jalear....
Autor >
Luciano G. Egido
Es escritor y periodista. Autor de numerosas novelas y ensayos por los que ha obtenido diversos premios.
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