1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

GLORIA GERVITZ / POETA

“Viví para esto, para estar en el poema, para esperarlo, para recibirlo cuando llegara”

Esther Peñas 20/02/2021

<p>Gloria Gervitz.</p>

Gloria Gervitz.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Derrocha al hablar ese regusto zalamero del corrido –pero en cadencia arrastrada, con la majestuosidad de la altura–, y sazona sus respuestas con ternura y una punta (inocente) de picardía. No fuma “por rebeldía”, porque sus padres lo hacían “como chimeneas”. A su edad se permitió un amor fou que la ha colmado, además, de nuevos versos. Hablamos y, muy de vez en cuando, Paula, su educadísima pequeña schnauzer pareciera querer intervenir en lo que vamos diciendo. Gloria Gervitz (Ciudad de México, 1943) da por concluida su obra Migraciones (Libros de la Resistencia), tras más de 44 años trabajando en ella.

Pienso en su poema siempre vivo, Migraciones (que recuerda a otros así concebidos, Poesía vertical, de Juarroz, Cántico, de Guillén, o Plagios, de Ulalume González de León…). ¿Es, de alguna manera, un palimpsesto, la poesía?

Genéricamente no sabría contestarte, quizás la buena poesía sí lo es, en tanto que cada lector la interpretará de una manera diferente y en cada lectura, de alguna forma, irá reescribiendo el poema, poema que a su vez lo cambiará el tiempo, interno y externo, de quien lo lea. Palimpsesto en tanto que estar quitando, poniendo, borrando… por lo visto mi poesía sí es un palimpsesto.

¿Cómo se reconoce la buena poesía?

No te podría especificar, porque también tiene que ver con la sensibilidad del lector, puede ocurrir que lees algún poema y cierras el libro y ni te acuerdas qué leíste. Se necesita una sensibilidad afín a esa poesía. Por ejemplo, he leído a Brodsky en muy buenas traducciones, sobre todo en inglés, reconozco que es un buen poeta pero no me conecto con él, me sucede lo mismo con Auden, a quien Brodsky admiraba. La limitación es mía, no de ellos. Me conecto más con poesía que llamaríamos visceral, emocional, por favor no la llamemos de esa manera cursi, “poesía del corazón o poesía confesional”, ya que para que adquiera intensidad ha de pasar por la inteligencia, el puro sentimiento suele irse al sentimentalismo que produce cantidad de clichés. El autor, el poeta, es el menos indicado para hablar de su propia poesía, le falta objetividad (y le pesa más su experiencia vital que el resultado final del poema). Un buen juez de la propia poesía es el tiempo.

¿De qué cura el tiempo al poeta?

Del enamoramiento de la propia poesía. Es un aprendizaje para contener la impaciencia, por supuesto incompatible con la poesía, y el tiempo ayuda a desenamorarte y distanciarte de tus poemas –hasta donde esto es posible– y así poder verlos casi como si tú no los hubieses escrito.

Descubrí que cuando me forzaba a escribir, lo que llegué a escribir estaba bien escrito, claro, una ya tiene cierto oficio, pero estaba hueco

No se puede convocar, poema…

No, no se puede. Descubrí que cuando me esforzaba a escribir (porque había pasado mucho tiempo sin hacerlo y me daba angustia pensar que quizás me había secado como poeta) lo que llegué a escribir estaba bien escrito, claro, una ya tiene cierto oficio, pero estaba hueco, le faltaba lo esencial, le faltaba el alma. Por ello, yo impaciente tuve que aprender la paciencia y aprender a estar siempre ahí para cuando llegara la poesía, aprender a esperar a que el poema llegara a mí.

Como un poeta a pie del templo.

A estas alturas de mi vida, y después de 44 años en el poema, y después de 50 años de estar escribiendo poesía, me resulta muy acertada la imagen porque creo que acabé por ser como una monja y que me casé con la poesía y con lo que se me concedió escribir, Migraciones, en la versión de la que estamos hablando, la de Libros de la resistencia, 1976-2020, es la versión que doy por definitiva ya que es la más cercana a lo que el poema pidió, a lo que pudimos alcanzar tanto él como yo. Después de todos estos años, imaginarás la cantidad de poesía que he escrito, lo mucho que he desechado y añadido y quitado y modificado y alterado… y esto es lo que se fue destilando, lo que quedó. Viví para esto, para estar en el poema, para esperarlo, para recibirlo cuando llegara.

Como un maridaje consumado.

Sí, sin el “como”, más aún que si estás con otro ser humano. Es un maridaje parecido al matrimonio de las monjas con Dios. Aunque soy judía me permito la metáfora porque sé que algunas monjas venían de familias conversas como Santa Teresa.

En estos más de cuarenta años que usted lleva conviviendo con Migraciones, ¿existe en ese continuum la misma tensión que en el origen o el paso del tiempo ha mermado la fogosidad inicial procurando un lenguaje más cómplice y reflexivo?

Creo que se mantuvo la intensidad, aunque el poema ha conocido la sequía, los largos larguísimos periodos sin escribir, pero Ella seguía allí, siempre que la retomaba, Ella regresaba. Así como esas monjas de las que hablamos tienen instantes en que realmente sienten su conexión con Dios, sienten que les habla, sienten su presencia, así te diría que funcionó la escritura del poema, con esa intensidad de cuando las monjas “sienten y están en Dios y con Dios”. Es una intensidad extática. Sí, la intensidad se mantuvo y también se mantuvieron las dudas, las tantas, tantísimas dudas.

Hay toda una parte de nuestra vida que la estamos inventando y reinventando y soñando y que tiene poco que ver con la realidad

¿Siempre supo que Migraciones sería un poema de largo recorrido?

No. No supe qué era aquello. Durante seis años lo que escribí estaba crudo, verde, y yo lo sabía. Fue a finales de 1976, cuando escribí esos versos de “Una niña loca me mira desde adentro/ Estoy intacta”. Allí supe que ya estaba ahí y es en ese ahí que traigo en la cabeza los versos con que se inicia el poema: “en las migraciones de los claveles rojos donde revientan cantos de aves picudas y se pudren las manzanas antes del desastre…”. No sabía qué querían decir, me parecían un poco locos pero me atreví a escribirlos, y fue como si hubiera abierto algo, y ese “algo” empezó a fluir y se convirtió en lo que en un principio fue la primera parte del poema, que se llamó Shajarit, una oración hebrea que se reza por la mañana. Aún ahora sigo sin saber qué quieren decir esos versos. Fue el comienzo. Fue ahí que me di permiso a que algo comenzara. Pero nunca imaginé que eso, esos versos, acabarían por ser un proyecto de vida.

“Somos los que pensamos”. ¿Y qué porción de sueño nos conforma?

Mucha. Podría decir aquello de Calderón de la Barca, la vida es un sueño. Hay toda una parte de nuestra vida que la estamos inventando y reinventando y soñando y que tiene poco que ver con la realidad.

En Migraciones, la voz que canta, esa voz que al modo de Tiresias nos acompaña, es una voz que recuerda (y que se dirige a la madre y a veces a un tú amado). El poeta, ¿recuerda o presagia?

Se mezclan. He llegado a sentir, y lo he comprobado, que la poesía es un misterio, realmente un MISTERIO con mayúsculas, y que también tiene mucho de presagio. Como anécdota, te cuento que catorce años antes de que muriera mi papá –y en aquel entonces yo no había visto morir a nadie–, escribí: “mis muertos son tan reales como yo y les hablo en ruso y en idish”. Mi papá llegó a México de Rusia en 1929, casi con 9 años. En su casa hablaban ambos idiomas, sobre todo el ruso. Los últimos días que vivió mi papá pasó esto, Esther, no volvió a pronunciar una sola palabra en español, solo hablaba en ruso y en idish. Yo nunca lo había escuchado hablar en ninguno de estos idiomas. Hay partes del poema que al escribirlas no sabía qué me estaban diciendo y fue después, a veces muchos años después que lo supe. Creo que la poesía opera en una especie de pre-conciencia. El arte en general opera en una zona de nosotros que no sabemos cuál es y que tiene su propia lógica, pero esa lógica es distinta a aquella con la que funcionamos en la vida diaria.

“No siento lo que soy/ soy lo que fui/ y lo que estoy queriendo ser”. Cuando una escribe poesía, ¿se amuchedumbran todas las que una ha sido y es o siempre hay una que dirige la palabra, como un auriga?

Sí, hay una que dirige, pero en general todas son yo; un “yo” que me sobrepasa. Hay una voz que lleva el poema que es y no es mi voz; el interlocutor más frecuente de esa voz es la madre, que es también la abuela y la nana y muchas yoes dentro de ellas y dentro de mí; es, como apuntaste, un arquetipo de la Madre que tiene que ver con mi mamá pero la trasciende. Tuve una mamá que sirvió quizás para que yo escribiera poesía, una madre a la quise muchísimo, pero era una mamá difícil, fría y distante… creo que me quería y mucho, pero no como yo hubiera querido que me quisiera. Mi mamá fue y sigue siendo un enigma para mí, el gran enigma. Y para que yo me atreviera a hablarle como acabé hablándole en el poema tuvieron que pasar muchos años después de su muerte.

¿Cuánto de nosotros pertenece a nuestros muertos?

Mucho. Pero ese “mucho” depende de qué tan ligado estás a esa persona que murió. Hay mucho de nosotros que les pertenece. Quizás solo te atreves a cuestionarlos justamente porque están muertos y es su muerte la que nos permite abrirles nuestro corazón y decirles las muchas cosas que no dijimos.

“Y aquella que soy/ ofrece perdón a la que fui”. ¿A cuántas de cada una de nosotras traicionamos para ser quienes somos?

A muchas. Pero si no alcanzamos a ser lo que más somos, la traición es aún más grande. Tú no eres una sola, Esther, dentro de todas esas que eres tú algunas son lo que se supone que debes ser y lo que te exigieron ser y lo que te enseñaron que tienes que ser y/o hacer. Las que realmente son tú misma a veces no las alcanzas nunca. Hay quien “se traiciona” muchas veces y logra así un yo más auténtico, más autónomo, más verdadero, y hay quien se traiciona porque vive y muere sin cuestionarse.

Hay algunas referencias musicales en sus versos (recuerdo ahora Bola de Nieve). ¿Escucha música cuando escribe? ¿A qué tipo de música le lleva sus versos? 

La poesía me lleva a la música del silencio, me encanta oír al silencio, lo necesito. Debo tener, como te he dicho algo en mí de monja porque paso mucho tiempo en silencio. He aprendido distintos matices y texturas del silencio y son hermosas. El silencio me permite escuchar las palabras y su música. Hay música que por supuesto me gusta pero a la que siempre regreso, la que me emociona son los boleros. Era la música que oía mi mamá. Le gustaban los tríos, las canciones de Agustín Lara, de Armando Manzanero. Más tarde descubrí el bolero cubano, el mero “filin” del que dicen que te enfermas de amor si lo oyes mucho…

El poema, ¿escucha o habla cuando se escribe, cuando se lee?

El poema es el que te da las palabras, lo sientes físicamente así, casi. Escribir poesía es caer en estado de gracia. Es estar en la gracia dentro de la Gracia. Es un regalo que se le da al poeta con la condición de que él a su vez lo dé. El poema es un ser vivo que va modificándose a través de las lecturas y de las experiencias de vida del autor y del lector, y el lector es cómplice en este proceso.

“Y después de todo ¿qué hice yo con mi vida?” ¿Cómo saber que uno hace con su vida lo que quiere? ¿Cuándo uno ha de hacer lo que debe en vez de lo que desea?

Sigue siendo una pregunta que nos llevamos a la muerte. Jung escribió algo sobre esto, decía que nos pasamos la mitad de nuestra vida con ideas, y comportamientos que nos imponen sin siquiera darnos cuenta y olvidamos lo que realmente queremos y somos. Si tienes suerte en algún momento de tu vida te das cuenta y comienzas a mirar con tus propios ojos, a pensar por ti misma y caes en la cuenta de que muchas cosas no son como te dijeron, es un largo proceso y puede ser doloroso, pero te va llevando a esa tú que de veras eres tú.

Su poesía celebra con frecuencia el placer (“y tus dedos como moluscos tibios se pierden dentro de mí”, “olor del sexo madurándose”, “chupo tu pene como si fuera un caramelo…”), algo infrecuente en los versos firmados por mujeres, salvo excepciones de rigor.

Simplemente le fui fiel al poema, todas esas partes eróticas y de autoerotismo son reales, pero no se habla de eso, en realidad muy pocas veces hablamos de lo que de veras nos importa.

Del mercado.

Me gustan mucho los mercados. Me gusta comprar y escoger la fruta, mirarla, tocarla, los tantos tantísimos aromas y colores, la gran variedad de verduras, de quesos, de embutidos, los chiles, las flores, el ir y venir de la gente, su estruendo. Los mercados son de una gran voluptuosidad… He ido a muchos mercados muchas veces en mi vida, pero el mercado de Oaxaca, en México, es el más fascinante de cuantos conozco, es entrar en un mundo mágico.

¿Qué se pierde, qué tributo se paga por la migración y cuál es la satisfacción que se recibe?

Se paga con la añoranza siempre. Siempre. Solo que acabas añorando algo que ya no es. Ni tú ni el lugar que dejaste serán nunca más lo que fueron. Nunca regresas aunque regreses. Sí, hay pérdidas, siempre hay pérdidas en las decisiones y también aciertos. Todo está moviéndose constantemente.

Si las aves emigran en busca de alimento o para buscar amantes con los que perpetuar la especie, ¿por qué migra el poeta, qué busca?

Se busca a sí mismo.  Mis Migraciones, como has captado, son más hacia dentro, aunque también hay migraciones hacia afuera dentro del poema. El título me las junta. Hasta el 2016 el poema tenía subtítulos cada uno con un epígrafe, entre otras cosas porque también a mí me tomó mucho tiempo darme cuenta de que, en realidad, estaba escribiendo un solo poema. Y fue a punto de irse ya a imprenta en el 2016 cuando tuve una especie de revelación –no sé decirlo de otra forma–, y ahí supe en ese saber inexplicable que tiene la poesía que las nueve partes en las que ya para entonces se dividía el poema eran un continuum, un fluir sin subtítulos, sin epígrafes, sin mayúsculas, sin puntos, sin comas; el poema me lo pidió, pidió que le quitara esos diques, pidió fluir, y lo escuché y lo solté y nos desprendimos el uno del otro y lo liberé de mí y me quedé sin él y me quedé casi sin mí y él ahora es libre y yo estoy triste y con un empty nest, o emptiness, pero así tenía que ser y dentro de este empty nest  está  también el agradecimiento de haberlo podido escribir, de habernos podido acompañar durante tanto tiempo, de haberlo podido terminar, de todo ese tiempo que me fue dado para hacerlo y llevarlo a su destino y ya allí dejarlo fluirse en ese su destino, dejarlo hasta donde más pude dar de mí.

Uno escribe porque hay un vacío que muchas veces ni sabemos que ahí está y la poesía es una manera de cubrirlo

¿Qué más se ha modificado en el poema con los años?

El aprendizaje fue el desprendimiento. Los poetas y los artistas somos narcisistas y llegamos a sentir que lo que escribimos está padrísimo. En especial lo último que escribimos suele ser en ese momento “lo mejor”. Pero si escuchas al poema y no solo a ti, él poema te dice qué le sobra y qué necesita. De hecho, fue entre 2015 y 2017 en que escribí más de cien páginas y al tiempo quité muchas y me sorprendió porque una de las partes que sufrió más cortes fue la que llevaba el subtítulo de Leteo. Esa parte me gustaba mucho y solía leerla con frecuencia en lecturas y festivales de poesía y de pronto me di cuenta de que era de las peores del poema. Como te dije, el poeta no es buen juez de su propia obra. He llegado a preguntarme cuál es el corazón del poema.

¿Y cuál es?

No lo sé…

Puede que tengas varios corazones…

Tampoco sé… quizás hay un corazón ahora en que quedó como un solo poema; cuando estaba dividido en partes resultaba más fácil buscar su corazón.  Ahora que es un puro fluir se parece más a un ser vivo y, por tanto, tiene un corazón… solo que no sé dónde está ese su corazón. Acaso sea como las cebollas, crees que vas a llegar al corazón pero nunca llegas, son gajos y más gajos que además te hacen llorar.  Las cebollas, como mis migraciones, no tienen el corazón en un solo lugar, son capas y más capas; me gusta más la palabra en inglés: layers and layers and layers, quizás su corazón está en ese su fluir.

¿Duele, escribir?

Sí, y no. Uno escribe porque hay un vacío que muchas veces ni sabemos que ahí está y la poesía es una manera de cubrirlo; hay un dolor, sí, y hay una búsqueda no sabes de qué o para qué. Gastón Bachelard decía que la poesía tiene una felicidad en el acto de escribirla que hay una dicha en poder ponerle palabras a lo que sientes por más que lo que escribas sea tristísimo. Cuando de veras tocas el dolor no escribes, te abrasa te abarca toda y todo y enmudeces. Pero en el momento en que puedes ponerle palabras el dolor ya no duele tanto. ¿Y yo?  ¡Ay! Yo ahora tengo mucho miedo de hacerme vieja, Esther; todavía estoy bien, pero veo cómo la vejez comienza a mirarme de frente y sé que el otro interlocutor protagónico en Migraciones es el Miedo. El mismísimo miedo. Tan fuerte es que tiene una presencia casi física en el poema y es ahora que me mira y yo no lo quiero ver. Mira y mira y mira y yo tengo miedo y más miedo. Una de las partes del poema habla de ese cuerpo que se mira en la sorpresa de verse envejecer. La escribí hace casi veinte años. La escribí sin miedo, el miedo es ahora. El poema no tiene un orden cronológico, tampoco lo tiene la vida. Te acordarás de esta conversación cuando tengas casi 78 años.

Ojalá pueda llegar a esa edad y pensarla entonces, Gloria. ¿Sabe? Me encantaría abrazarla ahora mismo en ese miedo…

Ocurrirá, Esther, ocurrirá. El horrible Covid pasará, y volveré a Europa porque en este 2021 saldrán las traducciones de Migraciones 1976-2020 en griego, italiano, danés e inglés. Y sí que me gustaría ir a España unos días. Entonces nos abrazaremos.

Derrocha al hablar ese regusto zalamero del corrido –pero en cadencia arrastrada, con la majestuosidad de la altura–, y sazona sus respuestas con ternura y una punta (inocente) de picardía. No fuma “por rebeldía”, porque sus padres lo hacían “como chimeneas”. A su edad se permitió un amor fou que la ha...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí