Querida suscriptora, querido suscriptor:

Escribo esta carta sentado en una terraza ubicada en uno de mis rincones favoritos del mundo que conozco. Una pequeña calle sin nombre que no está reconocida por el callejero de la ciudad. La calle se forma, como se forman los ríos, las calas o los acantilados, por un accidente geográfico. Un mercado de abastos y una iglesia gótico-mudéjar del siglo XIII, tan pegadas las dos construcciones en paralelo que generan entre medias este pequeño espacio. Un callejón alegre, acogedor y transitable en el que los cafés de la terraza se mezclan con las colas esperando turno en la recova y los colores de la fruta expuesta. En otras épocas, en los tiempos pre pandemia, aparecían también por aquí aportando color pequeños grupos de guiris exploradores que, a lo Marco Polo llegando a China, investigaban si en Sevilla había algo más allá de los monumentos recomendados por la Lonely Planet. Es un callejón que los vecinos de la calle Feria de Sevilla conocen bien. Hace cuatro meses estaba aquí mismo tomando una cerveza con amigos. Era un día soleado. Un sábado en el que las conversaciones del grupo de Whatsapp de la redacción de CTXT me distraían del disfrute, unas conversaciones que no eran, como este callejón, alegres. Aquel día, el director de CTXT nos contaba que la crisis económica provocada por el puto bicho nos había golpeado fuerte y que las perspectivas de problemas a medio plazo estaban, como la curva de contagios, en preocupante ascenso.

Hoy, aunque el día no es tan soleado como aquel de octubre en el que nos avisaron de que en CTXT se nublaban las cosas, el callejón me parece más alegre de lo normal. Si entonces me tocaba escribir la carta contándoles a las socias y socios el marrón de que CTXT tenía una analítica con muy mal color, la suerte ha hecho que hoy me vea en este mismo lugar escribiendo la carta contraria, dándoles una buena noticia: el paciente está dado de alta y dando saltitos por la calle. Con precaución, pero saltitos. Hemos logrado la remontada. Hemos conseguido llegar a esas diez mil suscripciones que nos hacen mirar al futuro con futuro. Es una barbaridad dadas las circunstancias, dado que esta crisis traicionera e injusta no solo es una crisis de la prensa pequeña –siempre en crisis– sino que también lo es para nuestros lectores, para nuestra gente. Todo el mérito de esta victoria es de quienes hoy recibís esta carta. De quienes os habéis hecho, vía suscripción, dueños de CTXT por mayoría absoluta: el 65% de los ingresos de esta revista vienen ahora del bolsillo de socias y socios que se quitan unos euros todos los meses para apoyarnos. El rescate de CTXT, propiciado por ustedes, antiguos y nuevos socios y socias que reciben esta carta, es una victoria de un modelo de prensa que no responde a los intereses económicos de una gran empresa, un modelo que apuesta por el servicio público, en abierto y con criterios de calidad. Lo que, en términos económicos, los expertos definen como “estáis bastante mal de la cabeza”. En términos políticos, para que se hagan una idea aproximada, lo que ustedes han conseguido sería una victoria similar a que UPyD resucitase y tuviese grupo propio en el Parlamento. Bueno, igual estoy exagerando, pero es que este callejón siempre hace que me venga arriba.

Estas diez mil suscripciones suponen una alegría, pero también un compromiso: el de devolverles este apoyo en forma de trabajos periodísticos de calidad. Esperemos no decepcionarles. Siempre pueden tirarnos de las orejas escribiéndonos a este mail (info@ctxt.es). Lo que les podemos asegurar desde ya es que, como dice el Cholo Simeone (ídolo de muchos miembros de esta revista nido descarado de colchoneros), el esfuerzo y las ganas no van a negociarse. No se han negociado durante estos seis años. Les dejo, que tengo el café ya tiritando y las mesas en pandemia no pueden ocuparse durante demasiado tiempo sin consumir. Más que dándoles las gracias, creo que toca cerrar esta carta dándoles la enhorabuena por el logro. Porque si lo han hecho, si están al otro lado, si han decidido moverse para salvar este medio de comunicación, es porque saben ustedes perfectamente lo importante que es tener espacios de prensa libre. De tener trabajando para ustedes a periodistas que defiendan lo público, el bien común, los derechos humanos, el debate social.

Enhorabuena porque sus suscripciones permiten que los casi siete millones de lectores anuales de CTXT tengan acceso gratuito a nuestro trabajo. Dicho de otra forma, cada uno de ustedes hace que casi 700 personas –muchas de ellas sin posibilidad económica de pagar una suscripción–, puedan leer CTXT. Gracias porque seguimos. CTXT está a salvo, pero la prensa digna aún tiene mucha batalla por delante. Y cuando puedan volver a viajar visiten este callejón, merece la pena.