Diario itinerante
América Latina, un nuevo frente en la guerra fría de EE.UU. y China
Charlamos con el expresidente Rafael Correa sobre el contexto internacional y de las elecciones del 7 de febrero en Ecuador
Andy Robinson 1/02/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Teniendo en cuenta la experiencia en América Latina en los últimos años, es lógico preocuparse cuando el presidente ecuatoriano Lenin Moreno se reúne con su “querido amigo” Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, a una semana de las elecciones presidenciales en Ecuador, en las que Andrés Arauz, el candidato de la izquierda, parece bien situado para ganar en la primera vuelta.
Es preocupante porque Almagro ya demostró en Bolivia hasta dónde puede llegar para defender al free world contra un candidato de la izquierda si este va a ganar las elecciones. Y tampoco debe olvidarse que el secretario general de la OEA se hizo eco de las delirantes teorías de la conspiración de Moreno durante las protestas indígenas en Quito, en septiembre de 2019, contra el draconiano programa de ajuste pactado con el FMI. Ambos denunciaron entonces la supuesta colaboración de Cuba y Venezuela y la “instrumentalización” de los miles de de manifestantes a favor del expresidente de izquierdas Rafael Correa.
La preocupación va en aumento cuando uno lee que Reuters achaca la caída de los bonos ecuatorianos en los mercados internacionales a la “fiery rhetoric” –retórica incendiaria– del discurso, en realidad, muy medido y razonable, de Arauz (mucho menos fiery, en realidad, que los discursos de Luis Almagro).
Y la zozobra se convierte en verdadera alarma cuando la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) en Quito, Dina Atamaint, anuncia, como hizo el viernes, que “se está analizando jurídicamente” la posibilidad de aplazar las elecciones no se sabe muy bien por qué, aunque parece que ya ha descartado esa posibilidad.
El Grupo de Puebla, que reúne a partidos progresistas latinoamericanos, ya ha advertido de que existe un peligro en Ecuador de “desestabilización del proceso electoral”. Evo Morales, cuya victoria electoral en Bolivia en 2019 fue calificada de fraudulenta por Almagro tras un discutible informe de la OEA que desencadenó un golpe de Estado, había advertido de que el CNE “pretende suspender las elecciones” y cometer “un grave atentado contra a la democracia”.
Tal vez Morales peca de alarmismo. Pero, después de tres o cuatro años de golpes blandos y menos blandos en América Latina y campañas macartistas de lawfare contra la izquierda, conviene dar la alarma con tiempo antes de que sea tarde.
El partido de Correa y Arauz se ha visto sometido a un acoso judicial sin tregua para evitar su regreso al poder y Correa –al igual que Morales en Argentina antes de que la victoria de Luis Arce le permitiera volver a casa– tiene que contemplar estas elecciones desde un exilio en Bruselas. Se ha hecho de todo para evitar que Arauz (y Correa) sean candidatos, así que no sería en absoluto descabellado pensar que se hará un último esfuerzo para evitar su victoria.
Pero Moreno, Almagro y la élite ecuatoriana ya no tienen a un “querido amigo” como Donald Trump en la Casa Blanca, ni Marco Rubio es ya el principal artífice de la política estadounidense en Latinoamérica. Por eso, es de esperar que la nueva Administración demócrata de Joe Biden respete activamente el proceso democrático en Ecuador y que dé instrucciones al secretario general de la OEA para que haga lo mismo.
Sería de esperar que la Administración Biden siguiera el ejemplo del Grupo de Puebla y de representantes de otros gobiernos –Max Reyes de México, Pablo Iglesias de España, Maria Nela Prada de Bolivia– que han hecho un llamamiento público para que no se ponga ningún obstáculo a la celebración de elecciones transparentes el próximo 7 de febrero.
¿Biden haría lo necesario para prevenir un atropello contra la democracia en Ecuador? Traté de analizar esta cuestión en un artículo publicado la semana pasada en La Vanguardia. Kevin Gallagher, director del Centro de Política de Desarrollo Global de la Universidad de Boston, que entiende mucho de la política estadounidense en Ecuador y el resto de América Latina, confía en que “Biden no va a apoyar golpes de Estado”. Aunque recuerda que en Honduras, en 2008, Barack Obama hizo la vista gorda y Hillary Clinton aplaudió cuando los militares sacaron de la cama de madrugada al presidente Manuel Zelaya.
Puesto que toda la política exterior de EE.UU. en América Latina se ha convertido en un frente de la nueva guerra fría estadounidense contra China, es lógico preocuparse también por el discurso anti China de Biden, que no parece muy diferente del de Trump. La Administración anterior ya realizó una suerte de injerencia en la campaña electoral en enero al acordar con Moreno un préstamo por valor de 3.500 millones de dólares procedente de la Corporación de Financiación del Desarrollo (DFC), un vehículo tanto financiero como geopolítico creado bajo las órdenes de Trump en 2018 con el fin explícito de plantar cara a China en América Latina.
Por todo ello, esta conversación que mantuve la semana pasada por Skype con Rafael Correa tal vez sea de interés.
¿Teme que la Administración Biden intente impedir una victoria de Andrés Arauz o desestabilizar su gobierno en caso de que gane u optará por un modus vivendi?
Creemos que Biden tratará de cuidar las formas diplomáticas que se desgastaron durante la anterior Administración. En ningún caso creemos que pueda haber intentos de desestabilización o de menoscabar la democracia por parte del nuevo Gobierno. Creemos que Joe Biden es un político maduro, que cuenta con la experiencia y la sabiduría para entender la importancia de fomentar el respeto al derecho internacional, la autodeterminación de los pueblos y la democracia. Hemos visto señales positivas respecto del multilateralismo y compromiso ambiental. El Gobierno de Biden firmó el reingreso a la Organización Mundial de la Salud y al Acuerdo de París. Existen sin embargo mecanismos no gubernamentales de financiación, como la NED (National Endowment for Democracy) o HRW (Human Rights Watch), cuyo direccionamiento de fondos ha llegado a ser usado como instrumento de presión sobre gobiernos democráticamente constituidos. Esperamos que el uso de estos mecanismos se encamine a fortalecer la democracia. La desinstitucionalización no beneficia a los países y ya Estados Unidos sufrió en carne propia esos efectos.
Creemos que Biden tratará de cuidar las formas diplomáticas que se desgastaron durante la anterior Administración
Existen sin embargo mecanismos no gubernamentales de financiación, como la NED (National Endowment for Democracy) o HRW (Human Rights Watch), cuyo direccionamiento de fondos ha llegado a ser usado como instrumento de presión sobre gobiernos democráticamente constituidos. Esperamos que el uso de estos mecanismos se encamine a fortalecer la democracia. La desinstitucionalización no beneficia a los países y ya Estados Unidos sufrió en carne propia esos efectos.
¿Cree que el equipo de Biden apoyará el programa anti-China de la Corporación Financiera para el Desarrollo (DFC) en Ecuador? ¿Ese apoyo podría traducirse en una actitud agresiva de EE.UU. en caso de que Andrés Arauz gane las elecciones?
Se entendería que la Corporación Financiera para el Desarrollo tenga por objetivo promover el desarrollo de los países a los que apoya. El programa acordado con el DFC consiste en facilitarnos recursos para refinanciar deuda con China, a cambio de excluir de nuestro mercado a empresas de telecomunicaciones de dicho país. La primera pregunta que hay que plantearse sería: ¿en qué favorece al desarrollo de un país que se impida la libre competencia? Está claro que este acuerdo tiene más que ver con un objetivo de política exterior que con uno de apoyo al desarrollo. Recordemos que el DFC nace en medio de una creciente tensión entre China y Estados Unidos en el ámbito comercial y financiero. Y es un hecho que los intereses de Estados Unidos seguirán siendo los mismos, sin importar quién ocupe el despacho oval, por lo tanto, es probable que la Administración Biden mantenga una política exterior similar. Donde sí podemos esperar cambios es en la forma de hacer las cosas. Estamos seguros de que la Administración Biden dará mayor énfasis a las formas diplomáticas. Sobre el triunfo de Andrés Arauz, este no tiene por qué resultar en reacciones agresivas. Seguramente Arauz priorizará los objetivos de desarrollo del Ecuador, así como el fomento de relaciones comerciales saludables con todos los países, en un marco de respeto mutuo. Y si el DFC atiende a sus objetivos de apoyo al desarrollo (y no a una prioridad geopolítica), será siempre posible encontrar puntos de interés común.
¿Guillermo Lasso, el principal rival de Arauz en las elecciones, se opondría a proyectos llevados a cabo de forma conjunta con China y empresas chinas?
Es difícil predecir a ciencia cierta. La derecha ha recurrido frecuentemente a criticar el endeudamiento con China como parte de su retórica electoral, hablando de sobreendeudamiento y de sometimiento al gigante asiático, lo cual nunca fue verdad. En mi Gobierno se procuró mantener un endeudamiento equilibrado, es así como China representó, en abril de 2017, aproximadamente un 35% de la deuda externa. Es improbable un gobierno de Lasso pero, frente a una realidad como la ecuatoriana, tan golpeada por la covid-19 y la recesión –Ecuador decreció, en 2020, el 11% según el FMI–, llegue quien llegue al gobierno, deberá dejar a un lado sus dogmas y su retórica política y buscar soluciones pragmáticas... asumiendo, por supuesto, que no tengan conflictos de interés y que su objetivo sea sacar al país adelante, lo cual es un “big if” [gran ‘y si’] cuando hablamos de entregarle el poder político a los grandes grupos económicos y financieros.
La importancia de mantener una buena relación económica con China es la misma que con cualquier bloque económico significativo, como la Unión Europea, los Estados Unidos de América, o Rusia
¿Cuál es la importancia para Ecuador de mantener una estrecha relación económica con China?
La importancia de mantener una buena relación económica con China es la misma que con cualquier bloque económico significativo, como la Unión Europea, los Estados Unidos de América, o Rusia: ampliación de mercados, colocación de productos, desarrollo de relaciones comerciales y financieras mutuamente beneficiosas. En 2019, el mercado chino representó el 13% de nuestras exportaciones y casi el 17% de nuestras importaciones. China tiene capacidad de financiación y busca colocar esos recursos en proyectos rentables en el resto del mundo. Nosotros tenemos necesidad de financiación y múltiples oportunidades de inversión. Sería ilógico no aprovechar esa complementariedad.
¿Cree que la Administración de Biden apoyará a Arauz si rompe el acuerdo con el FMI?
Si la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, fuese ministra en Ecuador, seguramente apoyaría que se renegociara el acuerdo: las restricciones de gasto que el FMI exige, impiden enfrentar la pandemia y la recesión con eficacia. Es lo opuesto a la línea de estímulo fiscal que propone la Administración Biden. Pero en tanto secretaria del Tesoro de Estados Unidos, lo más probable es que su rol político se imponga por encima de su visión de economista. Recordemos que Yellen, en su audiencia ante el Comité de Finanzas del Senado, fue mucho más dura con China de lo que solía ser en su época al frente de la Fed, llegando incluso a hablar de “políticas abusivas” y señalando a Beijing como “principal competidor estratégico” de Estados Unidos. Está claro que una ruptura con el FMI implicaría para Ecuador la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación. Si en esas nuevas fuentes vuelve a sonar el nombre de China, es posible que Yellen revise su posición.
Teniendo en cuenta la experiencia en América Latina en los últimos años, es lógico preocuparse cuando el presidente ecuatoriano Lenin Moreno se reúne con su “querido amigo” Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, a una semana de las elecciones presidenciales...
Autor >
Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí