1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Represión

Las mil condenadas por el franquismo en Murcia

Madres, hijas, hermanas, novias o esposas. Cientos de mujeres que fueron usadas para conseguir información de sus allegados. Historias de la represión de la dictadura en forma de torturas, violaciones y fusilamientos

Loreto Mármol 20/02/2021

<p>Cuatro mujeres de Oropesa (Toledo) rapadas durante la Guerra Civil.</p>

Cuatro mujeres de Oropesa (Toledo) rapadas durante la Guerra Civil.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

10 de octubre de 1940. En la cárcel de Murcia, Ricarda Soba firmaba un documento por el que se hacía cargo de Paquita, la hija recién nacida de su prima Nieves Calvo, de 27 años, ejecutada ese mismo día, para cumplir su última voluntad de entregársela al abuelo, que vivía en Castro Urdiales. Nieves había llegado desde esa localidad cántabra acompañando a su marido, un ferroviario que fue destinado a Caravaca y que luego fue líder comunista, al que también fusilaron; dejaba a cuatro hijos, el mayor de siete años.

Militante en las Juventudes Socialistas Unificadas, se convirtió en la primera concejal del pueblo, nombrada en agosto de 1936. Asumió la difícil y arriesgada tarea de ejercer el poder municipal en el transcurso de la guerra civil, en un momento en el que la participación política e institucional de las mujeres era muy escasa. Solo cinco tenían representación municipal en toda la región entre febrero de ese año y marzo de 1939. Bastaron sus ideas y liderazgo para acusarla de participar en el asalto a la prisión del Castillo de Caravaca. La condenaron basándose en un testigo que creyó oírla. Ni siquiera la vio. Incluso declaró que conocía los hechos por “rumor público y comentario popular”.

Una prima de Nieves Calvo se hace cargo de su hija, cumpliendo con su última voluntad. / Cedida por Rufino Garrido.

Algo similar le ocurrió a la yeclana Eugenia Sánchez. La juzgaron y la fusilaron sin pruebas. El día del crimen que se le imputó estaba sirviendo en una boda. Así consta en su sumario, a tenor de diez testimonios que fueron ignorados por el tribunal militar sin comprobación alguna.

“Los juicios eran una pantomima, sin garantías, burdos montajes construidos sobre supuestos delitos y denuncias falsas e interesadas”, concluye el investigador e historiador Antonio Martínez Ovejero, después de analizar durante años cientos de expedientes.

Las mujeres no suelen formar parte de la historia escrita. Con el objetivo de “hacer más visible el esfuerzo y sacrificio de las murcianas víctimas del franquismo”, Martínez Ovejero ha documentado los casos de 997 represaliadas por su doble condición de ser mujeres y de izquierdas. Los archivos permiten hilar y entretejer los relatos en torno a esas voces dormidas, silenciadas y luego olvidadas. Pero no todo ese castigo del aparato político, jurídico y social franquista consta en los papeles: “Las fuentes documentales y administrativas sobre ellas son mucho más escasas que las de sus compañeros republicanos”, advierte. A lo que se añade la dificultad de una información soslayada por un acceso restringido a los archivos militares. Su apertura es una cuenta pendiente que los colectivos memorialistas esperan que resuelva la futura Ley de Memoria Democrática; para reparar el derecho a la verdad, para que sus nombres no se borren de la historia.

Es una historiografía más compleja y más dura, porque no solo las castigaban con la cárcel, sino también de otras formas: a las torturas, se añadía la violación. Rapadas, humilladas y paseadas públicamente. A veces enterradas como “putas”. A menudo juzgadas en el ámbito moral y privado por su comportamiento social, sexual y religioso. Tachadas de tener “mala conducta” por ser “mujer sexualista”; “marxista, coqueta e inmoral”; “concubina de”; “querida de”... 

De Josefa López (50 años), condenada a doce años y un día, dijeron: “Provocativa, va vestida de miliciana con el revólver a la cintura. Portaba la bandera roja en cuantas manifestaciones se organizaban. No faltaba una sola noche a la célula, tratando asiduamente con el secretario del partido. Separada de su esposo, vivía amancebada con un señor de la localidad”.

A Guillermina Fernández, de 27 años, la condenaron a seis años por ser “roja, coqueta e inmoral” y por portar “pancartas y banderas en todas las manifestaciones, excitando el espíritu revolucionario de las hordas marxistas”.

Descritas como ateas, masonas, acérrimas antirreligiosas y anticlericales, enemigas de la Iglesia por no asistir a misa o no cumplir con sus deberes religiosos. Acusadas de saquear templos y profanar imágenes. “En el santuario hizo burla sacrílega, poniéndose sobre los hombros el manto de Nuestra Señora del Castillo, patrona de Yecla”, rezaba el informe de Falange sobre María Rosa Martí, de 48 años, a la que declararon “enemiga del glorioso Movimiento Salvador de España”. Pasó a ser “la mujer marxista más peligrosa”.

Casi le cuesta la vida a la que fue la única de las 36 maestras procesadas condenada a muerte, pena que al final le conmutaron por 30 años de prisión. Mientras la trasladaban a la cárcel de Valencia, supo que habían fusilado a su marido. También perdió a su hijo José Juan Martí, el mayor de seis, voluntario en el ejército republicano. Capturado en Francia por los nazis, murió con 24 años en el campo de exterminio de Gusen, satélite de Mauthausen.

“Contra el feminismo, feminidad” era la consigna que se daba en el 39 en el periódico falangista Arriba

Cuando obtuvo la libertad condicional, tras cinco años, se instaló con sus hijos en Cheste (Valencia), su pueblo natal. “En Yecla no la hubieran dejado vivir”, opina Martínez Ovejero. Porque lo que hacía que mereciera “más castigo que los demás” era que “tomó parte activa en los actos del partido socialista, sin dar la cara, pero organizándolo todo con la cultura propia de su profesión”.

Lo que realmente molestaba era su carrera profesional: “Propagó con la autoridad de maestra las absurdas y ridículas doctrinas del marxismo. En sus clases envenenaba el espíritu de niños inocentes, arrastrándolos hacia una vida de perversión y maldad que tuvo como consecuencia la quema de iglesias y saqueos. No solamente maniobra con niños, sino también con muchachos ya crecidos, a los que arrastraba a las filas del ejército rojo”, describió el aparato falangista en su informe.

Fue expulsada del cuerpo de magisterio. No encajaba en las labores propias de su género ni en esa nueva España que relegaba a la mujer a la reclusión en el sacrosanto ámbito doméstico y familiar. “Contra el feminismo, feminidad” era la consigna que se daba en el 39 en el periódico falangista Arriba.

Rufino Garrido Martínez, investigador y miembro de la Federación de Asociaciones de Memoria Histórica de la Región de Murcia, recalca que “la situación de la mujer durante el régimen franquista retrocedió radicalmente hasta una posición humillante que la redujo a un ser permanentemente tutelado y supeditado a la voluntad de un hombre”, y recuerda que la Constitución republicana de 1931 había aprobado el sufragio femenino, el divorcio, el matrimonio civil y el aborto, así como otras normas de carácter laboral.

Pero “no sólo había que derogar las leyes republicanas, sino castigar ejemplarmente a aquellas que habían tenido algún tipo de liderazgo o se habían distinguido profesionalmente”, prosigue Martínez Ovejero. Y esta represión afectaba aún más al mundo rural, porque “las mejor situadas escaparon de esta realidad”, explica Pedro María Egea Bruno, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Murcia.

Solían firmar las sentencias con la huella dactilar, porque no sabían leer ni escribir. En aquel momento la mitad de la población era analfabeta. Con la idea de “sembrar España de escuelas”, se había puesto en marcha la reforma educativa como primer paso para la igualdad. Educación para no “vivir siempre esclava” y “lograr la independencia que es propia de nuestro sexo”, promulgaron en Caravaca en 1938 la Agrupación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo y la Agrupación de Mujeres Libres. “Nuestro lema es el estudio, nuestra casa la escuela y nuestros guías los libros”, decía el manifiesto.

“Libros que nos enseñen a defendernos” era lo que le pedían a María Galindo, secretaria agraria del PCE en Ocaña (Toledo). Desde los 7 años en las tareas del campo, sin tiempo de ir al colegio, por la noche aprendía a leer y escribir. Su padre, propietario de unos pequeños pedazos de tierra, tenía que emplear los brazos de sus hijas, que además trabajaban para terratenientes, de sol a sol y por dos pesetas. Los jornales de todos los miembros de la familia solo daban para pagar los abonos y las semillas.

María sabía de olivares y viñas, y de luchas campesinas: “Llevaba sobre mis lomos lo mismo que un hombre, pero ellos ganaban el doble”, contaba a sus 23 años en el diario Mundo obrero. Algunas veces protestaban y entonces las dejaban en paro. Hasta que la necesidad apretaba de nuevo y volvían a deslomarse.

Con la marcha de los compañeros al frente comenzaron a ocupar los puestos vacantes y a estar en la dirección de las colectividades y los sindicatos: “Las mujeres han cogido la yunta y siguen haciendo el barbecho”, relataba María. Era habitual que los comités de Mujeres Antifascistas se ofrecieran a realizar cualquier trabajo, “sea el que fuere y por rudo que sea”. La guerra truncó sus sueños de estudios y viajes, y luego llegó la cárcel al año de instalarse con su pareja en el municipio murciano de Villanueva del Río Segura. Los dos presos, y los dos indultados tras el decreto de octubre de 1945 para los delitos cometidos antes del 39.

Se reenganchó en la militancia. Solo había transcurrido un año cuando la detuvieron por segunda vez. Estaba embarazada. Después de dar a luz solicitó la libertad condicional porque tenía fiebres puerperales. Se la denegaron. Tras dos intentos frustrados de indulto, salió de la celda en el 54. Tenía 37 años. Fue la que tuvo la condena más larga (38 años) y más tiempo pasó en la cárcel (13). “En Murcia, aunque las sentencias solían ser de 30, casi ningún hombre cumplió más de siete”, apunta Martínez Ovejero.

“No participaron en delitos de sangre, por lo que más bien juzgaban a esa mujer que rompía el esquema del patriarcado”, insiste Egea. “La mayoría tenía un compromiso social, más que político, que en parte era una forma de rebeldía”, añade Martínez Ovejero. Otros delitos recurrentes fueron los de “blasfemar durante todo el periodo rojo” o insultar a derechistas.

Les atribuían culpas por provocar: “Se las calificaba de víboras”, comenta Egea. “Alentaba con sus gritos a los hombres, apelando a su masculinidad, para que asaltaran el cuartel de la guardia civil”, según el expediente de Blasa Herrero, una jornalera de Jumilla de 42 años. La consideraron “la mujer más peligrosa para su pueblo y para la causa nacional”.

A Blasa la iban a ejecutar el 21 de julio de 1942, pero en el último momento su nombre salió del listado de los reclusos que en esa madrugada estarían en las tapias del cementerio de Espinardo frente al pelotón de fusilamiento. Horas antes, el médico había certificado que padecía un cáncer en la matriz en estado avanzado. “Cada vez que la movían se desangraba”, dice Garrido a la luz del expediente penitenciario. Sufría hemorragias copiosas y síncopes intensos; extrema desnutrición, atrofia muscular, fatiga y debilidad. Agonizaba.

Certificado médico de Blasa Herrero que indica que padece un cáncer en la matriz. / Cedida por Rufino Garrido.

No obstante, pese al pronóstico del facultativo –“no ha de durar más que poco tiempo”–, el gobernador militar ordenó realizarle un reconocimiento cada ocho días “para una vez restablecida proceder al cumplimiento de la ley”. Una semana más tarde se constató que seguía grave, “en una forma estacionaria, a pesar de su casi completa falta de ingestión de alimentos”. Ya no habría más partes. Murió nueve días después por “un coma acidósico secundario a carcinoma uterino”.

Suspensión de la ejecución de Blasa Herrero por su grave estado de salud. / Cedida por Rufino Garrido.

 

Defunción de Blasa Herrero por su enfermedad. / Cedida por Rufino Garrido.

Los informes de la guardia civil, el alcalde y Falange señalaron que participó “activamente y con extrema crueldad” en una manifestación en la que fueron asesinados dos jóvenes falangistas que habían perpetrado un ataque contra la casa del pueblo, matando a un trabajador socialista e hiriendo a otro.

La procesaron junto con otros trece jumillanos. A pesar de que en el juicio no se pudo demostrar nada, la sentencia llegó seis años después de los sucesos con siete condenas a muerte. “La venganza estaba servida”, continúa Martínez Ovejero. La brutal maquinaria represora que el régimen emprendió tras la guerra estaba en marcha, y todo valía para penalizar aquellas vidas relegadas que chocaban con el nuevo sistema que se pretendía instaurar.

Hay un patrón común de acusaciones por actuaciones de carácter multitudinario donde era difícil saber el grado de implicación, pero “alguien tenía que pagar”, sostiene. Para impartir justicia estaban el alcalde, los jerarcas, las familias de los caídos por Dios y por España, la guardia civil, la policía y la Iglesia, que trataban de conseguir de los tribunales militares el castigo que creían más adecuado para las rojas del pueblo. El historiador lo llama “lobby político vengativo local”.

Esa venganza bíblica del ojo por ojo, que iba más allá de lo cuantitativo, alimentaba un ánimo sancionador por parte del Estado que parecía no tener límites. Al ciezano Antonio Martínez, menor de edad, se le imputó asesinato y fue ajusticiado en uno de los patios de la cárcel mediante garrote vil. Garrido, después de ver miles de expedientes procesales de la prisión provincial, contabilizando 525 ejecuciones de hombres y mujeres, cree que se trataba de seguir castigando a la familia de Josefa Martínez, madre del joven, incluso cinco años después de que la fusilaran.

El carácter familiar de la represión hacía que al menos un 12% de los procesados tuviera algún otro pariente en la misma situación

Según Martínez Ovejero, el carácter familiar de la represión hacía que al menos un 12% de los procesados tuviera algún otro pariente en la misma situación, incluyendo a veces familias completas, como la de Escolástica Gaspar, La Pasionaria murciana, y sus cuatro hijos.

Fueron detenidas por ser madres, hijas, hermanas, novias o esposas de desafectos al régimen, para usarlas como rehenes con el fin de averiguar el paradero del escondido y provocar la entrega del fugado. Así le ocurrió a María Fernández, casada con el alcalde de Alguazas, que, tras entregarse para liberarla, sobrevivió a las torturas, huyó de la cárcel de Mula, y consiguió llegar a Francia a pie después de tres meses. Ocho compañeros quedaron por el camino.

La principal preocupación de las presas era quién cuidaría de sus padres e hijos. En torno a ese sufrimiento se realizaron innumerables peticiones de libertad condicional. Porque antes, como ahora, ellas eran las que sostenían el sistema de cuidados. Cuenta de esa angustia es que Pascuala Marín entregara su bebé a una hija una vez condenada a muerte, pena que al final sorteó. O la última voluntad de Nieves.

10 de octubre de 1940. En la cárcel de Murcia, Ricarda Soba firmaba un documento por el que se hacía cargo de Paquita, la hija recién nacida de su prima Nieves Calvo, de 27 años, ejecutada ese mismo día, para cumplir su última voluntad de entregársela al abuelo, que vivía en Castro Urdiales. Nieves había llegado...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí