Ganas de quemar cosas
Respetar la ley puede ser buena idea
Lo mejor que puede hacer el gobierno es asumir el papel que le corresponde como potencia administradora del territorio del Sáhara y presionar eficazmente para que el referéndum se celebre
Alicia Ramos 18/05/2021
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Hay una solución milagrosa para todo esto: respetar la legislación internacional.
Hace setenta y pico años, las naciones que emergían más o menos magulladas de la II Guerra Mundial entendieron que hacía falta una entidad supranacional que regulara las relaciones internacionales. No era la primera vez que se les ocurría eso y los antecedentes no eran alentadores, pero hacía falta un lugar simbólico al que llevar los conflictos y que sentara jurisprudencia en las relaciones entre las distintas naciones. Gracias a la Organización de las Naciones Unidas, hoy tenemos una Carta de los Derechos Humanos que no garantiza que se respeten, pero por lo menos podemos invocarla cuando se violan, que ya es más de lo que teníamos antes: no es lo mismo aludir a la bondad, la moral o la buena voluntad que a una carta de derechos suscrita por los Estados miembros. Porque para ser parte de la ONU no hace falta ser una democracia. Ni siquiera hace falta respetar los derechos humanos, basta con el compromiso de que velarás por que se respeten. Luego Irán, Rusia o Hungría, dirán que los derechos humanos no son compatibles con sus tradiciones culturales y cosas así, pero ya hemos dejado dicho que los derechos humanos no son un compendio de los usos y costumbres de los distintos pueblos del mundo, sino un estándar mínimo de respeto a la condición humana que muy bien puede chocar con tradiciones de toda laya. Que a lo mejor de eso se trata.
El papel de las Naciones Unidas fue determinante en los procesos de descolonización que transformaron el mundo en los cincuenta y los sesenta, una aventura así no habría sido posible sin un árbitro como ese.
Pero, una mañana tonta, el presidente del gobierno de España, Arias Navarro, decidió que una de sus provincias, el Sáhara Occidental, le estaba dando demasiados quebraderos de cabeza y decidió cedérsela por su cuenta y riesgo a Mauritania y a Marruecos en un acuerdo que violaba toda la legislación internacional vigente en lo que respecta a procesos de descolonización. Lo único legal hubiera sido que España auspiciara el proceso de autodeterminación e independencia del Sáhara Occidental y que luego, este, si hubiera querido, se uniera a Marruecos, a Mauritania o a Nueva Zelanda, según le cuadrara.
A partir de ahí todo está mal y ese es el error de partida que hay que corregir. La ONU se da cuenta y establece una Misión para el Referéndum del Sahara Occidental (Minurso) que sigue en vigor a día de hoy desde hace treinta años y no ha avanzado ni un milímetro en la consecución del objetivo para el que fue creada. Pero ahí siguen. ¿Por qué no se ha avanzado en un proceso aparentemente tan sencillo? Porque hay muchísima gente que está encantada con el statu quo derivado de la cagada de Arias Navarro. Incluida la propia Minurso, parece.
Inmediatamente después de la cesión ilegal del territorio del Sáhara a Marruecos y Mauritania, Rabat se dedica a bombardear a la población saharaui con fósforo blanco y con material de guerra suministrado por España, todo son beneficios. El pueblo saharaui se reagrupa en cuatro campamentos en Tindouf, en un territorio cedido por Argelia, que se lleva regular con Marruecos, y reacciona militarmente hasta llegar a la propia capital de Mauritania, Nuakchot, lo que hace que este país se replantee qué necesidad tiene de ocupar el Sáhara. Marruecos entiende que eso significa que el Sáhara le pertenece por completo y empieza a enredar con el censo que habría de valer para el referéndum. Un referéndum que obstaculizará, cuanto esté en su mano, para que nunca se celebre.
No tiene nada de particular que Brahim Ghali acabe en un hospital español para tratarse de covid, siendo un señor que nació en 1949 en territorio español y que formó parte de un cuerpo militar español hasta hace cincuenta años. Qué menos. Lo que no tiene sentido es que el rey de Marruecos le diga a España a quién puede y a quién no puede atender en sus hospitales y que abra la espita de la presión migratoria para chantajear al gobierno.
Yo no me dedico a estas cosas de gobernar, pero sí sé que cuando alguien te intenta chantajear es porque cree que tiene algún poder sobre ti y que lo que conviene en esas situaciones es demostrarle con claridad que está muy confundido. Lo mejor que puede hacer el gobierno es respetar la legislación internacional, asumir el papel que le corresponde como potencia administradora del territorio del Sáhara y presionar eficazmente para que el referéndum se celebre y la ley se cumpla, sin dejar de vigilar el respeto a los derechos humanos en los territorios ocupados por Marruecos. España puede hacer eso. No hace falta que reconozca a la RASD si no quiere, no pasa nada. Y se acabó la tontería.
Ah, es verdad que Donald Trump reconoció en diciembre la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Marruecos normalizara sus relaciones diplomáticas con el Estado de Israel, es verdad. Pero no sé si a estas alturas hay que explicar que Donald Trump no es una fuente de Derecho Internacional. Ni siquiera cuando era presidente de Estados Unidos. No funciona así.
Hay una solución milagrosa para todo esto: respetar la legislación internacional.
Hace setenta y pico años, las naciones que emergían más o menos magulladas de la II Guerra Mundial entendieron que hacía falta una entidad supranacional que regulara las relaciones internacionales. No era la primera vez que...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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