ARGENTINA 1 - BRASIL 0
La Copa de Messi
El futbolista sale tremendamente reforzado de este torneo. No ante el mundo, que no ha dejado de admirarlo, pero sí ante sus compatriotas, que le exigían devolverles la épica y el Mundial que sí les dio Maradona
Xabier Rodríguez 11/07/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Iba a ser la copa de Iván Duque, luego la de Bolsonaro y terminó siendo la de Leo Messi. Pocas imágenes tan gráficas como la de los jugadores argentinos corriendo a celebrar con su capitán en cuanto el árbitro pitó el final del partido o el manteo a su líder al grito de “Que de la mano de Leo Messi todos la vuelta vamos a dar”. 28 años llevaba Argentina sin ganar un título con la selección mayor. El último había sido en la Copa América de 1993, con Ruggeri de capitán y Batistuta como goleador. Desde entonces habían logrado dos oros olímpicos y numerosos títulos en inferiores, pero se resistían las finales mayores. El gol de Adriano en el último minuto de la Copa América 2004, la superioridad de los brasileños en 2007, la dolorosa herida del gol de Götze en 2014 o la doble derrota por penaltis contra Chile.
Se han hecho innumerables análisis para explicar una sequía tan larga. Algunos futbolísticos, como la falta de potreros o la juventud con la que los jugadores se marchan a Europa. Otros más sociológicos, como el crecimiento de la pobreza en el país, la pérdida de valores o el aumento del individualismo. Se han extendido también argumentos absurdos como que Messi no cantaba el himno o que había esta u otra mufa. La crítica se cebó con un jugador de la categoría de Higuaín y se cuestionó a toda una generación de grandes futbolistas para descargar la frustración por cada una de las finales perdidas. Al final, en todos estos años, lo único que le faltaba a la selección argentina era que la pelota entrara, ese punto de suerte necesario para coronar un gran trabajo. Faltó en finales anteriores y las reacciones por la derrota provocaron el aumento de un exitismo mal entendido, en el que únicamente tiene cabida la victoria y que se llevó por delante el trabajo de seleccionadores como el Tata Martino, Bauza o Sampaoli.
Esta vez la moneda cayó de cara y el triunfo dejó otra imagen para el recuerdo; la de Neymar, Messi y Paredes sentados en las escaleras del Maracaná al terminar la final. Los argentinos habían tenido tiempo de dar rienda suelta a la euforia, Neymar había llorado la derrota. Al final, los tres futbolistas, antiguos compañeros en el Barcelona o compañeros actualmente en el Paris Saint Germain, se sentaron a comentar el partido, a reírse con alguna anécdota. De eso trata en última instancia el deporte.
Messi sale tremendamente reforzado de esta Copa América. No ante el mundo, que no ha dejado de admirarlo embelesado, pero sí ante sus propios compatriotas, que le exigían devolverles la épica y la copa del mundo que sí les dio Maradona. Con Diego ya fallecido parece que los argentinos empiezan a identificarse con Leo. Lo hicieron hace unos meses cuando mostró al mundo la camiseta de Newell’s con el número 10 y cuando increpó a Yerry Mina en las semifinales de esta Copa América, mostrando ese lado canchero que tanto les gusta. Lo han hecho, por supuesto, cuando lo han visto levantar la copa, como si no fueran suficientes los más de 70 goles marcados con la selección o las cuatro finales disputadas, como si fuera necesario ese trofeo para que reconocieran en Leo a un buen representante de la argentinidad.
Sale reforzado también el otro Lionel del grupo, el que dirige al equipo desde el banquillo, el que ha sido cuestionado desde el primer día que asumió, después de un Mundial de Rusia de amargo recuerdo para los argentinos. Scaloni y su equipo empezaron a trabajar con un cargo interino, sabiendo que los lobos saltarían al cuello en cuanto los resultados no acompañaran. Tardaron unos meses en ser confirmados y debieron resistir las voces que pedían sus cabezas tras la eliminación en semifinales de la Copa América 2019. Ahora, el gol de Di María les da eso que más necesitan los técnicos: tiempo y tranquilidad. Scaloni podrá trabajar de cara al Mundial de Qatar sin el acoso permanente de las críticas, con un bloque que se ha consolidado en este torneo y que debería reforzarse en los próximos meses.
Igual que se ha reforzado Chiqui Tapia y la actual dirección de la AFA. Porque falta mucho para que el fútbol argentino tenga el orden y la seriedad que necesita y estos nuevos dirigentes no parecen estar corrigiendo frecuentes errores. El triunfo en la Copa América, al menos, permitirá a Tapia trabajar con mayor tranquilidad al frente de un cargo que ha conocido tres presidentes desde la muerte de Grondona en 2014, dos procesos electorales y una intervención gubernamental. Esa estabilidad debería repercutir también en el trabajo de la selección.
Porque no hay que engañarse, aún quedan muchas cosas que mejorar para que Argentina vuelva a ser campeón del mundo. Esta no ha sido la mejor versión de la albiceleste en los últimos años. No ha sido la más brillante y tampoco la que mejor ha defendido. Sí ha sido la más efectiva, la que ha terminado el trofeo invicta. En la final se vio su versión más aguerrida y guerrillera. Argentina quería ganar, necesitaba ganar y salió a batirse en el barro. Quedará para el recuerdo la media ensangrentada de Montiel y habrá quien defienda que, esta vez, Argentina sí que se entregó, como si en 2016, 2015 o 2014 no hubieran olido sangre, como si las cuatro finales perdidas hubieran sido por falta de garra o de huevo, ese concepto que, cuando gana demasiado prestigio, pierde valor el fútbol. Porque, ante Brasil, Argentina hizo lo que había que hacer para ganar una final, igual que lo había hecho en el Mundial contra Alemania o en la Copa América contra Chile. Entonces la tuvo Palacio, la tuvo Higuaín y la pelota no entró. Ahora entró y Argentina celebra, Messi llora y todos recuerdan a Maradona. Así se vive el fútbol de este lado del río de la Plata. Frenético, bipolar, apasionante.
Iba a ser la copa de Iván Duque, luego la de Bolsonaro y terminó siendo la de Leo Messi. Pocas imágenes tan gráficas como la de los jugadores argentinos corriendo a celebrar con su capitán en cuanto el árbitro pitó el final del partido o el manteo a su líder al grito de “Que de la mano de Leo Messi...
Autor >
Xabier Rodríguez
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí