El abandono educativo temprano no solo está relacionado con malas calificaciones o la repetición de curso. El origen social, el geográfico y la segregación escolar también son factores determinantes a la hora de que los jóvenes no terminen sus estudios. Esto es lo que asegura un estudio publicado en las últimas semanas por investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona. En él se advierte que la posibilidad de abandono temprano se duplica cuando los estudiantes pertenecen a una familia vulnerable y en situación de pobreza.

Los datos de la investigación, basados en los itinerarios formativos de casi 74.000 alumnos nacidos en el año 2001 en Cataluña, no hacen más que constatar la compleja realidad que rodea un problema en el que España destaca de forma negativa en el contexto europeo: la tasa de abandono educativo temprano, que mide el porcentaje de jóvenes que no ha conseguido obtener una titulación de educación secundaria superior y que no está estudiando, se sitúo durante 2019 en el 17,3%. Si bien durante los últimos años se ha registrado un descenso significativo de este indicador, en gran parte por la falta de oportunidades laborales, todavía seguimos más siete puntos por encima de la media de la Unión Europea.  

Pese a estas cifras, muchos de los estudiantes que dejan sus estudios prematuramente, cerca de un 60%, han aprobado la ESO, e incluso un 5% lo ha hecho con una nota media por encima del siete. Es decir, no se puede entender el abandono escolar temprano solo como una consecuencia de las bajas calificaciones y el mal desempeño académico, sino también como una problema donde el retraso educativo y las desigualdades sociales se erigen como factores de vulnerabilidad muy importantes.

En el primer caso, el estudio señala que casi la mitad de los 74.000 alumnos que han formado parte de la investigación presenta algún tipo de discontinuidad en sus itinerarios educativos, “ya sea por repetición de curso, por cambio de estudios o bien por el abandono temporal o permanente”. 

En total, dos de cada tres alumnos que han terminado abandonado sus estudios de secundaria sufría alguno de estos retrasos educativos. Entre los que han cursado ciclos formativos de grado medio pero no han conseguido acabarlos, cerca de cuatro de cada diez ya había repetido algún curso durante la etapa de estudios obligatorios. 

En el caso de los vectores socioeconómicos que afectan a la continuidad educativa, los resultados de la investigación destacan que, al tiempo que los jóvenes que pertenecen a familias vulnerables duplican la tasa general de abandono educativo temprano, solo entre un 6,7% y un 8,4% de ellos ha logrado completar sus estudios postobligatorios. Algo similar ocurre si se atiende a factores de origen geográfico: el abandono prematuro es 15 puntos más alto entre los estudiantes nacidos fuera de España, y apenas un 18,5% de ellos logra finalizar la educación secundaria superior, frente al 42,6% de los alumnos autóctonos.

Junto a esto, las condiciones de escolaridad y los niveles de segregación que se registran en los colegios e institutos también destacan como factores de riesgo ante el abandono escolar temprano. En los centros de máxima complejidad que se han analizado para el estudio, donde se concentra gran parte del alumnado vulnerable, la probabilidad “de abandonar la educación en la transición a la enseñanza postobligatoria” es del 40%, dos veces más alta que en los centros de media y baja complejidad. 

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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto El abandono educativo temprano refleja las desigualdades sociales, de Maribel García Gracia y Albert Sánchez-Gelabert, de la Universitat Autònoma de Barcelona, publicado en El Observatorio Social de la fundación 'la Caixa'.