Religión
¿El trato que los talibanes dan a las mujeres está realmente basado en la ‘sharía’?
Debemos ser capaces de consumir información de forma crítica, cuestionando la doble moral y los sesgos y no permitiendo que nadie use las acciones de un grupo militante para propagar la intolerancia
Dalia Mogahed (Al Jazeera) 25/08/2021
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Entrada a la biblioteca de la mezquita de Qarawiyyin, en Fez (Marruecos), fundada por Fátima Al-Fihri.
Robert Prazares / Wikimedia CommonsEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Según Human Rights Watch, el Ejército de Resistencia del Señor (ERS), un grupo rebelde de Uganda que se proponía crear un Estado basado en los diez mandamientos de la Biblia, secuestró y asesinó a decenas de miles de personas durante las décadas de 1990 y 2000.
Su práctica de secuestrar niños y niñas para convertirlos respectivamente en soldados y esclavas sexuales fue documentada y llevada ante la Corte Penal Internacional de La Haya, la cual dictó una orden de detención contra Joseph Kony, el fundador del grupo, y otros cuatro de sus líderes, por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
Aunque sus altos mandos afirmasen que el grupo armado era un ejército cristiano guiado por los preceptos de Dios, no tuvieron que escribirse muchos artículos de opinión argumentando que las acciones del ERS no eran coherentes con el cristianismo normativo. Sencillamente se asumió, y con acierto, que no lo eran.
Por desgracia, las reglas son muy distintas cuando se trata de personas musulmanas. Los comentarios sobre la reciente toma de Afganistán por parte de los talibanes son solo un ejemplo.
Se ha denunciado que las mujeres afganas están siendo obligadas a contraer matrimonio con talibanes y a abandonar sus trabajos y su educación, y que están siendo flageladas públicamente.
En lugar de pedir que se amplíen los programas de asilo o incluso de ejercer presión política sobre los talibanes, Estados Unidos y algunos personajes políticos europeos de derechas están aprovechando la inestabilidad actual de este país arrasado por la guerra para hacer campaña contra su ciudadanía musulmana y contra quienes defienden la inmigración.
Quienes formamos parte de la comunidad musulmana de Occidente nos vemos obligados una vez más a defender nuestra comunidad y nuestra fe frente a quienes ven en esta tragedia una oportunidad para difundir argumentos islamófobos: los mismos argumentos que hace dos décadas se usaron para justificar la invasión de Afganistán.
Se espera que expliquemos y condenemos las acciones de un grupo militante que afirma actuar en nombre de nuestra religión, una exigencia injusta y agotadora a la que nuestros compatriotas cristianos no se ven sometidos
Ahora, al igual que entonces, se espera que expliquemos y condenemos las acciones de un grupo militante que afirma actuar en nombre de nuestra religión, una exigencia injusta y agotadora a la que nuestros compatriotas cristianos no se han visto sometidos cuando cualquier grupo armado o criminal de guerra han declarado actuar en nombre de Cristo.
No obstante, pese a esta doble moral, debemos considerar este momento como una oportunidad para derribar estereotipos. Así pues, voy a ser clara: las enseñanzas normativas del islam son radicalmente contrarias al trato que los talibanes dan a las mujeres.
Las enseñanzas del islam, en toda su diversidad, promueven que las mujeres alcancen sus aspiraciones espirituales sin intercesores entre ellas y Dios, y definen su identidad en primer lugar como siervas de lo divino, cuyos derechos constituyen un pacto sagrado. En la Arabia del siglo VII, el islam, a medida que se expandía, consiguió que las mujeres, a las que se trataba como mercancía, se convirtieran en personas libres e independientes, con control sobre sus decisiones económicas y sus posesiones y con el derecho de casarse y divorciarse.
¿Y qué se dice sobre que las mujeres trabajen? Desde la primera generación de creyentes, las mujeres han ejercido todas las profesiones, desde trabajadoras médicas hasta guerreras. Por ejemplo, Rufaida al Aslamia fue una cirujana que gozaba del reconocimiento del profeta por cuidar a personas heridas, por formar a otras mujeres como enfermeras y por el papel que desempeñó en establecer el primer hospital de campaña para la comunidad. A Nusaybah bint Ka’ab se la conocía como el “escudo del profeta” por defender en la guerra a Mahoma, incluso cuando muchos hombres huían.
La Universidad de Al Qarawiyyin en la ciudad marroquí de Fez, fue fundada hace más de 1000 años por Fátima al Fihri, una mujer musulmana
Las enseñanzas del islam también enfatizan la importancia de la búsqueda de conocimiento, tanto para hombres como para mujeres. De hecho, la primera universidad conocida en el mundo, la Universidad de Al Qarawiyyin en la ciudad marroquí de Fez, fue fundada hace más de 1000 años por Fátima al Fihri, una mujer musulmana. Esta universidad es a día de hoy la institución de educación superior más antigua del mundo aún operativa.
Fátima y su hermana Mariam recibieron una buena educación y fueron mujeres devotas. Cuando su padre murió y ellas heredaron su fortuna (sí, las mujeres musulmanas pudieron heredar propiedades siglos antes que las mujeres europeas), ella y su hermana decidieron destinar sus recursos a la construcción de una institución de enseñanza superior.
La dedicación de las hermanas Al Fihri a la búsqueda de conocimiento está lejos de ser un caso aislado. Hace cuatro años, mientras estaba en una gira de conferencias por el Reino Unido, tuve el enorme placer de reunirme con el profesor universitario Mohamed Akram Nadwi, que es el autor de una enciclopedia sobre las muhaddithat, mujeres transmisoras de los hadices o narraciones sobre la vida del profeta.
El Dr. Nadwi me contó que su objetivo inicial era escribir un libro corto sobre algunas de estas mujeres, pero acabó escribiendo 57 volúmenes (que tuvo que condensar en 40 para su publicación) sobre unas 9.000 mujeres en total. A día de hoy sigue investigando y afirma que podría escribir sobre miles de mujeres más. De él aprendí que muchos de los estudiosos que consideramos fundamentales en nuestra tradición tuvieron a mujeres como profesoras y no solo como estudiantes.
Cabe destacar también que el Dr. Nadwi se propuso estudiar solo a mujeres expertas en los hadices. Algunas de ellas también eran especialistas en fiqh (jurisprudencia), tafsir (exégesis del Corán) y otras ciencias islámicas además de los hadices. Recuerdo preguntarme con qué cifra de mujeres se habría encontrado si se hubiera propuesto estudiar a las eruditas del islam en general.
Según el índice de islamofobia del Institute for Social Policy and Understanding, el estereotipo de la misoginia musulmana es el cliché antimusulmán más extendido entre la población estadounidense
Y a pesar de todo, estas realidades contrastan fuertemente con la concepción de las mujeres musulmanas en el imaginario popular, imaginario que valida con facilidad la creencia de que el trato que los talibanes dispensan a las mujeres representa la devoción islámica y no una desviación de esta devoción. Según el índice de islamofobia del Institute for Social Policy and Understanding, el estereotipo de la misoginia musulmana es el cliché antimusulmán más extendido entre la población estadounidense.
La clase política occidental lleva mucho tiempo instrumentalizando la visión de las mujeres musulmanas oprimidas y en la necesidad de que Occidente las salve para justificar la invasión y explotación de territorios musulmanes por parte de Europa y, posteriormente, de Estados Unidos. Aunque esta tendencia tiene sus orígenes en las cruzadas, en el contexto actual toma la forma de una cobertura mediática sesgada de las mujeres musulmanas.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Standford, dirigido por la Dra. Rochelle Terman, en el que se analizaron datos recogidos a lo largo de 35 años de publicaciones del New York Times y el Washington Post, la cobertura informativa de Estados Unidos sobre mujeres de otros países presenta un sesgo confirmatorio. Los periodistas son más propensos a informar sobre mujeres de países musulmanes o de Oriente Medio cuando se violan sus derechos, y a informar de mujeres de sus propias sociedades cuando sus derechos están siendo respetados.
Algunas personas pensarán que esto es un reflejo de la realidad. A las mujeres que viven en países de mayoría musulmana, sostendrán, se las viola más. Pero no es así. Terman escribe: “Incluso si los países obtienen una puntuación similar en el índice de derechos de las mujeres, la imagen que se proyecta de las mujeres de países musulmanes está relacionada solo con la misoginia que reciben, mientras que a las mujeres de países occidentales se las presenta con mucha más complejidad”.
Hasta cuando la realidad que viven es parecida, las mujeres musulmanas son representadas como más susceptibles de sufrir malos tratos que las mujeres de otras religiones, lo cual promueve la noción errónea de que la misoginia es inherente al islam.
Debemos ser capaces de consumir información de forma crítica, cuestionando la doble moral y los sesgos y no permitiendo que nadie use las acciones de un grupo militante para propagar la intolerancia. Esta es la única forma real de respaldar al pueblo afgano en su conjunto, mujeres y hombres, en su búsqueda de formas de apoyar a las mujeres.
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Este artículo se publicó originalmente en Al Jazeera.
Dalia Mogahed es investigadora jefe en el Institute for Social Policy and Understanding en Estados Unidos.
Según Human Rights Watch, el Ejército de Resistencia del Señor (ERS), un grupo rebelde de Uganda que se proponía crear un Estado basado en los diez mandamientos de la Biblia, secuestró y asesinó a decenas de miles de personas durante las décadas de 1990 y 2000.
Su práctica de secuestrar niños y niñas para...
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Dalia Mogahed (Al Jazeera)
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