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La propiedad principal que distingue a los líquidos de otros estados de la materia es la capacidad que tienen de fluir y adaptarse al entorno en el que se encuentran. Pero a diferencia de los gases, que también son fluidos, los líquidos no pierden su densidad. Por mucha presión que reciban, jamás renunciarán al volumen que les ha tocado tener. Creo que el equipo de Simeone se comporta exactamente así, como un líquido. Está muy lejos de esa solidez granítica de los que tienen una concepción del fútbol unilateral y algo soberbia, pero más lejos todavía de los que, como los gases, se hacen pequeñitos cuando la presión se hace insoportable. El Atlético de Madrid de Simeone es un equipo que fluye y que se adapta, que moja sin perder su densidad y que nunca se encoge.
El partido contra el RCD Español podría ser un buen ejemplo de esto. Los rojiblancos se llevan tres puntos de Barcelona por haber sabido adaptarse a las circunstancias y por no tener reparos en cambiar el plan original sin renunciar al mismo objetivo. Bueno, por eso y por tener una plantilla excelente que te permite hacer ese tipo de cosas.
La primera parte del partido fue bastante mala. El equipo catalán, consciente de lo que tenía delante, planteó un encuentro compacto y con poco espacio para el rival. Eso era previsible. Lo que no lo era tanto fue la respuesta de los rojiblancos, que más allá de hacer un mal primer tiempo, dieron una versión completamente inédita respecto a la que venía ofreciendo hasta ahora. Lento, con un juego muy espeso, sin trazas de esa magia que siempre ha tenido en los juegos precedentes y lo que es peor, con un buen puñado de dudas estructurales. Arriba, porque la acumulación de futbolistas ofensivos, todos por delante del balón, no fluía. Detrás, porque Hermoso, Felipe y un desconocido Savic fallaban como no estamos acostumbrados. Oblak tuvo que emplearse más de una vez en corregir los desperfectos de sus compañeros, pero especialmente tuvo que hacerlo ante un remate de Embarba, que llegó por un despiste absurdo del defensa montenegrino. Donde ya no pudo hacer nada fue en el cabezazo de Raúl de Tomás, que dio pie al 1-0. Un remate que fue soberbio, pero que venía precedido de un pequeño despiste en la marca, esta vez por parte de Llorente.
Simeone esperó hasta el descanso para confirmar que su plan inicial había salido mal, aunque es muy probable que fuese consciente de ello mucho antes. El encaje de Griezmann en el 5-3-2 había sido tan forzado que el sistema parecía más un 5-2-3 que otra cosa. Romo atrás, impedido en el medio e inútil arriba. No funcionaba y tampoco era cuestión de empecinarse en algo que no funciona. Pasó a línea de cuatro en la defensa (metiendo a Lodi y sacando a Hermoso y Trippier), reforzó el centro del campo con Kondogbia y relevó a un agotado Correa por Lemar.
Y empezó otro partido.
Kondogbia se hizo el jefe de la zona medular y eso liberó a Koke, a Llorente y a Carrasco. Lemar aportó el duende que hasta ese momento no había tenido el equipo. Creo que el francés se antoja fundamental ahora mismo. Quién nos lo iba a decir. Juega, hace jugar y aporta un dinamismo al equipo que es esencial para jugar en campo contrario. El Español desapareció en ese nuevo contexto y pasó a ser un personaje secundario durante toda la segunda parte.
Lemar empató el partido llegando a un pase lateral, pero el colegiado lo anuló por fuera de juego posicional de Luis Suárez. ¿Lo era? Técnicamente sí, pero estamos en lo de siempre. El Real Madrid podría haber ganado la liga del año pasado por un gol muy similar que entonces sí valió. El problema del arbitraje español no es una jugada concreta como esta. El problema es la falta de criterio. Si no se es coherente, se es injusto y si se es injusto, se afecta a la competición.
El Atleti salió aturdido del gol anulado, pero siguió intentándolo. Lodi, Llorente, Kondogbia, Lemar… Hasta que llegó el genio inclasificable de Carrasco. El belga decidió que entrar al área y regatear a setenta defensas era una buena forma de igualar el marcador y, como él es así, nos demostró que tenía razón. Qué importante es este jugador para este equipo.
Cuando el partido ya se marchaba, el colegiado nos ofreció otro golpe de guión y concedió diez minutos de descuento. ¿Tenía sentido? Estamos en lo de antes, técnicamente la decisión es correcta. El problema es compararla con otras situaciones similares.
A falta de un minuto para final, Thomas Lemar deshacía la igualada con un derechazo picudo que se colaba por la escuadra de Diego López. Tres puntos y alegría inmensa para los colchoneros. Decepción y sensación de injusticia por la parte españolista. Fútbol.
Pero esto no para. El miércoles llega el Oporto al Metropolitano y como hacen los líquidos, habrá que adaptarse al nuevo recipiente.
La propiedad principal que distingue a los líquidos de otros estados de la materia es la capacidad que tienen de fluir y adaptarse al entorno en el que se encuentran. Pero a diferencia de los gases, que también son fluidos, los líquidos no pierden su densidad. Por mucha presión que reciban, jamás...
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