1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

TIRANDO DEL HILO, I

Leer a Sally Rooney

La autora irlandesa sufre falsa categorización y la consecuencia directa es que se subestima su obra, se aíslan sus logros y se la expone a una crítica atroz, incompetente y fabricada

Carmen G. de la Cueva 1/10/2021

<p>Mujer leyendo, de Deborah DeWit.</p>

Mujer leyendo, de Deborah DeWit.

Biblioteca pública Concentaina

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Reconozco que el día que salió a la venta la última novela de Sally Rooney salí corriendo a la librería de mi barrio. No me costó encontrarla, pues estaba dispuesta en la mesa de novedades: un montoncito de hermosos libros con fondo azul, uno encima de otro en una pequeña montaña hacia el techo. Los últimos días todos los artículos de prensa cultural que leía tenían que ver con ella, con su fama, con la supuesta sobrevaloración de sus libros, con las famosas que se hacen fotos con el material promocional de sus libros, con los millones de ejemplares que ha vendido, pero no con su obra. Estos son algunos de los titulares que apunté en mi cuaderno para un futuro artículo sobre la recepción de la obra de Sally Rooney en España: “Por qué deberías empezar a quedarte con el nombre de Sally Rooney”, “Guía para leer el fenómeno Sally Rooney”, “El fenómeno Sally Rooney”, “La millennial supeventas”, “El fenómeno literario de la generación millennial”, “¿Realmente hay para tanto con la escritora millennial?”. Supongo que era porque nadie había leído todavía el libro, pero todo el mundo necesitaba hablar de ella, juzgarla. Eso me pareció: un gran juicio a la escritora joven que vende. Me hizo preguntarme si algunos de esos titulares no eran sintomáticos de una misoginia muy estilizada y subterránea que, por un lado, considera que vender mucho es algo que puede deslegitimar la calidad literaria de su obra y, por otro, que el hecho de que sea una autora mujer y joven que escribe sobre relaciones es algo que nunca captará la atención de los críticos –la mayoría de ellos todavía hombres– que ocupan las páginas de los suplementos culturales con sesudas interpretaciones del último libro de Arturo Pérez Reverte. Hasta la entrevista que le hizo Anatxu Zabalbeascoa en El País Semanal me creó un profundo malestar y me hizo acordarme de una entrevista que le hicieron a Carmen Laforet, en ambas se alude al marido y se pide una coherencia extrema:

P. En el Trinity College organizó el club de debates. Y allí conoció a su marido.

R. Las dos cosas son ciertas.

P. ¿Debaten mucho en casa para tomar decisiones?

R. [Risas] No. Lo siento. No voy a hablar de nada personal.

P. Por entonces defendía cosas del tipo: el capital privado debería abolirse. ¿Siendo rica piensa lo mismo?

R. Claro que sí. Me hace feliz que mucha gente se interese por mis libros. Intento escribirlos lo mejor que puedo y me gusta que me paguen por hacerlo. Lo que no entiendo es por qué yo tengo que ganar mucho más que personas que realizan trabajos fundamentales para la sociedad, como mi marido, que es profesor de matemáticas, o los profesionales en primera línea de la pandemia: médicos, enfermeras, limpiadores o repartidores. Es imposible imaginar dónde estaríamos si todos hubieran dejado de trabajar y hubieran decidido que iban a ser novelistas. No es que piense que no merezco ser recompensada por mi trabajo. Me pregunto si merezco multiplicar tanto el sueldo de los otros. Y creo que no.

P. ¿Y qué hace al respecto?

R. ¿Qué puedo hacer? Cojo el dinero. Lo mínimo que puedo hacer es no cambiar de opinión simplemente porque ahora gano mucho. He pasado épocas sin blanca y ahora cobro mucho más que la mayoría de las personas. Pero mis opiniones son las mismas.

P. ¿Se puede pensar lo mismo teniendo mucho que teniendo poco?

R. Es una cuestión de coherencia. O de decencia. Creo que todo debería estar más justamente repartido. 

¿Le han preguntado alguna vez a Mario Vargas Llosa si se puede pensar lo mismo teniendo mucho que teniendo poco? ¿O si discute de sus novelas con Isabel Preysler? ¿Le han preguntado alguna vez a un escritor hombre por lo que habla en casa con su mujer? La entrevista de Laforet a la que me refiero es una que le hizo Manuel Arco y que se reproduce en la biografía Una mujer en fuga de Anna Caballé e Israel Roldón: 

⎯      ¿Por qué tardas tanto? [se refiere a por qué tarda tanto en publicar una segunda novela]

⎯      Primero fue por falta de ganas, ahora por falta de tiempo…

⎯      ¿Falta de ganas después de un gran éxito?

⎯      Si hubiera tenido un fracaso, me hubiera estimulado.

⎯      ¿Volverías a escribir Nada?

⎯      No, ¡por Dios!

⎯      ¿Por qué este rotundo no?

⎯      Porque ya está escrita.

⎯      ¿Es buena?

⎯      Sinceramente, no lo sé.

⎯      ¿Sientes ser escritora y prefieres ser solo madre de familia?

⎯      A temporadas he sentido ser escritora; ahora creo que se pueden ser las dos cosas.

⎯      Casada con un escritor…

⎯      No metas a Manolo en esto -interrumpe.

⎯      De todas maneras, él te admira.

⎯      Yo le admiro a él.

⎯      ¿Por qué?

⎯      Esto pertenece al orden privado. 

Me cabrearon todos esos artículos porque me acordaba de Joanna Russ, de una de las razones que la autora expone en su ensayo Cómo acabar con la escritura de las mujeres para demostrar las fuerzas que, sistemáticamente, impiden el reconocimiento al trabajo creativo de las mujeres: la anomalía. Es decir: lo escribió ella, pero no debería haberlo hecho, o lo escribió ella, pero no es una artista de verdad y no es serio ni del género literario correcto, o lo escribió ella, pero hay muy pocas como ella. Supongo que llevo años cabreada con la recepción que tiene la obra de Sally Rooney porque apenas he leído artículos que hablen de sus libros, de su narrativa, de los bellos y honestos mundos que crea a través de la voz de sus personajes. Hay algo que, al menos a mí, me resulta evidente y tiene que ver con lo que cuenta Russ: Sally Rooney sufre falsa categorización y la consecuencia directa es que se subestima su obra, se aíslan sus logros y se la expone a una crítica atroz, incompetente y fabricada. No cuesta hacer una lista de autoras a las que el mundo literario quiso ver como anomalías, entre ellas, Carmen Laforet. A la escritora catalana, aquel juicio constante en los medios de la época la dejaron temblando. Sally Rooney, de momento, ha conseguido lidiar con ello, pero no es inocente que una de las protagonistas de Dónde estás, mundo bello, su último libro, sea una escritora que se retira a un pueblo de la costa inglesa con el propósito de sobrevivir a la constante exposición. Así lo expresa Alice: “Todos los días me pregunto por qué mi vida ha terminado yendo de esta manera. No me puedo creer que tenga que soportar estas cosas: que se escriban artículos sobre mí, ver fotografías mías en internet, leer comentarios sobre mí misma. Dicho así, pienso: ¿Eso es todo? ¿Y qué más da? Pero la verdad es que, aunque no sea nada, me tiene amargada, y no quiero vivir esta clase de vida. Cuando mandé el primer libro a la editorial, lo único que quería era ganar dinero suficiente para escribir otro. No me vendí nunca como una persona psicológicamente fuerte, capaz de aguantar indagaciones públicas y exhaustivas en torno a mi educación y personalidad. La gente que se hace famosa de forma intencionada –me refiero a la gente que, después de probar una gota de fama, quiere más y más– está, y lo creo con toda sinceridad, profundamente desequilibrada (…) Cualquier cosa que sepa hacer, cualquier talento insignificante que pueda tener, la gente espera que lo venda: me refiero a venderlo literalmente, por dinero, hasta que acabe teniendo un montón de dinero y no me quede ni pizca de talento. Y entonces: fin, acabada, y entrará en escena la siguiente sensación literaria de veinticinco años con un colapso mental inminente”. 

Este último libro de Rooney está en sintonía, de alguna manera, con un ensayo de la escritora Olivia Sudjic que se llama Expuesta. Un ensayo sobre la epidemia de la ansiedad (Alpha Decay, 2019) al que recurro con frecuencia porque expresa algo que atormenta a muchas escritoras: el peaje emocional que parece necesario pagar si queremos escribir y que nos lean. “En nuestra época de exposición constante (desde las redes sociales al capitalismo de datos)”, comenta Sudjic, “ese anonimato, incluso como ciudadana particular y lectora, es imposible (…) Por supuesto, hay excepciones a la regla. Elena Ferrante evita emparejar esa exposición profesional con su vida privada a toda costa (…) Cuanto menos dinero hay en la edición, más extraño es el concepto de intimidad, mayores son las presiones para la autoexposición. Incluso Ferrante pasa una gran cantidad de tiempo defendiendo su ausencia y siendo cuestionada o animada a desenmascararse”.

Cuando salí de la librería ya casi era de noche y, al llegar a casa, no pude evitar tumbarme en la cama y empezar a leer. Mi novio y mi hijo todavía andaban por el parque y postergué el momento de ponerme a hacer la cena porque necesitaba ese ratito de salvación. De eso quería hablar en este artículo, de algo que dice Rooney en la entrevista de Zabalbeascoa: “Aunque puedas tener muchas dudas sobre la industria editorial, permite encontrar un libro que todavía puede cambiarte la vida”. Un libro que todavía pueda cambiarte la vida o quizá sea suficiente con que pueda cambiarte la noche y envolverte en una pequeñita burbuja mullidita, como si estuvieras entre cojines de plumas, y leer, leer, empujada por las voces de Alice y Eileen, olvidándote de todo aquello que no salió como esperabas, de las tensiones del primer día de colegio de tu hijo.

Hasta ahora, lo mejor que he leído sobre cómo son los libros de Sally Rooney y cómo es Dónde estás, mundo bello –por cierto, qué hermoso título y qué brillante traducción la de Inga Pellisa, nuestra voz de Rooney en español– ha sido en Instagram, sí, en los perfiles de esas lectoras que, necesitadas de un libro que les salve la vida o el día, se han lanzado a leer esta novela y no han podido dejarla. Sally Rooney tiene algo que conecta conmigo como lectora, pero también que conecta con mi generación, o con las lectoras que hay en mi generación: una capacidad para describir una sensación de inmensa soledad y pérdida y la necesidad de poner en el centro de la vida la amistad y los cuidados. 

Sally Rooney escribe sobre la amistad, el amor, sobre ideología y clase, sobre la crisis climática y la idea de dejar un mundo bello para nuestros hijos, sobre nuestra propia intrascendencia en el mundo y, a la vez, la necesidad de no vivir en balde, de entregarse a los otros, de cuidar y ser cuidada, del síndrome de la impostora, de los fenómenos editoriales, de la insustancialidad de la novela contemporánea, de la necesidad de levantar un muro entre la vida y la obra, de la búsqueda de la felicidad, del miedo, de la inseguridad, de todo aquello que nunca llegamos a decir y que va creando un abismo insondable entre nosotros. Rooney escribe sobre nuestra vida, sobre la vida real, sobre nuestra pequeña y ordinaria vida, sobre las propias expectativas, las ideas de éxito y de fracaso, el deseo de escribir, de leer, de vivir, de ser feliz, de encontrar algo que le dé sentido a la propia existencia en un mundo carente de referentes y, a cada minuto que pasa, más caótico e insensible. Rooney escribe sobre el dinero, el género, la violencia, la ansiedad, la depresión y la locura, sobre las relaciones entre hombres y mujeres, sobre las luchas de poder y sobre la violencia. Hay una violencia muy sutil y cotidiana en todas y cada una de las novelas de Sally Rooney.

Eileen y Alice,  Simon y Felix, son los protagonistas de Dónde estás, mundo bello (Literatura Random House), personajes que no se lanzan, que esperan y se quedan a la zaga, como si no se atrevieran a dar el salto, preguntándose qué demonios habría podido llegar a ser todo esto, qué es el amor, qué es la entrega sino abrazar a otro ser con los ojos cerrados sin saber qué nos espera y qué miedo da todo eso, saberse sola, saberse perdida y vulnerable, porque nos han enseñado a desconfiar tanto de los demás que pocas veces llegamos a conocernos y saber que la entrega profunda puede conllevar cierto dolor. Y hay belleza, mucha belleza poética en las páginas de este libro.

Cuántas veces, cuántas se queda una diciéndose estoy sola en el mundo, como en unos versos de Adrienne Rich: “Estoy perdida, / por momentos, me siento deslumbrada / por el sol que da zarpazos entre los árboles”. De algo así va este libro: dos mujeres algo perdidas, frustradas, cobardes por momentos, sensitivas, apasionadas que están todavía intentando averiguar qué quieren hacer con sus vidas o qué pueden llegar a hacer y de lo bellos que son esos rayos de sol que se cuelan entre las ramas de los árboles y nos hacen amar el mundo.

Reconozco que el día que salió a la venta la última novela de Sally Rooney salí corriendo a la librería de mi barrio. No me costó encontrarla, pues estaba dispuesta en la mesa de novedades: un montoncito de hermosos libros con fondo azul, uno encima de otro en una pequeña montaña hacia el techo. Los últimos días...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Carmen G. de la Cueva

Periodista, escritora y editora. Ha publicado varios libros y fue directora de la editorial feminista La señora Dalloway.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí