1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

ECOSISTEMA DISCOGRÁFICO

El sello musical y las raíces

¿Siguen teniendo importancia los sellos musicales? ¿Importa el rastro, la historia, la marca que dejan ciertos catálogos? ¿Se conservan esos archivos y fondos musicales? ¿Cómo tratamos nuestra cultura, nuestras raíces?

Andrés Castaño 22/10/2021

<p>Cartel del documental <em>Revelando a Mario</em>, de Simó Mateu.</p>

Cartel del documental Revelando a Mario, de Simó Mateu.

Filmin

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Viendo el documental Revelando a Mario (2020) de Simó Mateu (disponible en Filmin), me fascinó aquella magia que tenía Mario Pacheco para captar las esencias musicales de una época, para construir un catálogo conjugando calidad, frescura y el espíritu musical de la calle. El documental cuenta la historia de Mario Pacheco, el director del mítico sello discográfico Nuevos Medios, fundado en 1982 junto a su mujer Cucha Salazar con logotipo de Joan Miró. Me pregunté si los sellos discográficos que tanto nos marcaron en décadas anteriores siguen manteniendo un papel fundamental en nuestros tiempos, o si por el contrario representan un romanticismo de otra época. Así empezó este reportaje, como una travesía incierta por terrenos movedizos y sin un rumbo claro.

Nuevos Medios apoyó el flamenco y sus fusiones, el jazz y otras músicas. Era un sello que buscaba las raíces, lo singular, a la vez que la modernidad. Cuando Pacheco falleció en noviembre 2010 la industria ya transitaba por otros derroteros. En la primera década de los 2000 triunfaba la piratería musical por lo que se vendían menos cds y discos. El negocio estaba orientándose a lo digital, a las plataformas de streaming y al directo. ¿Desapareció una manera de entender la música? Posiblemente sí, aunque siguen quedando muchos rastros e hitos, que hacen que los sellos permanezcan, que sigan teniendo un sentido, una función.

“Creo que la cultura del sello discográfico tiene menos importancia que hace 30 años. Aunque sigue siendo igual de prescriptor. Pero si que se ha perdido un poco ese seguimiento del sello por parte del aficionado a la música. Que no es ni bueno ni malo”, me comenta por teléfono Pablo Gil, jefe de cultura del diario El Mundo y exdirector del programa de radio 3 Multipista. “En mi caso –prosigue–, una de mis carpetas es sellos discográficos. Todas las semanas hago un barrido por un montonazo de sellos que son los que me sirven de guía. Luego descubro mucha música de ese modo. Fiándome de sellos que siempre sacan cosas que me parecen interesantes. Lo que ya no sé es si eso mismo lo hace ahora mismo la gente”, asegura. Por su parte, el periodista, escritor, locutor y artista de spoken word Bruno Galindo nos comenta que “los sellos tienen menos importancia que antes, dado que cada vez es más frecuente la autoedición o la edición a través de los sellos de los propios artistas”. Realidades diversas, algunas precarias o de autogestión.  

Pero conviene no olvidar la función de historia, de legado que tiene un sello. “En 2014 me di cuenta de que tenía que hacer un trabajo de recuperar, remasterizar fondo de catálogo, porque son clásicos y atemporales, o mantenerlo con una o dos referencias al año. A mí lo que me interesaba era el fondo propio, casi por una razón sentimental, porque se mantuviera en la memoria todo el trabajo que habían hechos mis padres”, me confiesa María Pacheco. María venía de trabajar en producción audiovisual y no quiso trabajar en la industria discográfica hasta que falleció su padre. Todos los sellos internacionales que distribuía Nuevos Medios pasaron a Karonte. De 2010 a 2014 Nuevos Medios dejó de publicar. Desde 2016 volvió a sacar referencias, pero ya había perdido su envergadura y su volumen como editora. “Me gusta hacer las cosas bien, sin prisa, y no tengo grandes pretensiones. Mi intención es dedicarle todo el tiempo y el esfuerzo que precisan. Para que las pocas cosas que haga, vayan bien. Prefiero calidad a cantidad”, precisa María.

Mario Pacheco rechazó una oferta millonaria de Warner, 600 millones de pesetas, para hacerse con su sello, con él como director. “La independencia le otorgaba una libertad que iría a perder. Llevaba muchos años trabajando de forma independiente, y eso le gustaba: saber que tienes el control total de elegir y decidir, con unos medios limitados”, recuerda su hija María. “La ventaja de la independencia es que puedes estar abierto a todo. Ves que puedes hacer lo que quieras. Te puedes dejar llevar siendo realista. Teniendo claro que si algo te gusta, lo sacas. No tienes que rendir cuentas a nadie, más que a ti mismo. Te da esa libertad y creo que tienes que aprovecharla. Lo único que tienes que hacer es sobrevivir. Para eso tienes que tener estructuras pequeñas, flexibles, que te permitan sobrevivir así. Disfrutemos de eso, que no tienes ninguna necesidad de publicar algo que no te gusta”, declara María. 

El patrimonio discográfico

La riqueza cultural se guarda, se conserva, se mantiene a través de esos archivos, de esas pizarras, vinilos, cassettes, cds… que permiten que se reproduzcan una y otra vez. Hoy en día una mayoría están digitalizados. La realidad constata que esa creatividad no surge de la nada. El artista se impregna de lo que le rodea, de su pasado, de su entorno o de ir en contra de lo que ve. “Los artistas necesitan nutrirse de cosas y conocer las raíces. Porque conocer eso te puede abrir horizontes. En general el ser humano sin historia no es nada. La historia de la música es de una importancia clave. En el flamenco es básica esa historia. Menos mal que ha habido una comunidad como la de los gitanos flamencos, que han ido enseñando y transmitiendo, generación tras generación, esa cultura. Si no se transmite, se pierde. Y seguro que se han perdido muchas cosas”, nos comenta María Pacheco.

El ilustre periodista Diego A. Manrique va más lejos y nos habla de lo poco que se valora conservar esos fondos fonográficos. “Todo esto deriva en la falta de consideración del disco como producto artístico. Es un drama que no se cuide su supervivencia. Lo único que queda, e imagino que se mantiene, es entregar equis copias a la Biblioteca Nacional. Pero resulta que el disco es un producto de alta tecnología. No basta con las copias. Se necesitaría conservar los masters. Ahí es donde ocurre la eliminación masiva de los archivos. Es algo trágico. El cine tiene la filmoteca con condiciones técnicas para conservar las películas. Y luego una legislación proteccionista que concede el copyright durante muchísimos años pero que no toma medidas para obligar a las discográficas a cuidar ese patrimonio artístico con cada traslado de sus sedes. Y no hablo solo de las cintas sino de las partes de producción, incluyendo también los fotolitos y todo lo demás. Una historia que me parte el corazón por ejemplo es cuando Phonogram, parte del grupo Philips abandona en su momento su oficina y fábrica, que estaba en Avenida de América, al lado de la gasolinera. Pasa por allí el productor Ricardo Pachón, y ve un container todo lleno de cintas grandes de dos pulgadas, la primera que ve es ensayos de La Leyenda del Tiempo. Pudo rescatar eso, pero ¡cuántas cosas se habrán perdido!”.

La conservación del material fonográfico aparece como una necesidad de primer orden para disponer de ese legado, de esa tradición musical. Sin embargo, ese papel lo hacen en muchos casos particulares. “Hay un coleccionista que se llama Carlos Martín Ballester que está sacando unos libros-discos o libro-estuches de obras completas de Tomás Chacón, de Pavón y tiene preparado desde antes de la pandemia una integral de La Niña de los Peines que creo que son 9 cedés. Este hombre es un coleccionista de pizarras, un tratante, con ensayos de una profundidad absoluta, y te incluye la discografía completa de esta gente en dos o tres cds. Temas que no salieron pero que sí se prensaron en acetato, que era un paso previo a la fabricación de los discos. Que es difícil que se conserve porque el acetato se desgasta cada diez o doce veces que lo pones. Este hombre es un coleccionista asombroso, con su discográfica ¡Habría que llevarles una copia a las multinacionales para ver cuántos de estos recopilatorios han hecho!”, comenta con cierta retranca Manrique.

'Antologia del folklore musical de España', editado por Hispavox. Todocoleccion.net.

'Antologia del folklore musical de España', editado por Hispavox. Todocoleccion.net.

Lo que cuenta Manrique es desolador. “Se ha perdido el ecosistema, porque antes las discográficas asumían que tenían una función cultural y sacaban discos a fondo perdido. Que luego han resultado rentables. Por ejemplo, Hispavox sacó una Antología del Cante Flamenco, Vergara hizo otra realizada por Caballero Bonald que llevaba el magnetófono a las casas de los flamencos y grababa allí. Hispavox también hizo la Antología de Música Antigua Española de dónde salieron los Monjes de Silos. Y lo que parece que puede vender poco, con la portada adecuada y el marketing adecuado, puede ser un fenómeno millonario, no era lo habitual pero tampoco era tan raro”.

Portada del disco Antología del cante flamenco.

Portada del disco Antología del cante flamenco.

“Casi todas las compañías grababan alguna cosa tradicional, y sobre todo flamenco. Columbia, es una compañía donostiarra, que tiene un catálogo extraordinario de música folclórica de todo el país. El único disco de Agapito Marazuela, el padre de la recuperación de la música castellana, lo tienen ellos. Cuando era un señor prácticamente vetado por republicano. Las discográficas también grababan música clásica, incluso jazz en España en los años 60. Tenían la idea que las discográficas tenían que reflejar una realidad. Y eso se perdió. Eso fue en los años de vacas gordas, en los años 80 y 90, cuando ya no sabían qué hacer con el dinero que podrían haber invertido en todo tipo de proyectos. No lo hicieron porque querían prolongar los momentos dulces. No querían embarcarse en cuestiones más complejas”, señala Manrique.

'Agapito Marazuela de verdad 1891-1983'.

'Agapito Marazuela de verdad 1891-1983'.

La realidad discográfica actual

Juan Antonio Vázquez, responsable de los programas radiofónicos Mundofonías (junto a Araceli Tzigane), A la fuente y La ruta de las Especias (Radio Clásica, RNE), El Palabrero (Radio 5, RNE) y de Transglobal Underground World Chart (red de más de 60 periodistas especializados en músicas del mundo de los 5 continentes), nos lo resume muy bien. “Pasa mucho que los sellos intentan minimizar el riesgo. En muchas ocasiones es el artista o el grupo el que corre con el gasto de prácticamente toda la producción. Y luego ya tienen un acuerdo con el sello. Pero la inversión la tiene que poner el grupo muchas veces. Casi no se diferencia mucho de la autoedición, aunque sí que tiene una repercusión mucho más grande estando en un sello más importante”.

En la actualidad existen otras herramientas, otras plataformas, otras claves. El ecosistema musical ha cambiado. Se ha globalizado y amplificado la difusión, a través de mayor número de canales. “YouTube es una buena herramienta, que usa mucha gente en el sector. Se ha facilitado la difusión y ha empeorado el retorno económico. Para los grupos, una grabación de un disco es un hito que les obliga a trabajar, a dar un paso más en todo. Muchas veces es en crear repertorio, otras veces es en mejorar lo que están haciendo”, nos relata Araceli Tzigane.

En el centro, Juan Antonio Vázquez y Araceli Tzigane (Mundofonías) rumbo al WOMEX, feria internacional de las músicas del mundo.

En el centro, Juan Antonio Vázquez y Araceli Tzigane (Mundofonías) rumbo al WOMEX, feria internacional de las músicas del mundo. // Fuente: Mundofonías.com

La realidad ha cambiado porque “las playlists, las listas de reproducción sustituyen a la radio. Te dan garantía de lo que quieres escuchar, por los algoritmos. Pero hay de todo. Hay playlist que están hechas con inteligencia y otras no tienen ningún tipo de cabeza. Ves que no tienen sistema de comprobar la calidad, porque hay grabaciones malísimas o deficientes. Y Spotify te impide comprobar las diferentes versiones de una canción. En muchos casos recurren a portadas recientes, no a portadas históricas, imagino que porque los sacan de los cds”, nos comenta Diego A. Manrique quién dirigió ‘El Ambigú’ en Radio 3 durante 18 años.

“Creo que lo más importante de un sello, aparte de su filosofía, es el catálogo, ya que en él se puede encontrar variedad y por lo tanto llegar a diferentes géneros musicales y gustos. Cuando un sello o una banda cesa su actividad, siempre queda su legado para poder descubrirse y disfrutar por futuras generaciones” nos comenta el mánager y promocionero del mundo del rock y del metal Álex Nooirax.

Pablo Gil cuenta que tiene una sobrina que le dijo algo que le impactó:  “Le pregunté si le gustaba un grupo, le dije que seguro que lo tenía que haber escuchado, se lo puse, y me dijo “¡Buah, qué rollo! ¡Esto tiene guitarras eléctricas!”. No había pensado que podía tener ese prejuicio. No es sólo que Coldplay o Muse, les parezca música de viejos, y no me refiero a Led Zeppelin. O Arcade Fire. Lo escuchan pero les parece música de padres”, 

“La forma en que ha impactado la música urbana en esa generación es brutal. De forma que muchos de ellos ya sólo escuchan esos sonidos como un lenguaje con el que ellos se sienten identificados. Y los otros lenguajes les parece que no son para ellos. El pop-rock de guitarras, lo que hemos considerado la música hegemónica durante décadas y décadas, para ellos no lo es. Que luego la música urbana está tendiendo al pop. Y hay un grupo de oyentes que escucha mucha música latina, mucho reguetón, mucho trap, muy identificado en un estilo. Pero a lo que están tendiendo esos artistas es a formas más pop.  Bad Bunny es un ejemplo, muy astuto y listo. C. Tangana también. Casi todos tienden a eso. Los regeatoneros y traperos más ultras están tendiendo a formas más pop”, remata Gil.

Álbum vs single

Con el auge del streaming y de canales como YouTube ha proliferado el single frente al álbum. Pero queremos saber cómo respiran los periodistas y los sellos. “El disco sigue estando ahí pero el sencillo es lo que prima, la canción suelta, la isla paradisiaca frente al pueblo costero con entidad y personalidad. Ahora todo artista, antes del LP, saca varios singles. Pero son de broma porque son singles sin cara B. No es el objeto apetecible que se fabricaba antes. Únicamente tiene funciones promocionales, para decir estoy aquí y voy a sacar un disco en unos meses. Y luego por que todavía funcionan las radiofórmulas que requieren ese filtrado previo de nuevo material que le dan las discográficas, apuntando por lo que van a apostar. Luego está el vídeo que es la confirmación de que ahí hay una inversión” nos comenta Diego A. Manrique.

“Desde Mundofonías nos ceñimos al formato de álbum, que es con el que trabajamos. Y sí que hay movimiento. Hemos percibido que sí que hay muchos sellos discográficos que hacen una labor vocacional, de explorador, de arqueólogos musicales, que buscan grabaciones de los años 70 en Senegal, en Etiopía, en Somalia. Van editando eso: algo como un poco distinguido, elitista… Son muy acérrimos del vinilo. Que es un formato que ha sobrepasado recientemente al cd en ventas. Hay tendencias curiosas, incluso algunas un poco inesperadas. Muchas ediciones son en vinilo y en digital, ya ni siquiera salen en cd”, explica Juan Antonio Vázquez.

Sobre los formatos hay disparidad de opiniones. “Yo soy del álbum, sin duda. Por una cuestión generacional, pero también porque creo que es el formato que sigue dando la medida real de la valía de un artista, de su amplitud de registros. Para mí, sigue siendo la prueba del algodón”, reconoce Carlos Pérez de Ziriza, periodista musical y editor de la web musical Mússica

¿El oyente / usuario / auditor es del single pero los prescriptores son más del álbum? ¿Vivimos en una época acelerada que solo busca saciar un consumo musical inmediato? ¿Se ha perdido el interés por una obra de larga duración? Afortunadamente estas preguntas no tienen una respuesta categórica y excluyente.

Intercambios y raíces

Una sensación que recoge Pérez de Ziriza es que “sigue habiendo ciertos prejuicios a ambos lados del Atlántico. Pero no solo entre España y América Latina, sino entre España y otros países europeos (como Francia e Italia) con los que, paradójicamente, el intercambio de sus mercados musicales era más fluido antes de internet y la globalización”. No deja de ser sorprendente que internet no sólo no haya globalizado aún más la música sino que también ha propiciado ese cierre hermético entre culturas. 

“La música se mueve sola. Al final la música ha llegado a entenderse como un arte global con múltiples orígenes y direcciones”, puntualiza el periodista y escritor Bruno Galindo, autor de las soberbias memorias musicales Toma de tierra, publicadas por Libros del KO. “Lo que es notable es la proliferación de propuestas que rescatan y fusionan las músicas tradicionales. De esto último se desprendería que los legados están vivos –prosigue Galino–-. Para hablar de sellos que hayan puesto el foco en las raíces habría que irnos a los primeros trabajos del sello Hispavox porque ahora se buscan artistas que ya tengan resultados en forma de clic, y se establece con ellos pactos comerciales muy diferentes a los clásicos, que eran de tutela y dirección de sus carreras. Ha cambiado el concepto de los sellos independientes del siglo XX, que era el de pequeñas factorías que iban construyendo catálogos con visión más artística que comercial. Ahora hay más, más pequeños y, creo yo –igual me equivoco– con menor alcance y poder de predicamento, también porque la industria periodística es más débil”. 

Dentro del folclore, Araceli Tzigane menciona la dificultad de formación y traspaso de esas músicas. “Hay alguna intención de hacer un conservatorio musical. Pero no tiene sentido. Cuando intentas aplicar métodos de la música clásica o moderna a la música tradicional, no funciona. Y de momento no se ha encontrado otra fórmula para la música tradicional más que ese aprendizaje durante años, de constante contacto con esa realidad. Al intentar normalizar el aprendizaje, de la música tradicional con los parámetros de la música moderna, y meterla una partitura con unos compases y unas armonías, el resultado es que se pierde muchísimo: naturalidad (y complejidad) de la música tradicional. Además la música tradicional tiene mucha improvisación. Se están apropiando del lugar de la tradición pero sin respetar sus tiempos y sus formas, y la transmisión no es tan fácil. En el mundo del folk si tú no tienes calidad, de sonido, de concepto, no vas a convencer a nadie. El problema de la música tradicional en buena medida, es un tipo de romanticismo, buenrollismo, que parece que es suficiente justificación con que viene de la tradición. Y que hay que respetar la tradición sin más”, remarca Tzigane.

El caso español

En nuestro caso, los sellos independientes arrancaron en los 80, algunos vinculados a las multinacionales. En la década de los 90 surgieron una serie de sellos que fueron la flor y nata de la escena pop, rock, alternativa. Muchos mimetizaban las tendencias anglosajonas, otros se movían por otros parámetros, buscando cierta diversidad, como el caso de Munster Records y su sello Vampi Soul, el hardcore del sello barcelonés BCore, el pop orquestal del sello Siesta o la colección Música para un Guateque Sideral del sello Subterfuge. Ya en los primeros 2000 llegó la consagración de estos sellos, en algunos casos la defunción. “Tenemos la suerte de contar con grandes artistas dentro de nuestras fronteras. Por ejemplo, últimamente se ha visto un boom de la psicodelia progresiva con bandas claramente influenciadas por Triana, Smash, The Storm, ejemplos de lo que acontecía en Andalucía en los 70. También el rap, la electrónica y los sonidos latinos se han fusionado en los distintos estilos urbanos que han aparecido desde hace pocos años hasta ahora. Pienso que la mezcla de estilos es lo que da frescura a la música e invita a la exploración y experimentación para poder avanzar en composiciones y creatividad. Esperemos que la música siga mutando, absorbiendo influencias del pasado pero desarrollando ideas del presente y del futuro”, comenta Álex Nooirax. 

Para Pérez de Ziriza los sellos independientes en España han dado “a conocer decenas de propuestas que, sin su ayuda, lo habrían tenido mucho más complicado para acceder al gran público. Apostar por músicas alejadas del mínimo común denominador. A veces, incluso, han servido de vivero para las multis, o han llegado a ser absorbidas por ellas. Pero en cualquier caso, su concurso ha sido esencial durante tres décadas (80, 90 y 2000) en las que han dado voz a decenas de subestilos y ramificaciones que explican lo que es la música pop hoy en día”. Y subraya que “muchos sellos que surgen de la tradición de sus pueblos, y que ahora (por suerte) están reviviendo desde nuevos lenguajes a través de la música de gente como Rodrigo Cuevas, Baiuca, Maria Arnal i Marcel Bagés, Sandra Monfort, Los Hermanos Cubero y tantos otros”. Destaca entre otros El Genio Equivocado, Elefant, El Volcán, Hidden Track, Subterfuge, Lovemonk, You Are The Cosmos, BCore, La Castanya, entre otros. “Algunas de ellos, como Elefant, El Volcán o Subterfuge, están muy atentos a captar nuevos talentos de eso que entendemos como “músicas urbanas” o nuevo pop español, y eso me parece muy interesante, muestra que siguen evolucionando”. 

Portada del disco Embruxo, de Baiuca. // Fuente: Raso Estudio

Dos sellos contemporáneos

Como ejemplo de dos sellos contemporáneos que han creado estilo y marca, a su manera, cabe señalar los sellos Sonido Muchacho y Raso Estudio. Hablamos con Luis Fernández y Alan Queipo, sus directores.

“Siempre tuve mucho interés en tratar de hacer, no un sello de género, pero sí un sello totalmente impredecible y que se salga de los cánones del circuito de sellos”, comenta Queipo. “Pero por lo general, a mí siempre me interesó mucho la recuperación de la música de raíz. La resignificación de algunos códigos de la música pop o de la música alternativa”.

“A mí lo que me gusta como sello es crear un relato. Que haya una estética, que sea lo suficientemente abierta como para que no sea un sello de género, pero que también te cuente cosas solamente con ver el catálogo. Sellos en los que entras en un contexto al publicar allí. Te ayuda a construir una identidad más allá de que el artista también la tenga, empiezas a formar parte de otra cosa”, puntualiza Queipo. “Ahora no es necesario estar en un sello, porque existen otras estructuras como las agregadoras o distribuidoras (como The Orchard u otros) que están ejerciendo un poco de sellos hablando con los artistas”. Señala entre sus sellos favoritos Mandioca o Los Años Luz, en Argentina y Repetidor, Foehn y Humo en España.

Queipo se expone claramente. “Como mínimo sé que para mí la música es un vehículo fundamental para explicarme como persona. Hay un resurgir del folclore que ayuda a explicar muchas cosas de España pero también de la civilización”. Y sus deseos son “que Raso estudio tenga una vida coherente. No me gustaría que la industria se comiera a Raso. Que siga siendo apasionante sacar discos y que sean discos que tengan cosas que decir”. 

Por su parte Luis Fernández nos cuenta que “Sonido Muchacho lo montamos en la universidad, en el último año. Como un hobby. Era una cosa de colegas, de editar a grupos que nos gustaban. Aunque ahora el concepto y todo es muy profesional. Empezamos quizás más en el underground. Hay quién nos dice que nuestra banda Fresquito y Mango es mainstream. Pero la realidad es que todo va cambiando. Yo sí que noto que hay muchos menos vicios de descubrir música ahora. Cada vez que sacas un grupo, cuánto más joven es, ya directamente no hay ningún tipo de prejuicio. Una de nuestras señas es la tendencia sin prejuicio. No tenemos un género preestablecido. Sacamos cosas que nos gustan, da igual que sea Erik Urano, Carolina Durante o Cariño. Lo que sí que es cierto es que está pasando algo muy de tendencia. Luego lo complicado es convertir esa tendencia en un catálogo. Al final ahí hay un trabajo que el tiempo dirá”. 

Portada del disco Sensaciones, de Sen Senra.

Portada del disco Sensaciones, de Sen Senra. // Fuente: Sonido muchacho.

Sonido Muchacho “mantiene la frescura y la inmediatez porque es un sello muy de lo que está pasando. Y son cosas totalmente diferentes”. Fernández ve el álbum “como la culminación del proyecto, también a nivel artístico. Porque es el sitio en el que puedes exponer todas tus ideas, puedes crear una narrativa y un discurso. El single es muy presente pero siempre lo ha sido. En la radio el formato single siempre ha estado ahí. Pero de repente el álbum tiene una importancia brutal. Es un concepto que cierra un círculo, etapas, siempre va a estar ahí. Pero lo importante son las canciones. El futuro va a seguir siendo la canción. Todo depende de las canciones”, subraya.

“El panorama a veces es más alentador, porque veo que todo se está profesionalizando más. La industria tiene sellos pequeños súper interesantes que van creciendo. Yo cuando empecé había un montón de sellos pequeños. Y no queda ni uno. Es una pena que se queden en el camino. Sobre los festivales, se repiten los grandes grupos de siempre. Sí, pero al final tienen que vender entradas. Lo que sí que creo es que va a cambiar el perfil de los artistas. Habrá un público que ya no irá a festivales. Habrá una renovación de público. Y será más evidente ahora”, subraya Fernández.

Coda: El panorama actual

“Lo que manda ahora es el big data. Ya ni siquiera los A&R cuentan. Analizan lo que se escucha en cifras. Técnicos que informan de lo que se lleva, de lo que se escucha. Hacen un esfuerzo por escucharlos, y quizás contar con ellos. La miniaturización de las discográficas ha llegado hasta tal punto que ya ni siquiera hacen lo de toda la vida: mandar a cazatalentos a los locales de ensayo, a las salas de conciertos o a escuchar los programas de radio. Es algo terrorífico. Se ha perdido el modelo de las grandes compañías, son unos hijos de puta con todas las letras, pero tenían un ecosistema muy cuidado. Buscaban superventas y al mismo tiempo trabajaban con una serie de artistas que podían ser superventas o que sabían que no iban a serlo, pero les interesaba tener por prestigio, por placer o por lo que fuera. Y luego tenían el departamento de catálogo que iba renovando, recolocando, reempaquetando su historia. Ahora todo eso ha disminuido. Siguen teniendo ese departamento porque es un chollo, discos superrentabilizados de los que sacan demos o grabaciones ocultas”, remata Diego A. Manrique.

---------------------

Andrés Castaño es periodista y redactor free-lance especializado en cultura y espectáculos, colaborador en El Duende de Madrid y en las webs El Asombrario e Indienauta, entre otros muchos medios de prensa y digitales.

Viendo el documental Revelando a Mario (2020) de Simó Mateu (disponible en Filmin), me fascinó aquella magia que tenía Mario Pacheco para captar las esencias musicales de una época, para construir un catálogo conjugando calidad, frescura y el espíritu musical de la calle. El documental cuenta...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Andrés Castaño

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí