catástrofe electoral
En Francia, después de las primarias, el diluvio
La última incógnita de la izquierda francesa ha quedado resuelta: el ganador de las primarias ecologistas es Yannick Jadot, que ya venció en 2016 y se retiró para apoyar a los socialistas. Es improbable que la unión vuelva a repetirse
Elizabeth Duval 28/09/2021
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Ha quedado resuelta por la mínima la última incógnita de la izquierda francesa antes de las elecciones: el ganador de las primarias ecologistas es Yannick Jadot. En 2016 ganó esas mismas primarias con un 54% y luego se retiró para apoyar la candidatura de Benoît Hamon, que lograría una debacle histórica para los socialistas: un 6% de los votos, poco más de dos millones. El trauma que arrastra desde entonces marcará las presidenciales futuras, claro: nunca más retirará su candidatura, por más que Anne Hidalgo lo pida mil veces. Su gran problema es que los sondeos no le dan más de un 6%. De hecho, la diferencia entre los votos que su candidatura ha recibido en la segunda vuelta de las primarias frente a la de Sandrine Rousseau es menor a la cantidad de votos blancos que se han presentado en esa segunda vuelta. Los verdes están extraordinariamente divididos entre el alma moderada de Jadot –acusado por algunos de macronista o ecoliberal– y la cercanía de Rousseau a los insumisos… que se llevarán buena parte de sus apoyos. Quizá los de Mélenchon lleguen incluso a incorporar entre sus filas a la que pudo ser la candidata ecologista. Pero no nos adelantemos.
Se pueden decir muchas cosas de Yannick Jadot. Podríamos mencionar, por ejemplo, que estuvo en la famosa manifestación de los policías frente a la Asamblea Nacional en la que se reclamaba más financiación y severidad contra “sus agresores”. No fue el único: también estuvo Anne Hidalgo, hoy candidata del Partido Socialista, y también estuvo Fabien Roussel, hoy candidato del Partido Comunista. Mélenchon no fue. La tónica general, en el camino que nos queda de aquí a 2017, será esa: una similitud tácita entre los verdes, los socialistas y los comunistas, en muchos lugares aliados naturales, y una voz discordante en la izquierda viniendo de los insumisos. Pero ese parecido no puede articularse en una nueva candidatura única, como en 2017: es lo que tienen los traumas. Hidalgo y Jadot suman casi un 14% de intención de voto en la primera vuelta, según los sondeos… y Mélenchon por sí solo suma lo mismo.
Cada uno quiere ser hegemónico entre las izquierdas: Jadot quiere que la ecología quede por delante, como en las europeas, pero lo va a tener difícil para incorporar a la mitad de su partido que lo tiene en el punto de mira; Hidalgo no aspira a ganar las elecciones de 2022, sino a proyectarse para las de 2027, preparando el “renacimiento” del que tanto se habla en las filas de los socialistas y responsabilizándose de reforjar la izquierda tras la debacle asegurada. Mélenchon está dispuesto a seguir presentándose a las elecciones, o bien hasta el día de su muerte o bien hasta que las gane. Mientras tanto, Éric Zemmour, conocido polemista y tertuliano de extrema derecha, que participó hace pocos días en un debate televisado con Jean-Luc Mélenchon, se sitúa ya en un cómodo 14%... a sólo dos puntos de alcanzar a Marine Le Pen. Ni siquiera ha declarado su candidatura.
Se ha hablado de cómo Zemmour habría recibido amenazas de muerte en las calles de París. Podemos calcular que, si recibe un par más, subirá del 14% a un 18%
Advertimos: un 14%. Advertimos aún más: un 14% hablando de cómo los franceses estarían siendo sustituidos por población extranjera de origen árabe, suscribiendo teorías de la conspiración o proponiendo que se prohíba poner nombres extranjeros a los niños nacidos en suelo francés. Es difícil imaginarse que gane, pero ya empieza a ser posible que llegue él, y no Le Pen, a la segunda vuelta. Sería el camino más fácil de Macron para la reelección, pero también dejaría el panorama político francés completamente emponzoñado, con más y más fango en las intervenciones. Darmanin, ministro de Interior de Macron, ya le dijo a Le Pen que era muy blanda en sus propuestas sobre inmigración. El auge de discursos tan extremos no debería sorprendernos: quizá el discurso que más le guste escuchar a Darmanin sea, precisamente, el de Zemmour, con todas sus barbaridades. Se ha hablado estas últimas semanas de cómo Zemmour habría recibido amenazas de muerte en las calles de París. Podemos calcular que, si recibe un par o tres más, subirá de ese 14% a un cómodo 18%. Y entonces podremos empezar a asustarnos.
La situación parece grave; el clima político francés lo es, de hecho. ¿Por qué la izquierda francesa permanece entonces en la inopia? Lo hemos insinuado antes: Hidalgo no aspira a ganar las elecciones en 2022. Su táctica encuentra su reflejo en la de los comunistas de Fabien Roussel, que han decidido presentarse a las presidenciales para marcar perfil propio. Su apuesta por el perfil propio consiste en hablar de seguridad, orden, más financiación para los policías en los barrios pobres, manifestarse con esas mismas fuerzas de seguridad, hablar de control a la inmigración, denunciar las fuerzas de lo woke e insistir mucho en cómo los identitarismos comunitarios estarían segregando al sujeto indivisible de la ciudadanía republicana. La apuesta de los comunistas franceses es hablar como la derecha para ganar los votos de la derecha en las legislativas que seguirán a las presidenciales de 2022. Hablar a la clase trabajadora y a los abstencionistas, consideran desde el Partido Comunista Francés, supone hablar como lo hace Le Pen. Por ahora, en los sondeos para las presidenciales, esa estrategia da como frutos un 1-2%. Aviso a navegantes.
Presentarse a unas elecciones presidenciales queriendo perderlas para construir lo que sea que venga después puede ser peligroso si la estrategia es demasiado evidente
El trauma de Jadot y su victoria en las primarias deberían hacer de la unión entre socialistas y los verdes para las presidenciales algo, si no imposible, al menos altamente improbable. La única candidatura de izquierdas que parece tener posibilidades de quedar algo por encima es la de Jean-Luc Mélenchon… que lleva acumulando polémicas, traspiés y tropiezos desde su gran resultado en las últimas presidenciales. Queda muy lejos su espectacular subida en los sondeos por aquel entonces; es más, la Francia se ha derechizado. En 2017, la candidatura de Hamon –de la rama izquierda dentro de los socialistas, tanto que después dejó el partido para fundar su propio movimiento– dejaba vía libre a Mélenchon para absorber a la izquierda del Partido Socialista y a Macron para comerse a su derecha. En 2022, Hidalgo y Jadot guardarán muy bien los restos para impedir esa sangría de votos. Y atacarán furibundamente a los insumisos, asegurando que son islamoizquierdistas extremistas tan capaces de poner en peligro la República como Zemmour, denunciando sus excesos woke-comunitaristas. Será muy difícil ganar las elecciones si el fuego cruzado es casi más fuerte que los ataques entre bloques. Presentarse a unas elecciones presidenciales queriendo perderlas para construir lo que sea que venga después puede ser peligroso si la estrategia es demasiado evidente, y ese es un aviso que sirve a ambos lados de los Pirineos. En Francia, después de las primarias verdes, el diluvio para las izquierdas. O la catástrofe ecológica. O la debacle electoral. Lo que sea que venga antes.
Ha quedado resuelta por la mínima la última incógnita de la izquierda francesa antes de las elecciones: el ganador de las primarias ecologistas es Yannick Jadot. En 2016 ganó esas mismas primarias con un 54% y luego se retiró para apoyar la candidatura de Benoît Hamon, que lograría una debacle histórica para los...
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Elizabeth Duval
Es escritora. Vive en París y su última novela es 'Madrid será la tumba'.
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