Italia
Las elecciones municipales que pueden abrir grietas en la ‘pax draghiana’
La derecha tiene altas probabilidades de salir derrotada en estos comicios a pesar de ser mayoritaria en el país
Steven Forti 2/10/2021
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Milán, mañana del 30 de septiembre de 2021. En un hotel cerca de la estación de Rogoredo, el cierre de la campaña electoral de la derecha para la alcaldía de la capital de Lombardía acaba como el rosario de la aurora: el líder de la Liga, Matteo Salvini, se larga enfadado antes de que llegue Giorgia Meloni, de Fratelli d’Italia, y sin ni siquiera escuchar la intervención del candidato de la coalición, Luca Bernardo, que solo gracias a un milagro puede esperar reconquistar la segunda ciudad de Italia. “¡Es una vergüenza!”, sueltan un par de diputados del partido de Meloni. Mientras tanto, a pocos kilómetros de distancia, Mario Draghi se reúne con Greta Thunberg en el marco del encuentro Youth4Climate que anticipa la COP26 que se celebrará en Glasgow a principios de noviembre. “Tenemos que actuar ya”, afirmó el expresidente del Banco Central Europeo (BCE). “Creo firmemente que tenemos mucho que aprender de tus ideas, tus sugerencias y tu liderazgo. Os estamos escuchando”, le dijo a la joven activista sueca.
Estas dos imágenes pueden resumir el momento político que vive Italia. Por un lado, una derecha, que según todos los sondeos es mayoritaria en el país, muestra una vez más que su tan cacareada unidad es un espejismo, además de ser incapaz de hacerse con el control de las mayores ciudades del país. Por el otro, Supermario sigue manteniendo iniciativa política y protagonismo mediático desde que se convirtió en presidente del Gobierno el pasado mes de febrero. Ahí está, en buena medida, el quid de la cuestión: con el Ejecutivo de unidad nacional liderado por Draghi, Italia está viviendo un largo intermezzo cuyo desenlace es una incógnita. ¿Qué pasará después? Las elecciones municipales, cuya primera vuelta se celebra el 3 y 4 de octubre, pueden dar algunas pistas al respecto.
Para la derecha pintan bastos en las municipales
Parece que estas municipales no depararán grandes sorpresas, sobre todo en las grandes ciudades. En Milán, Nápoles y Bolonia es incluso posible que los candidatos del centro-izquierda –el actual alcalde Giuseppe Sala; el exministro de Universidades en el segundo Gobierno Conte, Gaetano Manfredi; y el actual regidor de Cultura del ayuntamiento emiliano, Matteo Lepore, respectivamente– ganen en la primera vuelta, obteniendo más del 50% de los votos. En Roma, el partido está más abierto, aunque lo más probable es que al balotaje –que se celebrará el 17 y 18 de octubre– lleguen el candidato de la derecha, Enrico Michetti, y el del centro-izquierda, el exministro de Economía del segundo Gobierno Conte, Roberto Gualtieri. Hay otros dos candidatos que tienen algunas posibilidades para superar a Gualtieri y enfrentarse a Michetti: la actual alcaldesa Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), y el liberal-centrista Carlo Calenda, exministro en tiempos de Matteo Renzi. En la segunda vuelta, de todas formas, Michetti tiene todas las de perder, según apuntan los sondeos publicados. Solo en Turín la derecha tiene buenas probabilidades de ganar con el empresario Paolo Damilano, bien conectado con la sociedad local.
Ahora bien, hay que renovar más de un millar de ayuntamientos y habrá que ver qué ocurre en las ciudades medianas y pequeñas, pero es indudable que el voto en las grandes ciudades marcará la lectura política que se hará de los resultados. Y para la derecha, salvo sorpresas inesperadas, pintan bastos. Además de Turín, la única alegría le puede venir de las elecciones regionales de Calabria, donde se vuelve a votar tras menos de dos años por la muerte imprevista de la presidenta regional, Jole Santelli: ahí, el berlusconiano Roberto Occhiuto debería ganar frente a unos adversarios divididos. Además de la candidata del Partido Democrático (PD), Amalia Bruni, apoyada por el M5E, se presenta también el actual alcalde de Nápoles, Luigi De Magistris, apoyado por lo que queda de la izquierda y asociaciones de la sociedad civil.
Salvini en horas bajas
La pregunta es por qué la derecha, que es mayoritaria en el país –todos los sondeos otorgan un 40% como mínimo a la Liga y Fratelli d’Italia que son partidos ultras al estilo de Vox–, tiene altas probabilidades de salir derrotada. La razón es doble. Por un lado, a nivel local la derecha tiene dificultades para encontrar candidatos presentables: Michetti, por ejemplo, más que como profesor, es conocido por ser tertuliano de una radio romana dedicada principalmente al fútbol y en cuyos programas se han oído comentarios cómplices con los antivacunas o a los nostálgicos del fascismo. Por otro lado, Salvini, Meloni y Berlusconi han tardado meses en encontrar a los candidatos debido a la guerra sin cuartel que están librando los dos primeros para hacerse con la hegemonía de la coalición.
Se está delineando una grieta cada vez mayor entre la Liga de Salvini y una Liga más pragmática, representada por Giorgetti y los presidentes regionales vinculados al mundo empresarial del norte
Para más inri, el líder liguista, acorralado por Fratelli d’Italia –que ya le ha superado en intención de voto–, debe hacer frente a problemas internos: el número dos del partido, el poderoso Giancarlo Giorgetti, actual ministro de Desarrollo Económico, no pierde ocasión para criticar la línea de Salvini e incluso, a menos de una semana de las urnas, ha declarado que en Roma sería mejor votar a Calenda. Giorgetti no es un conductor suicida y sabe lo que dice y lo que hace. Fue el hombre clave para que la Liga entrara en el Gobierno de Draghi y, desde el Ejecutivo, ha puesto en entredicho la línea de Salvini, crítica con la implantación del “pasaporte covid”. También lleva tiempo intentando que el partido ingrese en el Grupo Popular europeo. Además, Giorgetti, atlantista convencido y con buenas conexiones en Washington, no está solo: alrededor de él se ha creado un frente cuyas cabezas visibles son los presidentes regionales liguistas del norte de la península, entre ellos el gobernador del Véneto, Luca Zaia (que ganó por tercera vez las elecciones el año pasado con más del 70% de los votos). En síntesis, se está delineando una grieta cada vez mayor entre la Liga de Salvini –lepenismo hard, rusofilia, política pop en las redes sociales, personalización del liderazgo, etc.– y una Liga más pragmática, bien representada por Giorgetti y los presidentes regionales vinculados al mundo empresarial del norte que, quizás, añoran a la vieja Liga Norte.
A todo esto se ha sumado la explosión de una bomba de considerable impacto que ha explotado en la cara de Salvini: su más estrecho colaborador, Luca Morisi, ha abandonado de repente la política al ser investigado por asuntos de droga. A mediados de agosto, organizó en su casa una fiesta con cocaína y GHB –la conocida como droga para las violaciones– a la que invitó a dos jóvenes rumanos contratados online. La historia no tiene desperdicio, si se examinan las posiciones de la Liga sobre drogas, extranjeros y derechos de los homosexuales. Pero, sobre todo, si tenemos en cuenta que Morisi fue el “gurú” de las redes sociales de Salvini, el hombre que creó y gestionó la poderosísima máquina de propaganda social, denominada “la Bestia”, que permitió al líder liguista convertirse en el político italiano con más presencia en las redes, utilizando, precisamente, el discurso del odio online. No es casualidad que Salvini incluyese a Morisi en la secretaría del partido, de la cual ha dimitido a principios de septiembre aduciendo “razones personales”.
El escollo de la elección del presidente de la República
A pesar de todo ello, no se engañen. Salvini está herido, pero no está muerto. Eso sí, si las municipales van mal para la derecha, será el primer responsable porque fue él quien propuso a la mayoría de candidatos. Pero no rodará su cabeza ni tendrá que rendir cuentas porque Giorgetti no aspira a sustituirlo en la secretaría. Eso sí, Salvini saldrá debilitado y, posiblemente, se impondrá la línea más pragmática dentro del partido. Berlusconi aspira solo a sobrevivir y a que su partido, Forza Italia, mantenga un estrechísimo margen de maniobra antes de ser canibalizado por sus aliados. De esta manera, a la postre, quien sonreirá será Giorgia Meloni, que verá reforzado su liderazgo en Fratelli d’Italia y seguirá afianzándose como futura líder de la derecha italiana. Además, su formación no debe gestionar ninguna contradicción: es, en la práctica, la única fuerza política que no apoya a Draghi y puede seguir capitalizando su oposición al Ejecutivo.
La Liga y Fratelli d’Italia quieren que sea Draghi quien ocupe el Quirinale (sede de la Presidencia del Estado) para que se convoquen elecciones anticipadas y así gobernar con una más que probable mayoría absoluta
Las tensiones dentro de la Liga pueden tensar aún más los frágiles equilibrios políticos existentes. Es cierto que Draghi goza todavía de una alta popularidad y su Gobierno puede presumir de unos datos económicos positivos tras el batacazo del año pasado –el PIB debería crecer el 6% en 2021 y el 4,7% en 2022–, además de una campaña de vacunación exitosa con casi el 80% de la población con la pauta completa. Sin embargo, la navegación del Ejecutivo puede toparse con varias tormentas: mantener en pie un Gobierno que va de la izquierda de Libres e Iguales a la Liga amiga de Le Pen no es tarea fácil. Y el primer gran escollo será en enero, cuando se deberá elegir el presidente de la República. Aunque de vez en cuando saquen a relucir el nombre de Berlusconi –más bien para complacer al fundador de Forza Italia, que acaba de cumplir 85 años–, la Liga y Fratelli d’Italia quieren que sea Draghi quien ocupe el Quirinale (sede de la Presidencia del Estado) para que se convoquen elecciones anticipadas y así gobernar con una más que probable mayoría absoluta. Mientras, el PD pide de rodillas a Sergio Mattarella que se quede unos años más para salir del embrollo y hacer que el Gobierno llegue al final de la legislatura, prevista a principios de 2023. No hay de momento otros candidatos con posibilidades, y menos aún de consenso, en un Parlamento profundamente fragmentado y con un sistema de partidos en reconfiguración.
¿Hacia una alianza estable entre PD y M5E?
Si el centro-izquierda gana en las principales ciudades no significa que se esté recuperando de un largo letargo. Aunque Enrico Letta intente reanimar el partido desde que fue elegido secretario el pasado mes de marzo, tras la dimisión de Zingaretti, el PD sigue sumergido en una crisis de identidad que lo atormenta desde su nacimiento. Además, su actual postura de defensa a ultranza del Gobierno Draghi, aunque sea prueba de responsabilidad institucional en un momento excepcional, no puede ayudarle en la recuperación del terreno perdido en la última década en las periferias. Si es cierto que el expresidente del BCE ha mantenido una serie de ayudas establecidas en los primeros meses de la pandemia, también es indudable que representa la cara amable y más inteligente del neoliberalismo. Para un partido de izquierdas, o que se quiere de izquierdas, no debería ser su referente. Y en los próximos meses, con la recuperación económica, las contradicciones irán en aumento: el ministro de Economía, Daniele Franco, del núcleo duro de Draghi, ha afirmado que las políticas expansivas durarán hasta 2024. Luego habrá que retomar la senda de reducción de la deuda pública. Traducido: llegarán recortes.
Añádase también que el M5E está en una fase de transición que no se sabe muy bien si marcará la total disgregación del proyecto político del excómico Beppe Grillo o su reconfiguración en un partido tímidamente progresista aliado del PD. Tras los encontronazos con el fundador, el ex presidente del Gobierno Giuseppe Conte está tomando con dificultad las riendas de la formación, que no para de ver disminuir sus tropas parlamentarias por continuos abandonos y apoyos en las calles. En las municipales, en que perderá las únicas dos ciudades que estaba gobernando (Roma y Turín), los grillini han intentado salvar los muebles llegando a acuerdos con el PD en Nápoles y Bolonia. Donde se presenta en solitario, los sondeos le otorgan entre el 2% y un máximo del 9%. El objetivo de convertirse en el tercer polo de la política italiana ha pasado definitivamente a mejor vida: la única opción para sobrevivir es la de forjar una alianza estable con el PD, siempre que el partido de Letta lo quiera. Este es otro debate no resuelto sobre el que puede influir el resultado de las municipales.
Así, Italia está viviendo una extraña fase de calma chicha: el gobierno de Draghi puede terminar abruptamente en cuatro meses o llegar al final de la legislatura. Más allá de las vicisitudes internas de la política transalpina, una posibilidad u otra tendría consecuencias también a nivel europeo. Con Alemania ensimismada en la resolución del rompecabezas para formar un nuevo gobierno tras el fin de la época Merkel y con Francia a punto de entrar en una campaña electoral llena de incógnitas, Italia podría jugar un papel protagonista en una fase marcada por la puesta en marcha del plan de recuperación post-pandémico. Veremos. Este lunes tendremos las primeras respuestas.
Milán, mañana del 30 de septiembre de 2021. En un hotel cerca de la estación de Rogoredo, el cierre de la campaña electoral de la derecha para la alcaldía de la capital de Lombardía acaba como el rosario de la aurora: el líder de la Liga, Matteo Salvini, se larga enfadado antes de que llegue Giorgia Meloni, de...
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Steven Forti
Profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona. Miembro del Consejo de Redacción de CTXT, es autor de 'Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla' (Siglo XXI de España, 2021).
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