Lorenzo Montatore / Historietista y autor de ‘La mentira por delante’
“Cuando adaptas un libro al cómic proyectas unas imágenes diferentes a cuando haces una lectura convencional”
Pablo Ríos 4/11/2021
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Si alguien podía escribir y dibujar un cómic sobre Francisco Umbral, ese era Lorenzo Montatore (Madrid, 1983), autor de La Muerte y Román Tesoro (De Havilland, 2016), ¡Cuidado, que te asesinas! (La Cúpula, 2018) y Queridos Difuntos (Sapristi, 2020). El autor, de un estilo inconfundible y personalísimo, donde se dan la mano Valle-Inclán, el flamenco y los cartoons de la UPA, nos habla sobre su último trabajo, La mentira por delante, la biografía definitiva sobre el escritor a tiempo parcial y dandy a tiempo completo.
¿Cómo llegas a plantearte dibujar una biografía de Umbral? Digamos que no es alguien que encaje en las coordenadas de lo contemporáneo.
Es muy curioso cómo surge la idea. Empecé a leer a Umbral hace muchos años y me quedé alucinado de inmediato...
Con su obra literaria, no con sus columnas en prensa.
Sí, así es… Había leído antes algún artículo, pero desconocía su literatura. Y tras el primer libro que leo de él, sigo con el resto de su obra, aunque es inabarcable.
¿Cuál lees primero?
Trilogía de Madrid. Me fascinó, pese a que desconocía a muchos de los personajes que aparecen en él (los que destacaba en sus famosas negritas), pero, aun así, me encantó. Muy pronto se convirtió en un referente, en una influencia.
En uno de tus “queridos difuntos”.
(Risas) Exacto, eso es. Mis otros cómics siempre han tenido referencias suyas, ha estado muy presente en mi trabajo. Lo que pasó es que estaba trabajando en una falsa biografía sobre un personaje que me había inventado, pero me quedé bloqueado, no sabía cómo seguir. Estuve un par de meses parado, y hablando con una amiga dije, en broma, “¿y si hago algo sobre Umbral?”, y me dijo “venga, a que no te atreves”. Básicamente fue un ‘sujétame el cubata’ (risas). Y así nace la cosa.
Mis otros cómics siempre han tenido referencias de Umbral, ha estado muy presente en mi trabajo
¿Esa falsa biografía compartía el mismo punto de partida? Esto es, ambientada en la España del S. XX, con esa estructura lírica...
Sí. Al final también la acabé y la publiqué en un fanzine, Me viene persiguiendo, sobre un cantaor flamenco.
Volviendo a Umbral, más allá de lo literario, tienes que investigar sobre su vida, su biografía ‘real’.
Conocía mucho de su vida porque ya había leído mucho sobre él, había visto entrevistas... Pero hay algo que me da la pista sobre cómo hacer este libro. Él escribió biografías, de Larra, de Valle-Inclán, de Gómez de la Serna… Y siempre decía lo mismo, “si yo escribo sobre Valle, yo hago a mi Valle”. En Trilogía de Madrid, “su” Valle dice que “hay que alejarse de la enciclopedia para acercarse al personaje”. Así que hago una biografía sobre Umbral como la hubiera hecho Umbral. Dicho esto, sí, tengo que documentarme, poner en orden fechas, pero mi guía es su ficción, su invento.
Así arrancas el cómic: presentas unos breves hitos vitales de manera muy esquemática, y a otra cosa.
Sí, para ayudar al lector a ubicar a Umbral, que tenga en cuenta algunos datos que creo que son importantes y así yo puedo servir mi historia.
Pero más allá de esto, no ayudas al lector, no haces concesiones… Como hacía Umbral en la Trilogía de Madrid, aparecen multitud de personajes, pero ni los identificas claramente, ni hay un índice onomástico ni nada por el estilo, confías en tu propia habilidad para la caricatura.
Es cierto, no me importa que el lector pueda o no reconocerlos. Doy por hecho que quien se acerca al libro maneja unos determinados referentes, y las caricaturas son bastante reconocibles, espero (risas). Pero también creo que los extractos que he escogido son lo suficientemente interesantes por sí solos como para que necesiten más contexto… No es que el resto de personajes no sean importantes, pero Umbral habla de él mismo a través de ellos.
Así consigues que todos sean tus personajes, es “el Umbral de Montatore”.
Sí, esa es la idea principal. Surgió de forma muy natural desde el principio. Cuando me planteo hacer un cómic sobre Umbral, lo último que quiero es hacer una biografía al uso sobre él, y eso es porque, para empezar, no sé hacerlo. Entonces me dije “bueno, releo alguno de sus libros y a ver qué me sugieren”. Así llegué a su caricatura, el dibujo salió solo. Empecé con Mortal y rosa, y fue leer “a la mierda con Freud”, y ya vi a Umbral en las viñetas. Es curioso, cuando tienes en la cabeza que vas a adaptar un libro al cómic proyectas unas imágenes diferentes a cuando haces una lectura convencional.
Pero igualmente disfrutas esa lectura.
Sí, es un proceso distinto, pero también te diviertes. Ahora, lo que sí que he gozado ha sido dibujarlo, ha sido muy divertido, me he permitido probar muchas cosas.
Es tu ficción sobre su ficción.
Ha salido un libro muy mío, muy libre. Creo que si coges mis anteriores tebeos, casi podría verse como un resumen de mi obra. La verdad es que no sé si por manejar el texto de otra persona, he sentido más libertad, me he soltado la correa. Lo he disfrutado muchísimo, me lo he pasado pipa haciéndolo. De una frase que tenía anotada, se me ocurría toda una secuencia, la dibujaba a mi rollo… Me he encontrado muy a gusto.
Son frases de Umbral, pero encajan en tu universo.
Es que, como te decía, yo ya había sido muy “ladrón” de Umbral, he vuelto a encontrarme con él. Creo que por eso he metido cameos de otros personajes míos de mis anteriores tebeos, para cerrar el círculo.
Sí, no desentona, con la Centramina de ¡Cuidado, que te asesinas!, es un flaneur más, otro habitante nocturno.
Exacto.
¿Qué descubres de Umbral?
Cuando profundizo en su obra e investigo, me doy cuenta de que hay muchos Umbrales. Está el personaje público que había construido, pero también hubo un Umbral que era una persona profundamente tierna en su vida privada, con su mujer, con su hijo, que apreciaba a sus mascotas. Alguien muy amable, muy cariñoso, y que chocaba con la imagen que tenía de él, que supongo que es la que tiene casi todo el mundo. Y es algo que me interesaba que apareciera en el cómic.
Está el personaje público que había construido, pero también hubo un Umbral que era una persona profundamente tierna en su vida privada
El título, La mentira por delante, es revelador. Fue una persona que protegió con celo su intimidad, pero lo desnudas a través de su ‘mentira’, a través de su obra, que siempre estuvo ahí para quién quisiera leerla.
Es curioso, sí, porque creo que en su obra descubro su verdad. No he tenido la oportunidad de hablar con ella directamente, pero mi editora sí que habló con María España (su viuda) y cuando leyó el cómic dijo “es que está ahí, Paco’. Y claro, aluciné. También creo que su trabajo está impregnado de memoria, y por mucho que inventara, algo de verdad he podido encontrar, o al menos he tenido la intuición de encontrarla… Pero al final, he construido el personaje a través de sus libros, de la ficción, o lo que suponemos que es ficción.
Es más gratificante encontrar esa verdad en su literatura que mediante entrevistas a familiares, amigos o conocidos.
¡Es que a mí no me interesa su vida privada! A ver, hasta cierto punto, pero si él había construido ese personaje, si era ese personaje el que daba sus entrevistas, y firmaba como Francisco Umbral, quién soy yo para decir que no, que su nombre real era Francisco Pérez Martínez, a mí me fascina el personaje, su construcción. Ángel Antonio Herrera, cuando empezó a escribir su biografía, en seguida se dio cuenta de que era imposible sacarle la verdad. Le dijo “Paco, iré viniendo y te preguntaré”, y Umbral le contestó “vale, un día te contaré una cosa y otro día te contaré otra mentira”. Era muy esquivo, y eso me resulta muy interesante.
¿Crees que era un hombre celoso de sus secretos, o es que su personaje era otra creación literaria?
Creo que un poco las dos cosas. Por un lado te cubres, separas tu vida de lo público, pero por otro lado creo que le divertía mucho, lo pasaba bien interpretándolo. Alguien tímido debe hacer algo con su timidez y, para esconderse, qué mejor que crearse un personaje. Esto aventurando que lo fuera, aunque creo que así era.
Sobre todo alguien con esa exposición pública, porque era toda una figura mediática.
En alguna ocasión le escuché decir que, si ahora los famosos escribían libros, pues él, que era escritor, saldría por la tele. Le encantaba ejercer de dandy.
Decías antes que te habías sentido “libre” a la hora de hacer el tebeo, y creo que se nota al leerlo: renuncias a establecer capítulos, juegas continuamente con la forma... ¿Cómo trabajaste la estructura?
Pues al principio fui sin plan previo, a veces me fío demasiado de mi intuición… quizás demasiado (risas). Pero llegué a un punto en que había que ordenar aquello. Digamos que hay temas que era necesario tratar, sus temas predilectos, quería cubrir esas parcelas. Si escribes sobre Umbral, hay que hablar de erotismo, de Madrid, del dandismo, de la literatura… Claro que no es una estructura cerrada, no quería perder la frescura, aunque sí que había que dar cierto orden, y claro, un final, no iba a hacer un cómic de 2.000 páginas (risas).
Ángel Antonio Herrera, cuando empezó a escribir su biografía, en seguida se dio cuenta de que era imposible sacarle la verdad
No, las editoriales no suelen tomarse bien los cómics de 2.000 páginas.
Mira, en Astiberri me dieron libertad total para hacer lo que quisiera. Lucía Álvarez, mi editora, me hacía sugerencias, pero en ningún momento exigencias. Sí que me apoyé mucho en Antonio Hitos (dibujante, autor de Materia, entre otros), que es la persona que me ayuda casi siempre con mis tebeos, confío plenamente en él.
Hay un público que no está familiarizado con tu trabajo, que se va a acercar al cómic buscando al Umbral columnista, el cronista de una época, y no lo va a encontrar.
Porque es el que menos me interesa para lo que quiero construir. Y esto tiene una explicación, como te decía, me enamoré de Umbral a través de su literatura. Ojo, que también hacía literatura en sus columnas, podía hacerte una sobre Suárez en endecasílabos (risas), pero el Umbral cronista se debe a la actualidad, y era absurdo que yo ahora me dedicara a plasmar toda una época, no quería retratar su contexto, quería retratarle a él.
Sin embargo, ese contexto del que hablas es reconocible. Reivindicas a España a través de la caricatura.
A lo mejor porque esas referencias atienden a un imaginario colectivo que tenemos, al menos mi generación, y eso lo hace familiar o cercano. En mi cabeza, todo eso tiene un sentido, si yo he leído tebeos de Bruguera, o jugaba al Súper Mario o me reía con Gila, todo eso está ahí. Responde a algo muy de aquí, que supongo que muchos lectores compartirán, y la realidad llega a través de esa cercanía, no porque el dibujo sea más o menos realista. Quizás un dibujo más realista alejaría al lector de lo que quiero contar.
En tus tebeos tienes un cuidado especial por el lenguaje, es muy característico, casi declamatorio. Otra manera de no ser “realista”.
Si, a veces, forzándolo, es un castellano muy literario, me gusta más que un diálogo natural. Mis referentes son Poncela, Mihura… ¡incluso Arniches! Me gusta que mis personajes reciten al público. Pienso que esa teatralidad tiene mucho que ver con los tebeos, encuentro muchos puntos en común entre leer teatro y leer cómics.
Es una búsqueda concreta del artificio.
Exacto, la palabra es muy importante para mí. El estilo se tiene que ver, hay que ver al escritor, su voz, su intención.
Si me lo permites, un punto de histrionismo...
Para mí, los tebeos son monigotes que se resbalan con una cáscara de plátano, pero hay una pureza ahí, igual que en el teatro un cartón pintado es un escenario, y te lo crees.
¿Rotulas a mano?
Es el primer cómic en el que he utilizado tipografía digital, pero es una conversión de mi letra. Lo hemos cuidado mucho, tanto yo como la maquetadora.
Hay un tema que sobrevuela el cómic y es el dolor de la pérdida.
Umbral no podía evitar literatulizarlo todo. Decía que Mortal y rosa ya lo estaba escribiendo antes de perder a su hijo. Era una novela sobre su trayecto vital, pero claro, muere su hijo, y tiene que escribir sobre ello. No es una catarsis, es que no puede evitar llenarlo todo de literatura, creo que era su manera de afrontar las cosas. De nuevo, una manera de protegerse.
Ser literario es desafiar a la muerte.
Eso es. ¡Y se consigue! Porque, al final, aquí estamos, hablando de Umbral porque he dibujado un libro sobre Umbral.
Si alguien podía escribir y dibujar un cómic sobre Francisco Umbral, ese era Lorenzo Montatore (Madrid, 1983), autor de La Muerte y Román Tesoro (De Havilland, 2016), ¡Cuidado, que te asesinas! (La Cúpula, 2018) y Queridos Difuntos (Sapristi, 2020). El autor, de un estilo inconfundible...
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