tebeos
El lustro mágico de Superlópez
En el transcurso de cinco años, Jan dibujó seis cómics inolvidables que convertirían a su autor en un mito y a su protagonista en un personaje legendario
Pablo Ríos 10/09/2021
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Si Ringo tuvo que pedir un poco de ayuda a sus amigos, Jan (Juan López, Toral de los Vados, León, 1939) decidió prescindir de los guiones de Francisco Pérez Navarro (Barcelona, 1953) para encargarse en solitario de Superlópez, su creación más exitosa. Nacida en 1974 como una caricatura cañí de Superman, ‘Superlópez’ había pasado de ocupar apenas una página muda de chistes de corto recorrido a convertirse en un sólido tebeo de superhéroes, más allá de su intención paródica. La incorporación de Pérez Navarro, un reconocido aficionado al género superheroico, propició que, durante tres álbumes (Las aventuras de Superlópez, El Supergrupo y Todos contra uno, uno contra todos, publicados en 1979), las historietas de Superlópez desarrollaran toda una serie de características y clichés deudoras de los cómics de Marvel y DC, que convertían al personaje en un elemento extraño dentro de los tebeos publicados por la Editorial Bruguera.
Sin embargo, el propio Jan reconoce que no encontraba más motivación para continuar con esa línea de trabajo, y prescindió de los servicios de Pérez Navarro para la elaboración de los álbumes de su personaje estrella. Jan era uno de los pocos dibujantes de Bruguera que se encargaba de todo el arte de sus cómics (otro era Nicolás, autor de La Gorda de las Galaxias, un insólito mirlo blanco dentro de la casa), y su meticuloso proceso de producción (que incorporaba un trabajo de color manual inaudito para los estándares bruguerianos) le demandaba una dedicación absoluta, así que abandonó al resto de sus personajes, incluido el popular ‘Pulgarcito’, y se centró en las aventuras del superhéroe residente en ‘El Masnou’.
El resultado de su primer ciclo en solitario es una de las cumbres del tebeo juvenil publicado en España. Durante cinco años, del 80 al 84, Jan produce seis álbumes que anclan las coordenadas por las que se moverá el tono de la serie para el futuro: comentario social, intención didáctica, humor sofisticado, ritmo ajustadísimo, cafés con leche y croissants. A continuación, haremos un breve repaso por cada uno de ellos con el fin de sacudir el polvo del recuerdo al viejo aficionado y propiciar el interés de quien no conozca esta etapa mágica de la obra de una de las leyendas vivas de nuestros tebeos.
Los alienígenas (1980)
¿De qué va? Un matrimonio alienígena (el amor no conoce fronteras cósmicas) llega a nuestro planeta dispuesto a “infiltrarse en el llamado planeta Tierra para buscar un centro de apoyo o cabeza de puente para la fuerza expedicionaria de invasión”. Gracias a sus habilidades multiformes, que les permiten adoptar la apariencia de cualquier ser humano u objeto inanimado, la misión de los invasores no tendría que levantar sospechas, sin embargo, la cosa se tuerce un poco cuando estrellan su nave de avanzadilla contra la fachada de la oficina de López a plena luz del día, lo que pondrá en alerta a nuestro héroe.
Cuéntame más. El primer álbum sin los guiones de Pérez Navarro y toda una declaración de intenciones. El remedo del género de superhéroes desaparece y da paso a la ciencia ficción y a un sentido del humor mucho más refinado. La habilidad de Jan para los diálogos y el constante juego de equívocos son un sólido armazón para una trama que no deja de crecer en ningún momento, con continuos giros y triples saltos mortales hasta su anticlimático pero desopilante desenlace.
Para el recuerdo. La estancia de Superlópez en el hospital, una reinvención del clásico gag brugueriano del remate cómico con titular de periódico.
El señor de los chupetes (1980)
¿De qué va? Un misterioso personaje revela a Superlópez la (hasta ahora) secreta existencia de Tchupón y sus Chupópteros Negros, malvadas entidades cuyo propósito desde tiempos inmemoriales es sojuzgar a la humanidad a través de, bueno, sus chupetes mágicos. Comienza así una trepidante epopeya que conducirá a López a través de todo el mundo en busca de los Chupópteros y sus temibles chupetes de poder.
Cuéntame más. Jan recurre a ‘El Señor de los Anillos’ como excusa argumental para advertir al lector de los peligros de las adicciones, una de sus obsesiones recurrentes. Sin embargo, el resultado es cualquier cosa menos aleccionador: su ritmo frenético, sus exóticos escenarios y el festival de mamporros que se despliega en cada página le hacen más deudor de las aventuras de Indiana Jones que del corpus tolkeniano. Quizás sea el más flojo de esta etapa, pero aún así es una verdadera lección de cómo narrar un cómic de aventuras, amén de servir a Jan como banco de pruebas para el futuro (como se verá en el mucho más logrado La caja de Pandora).
Para el recuerdo. La extraordinaria galería de monstruos y amenazas chupópteras, con mención especial al Chumastodonte, la más terrible máquina de matar conocida, de terribles modales y escasa estatura, que el propio Jan reconoce que fue inspiración de su hijo, por aquel entonces aún en edad escolar.
La semana más larga (1981)
¿De qué va? Un lunes cualquiera, nuestro héroe se lanza a afrontar la semana con su característico y probado dinamismo, sin saber que va a ser acusado de crímenes que no ha cometido y que ni siquiera va a poder ir tranquilo a ver el fútbol el domingo. El villano de la historia, el maléfico Escariano Avieso (espécimen clásico de mad doctor que se convertirá en uno de los antagonistas habituales de la saga), ha construido una máquina que emite un potente rayo lumínico que le permite realizar agujeros perfectos en cualquier superficie, una llave maestra para acceder a las cajas fuertes de los bancos y así poder desvalijarlas. Sin embargo, la torpeza de Avieso deja las viviendas de la ciudad plagadas de agujeros cuales quesos Gruyere, lo que lleva a la opinión pública a pensar que el culpable de los destrozos es Superlópez y su supervelocidad.
Cuéntame más. López se convierte en un clásico falso culpable en el álbum más hitchcockiano de su autor. La estructura capitular ajustada a cada uno de los días de la semana confiere a la historia un tono de normalizada pesadilla: cada nuevo amanecer viene acompañado de más y más problemas para el bueno de López, que tendrá que lidiar con las sospechas de sus convecinos y el estrecho cerco de la policía, personificado en el inspector Hólmez, entrañable miembro de la pasma con una desmedida afición a los cacahuetes. La divertida, apresurada y metatextual resolución final destila lo mejor del tebeo de superhéroes sin complejos.
Para el recuerdo. El febril derby futbolístico entre el Real Club Deportivo Fespañol y el Fútbol Club Parchelona, que culmina con un Superlópez tan roto mentalmente que ni James Stewart en ‘Vértigo’.
Los cabecicubos (1982)
¿De qué va? Una fábrica alimentaria contrata a la agencia de publicidad de López para que se encargue de la campaña de lanzamiento de su novedoso producto: huevos cuadrados. Pero un accidente en la factoría (quien dice accidente, dice López haciendo el gamba) provoca el escape del gas energipsicopoliédrico (sic) de los tanques de la misma, lo que traerá funestas consecuencias para la ciudad. La emanación procedente de las chimeneas de la fábrica motivará que una parte de la población desarrolle una malformación del cráneo y sus cabezas adquieran forma cúbica. Esta mutación tendrá como efecto secundario la radicalización política de los afectados, lo que culminará con el ascenso al poder de un partido segregacionista liderado por el jefe de López (líder de los emergentes cabecicubos) y el estallido de un conflicto civil armado entre las facciones cuadradas y redondas.
Cuéntame más. La mayor advertencia contra el auge del fascismo jamás dibujada. En un marco rabiosamente contemporáneo (una Barcelona cada vez más contaminada y asediada por la ola de atracos de los primeros años ochenta, inmersa en el acontecimiento que todavía suponía la celebración de unas elecciones en una joven democracia), Jan despliega su artillería pesada para confeccionar un tebeo de acción trepidante, a la vez que anticipa escenarios que nos recuerdan de manera sospechosa a estos infelices años veinte del siglo XXI, plagados de patriotas y pandemias. Se incorpora a la serie Martha, la hija del inspector Hólmez, retrato de una juventud que parecía no quedarle lejos a un autor que ya contaba con 43 años.
Para el recuerdo. La aparición del comité científico designado por el gobierno para investigar la epidemia cabecicubil, radiografía de una sociedad sin fecha de caducidad condensada en tres viñetas.
La caja de Pandora (1983)
¿De qué va? Un jubilado recurre a la sección de anuncios del periódico para contactar con Superlópez. Al acudir a la llamada del anciano, este le desvela una misteriosa trama que se extiende desde hace milenios y que inmiscuye a los antiguos dioses, de los olímpicos a los mayas pasando por el panteón egipcio: ni más ni menos que la búsqueda de la legendaria caja de Pandora que encierra todos los males de la Tierra. Los acontecimientos se precipitan y Superlópez se convertirá en el último protector de este arcano objeto de poder.
Cuéntame más. Flotando en el campo gravitacional de la teoría de los ‘antiguos astronautas’ de Erich von Däniken, Jan construye un relato épico de resonancias homéricas, que llevará a López desde las pirámides de Egipto al espacio sideral, envuelto en un carrusel de puñetazos sin tregua. La observación de las desventuras de López por los dioses del Olimpo remiten al clásico Jasón y los Argonautas, de hecho, todo el cómic destila un generoso aroma a glorioso cine de serie B. El destino final de la caja será objeto de una de las más directas y severas reprimendas del autor, travestido en un Zeus guasón no exento de mala leche.
Para el recuerdo. La frase que cierra el álbum, una sincera confesión de Jan sobre su cosmovisión, y que no desvelaremos aquí, claro, así que a leer el cómic.
La gran superproducción (1984)
¿De qué va? Tras unas merecidas (es un decir) vacaciones, López vuelve a la oficina convertido en ni más ni menos que en su flamante subdirector, para descubrir que su querida (es otro decir) agencia de publicidad se ha transformado en una productora cinematográfica. En este nuevo escenario, López se liará la manta a la cabeza y escribe un guión de cine que está llamado a convertirse en una película inolvidable: Tronak, el kárbaro.
Cuéntame más. La depuración total de la fórmula y una de las grandes obras maestras del cómic español de todos los tiempos. Jan renuncia al género de aventuras y desarrolla una historia absolutamente tronchante (con ecos de Berlanga y Azcona) alrededor de la gestación de ‘Tronak’, sin dejar de lado su habitual didactismo: muchos lectores jóvenes de la época descubrieron con este álbum cuál es el proceso completo que se sigue hasta llegar al estreno de una película, aunque albergarán serias dudas sobre cuál es el cometido exacto de una script-girl. De postre, la habitual crítica social marca de la casa, dirigida en este caso a las tramoyas del negocio artístico y al valor real de la crítica.
Para el recuerdo. El niño actor Marcelino Vinopán soltando frases chelis a diestro y siniestro que quedarán marcadas a fuego en el imaginario popular de los aficionados a los tebeos, entre ellas, la legendaria “lárgame un cilindrín, fotero”.
Seis tebeos, seis, que forman parte de la estratosfera del tebeo infantil y juvenil, que ponen a Superlópez al mismo nivel de excelencia de Astérix, Tintín, Astroboy o Los Pitufos, y que otorgan a Jan un puesto el hall of fame de los mejores artistas de cómic de todos los tiempos. Nos leemos en ‘El Masnou’.
Si Ringo tuvo que pedir un poco de ayuda a sus amigos, Jan (Juan López, Toral de los Vados, León, 1939) decidió prescindir de los guiones de Francisco Pérez Navarro (Barcelona, 1953) para encargarse en solitario de Superlópez, su creación más exitosa. Nacida en 1974 como una caricatura cañí de Superman,...
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Pablo Ríos
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