Prevención
Salud, Atención Primaria y Cambio Climático
El primer paso para hacer más verde el sistema sanitario no es construir hospitales nuevos con placas solares en el techo sino invertir en un sistema de salud pública y universal basado en la atención primaria
Sara López García 26/11/2021
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La COP26, la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas, finalizó el domingo 10, y nos llevamos tal chasco que hubo más de una que tuvo que salir a que le diera el aire frío de Glasgow. En otro universo paralelo de la vida, ya se han empezado a colgar las luces de Navidad con dos meses de antelación para favorecer el consumo, y el Black Friday/Month/Year toma los comercios, recordándonos que estas dos semanas de cumbre del clima las podemos dejar en el banco de las anécdotas. Y mientras tanto, las sanitarias y sanitarios nos hemos repartido ya las guardias de diciembre para ver a quién le tocará entonar nuestro clásico navideño particular: comerse las uvas con una mano y con la otra atender las lesiones de algún conflicto familiar que ha escalado. Pero ¡que no cunda el pánico!, te ayudamos a calentar motores, para concienciar a los tuyos en las comidas familiares de que esto del cambio climático también afecta a su salud a corto plazo, (y no acabar en urgencias).
Salud y cambio climático ¿dónde está la conexión?
Salud y cambio climático. Espera, lo repito, porque casi seguro que esta combinación no la habías visto todas las veces que se merece: salud y cambio climático. Y se lo merece tanto que, en octubre de 2012, la ONU declaró en su resolución 48/13 un nuevo derecho humano: el derecho a un medio ambiente sano o el derecho a un medio ambiente sostenible y saludable. Siguiendo esa estela, la OMS organizó en los márgenes de la COP26 una conferencia dedicada exclusivamente a la salud y el clima, además de un extenso programa de charlas técnicas dentro de la propia COP26. Además, más de 50 países se comprometieron en la cumbre a hacer más sostenibles y resilientes sus sistemas de salud. Entre ellos estuvo España, que ha tomado una posición de liderazgo, y que ya había empezado a hacer sus pinitos con el tema como muestra el informe de “Impactos del Cambio Climático en la Salud” que sacó este año el Ministerio de Salud.
La medicación representa el 5% de las emisiones de los sistemas sanitarios según una investigación de la universidad de Harvard
Y no es de extrañar, ya que los “co-beneficios” de la lista de medidas buenas para el planeta y para la salud es larga. Un ejemplo muy intuitivo es el aumento de la actividad física en relación con la sustitución del coche por la bicicleta y caminar. Además, con siete millones de muertes al año asociadas a la contaminación, una mejor calidad del aire por un descenso del uso de combustibles fósiles se asociaría en paralelo a una mejor salud cardiovascular y pulmonar. Por otro lado, nuestro corazón y arterias tendrían tanto que ganar con una reducción del consumo de carne como los niveles de emisiones de CO2, el uso del agua y la tala de bosques. Otro ejemplo sería la prevención de los sucesos climáticos extremos, y lo que implicaría eso en vidas salvadas, así como en la nutrición de las poblaciones cuyas cosechas y pesca se ven amenazadas.
Enumerar una retahíla de estas interrelaciones daría para mucha más tinta, pero la deformación profesional me lleva a hablar de una solución eco-social en salud sobre la que no se pone casi el foco: la atención primaria.
Atención Primaria y prevención: la base de los sistemas de salud sostenibles
Está claro: la salud es un argumento de peso para la lucha climática. La salud va cada vez tomando más espacio en las conversaciones de cambio climático, y el personal sanitario está ganando rápidamente visibilidad. Y muchas de las personas que trabajamos en salud lo sabemos. Prueba de ello fue la carta firmada por 45 millones de sanitarios y sanitarias exigiendo acción real y entregada en la COP26. De hecho, la OMS ha presentado para la cumbre de Glasgow su informe “La salud como argumento para la acción climática – Informe especial para la COP26”, con un título tan descriptivo como esclarecedor. En él hace diez recomendaciones de cómo actuar conjuntamente en ambos frentes. Se trata de medidas que abarcan una gran variedad de temas desde “reimaginar los espacios urbanos, el transporte y la movilidad”, “promover sistemas alimentarios sanos, sostenibles y resilientes” hasta “crear sistemas energéticos que protejan y mejoren la salud y el clima”. Aquí se nos vienen a la cabeza seguramente bicicletas, reducción del consumo de carne y molinos eólicos en vez de petróleo.
Pero te estarás preguntando que tiene todo eso que ver con defender la atención primaria y el clima a la vez, como colofón de tu próximo meeting familiar. Para eso hay que hacer referencia al punto 4 del argumentario de la OMS, el de los sistemas sanitarios, “Construir resiliencia a los riesgos climáticos”. Suena a palabrería abstracta de grandes organizaciones, difícil de aterrizar en ideas específicas entre croqueta y croqueta, pero, en realidad, no lo es tanto. El problema es el siguiente: el sistema sanitario fue en 2016 responsable del 4-6% de las emisiones en el mundo. En España, por ejemplo, en 2020 el sistema sanitario fue responsable del 4,5% de las emisiones nacionales según el análisis publicado anualmente por Health Care Without Harm, una cifra nada despreciable.
Y entonces, mientras servís los entrantes, sale la primera pregunta; ¿qué pinta tendría un sistema de salud resiliente al clima y de bajas emisiones? Hay diversas maneras de controlar las emisiones en el sistema de salud (alimentación, fuentes energéticas o plásticos, por ejemplo), pero no hay un sistema más resiliente al clima que aquel basado en la atención primaria. Y esto es así porque, entre otras razones, el sistema hospitalario es responsable de 10 veces más emisiones que el de atención primaria. Por lo tanto, el primer paso para hacer más verde el sistema sanitario no es construir hospitales nuevos con placas solares en el techo emitiendo una barbaridad en el proceso, sino invertir en un sistema de salud pública y universal basado en la atención primaria, la prevención y una medicalización e intervencionismo razonado.
La gran cantidad de recursos y emisiones que se generan en el medio hospitalario tienen que ver con las montañas de equipo médico, fármacos, comida, material de oficina y otros artículos de un solo uso. De hecho, el NHS, el sistema de salud británico y pionero mundial en la descarbonización de su sistema sanitario, calcula que el 65% de sus emisiones provienen de su cadena de proveedores. Indudablemente, es esencial acordar contratos con proveedores más sostenibles, como el cordero ecológico y el de proximidad al que tú y tu familia vais a hincarle el diente. Pero, por otro lado, es cierto que estos bienes se usan especialmente en los enfermos crónicos y complejos. Como sabe tu primo que ahora es realfooder, aunque el aumento de la esperanza de vida genera más espacio para la enfermedad crónica, un envejecimiento saludable con un menor número de hospitalizaciones es algo que se fragua a lo largo de toda la vida, muy especialmente en la juventud. Por lo tanto, favorecer un sistema enfocado a la prevención frente a uno que prioriza la medicalización de la enfermedad ya establecida, es una medida de primer orden de salud sostenible. La educación para la salud, los planes de salud comunitaria y el fortalecimiento de la atención primaria son por lo tanto medidas esenciales a largo plazo para reducir emisiones en el sistema sanitario.
Además, la prescripción defensiva, y fuera de las indicaciones de las guías de expertos es un problema tanto medioambiental como de salud muy importante. La medicación representa el 5% de las emisiones de los sistemas sanitarios según una investigación de la universidad de Harvard. Llegados los postres, seguramente descubriréis que tu abuela lleva años defendiendo, sin saberlo, lo mismo que el Grupo de Trabajo-semFYC en Utilización de Fármacos (Sociedad Española de Medicina de Familia): “Demasiadas pastillas me tomo y médicos tengo, hija”. Este grupo denuncia desde hace años la “medicalización de la vida” y el preocupante incremento de la polifarmacia en todas las edades de la vida, con graves efectos por interacción farmacológica, que muchas veces derivan en hospitalizaciones. Por lo tanto, desprescribir es tan importante como prescribir de una manera razonada para atajar el impacto de la sobremedicación sobre la salud planetaria.
E igual que en una comida familiar en condiciones la magia está en la combinación de sabores, buen vino, y evitar que contamine la atmósfera según qué tío tóxico, para establecer sistemas sanitarios sostenibles la estrategia debe de ser múltiple. Así otros elementos, como la transición de los edificios sanitarios a energías renovables acompañada por una reducción del uso energético, por ejemplo a través de un aislamiento óptimo, un sistema de alimentación sostenible hospitalario que reduzca el consumo de productos animales y apueste por los productos de cercanía, o medidas que favorezcan el transporte activo y en transporte público tanto de pacientes como de profesionales, son esenciales en el proceso de descarbonización de los sistemas sanitarios.
En definitiva, se trata de repensar los sistemas sanitarios para no hacer “más” sino “mejor” atención sanitaria. Una atención orientada a la intervención médica y farmacológica razonada, pero sobre todo a la prevención primaria y secundaria de la enfermedad para evitar impactos en las personas y en el planeta. Un sistema sanitario centrado en las unidades de atención primaria: descentralizadas, accesibles a la ciudadanía viva donde viva e independientemente de su situación socio-económica, basadas en la prevención y de bajas emisiones.
¡Por un sistema sanitario eco-social basado en los cuidados y la atención primaria, y muchas comidas familiares más!
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Sara López García es residente de Medicina de Familia y Comunitaria en Barcelona y activista de Ecologistas en Acción.
La COP26, la Conferencia del Clima de las Naciones Unidas, finalizó el domingo 10, y nos llevamos tal chasco que hubo más de una que tuvo que salir a que le diera el aire frío de Glasgow. En otro universo paralelo de la vida, ya se han empezado a colgar las luces de Navidad con dos meses de antelación para...
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