FRANCISCO FERRER LERÍN / POETA, ORNITÓLOGO, ESCRITOR
“La rareza siempre es subjetiva, la etiquetan los otros”
Esther Peñas 2/12/2021
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Hace ya tiempo que Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942) es “el secreto peor guardado” de la literatura española. Su leyenda ha terminado por trascender el celoso círculo de sus admiradores incondicionales –que hasta hace poco utilizaban su nombre como una especie de contraseña– y hoy está en boca de todos. Como esos buitres a los que ha dedicado tantos trabajos y atenciones, editores de toda laya se disputan sus escritos y cada año se publican dos o más libros, siempre exquisitos, en los que se compilan y reordenan sus prosas y sus poemas con los más variados criterios, dando lugar una combinatoria que tiene todos los visos de ser infinita. Entretanto, él mismo profundiza en el Arte Casual, y juega con las interacciones de texto e imagen, como hiciera en las “viñetas” publicadas años atrás en el Ministerio. Acaba de publicarse, Casos completos (Contrabando), una ambiciosa propuesta de relectura y recalificación de buena parte de su obra en prosa realizada por uno de los más acreditados y perspicaces especialistas en su trayectoria: Antonio Viñuales. Con este motivo lo entrevistamos.
BACK FREEDAY. Olvídate de mercachifles. Dona lo que puedas y formarás parte de la comunidad de CTXT un año. Desde 10 euros.
¿Qué tiene de bello lo anómalo, eje sobre el que se sustenta el género del caso?
Lo anómalo (lo irregular, lo extraño, explica la Academia) es una desviación de la regla, desviación que no gusta al humano rutinario. Pero hay quien aprecia la diferencia, fatigado, sin duda, por tanta convención, por tanta estrecha monserga. Claro, luego está el esnob, el lechuguino, dispuesto a flirtear con la anomalía, a apuntarse a lo que haga falta para diferenciarse del vulgo; seres inevitables los lechuginos, que, por otra parte, aunque de modo espurio, nos acompañan desde la noche de los tiempos.
¿Cuánto de nosotros tienen los monstruos?
Lo tienen todo, son nuestra proyección, y su aceptación va a depender del grado de engreimiento de cada uno. En las ferias, los espejos deformantes acogen, piadosos, nuestra otra imagen, monstruosa, sí, pero íntima.
Pienso en la burra que alumbra dos niños. ¿Por qué nos aterra tanto lo monstruoso?
La curiosidad, como indicador del estado de alerta propio de la juventud, es un buen observatorio para disfrutar de lo insólito
Lo alejado de la norma quizá esté más cerca de la muerte que la norma misma. Lo monstruoso nos transporta a esos pequeños universos iconográficos en los que el mal no tiene la misma buena pinta que nosotros; es más feo, más pestilente, más tartamudo, y esos son atributos que desprestigian y que cunden en la puerta de hospitales y manicomios.
¿Qué disposición de ánimo se requiere para disfrutar de lo insólito?
La curiosidad, como indicador del estado de alerta propio de la juventud, es un buen observatorio para disfrutar de lo insólito. Quiero decir que una actitud científica, analizadora, filatélica, predispone favorablemente al individuo, lo aleja de posturas superficiales y/o supremacistas tan dañinas para la libre circulación de engendros.
En la iniciación sexual, que abordan algunos de estos casos, ¿qué papel cumple la imaginación, las expectativas, el prejuicio?
Todos los estados de aprendizaje requieren cierto grado de ataraxia, limpieza mental y, a veces, ganas de cambio. Recuerdo con nostalgia mi entrada en los servicios de inteligencia de aquel país africano, cuando el instructor me ordenó tragarme los excrementos de una compañera, y lo bien que anímicamente me sentí después por haber obedecido sin pestañear, con la ilusión de adentrarme en una nueva disciplina.
Para que algo adquiere la categoría de raro, ¿qué ha de tener?
Caigo en una obviedad: la rareza siempre es subjetiva, la etiquetan los otros. Para los botocudos y para el escarabajo rinoceronte el uso de discos labiales en los primeros y, en el segundo, estar provisto de un cuerno en el protórax, no constituyen rarezas.
Pienso en Igualitos o Malas sábanas. ¿Cuánto de azar y de voluntad tiene la vida?
Hubo un tiempo en que decir que el azar no existía formaba parte del utillaje del hombre letrado y moderno; eso de que el destino propio lo labraba cada uno, con sangre, sudor y lágrimas. Hoy se sabe que eso no es verdad, que el azar juega un papel preponderante en el recorrido de nuestras vidas, que, por ejemplo, en esos dos relatos que usted cita, la acción azarosa en el caso de Igualitos, segregando mi organismo de macho abundante calostro para alimentar a nuestro hijo, es debida a nuestro emplazamiento, a hallarnos casualmente en un paraje con especiales condiciones ambientales, y que en el caso de Malas sábanas, el fracaso en la venta de chinches y liendres en la plaza del pueblo se debe a nuestra mala suerte, a la pobre calidad de las sábanas regaladas en que envolvemos el producto.
¿Hay algún empleo que merezca la vida?
De todos mis empleos ejercidos, el de localizador de perros atropellados en las carreteras estatales, su recogida mediante una pala y su traslado al muladar, el enclave cuyo fin es apaniguar aves necrófagas, quizá sea el más gratificante.
A “esa puerta que se abre al mundo inferior”, ¿le tiene usted indiferencia, respeto, miedo?
Lo inevitable, por definición, carece de interés intelectual al no permitir ejercitar la máquina de la elección. En cambio esa etapa previa al deceso sí permite jugar con un amplio abanico de posibilidades, por ejemplo internarse en un asilo de ancianos para ser torturado con saña por el equipo sanitario, agonizar en soledad entre montones de basura, arrojarse al vacío desde un primer piso con la posibilidad de quedar achichonado pero no muerto y prolongar en otro momento y en otro lugar el proceso eliminatorio, o pagar a un sicario, la mitad por adelantado, la otra mitad a cargo de los deudos, para que te pegue un tiro en el interior de la boca (este es el método que he elegido).
Más allá de esa síntesis que hacía Gil de Biedma (“envejecer, morir”), hay argumentos apasionantes. De todos los que ha ido protagonizando, ¿cuál es el más fascinante de la vida de Ferrer Lerín? ¿El mejor es el que se imagina o el que se perpetra?
De todos mis empleos ejercidos, el de localizador de perros atropellados, su recogida mediante una pala y su traslado al muladar, quizá sea el más gratificante
Entiendo que ‘argumento’ excede los límites semánticos de uso y permite penetrar en otros arcanos. En mi caso, y en cuanto a argumentos vividos, diría que los que sin duda prefiero son los que implican sesiones pactadas de estrangulamiento. Copio aquí una de ellas: “Llevaba cuatro años sin apretar un cuello. Me refiero a un cuello joven femenino con resultado de asfixia. Fue pues un día grande este domingo cuando se lo propuse y contestó alborozada que llevaba esperando desde hacía mucho. No hubo problemas en la elección del escenario y tampoco en la elección de la postura. A ambos nos pareció de perlas la catedral de Jaén, en concreto la sacristía. Y en cuanto a cómo colocarnos quiso algo tradicional, sentada, y yo detrás de ella, situados frente a la cornucopia de la derecha, la que utilizan para contemplarse de cuerpo entero. Todo fue estupendamente. Yo no había perdido el tino. Cuando se amorató en exceso disminuí la presión hasta que, ya muy relajada, se me quedó dormida. Di al sacristán, un anciano muy amable, una propina generosa, y le invité, aunque rehusó, a acompañarnos a Chotaza, en la vecina Martos, a tomarnos unos churros, que a Malena es que le encantan”.
De todas las proposiciones que ha recibido a lo largo de los años (como la de escribir un texto que pueda intercalarse en cualquiera de las páginas de un libro sin interferir en la lectura), ¿cuál es la que ha tenido que rechazar a pesar suyo?
Al llegar la fama llueven las propuestas. Atravieso pues ahora un momento de grandes ofertas muy bien dotadas económicamente. Pero hay cosas con las que no transijo; por ejemplo rodar un filme de 90 minutos en el que una cámara iba a seguirme las 24 horas del día escudriñando todos mis vicios y debilidades, y con varias secuencias en paños menores como eficaz remedo del inefable Josep Santpere, padre de Mary Santpere, epónimo del vodevil catalán, actor vitoreado en escena cuando aparecía con su habitual atuendo: calzoncillos y camiseta obrera.
¿Cuándo conviene ser polivalente y cuándo poliédrico?
Diferencio con dificultad estos dos términos. Pero, sin consultar el diccionario, diré que si polivalente equivale a valer para muchos empleos, estos los he debido de ejercer por causas de fuerza mayor y nunca como opción deseable. Y en cuanto a poliédrico, la cualidad de contar con diversas caras sí ha sido una cualidad de la que me siento orgulloso, incluso ha habido momentos en que he superado al maestro Zelig en su poder de adaptación, suplantación y engaño; recordemos que las especies orníticas que prosperan, como los córvidos, lo hacen gracias a su condición plástica, a no ser exigentes con el medio y, tampoco, con el alimento; frente a los córvidos, el quebrantahuesos, una especie súper especializada decae rápida... es difícil alimentarse de médula ósea.
¿Cómo hacer del sueño memoria?
Siempre se ha dicho que recordamos la última parte del sueño, por lo que los ancianos, todos prostáticos, tenemos la gran ventaja de levantarnos de la cama cuatro o cinco veces todas las noches, lo que significa que tenemos cuatro o cinco veces más oportunidades de recordar sueños, sueños que hay que trasladar a toda velocidad al papel (conviene tener el ordenador permanentemente preparado) y así mantener en perfectas condiciones la atmósfera y la sintaxis de lo soñado. La memoria del sueño será así susceptible de conformar bonitos relatos... poemas, en cambio, en mi caso, con material onírico, nunca se han generado.
¿De qué manera interactúan, se buscan, se entienden la vigilia y el sueño?
En temporadas de dura disciplina mental consigo gobernar mis sueños, o sea que empalmo de un día para otro los sueños inacabados o ampliables, e interrumpo las pesadillas despertándome. El estado de vigilia es, evidentemente, el apropiado para planificar la sesión soñadora; las cenas copiosas, pródigas en materiales indigestos regados con vinos artesanales, son recomendables como armazón desde el que despegar hacia la aventura.
El humor, la ironía, ser herpetólogo u ornitólogo ¿resta credibilidad a la credencial de poeta?
Los oficios paralelos aportan léxico y sintagmas propios de especialista, por lo que son recomendables. Claro, el marchamo «poeta», para las buenas gentes, no trae consigo esas excrecencias que rompen con la imagen preestablecida de joven de abundante capilaridad, poca higiene, ropa raída, miseria congénita, secular tristeza y gesto adusto. Hubo un poeta, hoy en los altares de la política y de la edición subvencionada, que me insultó grave y machaconamente por utilizar el humor en mis escritos, humor que profanaba, según él, el sagrado camposanto de la poesía.
¿No osa decir su nombre?
Oso, me llaman Francisco Ferrer Lerín.
Hace ya tiempo que Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942) es “el secreto peor guardado” de la literatura española. Su leyenda ha terminado por trascender el celoso círculo de sus admiradores incondicionales –que hasta hace poco utilizaban su nombre como una especie de contraseña– y hoy está en boca de todos....
Autora >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí