En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
En el año 1 a.S. no tenía michelines, las resacas eran más llevaderas y aún creía en el amor. Aparentemente la vida me sonreía, pero, a pesar de ello, vivía con la sensación constante de que, más que sonreírme, aquello era un descojone. Bien es cierto que de vez en cuando me concedía alguna tregua, pero siempre tan efímera que no me libraba de los elaboradísimos y sorprendentemente ingeniosos chascarrillos de los triunfadores de boatiné que me asaltaban cada lunes. O cada martes o cada miércoles, porque eran de una pesadez insoportable.
La imagen de las 7.584 Copas de Europa que se exhibían impolutas en las vitrinas de Concha Espina por aquel entonces (ahora ya deben ir por las 12.001) se sucedían machaconamente en mi cabeza cuando una mañana de invierno todo cambió.
El 23 de diciembre de 2011, con un día de adelanto sobre lo estipulado porque él se puede permitir llegar cómo y cuándo le dé la gana, Diego Pablo Simeone irrumpió en mi vida y en la de tanta otra gente de bien para que la historia fuera muy distinta a partir de entonces.
Así pues, en el año 1 d.S. no tenía michelines, las resacas eran más llevaderas, aún creía en el amor, y algo me decía que el descojone estaba llegando a su fin. Los títulos importantes (no los que únicamente significan tener cosas porque no se sabe tener nada más) comenzarían a sucederse en breve.
Y así fue.
El 9 de mayo de 2012, ganamos el título que con más urgencia necesitábamos: el de La recuperación de la autoestima y del orgullo extraviados.
En agosto del mismo año nos hicimos con otro título que ansiábamos más que el comer: el de El esfuerzo y el trabajo devolverán al Atleti al lugar que le corresponde más pronto que tarde.
Y llegamos al 17 de mayo de 2013, en el que ganamos el título de El orgasmo colectivo más intenso que se ha producido jamás en toda la historia de los orgasmos colectivos más intensos de toda la historia de la humanidad.
Aquello era un no parar. De hecho, en 2014 nos hicimos con otros dos. Al día siguiente de disputarse el último partido de Liga, ganamos el título de Madrid amanece repleto de niños con camisetas del Atleti. Tres meses después, ahítos de celebraciones, logramos otra sonada victoria que supuso ganar el de Han dejado de ser ustedes el “equipo simpático de la capital”. Ambos títulos, sin duda, para enmarcar.
Pero la nueva era no había hecho más que comenzar…
Cuatro años más tarde el Atleti consiguió de nuevo un doblete: Los grandes de Europa nos miran con algo más que simple respeto y La afición madridista corea “sí, se puede” en Tallin fueron los títulos que nos tocó festejar en 2018. ¡Apoteósico!
Y casi sin darnos cuenta, llegamos a mayo de 2021. Cuando, además de ganar el título de Este proyecto ni está agotado ni estamos ante un claro fin de ciclo, ganamos la Liga. ¡Qué cosas, tú!
Por todo ello, una década después y a pesar de tener, ahora sí, michelines hasta en las corvas, de haber abandonado los destilados por miedo a perecer tras la ingestión de copa y media o de vivir menos historias de amor que un fósil de La Pedriza, afronto el inicio del año XI d.S. no solo con el convencimiento de que la vida me sonríe, sino con la absoluta certeza de que tras el último triunfo del Atleti en el Bernabéu, impagable ese “Cholo, quédate”, el descojone se ha mudado a Castellana.
En el año 1 a.S. no tenía michelines, las resacas eran más llevaderas y aún creía en el amor. Aparentemente la vida me sonreía, pero, a pesar de ello, vivía con la sensación constante de que, más que sonreírme, aquello era un descojone. Bien es cierto que de vez en cuando me concedía alguna tregua, pero siempre...
Autora >
Mónica Grandes
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí