Autodestrucción
Pedro Sánchez, un neoliberal hacia el abismo
El presidente del Gobierno haría bien en escuchar con la debida atención las palabras que las parlamentarias le dirigen, cuando le hablan de algo tan crucial como las alternativas al colapso al que nos encaminamos
Manuel Casal Lodeiro 15/12/2021
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Hay ocasiones en que surgen revelaciones sorpresivas del pensamiento político de nuestros dirigentes, cuando uno menos lo espera. Uno de estos momentos tuvo lugar el pasado miércoles 10 de noviembre, durante la comparecencia del presidente del Gobierno español en el Congreso de los Diputados. En su primer turno de réplica a las preguntas de los grupos políticos de la Cámara, dejó un par de datos de los que debería tomar buena nota la sociedad española. El primero de ellos es que considera el neoliberalismo el único sistema posible. Y el segundo, aun más alarmante, es que admite tácitamente que dicho sistema nos lleva a la autodestrucción. Pero rebobinemos para comprender bien cómo se ha llegado a revelar semejante horror.
Algo así como una hora antes, la diputada de EH Bildu Mertxe Aizpurua había realizado una dura intervención de contenido ecosocial, en la cual había descrito cómo en la cumbre del clima, COP26, se estaba debatiendo, básicamente, acerca de “cómo destruir el planeta, pero un poco más despacio” y había afirmado que los gobiernos allí reunidos “nos llevan al colapso”. Mencionó asimismo el “agotamiento de materias primas” y “el caos energético”, para lanzar posteriormente contra los participantes en la cumbre una grave acusación: “El colapso climático, social y económico parece ser asumible, porque piensan que el mundo se dividirá entre quienes puedan sobrevivir y quienes no”. Identificándolo como “neoliberalismo”, había afirmado que “el sistema no puede sobrevivir si no es a costa del planeta y de las personas” y lo había calificado de “sistema fallido” que “nos lleva al colapso y a la ruina”. Tras este demoledor diagnóstico le dirigió una pregunta clave a Pedro Sánchez, posiblemente la más importante de todas cuantas le hicieron aquel día, interrogándolo acerca de lo que pensaba hacer al respecto y cómo pensaba “transitar a un nuevo sistema respetuoso con las personas y el planeta”. “Hay una oportunidad que no debemos desaprovechar: hay que dejar de pensar en cómo crecer, cómo producir para consumir más y más y hay que empezar a pensar en cómo vivir, vivir bien todos y todas”, explicó Aizpurua, señalando que “hemos olvidado las lecciones de la pandemia” y ahora se pretende por enésima vez “resucitar un sistema económico que sólo nos llevará a la ruina”. Este escenario lo concretó en los fondos europeos que, aseguró, se usarán para “reconstruir” dicho sistema destructivo y no para “trasformarlo” en uno nuevo orientado a la supervivencia de todas las personas. Pocas veces se pueden oír en sede parlamentaria preguntas de tal sentido común y semejante trascendencia política.
Sin embargo, cuando le tocó responder a los diversos grupos políticos, el presidente español le dedicó apenas unos segundos (en torno al minuto 58 del vídeo disponible en el web del Congreso) a despachar esta grave cuestión. Y lo hizo, además, con notoria displicencia, aunque inadvertidamente también con meridiana claridad. Ante la “impugnación al sistema” de la diputada vasca, reconoció que hay que “mejorar, y mucho, el sistema”, pero inmediatamente se descargó de responsabilidad, criticando que Aizpurua “no deja claro cuál es su sistema alternativo” y con ello le devolvió la pelota en forma de pregunta: “¿Es el sistema comunista?”. Apenas añadió nada más al respecto que presumir de haber aprobado una “Declaración de Emergencia Climática” y de que ningún otro gobierno español se había tomado tan “en serio la acción climática”, y que habían puesto en marcha un gran número de iniciativas legislativas para demostrarlo. Puso sobre la mesa –como quien se cuelga algún tipo de medalla al mérito ecosocial– que el suyo ha sido un gobierno pionero en defender un tipo impositivo mínimo mundial del 15% a las grandes empresas y estar haciendo “muchas cosas”, tantas que a veces les “cuesta comunicarlo”, aseguró. Y eso fue todo.
Este tipo de respuesta merece un análisis crítico en profundidad por lo que trasluce acerca de la interpretación del momento de descomposición que vive el capitalismo por parte del presidente español y –cabe entender– por parte de su partido, el PSOE. Lo primero que se puede apreciar es que seguramente sería más honesto cambiar de nombre a su formación por el de Partido Neoliberal Obrero (?) Español, a la vista de que no sólo no aspira a un sistema “socialista”, como alguien aún podría esperar ingenuamente a partir de su histórica denominación, sino que se ve incapaz de concebir otro sistema diferente al neoliberal (¡no digamos ya diferente al capitalismo!), de tal forma que a lo más que aspira es a “mejorarlo, y mucho”. Parece de justicia, entonces, el calificativo de socioliberales que les vienen aplicando al PSOE no pocos analistas e incluso algunos disidentes dentro del partido, al menos desde los tiempos de Felipe González.
Sánchez ni siquiera se detiene a refutar la situación de “colapso” descrita, expresa y repetidamente, por la diputada abertzale en su intervención
Pero hay otra constatación más trágica aún, que acompaña a esta confesión neoliberal de Sánchez, y es que ni siquiera se detiene a refutar la situación de “colapso” descrita, expresa y repetidamente, por la diputada abertzale en su intervención, y que no hacía sino replicar el diagnóstico de la mejor ciencia disponible. Es decir, lo admite tácitamente, y se excusa, simplemente, en que there is no alternative, como célebremente dijera Thatcher, la madrina histórica del neoliberalismo. Vamos, que cuando una pasajera le grita alarmada al conductor que yendo por este camino nos precipitamos al abismo, en lugar de negar el peligro, pisar el freno o dar un volantazo, el chófer simplemente se encoge de hombros y responde: “Bueno, pues como no me digas hacia dónde tengo que girar el volante, yo tiro pa'lante”. Tal cual.
Por supuesto tampoco se molesta Sánchez ni nadie de su gobierno en explicar cómo se puede sostener ese sistema neoliberal que nos dice que es el único posible (o, ya puestos, cualquier otra variante del capitalismo) con energías 100% renovables, si estas no pueden ofrecer energía permanentemente creciente que sostenga el crecimiento económico imprescindible a dicho sistema, ni cómo se van a materializar unas mitificadas digitalización y electrificación masivas sin suficientes minerales, como no se cansan de alertar científicos como Alicia y Antonio Valero, del Instituto CIRCE, Simon Michaux, del Instituto Geológico Finés o –por quedarnos con una poco sospechosa fuente oficial a sueldo de la OCDE– la propia Agencia Internacional de la Energía.
Tampoco justifica cómo se puede seguir creciendo de la manera que exige este tipo de sistema que pretende preservar a toda costa el gobierno español, en esa supuesta economía circular que nos venden, puesto que la circularidad exige que no haya más insumos que los procedentes del ciclo anterior, es decir, que no se crezca en consumo de materiales. Tampoco parece darse por enterado, al contrario que algún otro líder con el que comparte la denominación de socialista, de las cada vez más numerosas advertencias que desde la ciencia constatan que únicamente saliendo del capitalismo podremos afrontar con éxito esa “emergencia climática”, que a su parecer ya queda suficientemente desactivada con solemnes declaraciones, con cumbres blablablá del G20 y con cerrar unas centrales de carbón que la mayoría de países están ya corriendo a ampliar o a reabrir al primer obstáculo que se le cruza en el camino a esa criatura mitológica llamada Transición Energética. Y no es necesario irse a China para constatarlo: 140 mil toneladas de carbón alimentan de nuevo la central térmica de As Pontes, excretando aun más CO2 que sumar al futuricidio en marcha.
Quizás Sánchez haría bien en escuchar con la debida atención todas las palabras que las parlamentarias le dirigen, cuando le hablan de algo tan crucial como las alternativas al colapso al que nos encaminamos a toda máquina. Aunque Aizpurua bien le podría haber hablado de “comunismo”, de socialismo (del de verdad), de ecocomunalismo o de sistemas mixtos, la alternativa de la que le habló estaba bien clara en su intervención, si se hubiese molestado en prestarle la atención que merecía la gravedad del asunto. Le reclamó dejar de obsesionarse por “crecer” y preocuparse antes de nada porque “todas las personas” podamos “vivir”, y por intentar que “vivamos bien”, no sólo aquí y ahora sino también el resto de nuestros congéneres y de las generaciones venideras. ¿Tan difícil es concebir un sistema basado en esas premisas? ¿Por qué resulta más fácil imaginar que se puede continuar creciendo hasta el infinito en un planeta finito? ¿Tan impensable resulta desprendernos de un modo de organización social fallido para poner la vida en el centro? Al presidente Sánchez parece que le cuesta horrores. Por lo menos habrá que agradecerle que por fin nos lo haya dejado claro.
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Manuel Casal Lodeiro es padre, activista y divulgador. Autor de La izquierda ante el colapso de la civilización industrial y Nosotros, los detritívoros. Coordinador de la Guía para el descenso energético, de la revista 15/15\15 para una nueva civilización y del Instituto Resiliencia.
Hay ocasiones en que surgen revelaciones sorpresivas del pensamiento político de nuestros dirigentes, cuando uno menos lo espera. Uno de estos momentos tuvo lugar el pasado miércoles 10 de noviembre, durante la comparecencia del presidente del Gobierno español en el Congreso de los Diputados. En su primer turno...
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