NEGACIONISMO
Sobre la ‘dictadura sanitaria’
Las nuevas extremas derechas comparten con las de los años 20 del siglo pasado una crítica a la política entendida como expresión de los mecanismos democráticos y parlamentarios que rigen nuestras sociedades
Maximiliano Fuentes 14/12/2021
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Hace algunos días, Ignacio Garriga, líder de Vox en Cataluña, afirmaba en un vídeo de la cuenta oficial del partido que era necesario poner fin al llamado pasaporte covid aprobado por el Parlament. Establecía una vinculación directa entre el llamado “separatismo” y el “apartheid sanitario” y llamaba a resistir estas medidas en nombre de los derechos y las libertades individuales. Desde la denuncia del “virus chino” al inicio de la pandemia hasta el enfrentamiento retórico a las “élites de Bruselas” que pretendían “discriminar” a los ciudadanos no vacunados, Vox lleva meses intentando erigirse como el líder de un sector de la sociedad que rechaza una supuesta “dictadura sanitaria” que, bajo el liderazgo de Pedro Sánchez en España, tiene expresiones europeas y transnacionales.
El concepto no es nuevo. A pesar de que tuvo su primera expresión en el marco legal fijado por la Constitución mexicana de 1917, que justificaba la aplicación de medidas de tipo autoritario, emergió en nuestro país como resultado del impacto de la gripe de 1918-1919. La epidemia hizo evidente entonces la falta de funcionamiento eficaz del Estado. No funcionaron ni las redes clientelares –solo por poner un ejemplo, la incapacidad expresada por el conde de Romanones en sus tierras es clara en este sentido– ni las estructuras burocráticas. Frente a ello, los planteamientos tecnocráticos –que reclamaban que el Estado fuera gestionado por expertos y no por políticos– fue expresado con intensidad por intelectuales como José Ortega y Gasset y Luis Araquistáin. Así lo planteó el primero en un texto publicado en El Sol el 9 de octubre de 1918. Allí sostuvo que los “españoles cultivados”, “médicos, ingenieros, profesores, letrados, artistas, industriales”, debían hacerse cargo de la situación.
En el marco de una crisis sanitaria sin precedentes cuyas víctimas globales se cifraron entre 50 y 100 millones y las locales alrededor de las 270.000, las llamadas a la implantación de una “dictadura sanitaria” se expresaron con intensidad durante la segunda ola de la gripe, que tuvo su punto más duro en el último trimestre de 1918 coincidiendo con el final de la Gran Guerra. Se trataba de un programa de contención impuesto desde arriba que se acabó poniendo en marcha al final del gobierno de concentración de Antonio Maura con el apoyo de los sectores profesionales de la medicina, que reclamaban una mayor participación en la política sanitaria como forma de lucha contra el caciquismo y el atraso. Se trató de un fenómeno políticamente transversal que expresaba la necesidad de que los técnicos –científicos, médicos, profesionales– lideraran una renovación política que pusiera fin al caciquismo y abriera la puerta a la modernización.
Los vínculos entre las extremas derechas europeas y americanas en relación con la lucha contra la vacunación obligatoria son claros en Europa y América
Estas ideas sobrevivieron a la gripe. “La gente se muere en España por desidia, por incuria, por abandono del Gobierno, ayudado por inconscientes parlamentarios”, afirmó, frente a los últimos coletazos de la pandemia, el doctor Francisco Masip y Valls el 28 de abril de 1920 en Mundo Gráfico. En el marco de una profunda crisis política e institucional, la lucha contra el “parlamentarismo” y los “políticos” y la apelación al binomio autoritarismo-tecnocracia devinieron elementos centrales en los discursos de las derechas. El problema era el exceso de política. El trasfondo estaba señalado por la intervención del Estado después de la “guerra total” y la crisis del liberalismo en Europa. En este escenario se desarrollaron unos planteamientos que a menudo confundían, o jugaban a confundir, política sanitaria y régimen político.
La idea de la “dictadura sanitaria” anticipó el discurso que llevaría adelante la dictadura de Primo de Rivera, quien vinculó una retórica medicalizada a un regeneracionismo autoritario. No por casualidad, como recordó Victoria Blacik en artículo de Ayer de 2009, el propio Miguel Primo de Rivera había expresado durante la epidemia que “el cuerpo nacional” estaba “enfermo de laxitud y desfallecimiento”. Siguiendo esta perspectiva, su política sanitaria incidió en diversos aspectos que habían nacido con la epidemia. En este marco, el 1 de noviembre de 1927 el boletín del partido único, Unión Patriótica, afirmaba: “La forma de gobierno que nos rige ha evitado también los excesos del parlamentarismo, las diatribas políticas y las corruptelas dilatorias a que se prestaba la acción de las Cortes, que siempre pusieron dificultades y obstáculos para los asuntos de Sanidad”. El éxito de la obra de la dictadura se basaba en una cuestión fundamental: el director general de Sanidad, Francisco Murillo, no era “un intrigante, ni un político, ni un improvisado, ni un leguleyo, sino simplemente un hombre de ciencia”. La dictadura había puesto fin al “exceso de política”.
El mundo ha cambiado muchísimo desde aquella década de 1920 en la cual la dictadura que regía España tenía muchos puntos de contacto con los regímenes autoritarios europeos que habían emergido de la guerra y el rechazo a la revolución bolchevique. Las nuevas derechas extremas actuales, desde Vox hasta Trump y Bolsonaro, pasando por expresiones más recientes como Zemmour, Kast y Milei, comparten una apelación a una idea de libertad basada en un libertarianismo de raíces neoliberales que poco tiene que ver con las diatribas contra el liberalismo y la democracia de las derechas de la primera posguerra. Sin embargo, tienen en común con los herederos dictatoriales y fascistas de las décadas posteriores algunos elementos, una cierta memoria, y sobre todo una crítica a la política entendida como expresión de los mecanismos democráticos y parlamentarios.
En un amplio y heterogéneo espacio transnacional de estas extremas derechas, los posicionamientos frente a la covid han ido desde la negación hasta una cierta ambigüedad que aún continúa poniéndose de manifiesto. Conceptos como Corona-Diktatur, Covid Authoritarianism, Viral Authoritarism o Dictature Sanitairese multiplicaron en el mundo para denunciar las políticas de algunos gobiernos desde el estallido de la pandemia. El rechazo a una supuesta “dictadura sanitaria” en Europa, América y España –con manifestaciones importantes en Estados Unidos en abril de 2020 y con otras de más de 100.000 personas en París en julio de 2021– han buscado señalar un supuesto exceso en las atribuciones del Estado (también de la Unión Europea) sobre los derechos individuales. En España, esto se expresó a finales de octubre de 2020 en violentas manifestaciones que tuvieron lugar en diversas ciudades en protestas contra las restricciones impuestas por el gobierno de Pedro Sánchez. En una de ellas, que tuvo lugar en Logroño el 30 de ese mes, se escuchó la consigna “Más expertos y menos políticos”. Por supuesto, estas ideas estaban lejos de ser anecdóticas. Las palabras de Garriga lo han vuelto a hacer evidente.
En los últimos meses, frente al crecimiento de las campañas de vacunación en una parte del mundo, han emergido grupos políticos en Europa que pretenden posicionarse como referentes de un heterogéneo sector de la sociedad. El partido “Pueblo, Libertad, Derechos” se presentó en las elecciones regionales austríacas del pasado septiembre y obtuvo un 6% de los votos. Pocos días después, sectores de la ultraderecha italiana protagonizaron en Roma una violenta manifestación contra la obligatoriedad del certificado de vacunación que acabó con el asalto a la sede del CGIL, el principal sindicato del país. Los vínculos entre las extremas derechas europeas y americanas en relación con la lucha contra la vacunación obligatoria son claros en Europa y América. En este marco, las palabras de Ignacio Garriga no suenan extrañas. Mucho menos si tenemos en cuenta que, según el barómetro del CIS de octubre del año pasado, los votantes de PP, Vox y Ciudadanos afirmaban mayoritariamente que eran. contrarios a ser vacunados inmediatamente cuando se tuviera una vacuna contra el covid-19.
Las actuales apelaciones a la `dictadura sanitaria' son difícilmente comparables con las de hace más de cien años, pero comparten el cuestionamiento a la democracia liberal
Los planteamientos de estas derechas extremas sobre una inexistente “dictadura sanitaria” podrían hacernos pensar que es inútil buscar comparaciones entre las consecuencias de la gripe de 1918 y la actualidad. Por múltiples razones, es claro que las actuales apelaciones a la “dictadura sanitaria” son difícilmente comparables con las de hace más de cien años. Sin embargo, hay un elemento que ambos contextos históricos comparten: un creciente cuestionamiento a la democracia liberal. En el primer caso, la llamada a una “dictadura sanitaria” procuraba erosionar un sistema entendido como excesivamente liberal: una Restauración sumida en una profunda crisis provocada por un exceso de política, democracia y parlamentarismo que había dado como resultado un profundo decaimiento nacional que había sido profundizado por la gripe. Contra todo ello se construiría la dictadura posterior al golpe de Estado de septiembre de 1923. Hoy, las extremas derechas populistas buscan erosionar la democracia y sus instituciones desde dentro, en un proceso de reformas involucionistas que está lejos de haberse detenido. En este marco, la crítica frontal al “exceso de política” expresado en una supuesta “dictadura sanitaria” liderada desde el Estado bajo el amparo de la Unión Europea nos plantea algunos puntos de análisis que hacen posible un ejercicio de comparación entre ambas experiencias históricas. La crisis de la democracia liberal y los peligros que de ella pueden derivarse conforman las bases a partir de las cuales podemos pensar históricamente nuestro presente.
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Maximiliano Fuentes es historiador.
Hace algunos días, Ignacio Garriga, líder de Vox en Cataluña, afirmaba en un vídeo de la cuenta oficial del partido que era necesario poner fin al llamado pasaporte covid aprobado por el Parlament. Establecía una vinculación directa entre el llamado “separatismo” y el “apartheid sanitario” y llamaba a...
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