GIORGIO JACKSON / DIPUTADO CHILENO
“La extrema derecha crece en un sector que pasó de la esperanza a la inseguridad”
Pablo Stefanoni 16/11/2021
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Chile entró en el último tramo de la campaña presidencial para la primera vuelta del 21 de noviembre. Durante meses, Gabriel Boric se mantuvo como favorito, pero hoy el candidato de Apruebo Dignidad –una alianza del Frente Amplio y el Partido Comunista– es desafiado por José Antonio Kast, el postulante de la extrema derecha. Kast no esconde sus simpatías por la dictadura de Augusto Pinochet. “Si Pinochet viviera, votaría por mí”, dijo en una ocasión. En estas semanas, creció en las encuestas y una de ellas lo puso al frente de la contienda. Con un discurso de orden, el candidato cercano a Vox dice que Chile no “despertó” con las protestas de 2019, sino que “vive una pesadilla”. Boric, ex líder estudiantil de 35 años, consiguió su candidatura tras vencer en las primarias a Daniel Jadue, el precandidato del Partido Comunista que tenía todas las quinielas a su favor. En esa campaña, Boric se diferenció de las posiciones internacionales de sus aliados. En uno de los debates, el precandidato del Frente Amplio le dijo a Jadue que así como Neruda se arrepintió de su Oda a Stalin, el PC se arrepentirá en el futuro de haber apoyado al gobierno venezolano. No obstante, la derecha trata de presentarlo como “rehén” de los comunistas y cómplice de los “violentos” que ponen a Chile en el camino de la confrontación social.
Giorgio Jackson (1987) también fue dirigente estudiantil. Hoy es diputado y coordinador político de la campaña de Boric. En esta entrevista conversa con CTXT sobre la coyuntura política y electoral que atraviesa el país, que parece moverse al ritmo de una montaña rusa. En este diálogo, refuerza la idea de que los derechos humanos no deben ser negociables ni en la política interna ni en la externa.
¿Cómo ve la recta final de la campaña? ¿Se imaginó que iba a producirse esta polarización entre la izquierda y la extrema derecha?
Fue bien sorpresivo, porque todos los elementos que teníamos hasta ahora nos indicaban que la población chilena, en particular desde lo que se denominó el “estallido social” de 2019, había generado un quiebre con el statu quo que representaba el pasado. Eso se sostuvo con el plebiscito que, contra distintos pronósticos, logró un 80% de aprobación en ambas consultas (venció la opción de que se redactara una nueva Constitución y de que se hiciera por medio de una Convención Constitucional).
El discurso de la ultraderecha empezó a tomar fuerza y a encontrar un nicho en aquellas personas que tienen temor a perder lo poco que se tiene y un hastío frente al nivel de confrontación social
Luego, la composición de la Convención confirmó de alguna manera este resultado. Por ejemplo, una muy baja votación de la lista unificada de la derecha y una buena votación de un sector independiente de izquierda con un discurso más radicalizado, además de los votos de Apruebo Dignidad. Todos los indicios hasta mayo de este año nos decían que el pueblo chileno estaba demandando, con mucha fuerza y consistencia, señales de transformación y de cambio. Creo que debido a la crisis económica derivada de la pandemia, y también a los niveles de conflictividad social de diferente naturaleza que persisten en Chile –en los que a veces se mezclan episodios donde participa el crimen e incluso el crimen organizado– se generó un nuevo tipo de malestar. El discurso de la ultraderecha entonces empezó a calar, a tomar fuerza y a encontrar un nicho en aquellas personas que tienen temor a perder lo poco que se tiene y un hastío frente al nivel de confrontación social. Pero detrás de ello hay un discurso bastante simplón, con frases grandilocuentes, llamados a la mano dura, como si por arte de magia se fuese a acabar con las causas de las diferentes movilizaciones que atraviesan a la sociedad chilena.
Y ahí crece Kast…
Hay tierra fértil para ese discurso de hastío, que encarna o intenta encarnar Kast. Pero, al mismo tiempo, es poco verosímil que lo que él propone, si nos detenemos dos segundos a pensarlo, traiga paz social. Lo más probable es que traiga más tensiones, incluso violentas, y más polarización. Hasta ahora tuvo un despegue apelando a esa emoción rápida e intuitiva, muy visceral, atraída por su discurso de orden. Yo creo que va a perder fuerza, sobre todo con declaraciones como la que hizo estos días al desconocer los crímenes de la dictadura chilena en el contexto de la discusión respecto de lo que está ocurriendo en Nicaragua (dijo que con Pinochet hubo elecciones y no se encerró a opositores). Creo que fue un gran error de su parte. Ese discurso de estabilidad y orden no se sostiene, porque lo más probable es que si gana Kast venga todo lo contrario.
Parece haber un tema de timing también, ¿no cree? Boric viene corriendo como favorito desde hace tiempo y su campaña parece haberse hecho demasiado larga, mientras que Kast subió rápido en este último tramo, cuando falta poco para las elecciones…
Creo que Kast tuvo un alza muy repentina porque encontró lo que podríamos definir como un momento de valle en el que logra posicionarse sobre la debilidad del candidato oficialista. Cuando Sebastián Sichel se cae, Kast aprovecha el momentum que le permite anclar su discurso. Pero yo diría que encuentra su límite en la medida en que se va descubriendo lo que hay detrás de las palabras grandilocuentes que enuncia. No obstante, esas palabras resuenan en un sector de la población en el que la emoción principal pareciera que dejó de ser la esperanza y pasó a ser la inseguridad. Allí hay un caldo de cultivo para este populismo de extrema derecha. Es una derecha ridiculizada cercana a partidos como Vox.
La crisis de la centroderecha se vincula con el desplome de Sichel pero también con la crisis final del gobierno de Sebastián Piñera, que en esta segunda gestión nunca logró encontrar un rumbo. ¿Cómo lo ve?
Sí, es parte de lo mismo, hay una derecha que pretende ser más liberal e intenta presentarse como centroderecha. Pero eso ocurre pero después de un gobierno que se alejó por completo de los anhelos de la población, que fue muy explícito a través de Piñera en declararle la guerra a su pueblo de una manera muy absurda el 18 octubre de 2019 inventando un enemigo falso. Creo que todo ese legado de escaso manejo político, de poca gobernabilidad y de mal entendimiento y sintonía incluso con sus propios votantes, hizo que lo de Sichel no despegara pese a su buen papel en las primarias de la derecha. Su imagen se construyó, por así decirlo, con esteroides y después se desinfló. Kast es un político con bastante experiencia, fue 16 años parlamentario, fue secretario general de la UDI (Unión Demócrata Independiente), partido al que renunció para formar el polo de extrema derecha en Chile.
Kast ha logrado capturar el descontento y la rabia de quienes consideran piensan que Piñera debió enfrentar las protestas con más dureza aún de la que hubo
Desde esa posición ha logrado capturar el descontento y la rabia de quienes consideran demasiado blando a Piñera. Y piensan que debió enfrentar las protestas con más dureza aún de la que hubo. Ese sector de la población pasó inmediatamente a engrosar la base de Kast y le dio un piso desde el cual hoy día está convocando a ese electorado más temeroso, más inseguro o que tiene más aversión al riesgo que, según creen, está asociado a los cambios que Chile está demandando.
Sin embargo, insisto en las falacias de las promesas de Kast, porque no solo es inviable en términos económicos proponer un desbalance fiscal gigantesco con la reducción de impuestos a los sectores más altos, sino que además sus posturas son muy radicales en los temas que provocan mayor conflictividad en Chile. Por lo tanto, generar consenso, establecer diálogo con otro poder, como puede ser el Legislativo o el poder constituyente que hoy día está en la Convención Constitucional, parece bastante inimaginable; por eso, el relato de la tranquilidad y la paz que ofrece Kast es una quimera.
El discurso actual de la derecha no es tanto que Boric sea un radical, porque es difícil asociarlo, por ejemplo, a Venezuela, sino que es rehén de los radicales, sobre todo el Partido Comunista. ¿Cómo está funcionando esto y cuál es la estrategia de Boric para enfrentarlo?
En efecto, han tratado de usar esa estrategia. Hace unos días fue un ejemplo, porque un dirigente del PC reprochó al gobierno de Piñera no reconocer los resultados de las elecciones en Nicaragua. Entonces salió Kast a decir que eso es un adelanto de lo que se puede esperar con Boric. Pero lo que no se esperaba es que Gabriel Boric no solo salió a desmarcarse, sino que le pidió al PC que se retractara, y los principales referentes del partido desconocieron esas declaraciones como una posición oficial del PC y se pusieron del lado de Boric.
Incluso Daniel Jadue…
Efectivamente, Jadue, el presidente del partido (Guillermo Teillier), Camila Vallejo, Karol Cariola, Bárbara Sepúlveda. Creo que le salió el tiro por la culata, porque se vio una coalición que es capaz, incluso con sus diferencias, de ordenarse detrás de su principal liderazgo. Creo que en estos casos particulares y en específico en materia de derechos humanos a nivel internacional, Gabriel Boric va a dar una demostración día a día de que va a ser capaz de alinear a la coalición en ese propósito. Y dicho sea de paso, el PC chileno es un partido con una tradición democrática que lo diferencia de otros partidos comunistas en el mundo, estuvo en el gobierno de Bachelet, es muy institucional…
Estas posiciones muestran a Boric diferente de la mayor parte de la izquierda latinoamericana, casi nadie se anima tanto en término de discurso de derechos humanos. Incluso hay un sector que lo ve con sospecha, como funcional al imperialismo, a la OEA, etc. mientras que Boric aparece siempre bastante categórico en este terreno…
Creo que ahí hay, efectivamente, un trauma generacional en toda la región, por lo que significó la influencia de Estados Unidos y sus operativos de inteligencia en los procesos latinoamericanos desde fines de los 60 hasta casi el día de hoy. Pero reconocer que existe eso no nos exime a quienes nos asumimos de izquierda de entender que los derechos humanos son universales y no dependen de quien dirija un país.
Tenemos la oportunidad de alertar de que en política no todo vale y por lo tanto que no es lealtad cuando uno intenta cubrir, relativizar o minimizar las violaciones de derechos humanos
Precisamente es frente a nuestros adversarios que se pone a prueba el valor universal de los derechos humanos. Generacionalmente, tenemos la oportunidad de mostrar capacidad de ser críticos y de alertar de que en política no todo vale y por lo tanto que no es lealtad cuando uno intenta cubrir, relativizar o minimizar las violaciones de derechos humanos. No es lealtad con el proyecto más grande, es todo lo contrario. Y al renunciar a esos principios, además, le das cancha a la derecha. Creo que ahí podemos dar un salto y decir que la lealtad tiene que ser con principios que son universales y que quien se salga de ellos es quien está renunciando a ese proyecto, no quienes criticamos a los que a los que renuncian a esos valores. Siempre va a haber injerencia de poderes fácticos y de otros países, o del poder económico, pero aún así entendemos que no todo vale.
Salir de lo que los franceses llaman “campismo”, que si se violan los derechos humanos en nuestro campo no hay que hacer el juego al enemigo criticándolo…
Eso es muy de códigos de la Guerra Fría. Si revisamos la historia, podemos llegar a entenderlo, aunque no a justificarlo. Pero hoy día no se sostiene y hay que encontrar una forma distinta para construir ese principio de justicia y de dignidad en todos los territorios, y si en algún lugar no se están respetando esos principios, aunque se enarbole la bandera de la izquierda, para mí esos no son proyectos de izquierda. No lo son porque aunque en algún área específica tengan políticas más parecidas a las mías, porque están cruzando límites que no deben cruzarse.
El Frente Amplio hizo sus primarias con el Partido Comunista en el marco del Apruebo Dignidad y de su victoria sobre Daniel Jadue ahí sale la candidatura presidencial de Gabriel Boric. Pero por otro lado, en la Asamblea Constituyente tienen una alianza con el Partido Socialista. ¿Este doble eje anticipa lo que puede ser un gobierno de Boric, en el sentido de coordinar con la izquierda y tender puentes hacia la centroizquierda para construir mayorías parlamentarias pero también sociales?
Diría que más allá de siglas más o siglas menos, el proyecto de Apruebo Dignidad es absolutamente consciente de que para que las transformaciones se hagan realidad no basta con Apruebo Dignidad. Por lo tanto, esa apertura existe, pero con códigos distintos a los tradicionales: tras la primera vuelta se juntan las cúpulas de los partidos políticos, se dan un apretón de manos y asumen que la población, por simple propiedad transitiva, va a votar por la suma de las siglas. Nosotros creemos que eso está agotado. Necesitamos interpretar a otros sectores del electorado con una apuesta de gobierno que permita dar certeza de que los cambios se van a concretar. Gabriel Boric ha dicho que vamos a tener todas las conversaciones que sean necesarias. Pero el formato de la coalición de gobierno es una discusión que hay que dar en el interior del propio bloque entendiendo que hay otros formatos en otros países, otros ejemplos que permiten tener esquemas más flexibles de pactos de gobernabilidad. El mismo caso portugués o el caso español proveen distintas fórmulas, claro que con regímenes más parlamentarios, pero acá en Chile quizás vamos a tener que hacer un poquito de parlamentarismo de facto, entendiendo cuáles son los resultados del 21 de noviembre, para generar esas alianzas que permitan construir mayorías.
La Convención Constitucional pasó la etapa de la discusión del reglamento y empezó a plantearse los temas de fondo. ¿Es hoy una ayuda o un obstáculo para la candidatura de Boric?
Mi impresión es que la Convención Constitucional, que nació con un gran apoyo popular, al comenzar por un debate procedimental hizo que las personas no vean rápido resultados que les ayuden a cambiar su vida, a pesar de que yo crea profundamente de que la Convención va a servir para cambiar la vida de las personas o al menos para crear la arquitectura institucional para poder lograr ese objetivo. Lo creo profundamente pero hoy día parece poco tangible, sumado al hecho de que este gobierno ha hecho todo lo posible por hacer más difícil la instalación de la Convención, además de errores no forzados y de algunos escándalos que ha habido.
La derecha ha venido tratando de debilitar el proceso para que eventualmente la nueva Constitución no logre los votos necesarios para ser aprobada en el plebiscito
La derecha ha venido tratando de debilitar el proceso para que eventualmente la nueva Constitución no logre los votos necesarios para ser aprobada en el plebiscito. Pero con la aprobación del reglamento pasó ya la parte más difícil, más abstracta. Ahora, se empieza a discutir tanto en la Convención como en los espacios territoriales cómo queremos escribir el derecho a la salud, el derecho a la seguridad social, cuánto poder le vamos a dar a los municipios o a los gobiernos regionales, cuánto peso va a tener la ciudadanía en una democracia más participativa, qué nueva relación vamos a tener entre el Estado chileno y los distintos pueblos originarios. Hay un montón de discusiones que se bajarán a lo concreto. Por lo tanto, viene un debate mucho más aterrizado en lo que la gente se imaginó que iba a ver en una discusión constitucional.
La primera parte fue muy abstracta y confusa. Por lo tanto, creo que es cierto que la Convención en estos meses no ha sido capaz de canalizar la esperanza, precisamente por estar sumida en cuestiones de procedimiento. Pero de aquí en más tengo la firme convicción de que cada día va a ir recuperando terreno en la medida en que se aborden los temas que convocan a la ciudadanía.
Seguramente los resultados serán demasiado para la derecha y escasos para la izquierda, ¿no lo cree?
Precisamente cuando se hace el acuerdo del 15 de noviembre de 2019, una de las formas de intentar redactar una Constitución que sea sostenible en el tiempo, que entregue certezas, que genere estabilidad, fue el polémico quórum de dos tercios que se estableció. Creo que ese elemento, precisamente, es el que permite hoy dar más certidumbre, porque los dos tercios exigen un consenso muy amplio en el interior de la Convención. Y con seguridad, la Constitución que resulte de este proceso no va a ser la que hubiese redactado ninguno de los convencionales o de las convencionales por separado. Nadie va a estar conforme al 100% con esa Constitución. Y esa es la gracia, la gracia es que se van a encontrar aquellos puntos que nos unan y que nos constituyan y que a partir de ellos podamos construir con leyes simples, con relación entre las distintas instituciones, una democracia que permita poner, como fue el lema, la dignidad en el centro.
Entonces, yo no estoy tan preocupado, sinceramente, de que haya algunos sectores, mayoritariamente los de derecha y ultraderecha, y quizás también algunos sectores más radicalizados en la izquierda, que digan esta Constitución no fue tan lejos como nos gustaría, porque es probable que eso ocurra. Hoy está vigente la Constitución de Pinochet, que fue impuesta con un fraude electoral en el año 80, junto al proceso de reformas parciales que se fueron generando con la venia y la censura de la derecha en el Congreso durante los últimos 30 años. Pero ahora tenemos la oportunidad de construir en una hoja en blanco y cuando comparemos el nuevo texto con la Constitución del 80, creo que va a ser muy fácil para todos los sectores que quieren estabilidad, que quieren cambio, que quieren transformaciones en nuestro país, ver una Constitución de la cual nos podamos sentir muchísimo más orgullosos que de cualquier otro texto constitucional en nuestra historia.
Si gana Kast obviamente va a ser un gobierno de guerra contra la Convención, mientras que si gana Boric va a haber un intento de complementariedad. ¿Si tuviera que pensar dos o tres ejes con los cuales diría bueno, creo que logramos nuestros objetivos, cuáles serían?
Voy a dejar de lado todo el tema de reactivación económica y la agenda sanitaria, porque esas dos cosas son, por así decirlo, temas de emergencia, casi cualquier gobierno tiene que revertir lo que hizo el Gobierno de Piñera. De las cosas ambiciosas que tiene el proyecto que encabeza Gabriel Boric, yo diría que hay tres que son las más fundamentales. La primera es la seguridad social en materia de pensiones. Una reforma del sistema de pensiones actual (basado en administradoras privadas) que permita saldar una deuda con las personas mayores que tienen pensiones muy miserables, que no les alcanza ni para pagar un arriendo. Nadie puede hoy en Chile defender este sistema previsional. Algunos intentan ponerle un parche, un analgésico, pero la verdad es que necesita cirugía mayor. Y lo mismo pasa con nuestro sistema de salud. Hoy tenemos un porcentaje de la población que puede puede tomar seguro privado y que son las personas más sanas, mayoritariamente hombres más jóvenes y con más ingresos, mientras tienes al resto de las personas más propensas a necesitar asistencia en el sistema de salud, con salarios más bajos y por lo tantos con menores cotizaciones.
El proyecto que encabeza Gabriel Boric tiene como ambiciones la seguridad social en pensiones, acabar con la discriminación en salud y afrontar la emergencia ecológica
Entonces, una segunda reforma muy importante, un segundo tema a abordar, es cómo terminamos con esa discriminación en salud y ponemos en pie un sistema universal de salud como lo tienen muchos países desarrollados. Y diría que el tercer punto, que es más ambicioso y a largo plazo pero con una urgencia generacional, es cómo introducimos el eje ecologista, de urgencia y emergencia ecológica, ahí hay que meterse en el ámbito energético, en el ámbito de investigación y desarrollo, en el ámbito de adaptación de infraestructura, hay un montón de ejes que cruzan la idea de un gobierno ecologista, el manejo de cuencas, el manejo de los recursos hídricos. Un gobierno ecologista se ve en sus acciones diarias. No es como una gran reforma, sino una lente sistematizada sobre la resiliencia, la adaptación y la reconversión en materia climática.
La Cámara de Diputados votó días atrás la acusación constitucional contra Piñera. De hecho, salió por todo el mundo el filibusterismo del diputado Jaime Naranjo, que habló durante catorce horas para permitir que usted terminara su aislamiento por haber sido contacto estrecho de Boric, que dio positivo de covid-19, y llegara a votar. ¿Qué significa esta decisión cuando Piñera está terminando su mandato?, ¿es posible que se apruebe en el Senado?
No está totalmente perdida la acusación en el Senado. Pero más allá del hecho concreto de cómo resulte esta acusación, creo que lo más importante en términos simbólicos es que quienes hoy ostentan y concentran tanto poder –en este caso Sebastián Piñera es uno de los más multimillonarios de nuestro país y de la región y tuvo dos mandatos como presidente– sientan que a todos les toca, no solo a quienes carecen de influencias; hay una sensación de impunidad, de que los poderosos siempre caen parados, de que la justicia no es pareja.
Creo que la acusación simbolizó que, si nos unimos, en este caso en la fiscalización, no se las vamos a dejar pasar. Aunque en este caso no se trate de un proceso penal porque el Ministerio Público está investigando de oficio al Presidente de la República, que está siendo imputado por los delitos de cohecho y de negociación incompatible con sus funciones.
Hay una sensación de impunidad, de que los poderosos siempre caen parados, de que la justicia no es pareja
Se trata de una acusación tan grave como que vendió un proyecto minero (minera Dominga) que podía afectar a una comunidad, en una operación realizada en un paraíso fiscal y con una cláusula en el contrato que condicionaba uno de los pagos a que durante su administración no se tomaran medidas de protección ambiental que obstaculizaran ese proyecto.
Por lo tanto, el que no les salga gratis ya es una señal muy potente. Muchas personas que votaron a Piñera hoy día se sienten arrepentidas. No sabemos cuál va a ser el desenlace pero sea quien sea que asuma el cargo de presidente de Chile en el futuro sabrá que no se puede estar velando por sus negocios y sus intereses particulares cuando se tiene el deber de dirigir un país.
Chile entró en el último tramo de la campaña presidencial para la primera vuelta del 21 de noviembre. Durante meses, Gabriel Boric se mantuvo como favorito, pero hoy el candidato de Apruebo Dignidad –una alianza del Frente Amplio y el Partido Comunista– es desafiado por José Antonio Kast, el postulante de la...
Autor >
Pablo Stefanoni
Periodista e historiador. Investigador asociado de la Fundación Carolina. Autor de '¿La rebeldía se volvió de derechas?' (Clave Intelectual/Siglo Veintiuno, Madrid, 2021).
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