Nueva campaña del PP contra el Gobierno. En un salto de nivel estratosférico Pablo Casado y su equipo aparcan los entrecots y chuletones para entrar de lleno en el reparto de los fondos Next Generation. Aleluya, gritamos quienes tenemos ya ganas de hablar de política equivocándonos una vez más. Las ayudas europeas que llegan a España no debería gestionarlas el Gobierno de España elegido por los españoles, denuncia Pablo Casado, sino un organismo independiente. El colegio castellanomanchego de árbitros, por ejemplo. O el organismo independiente por antonomasia, la ameba. Suena bien la propuesta del organismo independiente. De hecho, de un tiempo a esta parte, el líder del PP viene demostrando un enorme talento natural para la generación de propuestas que suenan tan bien que son indiscutibles. ¿Quién, en su sano juicio, elegiría comunismo antes que un buen churrasco de Ávila con patatas? ¿Quién podría criticar que las cosas importantes las decidieran organismos independientes y por tanto inmaculados como el pupitre de Casado en la Rey Juan Carlos? 

Sin embargo, las propuestas de Casado y su equipo comienzan a hacer aguas en el momento que son tomadas en serio. ¿Quién elige el organismo independiente para el reparto de fondos europeos? ¿Lo elige Pablo Casado o lo eligen Pedro Sánchez y Yolanda Díaz? Porque quién elige el organismo independiente condiciona bastante la independencia del organismo. ¿En el grupo de técnicos que formasen el organismo independiente, habría más partidarios de Piketty o de Hayek? Quizá lo correcto sería que nadie eligiera al organismo independiente y que sus técnicos no tuviesen ideología económica, sino que todo brotase de forma natural, como un hongo en mitad del campo. Una vez brotado, sin injerencias políticas ni tendencias económicas, este organismo se presentaría ante la sociedad española: hola, soy Fungi, me formáis una cola que voy a repartir la manteca. Tal vez, poniéndonos serios porque el asunto lo merece y agarrando el guante lanzado hace un par de años por Don Rafael Nadal Parera, descontento el tenista con la llegada del gobierno de coalición y propositivo a la hora de encontrarle solución al problema, lo ideal sería “simplemente elegir a los mejores”. ¿Cómo? Pues lógicamente mediante unas oposiciones a mejores, con su temario de cosas mejores y sus preguntas tipo test diseñadas por un comité de mejores que harán que los mejores candidatos destaquen sobre los peores.

La segunda gran campaña del PP en torno al asunto que marcará la próxima década económica no es peor que la primera. Aquella campaña puesta en marcha durante el verano de 2020 en la que Pablo Casado apoyó públicamente la propuesta holandesa de poner trabas a la llegada de estas ayudas económicas a España. En la que apostó por seguir aplicando un jarabe de recortes para España que incluso la mayoría de socios conservadores europeos reconocían que había caducado, que ahora tocaba otra cosa. Observando esta campaña y la anterior, cualquier malpensado podría inferir que al líder de la oposición y su equipo les preocupa que las cosas puedan salir medianamente bien. Incluso sienten que todo va demasiado bien. Me confesaba el otro día un diputado de uno de los partidos que forma el Gobierno de coalición que tenía la sensación de que el PP veía al país mejor de lo que en realidad estaba. Con la cantidad de problemas que el actual Gobierno tiene sin resolver sobre la mesa en asuntos tan clave como la desigualdad, la vivienda o el ingreso mínimo vital, la oposición de derechas pone en el foco del debate en la carne española, el idioma castellano o la necesidad de que los presupuestos de España no los administre el Gobierno de España. Es decir, traducido en idioma político, todo va tan bien que a ver qué me invento. El PP se equivoca: España no va, ni mucho menos, tan bien como se empeñan en demostrar. Cualquier organismo independiente, incluido el hongo, estaría de acuerdo.