La ONU tiene su mejor secretario general en mucho tiempo. Frente al estilo de jefatura dominante en el mundo, con el lema galopante de “hacer mal el bien y bien el mal”, António Guterres es un excéntrico de la geopolítica capaz de “hacer bien el bien”. Por eso lo tienen inutilizado, como un exiliado en Saudade. Mientras tanto, los que llevan la voz cantante en la cínica ola de pacifismo belicista me recuerdan el número que hacía aquel payaso de un circo colombiano que sacaba de repente un revólver y apuntaba al público gritando: “¡Paz, bang, bang, paz!”. 

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Noam Chomsky alerta, con bastante fundamento, al parecer, de que en Estados Unidos la derecha trumpista trabaja, con diligente resentimiento, un “golpe de Estado blando”.  No sé cómo calificar los extraños ruidos que, de vez en cuando, se oyen en el caducado y sombrío Consejo General del Poder Judicial en España. Serán golpes de ficha de dominó. 

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En España, los políticos se abrazan con ternura a las vacas en el photoshop. Después de los escándalos de destilación en Downing Street, los conservadores ingleses que todavía apoyan a Boris Johnson lanzan la consigna: “¡Salvemos al perro grande!”. Nada mejor que los animales para humanizar la política.

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Creo que Pablo Casado está encontrando, por fin, un estilo propio. En un noticiario, le escucho decir: “Estamos abocados al desastre”. Así, con entusiasmo, en gran panorámica, sin perderse en detalles. Y con una sonrisa, antes y después, que me recuerda el aliento y la confianza que sentíamos cuando un viejo profesor, don Antonio, nos recitaba con delectación: “Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados...”   

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“Eólicos, sí, pero no así” es el lema de las manifestaciones que se multiplican en Galicia. Hay una contra-campaña que presenta este movimiento como una sinrazón: “Pero, ¿esta gente que quiere? No quiere nucleares, no quiere carbón, no quiere más embalses y no quiere eólicos. ¿Qué quieren?”. Pues ya que lo sabes, te lo voy a decir. Todos los ríos están embalsados. El último salmón se suicidó hace tiempo. Todas las sierras y cordales tienen su macro-parque, en funcionamiento o en proyecto. Los noruegos han prohibido los generadores gigantes en sus fiordos, pero la Xunta autoriza a la empresa noruega a que los instalen en el litoral gallego. Galicia exporta el 50% de la electricidad que produce, sin ningún beneficio en las tarifas. Estas son más bajas en el vecino Portugal, que se abastece con parte de la energía gallega, lo que favorece el éxodo de empresas. Y se proyecta una avalancha de grandes parques en zona marítima, el mayor negocio del siglo. Ahora entiendo lo que decían mis vecinos de Castro de Elviña cuando señalaban la torre de alta tensión de Fuerzas Eléctricas del Noroeste S.A. justo espetada en el ara solis del antiguo poblado: “Mira, neno, ¡los celtas murieron electrocutados!”.                    

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Dicen que es contraproducente llamar fascistas a los fascistas. Que es mejor ignorarlos y nombrarlos como Acalorados 2.0 o algo así. En caso de incendio, llamar a los bomberos y pedirles que acudan porque se ha producido una “afectación en el ambiente”. Nada de incendio.