El Punto Cero se sitúa en el cruce del meridiano Greenwich y el Ecuador, en el golfo de Guinea, al oeste de Libreville  y al sur de Accra. Podemos considerar que en este punto imaginario o capital vacía reside el principio de realidad, pues permite establecer todas las coordenadas y localizaciones del planeta. Pero allí no hay nada, salvo el otro no-lugar más importante de nuestro mundo. Se trata de la Null Island o Isla Inexistente, a 0º N. 0º E, decisiva para la nueva cartografía y geocodificación (Google Maps y demás), pues allí van a parar todas las búsquedas fracasadas. Un buen sitio para ir de vacaciones. 

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¿Se considera agresión cuando alguien pisa a propósito tu sombra? No encontré jurisprudencia, pese a la fuerza probatoria del gran verso de Píndaro: “Somos el sueño de una sombra”. Lo poco que se estima esa propiedad privada, esa primera identidad. 

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Un grupo de personas sin techo ocupó unos calabozos en la vieja prisión provincial, un edificio en ruinas. Fueron desalojados y procesados. Lo más probable es que los metan presos en la nueva prisión provincial. No hay que andarse con bromas, cuando se trata de la arquitectura jurídica del progreso.

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Osvaldo Soriano contó para la historia la técnica intimidatoria del defensa Giovanelli que, justo antes de comenzar el partido, ponía en situación al goleador del equipo contrario: “Guarda, pibe, no te hagas el piola porque te cuelgo de un árbol”.  No sé por qué, pero veo en unos cuantos diputados la cara y las ganas de Giovanelli justo antes de que les replique Yolanda Díaz en el Congreso.

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“La excelencia suprema consiste en romper la resistencia del enemigo sin luchar”, escribió Sunt Zu. Es menos conocida la réplica de un discípulo: “Lo siento, maestro. Van a toda máquina. No me dan tiempo a no luchar”.  

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La calidad de un Estado se mide también por la catadura de sus altos villanos. Por eso los casos del rey emérito o del comisario Villarejo resultan, como dramaturgia, tan desalentadores. El espectáculo no autorizado del “populacho” suele compensar ese desaliño de las elites. ¿O no había más voluntad de estilo en un trompo de El Vaquilla?

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La expresión “a man salva” tiene un origen militar: “disparar a man salva” significaba “disparar con seguridad y sin ningún peligro para el que dispara” (María Moliner). En los discursos y en la retórica mediática, esa es la posición en la que está colocada la grosse derecha en España. Dispara a “man salva”. La Justicia está muy ocupada con el hip-hop.  

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En la plaza Tirso de Molina, en Madrid. Oído al pasar:

– ¡Métete algo, mujer!

–  Estoy tan mal que las alegrías me sientan fatal. 

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Los que atribuyen a la República la responsabilidad inicial de la guerra de 1936 deberían consultar a sus clásicos. Rafael Sánchez Mazas, en una conferencia en Bilbao, después de la victoria, definió la contienda como “la tercera guerra civil”. El carlismo y el franquismo como fases históricas de un mismo movimiento insurrecto y reaccionario. Y como se contaba en la revista del régimen Vértice, el intelectual falangista lo celebraba así: “¡A la tercera fue la vencida!”. 

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Fraga llegó a decir que en Galicia se fundía paisaje y política, que el país era de geología conservadora. Pero la política de los conservadores se caracteriza por no conservar. Se cumple la profecía en el peor sentido: se multiplican las heridas en la tierra y todo lo sagrado en Galicia está en peligro de ser profanado. Nos queda un último recurso natural: no dar nuestro consentimiento.