Uno de los mejores espectáculos es ver el imprevisto hundimiento de un tópico. Por ejemplo, la manera más segura de avanzar no es la perfección sino la imperfección. Lo explica de maravilla el gramático Mario Squartini: “Las formas imperfectivas se mantienen estables; las perfectivas, no”. 

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Hay gente que aborrece tanto los adjetivos que los fusilaría a todos, junto con los adverbios terminados en mente. Soy de los que piensa que parte del coraje literario es utilizar temerariamente los adjetivos. Así, Borges escribe: “Las épicas lluvias de septiembre”. Lo de “épicas lluvias” es magnífico, pero, ¿qué me dicen de las “cobardes lluvias”?

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Estaba tan desposeído, tan desposeído, que incluso había perdido la conciencia de clase.

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Lo bien que explica los usos jerárquicos de la lengua un personaje de clase alta en la serie Industry, mientras se mete un pico de caballo: “Cuando puedes pagarlo, no es adicción”. 

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Tener instinto para la noticia es esa fatalidad de ir a un sitio y descubrir algo que no fuiste a buscar. 

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Durante la dictadura, un vecino antifranquista de la Ciudad Vieja de A Coruña recibía visitas periódicas de miembros de la Brigada Político Social. Uno de esos días abrió la puerta su esposa  y él preguntó desde la cocina: “¿Quiénes son, los del carbón?”. Y la mujer respondió espontánea: “No, no. ¡Son los de la leña!”.  Me acordé de esta historia cuando leí la respuesta que la presidenta madrileña Ayuso dio a una niña de la Cañada Real: “Yo no gestiono sentimientos”. En ese arrabal pasan fríos siberianos, así que, por lo menos, Ayuso podía enviar a los de la leña. 

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El oportunismo no siempre resulta compensado. El pintor Emil Nolde se unió en 1934 al Círculo de Trabajadores Nazis y se carteaba sobre arte con el mismísimo Goebbels. Le gustaba mucho pintar girasoles. Qudó sin habla cuando supo que su nombre figuraba en el listado nazi de artistas degenerados. ¡Y encima tuvo que soportar que le llamasen despectivamente “el pintor de las flores”!

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Hay una especie de articulistas que acostumbran escribir el mismo artículo y machacan siempre a la misma gente. Pero el efecto que consiguen es paradójico: son tan reconocibles los vejámenes que semejan responder al género del autorretrato.  

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Pese a los defectos, las redes son muy instructivas. Para explicar el súbito pánico de los inversores ante una sacudida financiera, escribí un mensaje: “Las gallinas echaron a volar y se oscureció el cielo”. Al poco, tenía una respuesta implacable: “¡Las gallinas no vuelan, listo!”. Ya no se respetan ni las metáforas volátiles.     

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“Esforzaos, trabajad, levantad España”, dijo el capo de Vox, Abascal, en el discurso del Día de la Hispanidad. Recordé que Mussolini hizo la famosa  “marcha a pie” a Roma en tren y un camarote de lujo . 

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De entre los documentos históricos, uno de los más conmovedores que leí en los últimos tiempos es esta nota necrológica fechada en Coruña el 21 de febrero de 1902: “Ha fallecido el consecuente libre-pensador Vicente Pablo Valdés. La junta directiva de La Antorcha Galaica del Libre-pensamiento invita a todos sus consocios y a cuantos sin serlo simpaticen con las doctrinas de la libertad de conciencia al acompañamiento del cadáver del socio fallecido, desde el Hospital al cementerio de disidentes, hoy viernes, a las doce la mañana”. ¡El cementerio de los disidentes! Para que luego digan que no hay a dónde ir.