Chiringuitos
La última Ayusada
Si algo nos ha quedado claro del PP en este mandato es que son contrarios al comunismo, pero muy amigos del término libertad. En concreto, de la libertad para expoliar lo público y llevárselo muerto
Anita Botwin 29/04/2022
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Hubo una vez en que las becas se usaban para las personas de rentas más bajas, para que los hijos e hijas de gente trabajadora pudieran tener el mismo derecho a estudiar que otros compañeros de clase alta. Ahora no. Ayuso ha vuelto a hacer una de sus ayusadas, esas a las que ya nos tiene más que acostumbrados, y ha decidido que las becas ya no son sólo para la clase trabajadora, sino que las van a tener que compartir con sus amiguitos de clase alta. En concreto, el Gobierno de la Comunidad de Madrid destinará el próximo curso 43.497.750 de euros a financiar que más de 15.000 alumnos estudien con beca pública en centros privados la etapa de bachillerato.
Ese dinero se dedicará a familias que cobran más de 100.000 euros, por lo que es una medida irrespetuosa con quien realmente lo necesita. Pero no solo eso, estos 43 millones dejan muy claro el modelo de educación que defiende Ayuso y compañía: el trasvase de dinero público al negocio educativo privado, y ya de paso terminar con la igualdad de oportunidades.
Es más que probable que ese dinero destinado ahora a becar a los ricos llegue a manos de los mismos que votan esa bajada de impuestos
Lo más grave del chiringuito ayusista es que mientras se gastan fondos públicos para becar a alumnos de centros privados (a petición de Vox), reducen los impuestos a las grandes rentas y se recauda menor cantidad de dinero público para más becas y mejoras en la educación pública. Es más que probable que ese dinero destinado ahora a becar a los ricos llegue a manos de los mismos que votan esa bajada de impuestos. No solo destinan menos dinero para lo público, sino que lo poco que se recauda termina en esas mismas manos. O dicho de otra forma, las rentas altas pagan menos impuestos y, a su vez, reciben becas para sus hijos estudien en centros privados.
La última ayusada ocurre en paralelo al escándalo por el contrato para la compra de mascarillas que la Comunidad de Madrid adjudicó a la empresa relacionada con el hermanísimo de Ayuso, y por el que habría cobrado 55.000 euros. Si algo nos ha quedado claro del PP en este mandato es que son contrarios al comunismo, pero muy amigos del término libertad. En concreto, de la libertad para expoliar lo público y llevárselo muerto. Libertad para hacer negocio con las mascarillas, mientras más de 7.000 personas morían olvidadas por la misma Comunidad que hacía negocio con su dolor.
También es digno de recordar y mencionar el menú escolar que la presi decidió pagar solo a hijos de policías y Guardia Civil, mientras a niños y niñas en riesgo de exclusión les ofrecía comida basura. Esta gente que mal gobierna la capital del reino ya ha demostrado con creces que adoran la libertad de ahogar y maltratar a la clase trabajadora y los pocos derechos que aún nos pertenecen. Sin ir más lejos, y por hacer un poco de memoria, todo esto comenzó con unas elecciones que caían en día laborable, poniendo así difícil al obrero que pudiera votar. Desde el principio dejaron claro su odio de clase y no les tembló el pulso por mucho que jugaran a estar con los trabajadores y dejar los bares abiertos.
Lo peor de todo es que la última ayusada ya ni sorprende. En su momento, podría ser un titular de El Mundo Today, pero la realidad supera la ficción y el partido de derecha aliado a la extrema derecha ya nos tiene acostumbrados a un maltrato psicológico que roza la tortura. Probablemente, ese nuevo escándalo sea una cortina de humo que tape sus otras miserias, pero me pregunto hasta cuándo vamos a ser capaces de soportar este neoliberalismo atroz. Eso es lo que realmente me preocupa, que no estemos organizados ni movilizados para hacer frente a tanto ataque de clase.
Sin embargo, estamos tan heridos que ya no nos daña esta última bala. Nos traspasa, quizá molesta un pellizquito, pero en unas horas volvemos a la rutina, no tenemos tiempo ni para preocuparnos ni para organizarnos. Este es el verdadero problema y ellos, los de arriba, se aprovechan. Hace tiempo que estamos desarmados en una guerra que ya perdimos antes de apretar el gatillo. Estamos exhaustos, heridos, agotadas, desilusionadas, pero no podemos permitirnos el lujo de seguir perdiendo esta batalla, nos va la vida en ello y los pocos derechos que aún perduran.
Hace poco hablaba con las madres del Sindicat de Mares en la Diversitat Funcional, mujeres abnegadas y olvidadas por las instituciones en una crianza de hijos e hijas con diversidad funcional. En buena parte, se trata de madres solas que cuidan a sus hijos sin ayuda de nadie y, aun así, sacan algo de tiempo para organizarse y luchar por sus derechos. Si ellas encuentran tiempo, todas podemos. Se trata de volver a recuperar la esperanza y la fuerza que nos caracterizan como clase trabajadora. Porque vamos a necesitar organizarnos y unir fuerzas si queremos parar las próximas ayusadas.
Hubo una vez en que las becas se usaban para las personas de rentas más bajas, para que los hijos e hijas de gente trabajadora pudieran tener el mismo derecho a estudiar que otros compañeros de clase alta. Ahora no. Ayuso ha vuelto a hacer una de sus ayusadas, esas a las que ya nos tiene más que...
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Anita Botwin
Gracias a miles de años de machismo, sé hacer pucheros de Estrella Michelin. No me dan la Estrella porque los premios son cosa de hombres. Y yo soy mujer, de izquierdas y del Atleti. Abierta a nuevas minorías. Teclear como forma de vida.
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